FM-2030, el transhumanista que sintió nostalgia por el futuro

Aunque está siendo ahora el momento en que empiezan a dibujarse nudos de tensión en nuestra identidad humana por mor de las amenazas tecnológicas que nos acechan, hace ya tiempo que había hombres que divisaban ciertas instancias en las que nuestra noción de humanidad se vería modificada y trascendida. Algunos, como Hans Jonas, lo hacían con pesadumbre. Otros, en cambio, sentían una profunda “nostalgia por el futuro”. Tal es el caso de la persona que aquí nos ocupa, el escritor transhumanista Fereidoun M. Esfandiary, conocido más bien por el nombre con el que quizá pretendía igualarse un poco más a aquella trascendencia de la humanidad con la que soñaba, FM-2030.

Una de las razones por las que este autor despierta interés es por hallarnos en las fechas que él, con mucha precisión nos da para hacernos a la idea de cómo va a ser la humanidad en tales momentos. Es decir, recientemente acabamos de entrar en la década de los 20, y es ahí donde según Esfandiary la humanidad iba a ser “irreconocible”. Ciertamente aún estamos lejos de las características que deberían invitar a la “trascendencia” de nuestra naturaleza. Pero quizá el diagnóstico sea parcialmente cierto en la medida en que estamos perfilándonos poco a poco para acontecimientos tales como la fusión entre lo biológico y lo artificial. No son pocos los ejemplos actuales que se pavonean en los principales foros económicos vendiendo esta Arcadia sintética con la cara más amable y sobre todo, con la coartada de la seguridad.

El mismo optimismo sobre ese mundo post-humano fue el que llevó a Esfandiary a formalizarlo en el movimiento Up-Winger. Este movimiento quiso ser precursor en esa filosofía que más adelante hemos conceptualizado como “aceleracionismo”, pues su objetivo principal era acelerar el destino de la humanidad para llegar a esa etapa post-humana capaz de esquivar a la terribilísima muerte.

Los up-wingers partían de una noción de superación de todos los límites, en primer lugar de los fronterizos. Ya comenzaba a gestarse en estos compases de la historia el sueño de un único pueblo global. La aldea global habría satisfecho sin lugar a dudas la repulsión que Esfandiary sentía en parte hacia sus raíces iraníes y hacia su etapa educativa en Palestina, donde tuvo que ver cómo el terrorismo tenía amordazado al país.

Para él, la identidad cultural de las naciones se basaba en la glorificación de episodios pasados. Pero para FM-2030 no tiene cabida ocupar el presente haciendo un memorial constante, puesto que, como asevera tajantemente, ningún episodio del pasado ha sido algo así como grandioso. Por ello, frente a esa presunta mediocridad que ha caracterizado a la humanidad en su historia, nuestro autor reivindicó una Era del Optimismo, donde los avances técnicos establezcan una régimen de la abundancia y donde las identidades colectivas humanas fruto de la cultura se atomicen hasta el punto en que esas identidades sean creaciones estrictamente personales.

En definitiva, lo que Esfandiary promovía era un modelo político y social descentralizado que superase tanto a las burocracias centralistas como a la familia tradicional, por ser ambas cosas “devastadoras ataduras emocionales”. La forma de superar esas ataduras sería a juicio de nuestro autor la formación de “comunidades móviles” a las que un individuo puede unirse o alejarse según su deseo. Esta forma de organizar la vida social es llamada “transcomuna”.

Como es propio de los ideólogos transhumanistas el optimismo ha de llevar a un colofón final. Y ese colofón es, como dijimos, esquivar la muerte y alcanzar la eternidad. En los up-wingers no podía ser distinto, dado que en aquellos años 60, con el peligro latente de la Guerra Fría, la humanidad tenía plena conciencia de la presencia tecnológica en su vida pero desde un plano asustadizo. Por lo que esa Era del Optimismo sobre el despliegue tecnológico era la reacción que pretendía ser revolucionaria.

Por ello, como en las viejas religiones, la promesa esperanzadora era, nuevamente, la inmortalidad. Para FM-2030, sin embargo, esa inmortalidad no había de ser buscada en una separación con la materia, sino insistiendo en ella. De ahí que algo así como la trascendencia deje de ser, tal y como afirma en Up-Wingers: A futurist manifesto, un concepto metafísico, sino que ahora es completamente posible y real.

Según su visión, si un corazón puede ser implantado, en el momento en que un cerebro —ya sea éste humano o biónico— también pueda serlo, tendremos una técnica que nos permita esquivar la muerte. Se reconoce pues, que la técnica ha de estar en plena confrontación con la naturaleza, dado que si la mortalidad es lo propio de la naturaleza humana, entonces hay que renegar de las leyes de la naturaleza. Trascender no es existir de una manera no material, sino que es poner a las leyes de la materia en una situación de obediencia hacia la voluntad humana.

Motivado por esta visión de la inmortalidad el autor iraní dedicó asimismo múltiples artículos y charlas a la divulgación de la criogenia como la materialización de esa esperanza. El tema de la inmortalidad lo mantuvo activo hasta el final de su vida, cuando su cáncer de páncreas interrumpió la obra que iba a ser titulada Countdown to Immortality.

Sin embargo, en uno de los últimos libros de Esfandiary se centró en dejar definida la vida que tendría el género humano de darse ese acople perfecto con la tecnología. Un modelo de democracia post-burocrática, teleducación, teleshopping, telemedicina. Tal modelo se fundamenta sobre uno de los conceptos más sugerentes de su obra, que es el concepto de Mobilia. Esta palabra designa dos cosas. Por un lado, el flujo de movimiento constante que ha de caracterizar al nuevo mundo. Por otro, el nuevo tipo de alojamiento propuesto para la vida transcomunal, y que consiste en “paradores” que sustituyan a los hogares tradicionales. En el concepto de Mobilia podemos ver un antecesor de la “vida líquida” que expuso Zygmunt Bauman.

La Mobilia ha de ser una perspectiva vital que se infiltre en cada acción humana. De tal manera que la dinamicidad sea el paradigma mental de la sociedad, lo que la hará renunciar a todo aquello que pueda contribuir a la rigidez. De hecho, la rigidez social se funda principalmente en la propiedad privada, la cual tendrá que abolirse progresivamente a medida que el estándar de vida de las personas sea tan móvil que no le dé tiempo a acumular propiedades. En el momento en que la propiedad privada haya sido superada por la propiedad transcomunal tendremos lo que FM-2030 llama La Vida Universal. Una vida donde la humanidad fluye de un sitio a otro y convive con multitud de seres humanos distintos. Superando cualquier barrera cultural, dando lugar a un mundo donde aquello que lo homogeneiza es la más absoluta pluralidad de los individuos.

Todo el proyecto de Esfandiary es consciente de las exigencias técnicas que le serían requeridas al planeta. Por ello, para posibilitar todos estos servicios de los que la humanidad podría disponer deberá de ser necesaria la colonización espacial, ya como confirmación absoluta de que el ideal transhumanista, como deudor de la nietzscheana voluntad de poder, encarna fielmente aquella consigna de los años 60 que decía: “seamos realistas, pidamos lo imposible”.

Fuentes:

Esfandiary, Fereidoun M. (1973). Up-Wingers: A futurist manifesto. E- Reads.

https://slowlorisblog.files.wordpress.com/2015/05/esfandiary-up-wingers-a-futurist-manifesto.pdf

Tiven, Benjamin (2010). The future takes forever. Bidoun Magazine.

https://www.bidoun.org/articles/the-future-takes-forever
Scroll al inicio