Existen métodos para infligir sufrimiento físico y psicológico que se aplican a personas con una finalidad meramente punitiva o para obtener algún rédito por parte del torturado como información valiosa. Este dato no es nuevo, no es un descubrimiento, y es estremecedoramente triste que no lo sea.
No todos los productos de la creatividad humana son beneficiosos. También se ha orientado a diseñar artilugios y procedimientos para provocar un tormento más efectivo y prolongado. Seleccionamos 10 de los más terribles métodos de tortura que la parte más cruenta de nuestra imaginación ha ideado. Nos centramos en penas corporales.
1. El Toro de Falaris. Este brutal instrumento no era más que una estatua hueca de bronce con forma de toro. Debajo del toro se encendía una hoguera que calentaba toda la estructura y su interior funciona como un horno. No es difícil adivinar en qué consistía la tortura: el castigado era introducido dentro del toro y sus gritos “hacían rugir” al animal. Este procedimiento no sólo torturaba, sino que también era un método de ejecución, puesto que la víctima acababa muriendo.
El nombre del artilugio se debe al tirano de Acragas, Falaris, caracterizado en los relatos como una persona de especial crueldad. Lo que se cuenta es que el escultor ateniense Perilo diseñó el toro y se lo regaló a Falaris. La leyenda cuenta que el tirano hizo la primera prueba con el escultor, de modo que lo arrojó dentro de su propia creación. Desgraciadamente para Perilo, el toro funcionó a la perfección. Sin embargo, hay que decir que la realidad de los relatos relacionados con el Toro de Falaris son discutibles.
2. La Pera de la angustia. Este instrumento es más simple que el anterior. Era un artefacto de metal con forma de pera fragmentada en pedazos verticales que podían abrirse manteniendo la relación con la forma inicial. Las víctimas sufrían el tormento de serles introducida la pera en la boca, el ano o la vagina y, cuando se encontraba en el interior de la cavidad, el torturador abría el aparato mediante un tornillo provocando terribles y dolorosos desgarros. Era más ancho en una punta que en la otra y podía expandirse más para lastimar la zona afectada de la víctima. También es conocida como pera veneciana.
3. El Potro. Este método era sencillo y eficaz. Era empleado principalmente como procedimiento para forzar la confesión. Se ataban las cuatro extremidades de la víctima, cada una con una cuerda. Las cuerdas se enrollaban en una cuerda giratoria. Existen distintas modalidades del potro. Por un lado, las vueltas de las cuerdas apretaban y herían las extremidades. Por otro lado, las cuerdas se usaban para tirar de las extremidades dislocando y rompiendo los huesos.
Este método fue característico de la Inquisición española. A pesar de que generalmente se le atribuyen infinidad de métodos de tortura a esta institución, sus modalidades de tortura fundamentalmente eran tres: el potro o ecúleo, el tormento del agua o toca y la garrucha. La toca consistía en atar a una persona de forma que quede recostada (normalmente inclinada con la cabeza más abajo) e introducirle una toca (una prenda de tela) hasta la garganta. A continuación, se le echaban grandes cantidades de agua en la boca a través de la toca, provocando asfixia y dolorosas convulsiones. La garrucha consistía en atar las manos de la víctima detrás de su espalda y desde ese punto colgarlo con la ayuda de una polea. Una vez arriba, se lo dejaba caer y se detenía en seco la caída antes de llegar al suelo provocando la dislocación de las extremidades.
4. La Falanga o Falka. Este método consiste en usar unas varas para golpear la planta de los pies del castigado. El preso era atado y colocado con los pies levantados y doblados hacia arriba, de forma que eran accesibles a los varazos. A primera vista puede parecer un castigo corporal menor, sin embargo, el dolor del golpeo constante no se queda sólo en las plantas de los pies. El dolor sube desde los nervios del talón hasta los músculos de las piernas provocando un retorcimiento del cuerpo entero del penado. Las secuelas de este castigo son severas y duraderas.
5. Aplastamiento. Este era un método de tortura y de ejecución. El preso era aplastado con objetos pesados normalmente aplicándolos gradualmente hasta la muerte. En ocasiones se usaban planchas para colocar los objetos encima del penado. Giles Corey sufrió este tormento, también conocido como tortuga, en los Juicios de Salem para obligarle a declarar. Acabó muriendo después de dos días. Una variante de este método en otras zonas culturales, como en el sudeste asiático, fue el aplastamiento por elefante. Dichos portentosos animales se usaron para desmembrar, torturar y matar a presos.
6. La Cuna de Judas. Este instrumento estaba formado por una pirámide con un vértice especialmente puntiagudo. La víctima era levantada y se la soltaba sobre esta estructura, de tal forma que la punta de la pirámide incidía en los genitales o en el ano. La pirámide estaba elevada sobre un soporte para que la víctima no pudiese apoyarse en el suelo con los pies. Se solían usar poleas para levantar y soltar al torturado, controlando el dolor y permitiendo la repetición del castigo. Existe otra variante que consistía simplemente en colocar a la víctima sobre la pirámide u otras formas afiladas, y dejarla con pesos atados a sus pies.
7. El Aplastacabezas. Este instrumento de tortura estaba diseñado para comprimir la cabeza de la víctima hasta romper los huesos del cráneo. Este aparato tenía un casco instalado bajo un tornillo que lo hacía subir o bajar. Dicho casco presionaba la cabeza del torturado, al estar su barbilla colocada sobre una barra o plataforma inferior. Los primeros daños se producen en los alvéolos dentarios y después las mandíbulas. La presión hace que el cerebro se estruje y sobresalga por las cavidades. Otros aparatos similares se han usado sobre otras partes del cuerpo, como el caso del aplastapulgares.
8. La Rueda. Este fue un macabro método de tortura que culminaba con la muerte del penado. En primer lugar se ataba al preso y se le trituraban los huesos procurando que no muriese. A continuación se colocaba a la víctima en una rueda, a veces en la forma del perímetro de la misma, lo cual era posible por la dislocación y rotura de los huesos. Luego, la rueda se instalaba en un eje y era colocado verticalmente desde el suelo, de modo que la rueda quedaba de forma horizontal. El reo se mantenía en la altura hasta su muerte en una agonía larga y dolorosa. Este era el proceso general, pero existieron diversas variantes y particularidades. Las ruedas se han usado de distintos modos para la tortura. En ocasiones se usaba la propia rueda para romper los huesos o se le rompían los huesos a la víctima ya en la rueda.
9. Las Uñas de Gato. Este instrumento consistía en un travesaño armado con ganchos a modo de dientes colocado en un mango largo, quedando una forma de rastrillo. Este artefacto se utilizaba para rasgar la piel de la víctima. La persona torturada era inmovilizada y se le desgarraba la carne de la espalda, el abdomen o el pecho con las pronunciadas puntas de los ganchos. Los arañazos provocaban graves y peligrosas heridas, además del dolor sufrido.
10. El submarino. Este método es de uso contemporáneo normalmente para obtener información y es extremadamente simple. El medio de tortura es la asfixia. Esta puede ser provocada por una funda de plástico colocada en la cabeza de la víctima y se realiza repetidas veces procurando no matar al torturado. Otra variante consiste simplemente en introducir la cabeza del prisionero dentro de un recipiente con agua. Es frecuente que el agua esté a muy baja temperatura o contenga residuos excrementicios. También se le cubre la cara a la víctima con un trozo de tela y se le hecha agua (como la toca). El primer caso es conocido como el submarino seco y el segundo como el submarino húmedo o mojado. Normalmente se combina con golpes y vejaciones.