Dunkerque: Un encuentro íntimo con la Segunda Guerra Mundial

  • Título: Dunkerque
  • Guión: Christopher Nolan
  • Director: Christopher Nolan
  • Nota:★★★★★ (sobre 5)

La Segunda Guerra Mundial es uno de los eventos más importantes que marcaron el rumbo político, económico y social de prácticamente toda la raza humana; en un tema del cual se han dicho muchas cosas, escrito tantos libros y filmado una innumerable cantidad de películas. Esto nos lleva a la pregunta: ¿Qué falta de decir sobre la Segunda Guerra Mundial que no se haya dicho antes?

En este filme, Christopher Nolan nos regala una experiencia muy íntima y sensorial con los horrores de la evacuación de Dunkerque, haciendo además gala de su maestría narrativa al contarla en un formato muy inusual, incluso para un director que suele contar sus historias de manera no lineal.

Una increíble experiencia sensorial (o, dicho de otra forma, el formato importa)

Uno de los aspectos más importantes de la cinta es que está grabada en un 70% en formato IMAX, una técnica muy usada por Nolan que le permite tener más espacio y profundidad de campo en sus tomas, esto se refleja en encuadres increíbles que nos cuentan historias visualmente hermosas.

Otro aspecto importante que nos mete de lleno en la historia es la gloriosa partitura de Hans Zimmer, compositor de cabecera de las cintas de Nolan; sobre este punto, cabe destacar la increíble mezcla de sonido durante toda la película, usando con maestría técnicas de tridimensionalidad acústica y un inteligente uso del infrasonido, por lo que verlo en un cine con un buen sistema de audio es altamente recomendable.

La edición y el manejo de cámara también son recursos que Nolan aprovecha para aumentar toda la experiencia sensorial y hacer que vivas la guerra en primera fila. Sin entrar en demasiados detalles sobre la trama, la cinta se divide en tres narrativas que se enlazan y se cruzan entre sí, cada una de ellas con un diferente estilo visual.

En la narrativa del aire predominan tomas muy claustrofóbicas dentro de los aviones contrastadas con danzas visuales aéreas que nos desorientan y contribuyen al caos, frenetismo e incluso elegancia de una batalla entre aviones de guerra. En las tomas marítimas vemos un manejo de cámara más tradicional en las conversaciones, siguiendo el vaivén y la calma de altamar. Y en las escenas en tierra tenemos mucha cámara en mano, que destacan el frenetismo y ese constante sentimiento de ser depredado por las tropas alemanas desde el primer minuto de la película.

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Nolan la dirige pensando en la experiencia sensorial, requiere que estés presente y atento para sentir de primera mano la tensión que viven los personajes en escena. La guerra es caótica, confusa, revuelta y cada facción que participa lo vive de manera diferente.

También vale mucho la pena destacar la impecable producción: Efectos especiales en su mayoría prácticos (Nolan ha manifestado en varias ocasiones que no le gusta abusar del CGI), increíble mezcla de sonido, fotografía de primer nivel y un espectacular diseño de producción; regalándonos así un festín visual que vale la pena ver en el mejor formato posible.

El guión más experimental de Nolan hasta el momento

A nivel de guión, Nolan experimenta con dos elementos que no había explotado mucho en sus películas. Por una parte, nos cuenta una historia que está TAN en desorden que cada uno de las secciones tiene una escala diferente de tiempo (la película también hace un buen trabajo señalando dicha escala en la cortinilla de entrada de cada narrativa). Este ejercicio de manejo de tiempos hace que la película fluya de forma confusa, pero premia con un frenético ritmo a aquel espectador activo que está poniendo especial atención a detalles visuales para intentar hilar toda la historia.

Otro elemento experimental en esta historia es el minimalismo de sus diálogos; los personajes no hablan más de lo necesario y es importante que el espectador haga un esfuerzo activo de escuchar pistas en cada línea para poner la historia en orden y entender al 100 el contexto que rodea a cada escena. Es un buen contraste con cintas pasadas como Interstellar o The Prestige, que usan los diálogos como herramienta principal de exposición de información. Esto le da a Dunkerque una vibra diferente que nos recuerda los primeros trabajos de Nolan como Memento y Following.

En cuestiones de temática, Nolan describe su filme como una película de supervivencia, no de guerra: “Dunkerque realmente no es sobre una batalla, es sobre una evacuación, una retirada. Es una pelea por la supervivencia, y eso inmediatamente me hizo pensar en el lenguaje del suspenso, del thriller, en lugar de una batalla con todo”; por ello es que el lenguaje audiovisual hace un esfuerzo por transmitir las mismas emociones guturales que sienten los personajes antes de recurrir al recurso de mostrar los daños físicos y materiales de la guerra para impacto. Además de todo, la historia presenta suficientes giros y acciones inesperadas para mantenernos al filo de la butaca intentando adivinar el final.

Personajes profundos y actuaciones sólidas

Como mencionamos anteriormente, la historia gira en torno a tres personajes principales, cada uno representa una faceta de los participantes de la guerra y lo que estaba en juego para cada quien.

Por una parte, tenemos a Tommy, un joven soldado que se ve envuelto en este infierno y busca su salvación. Nolan decide darle oportunidad al desconocido actor Fionn Whitehead para ayudar a proyectar ese nerviosismo y sentimiento de “fuera de lugar” que seguro pasaba por la cabeza de todos los jóvenes soldados que peleaban una guerra que no obedecía a ningún interés propio.

En el aire tenemos a Farrier, un experimentado piloto interpretado por un silencioso Tom Hardy (recordándonos por momentos a su personaje de Mad Max: Fury Road). Sin entrar demasiado a detalle, este personaje sirve para ilustrar un lado más “romántico” de la guerra, explorando el honor, la disciplina y esa frialdad que se necesita para matar a otros seres humanos.

Y finalmente, en agua tenemos al Señor Dawson, interpretado por el veterano actor Mark Rylance, un personaje con matices muy interesantes que inserta un elemento muy poco explorado en las películas de guerra: la postura de los civiles en estos momentos tan oscuros para la humanidad y el granito de arena que pueden intentar aportar desde afuera (y como nota personal, fue mi personaje favorito del filme).

Los tres actores principales nos regalan actuaciones memorables que se quedan contigo hasta el final. Destacan también algunos personajes secundarios como Aneurin Barnard en el papel de Gibson, Barry Keoghan y Tom Glynn-Carney como George y Peter respectivamente y especial mención a actores con gran trayectoria como Cillian Murphy y Kenneth Branagh, quienes interpretan papeles incidentales y nos demuestran que no existen papeles pequeños cuando eres un profesional. También resulta necesario mencionar el debut actoral de Harry Style, quien cumple con su papel y no acapara ningún tipo de protagonismo que llegue a distraer de lo que pasa en las escenas en las que está presente.

Una imperdible pieza que refresca las películas de guerra

Dunkerque tiene todos los elementos para convertirse en un clásico y es una digna adición al (ya legendario) legado cinematográfico de Christopher Nolan. Una cinta muy fuerte con una increíble producción que vale la pena verla en el mejor formato posible.

Tal vez ya lo mencionamos mucho, pero es así de importante. Esta cinta exige estar “presente” y libre de distracciones cuando la veas, para que puedas sentir esas reacciones guturales que Nolan pretende que sientas para poner en perspectiva que la guerra, cuando se está perdiendo, deja de ser un cuento de heroísmo para convertirse en una tensa historia de supervivencia que pone a prueba la resiliencia del inquebrantable espíritu humano en un momento tan, pero tan oscuro, que cualquier paso hacia delante es un pequeño triunfo que vale la pena celebrar.

Lo bueno:

  • Producción de primer nivel que te hace sentir la guerra directo en el estómago.
  • Excelente trabajo actoral de prácticamente todo el elenco.
  • Guión experimental que reinventa algunas reglas de las historias no lineales.
  • Un excelente estudio y tratamiento a una historia poco conocida de la Segunda Guerra Mundial.

Lo malo:

  • La cámara en mano puede llegar a marear “de más” a algunas personas.
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