Mozart y el Miserere de Allegri
El Miserere mei, Deus es una obra musical compuesta por el italiano Gregorio Allegri en el año 1638 aproximadamente. Es sin duda la obra más conocida de este autor. Este afamado compositor fue un sacerdote que creaba principalmente música sacra. No obstante, la trayectoria del Miserere también involucra a otro genio de la música, Mozart, el cual dio temprana muestra de su talento en esta disciplina por su singular relación con la composición de Allegri. La anécdota que se narra a continuación maravilló al mundo.
“Miserere mei, Deus, secundum magnam misericordiam tuam”. Fragmento inicial del Salmo 51.
El texto religioso que se escogió para la musicalización del Miserere de Allegri fue el más insigne de los salmos penitenciales, el que empieza diciendo “Ten piedad de mí, Dios, conforme a tu gran misericordia”. La voz latina “miserere” se traduce como “ten piedad” o “apiádate”. Esta primera palabra del Salmo 51 es la que da nombre a la composición de Allegri. Dicho salmo es una súplica por el perdón de una persona apesadumbrada por la culpa, de la cual es plenamente consciente: “Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo conozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí”. Es considerado “el canto del pecado y del perdón” y destaca por la intensidad de su reflexión sobre la gracia divina y la culpa. Asimismo, el Miserere de Allegri integra la polifonía de distintas escuelas musicales renacentistas, y está hecho para que lo ejecuten dos coros de cuatro y cinco personas cada uno.
Lo interesante de la composición, allende su valor artístico y religioso, es que sólo se cantaba dentro de la Capilla Sixtina cada Viernes Santo, el día de Semana Santa que conmemora la muerte de Jesucristo. La solemnidad no sólo radicaba en el día del recuerdo de la pasión y la crucifixión, sino también en el recinto ubicado en el centro institucional de la Iglesia católica. Pero la exclusividad no quedaba ahí, puesto que la pena de excomunión amenazaba a quien copiase o reprodujese la composición y, desde luego, estaba terminantemente prohibido interpretarla en el exterior de la Capilla Sixtina.
Hay que comprender el valor de la codiciada obra para entender el mérito de la acción de Mozart. El extraordinario músico, a la edad de tan sólo catorce años, consiguió transcribir la pieza musical de memoria, habiéndola oído una sola vez. Esto ocurrió en 1770 cuando su padre lo llevó a la Capilla Sixtina para escuchar la creación de Allegri. Pero, como es sabido, no se trataba de una visita inocente destinada a la mera fruición estética, sino que Leopold Mozard quería mostrar la genialidad de su hijo Wolfgang Amadeus. El padre formó con determinación las capacidades de su hijo para el cultivo de su talento musical, y pensó que esta hazaña le proporcionaría un prestigio en toda Europa acorde a la prodigiosidad del joven músico.
La hazaña de Mozart es memorable. Ningún otro músico consumado fue capaz de llevarla a cabo. Se cuenta que Leopold, el padre, consiguió visitar al mismísimo papa y, aunque no se sepa con verdad nada de tan alta entrevista, lo cierto es que el resultado no fue la temida excomunión que habría arruinado los contratos eclesiásticos que tendría en el futuro. Lo que ocurrió fue más bien lo contrario: el papa lo hizo Caballero de la Orden de la Espuela de Oro. Muchas personas dudan de la veracidad de los extraordinarios hechos, considerándolos como una exageración de Friedrich Schlichtegroll, el primer biógrafo de Mozart. No obstante, los sucesos también son relatados por el padre en una carta privada que escribió a su mujer.
Pocos años después, Mozart consiguió un puesto de músico en la corte de Salzburgo. Sin embargo, quiso progresar y se trasladó a Viena, ciudad en la cual adquirió la nombradía por la que hoy es conocido. Sus obras tocan todos los géneros musicales que existían en su época y, como es sabido, muchas de ellas se consideran obras maestras. La muerte, al igual que su talento, también le llegó prematuramente, puesto que falleció por enfermedad en 1791 cuando no llegaba todavía a los 36 años de edad.
Fuentes
Azúa, Félix de. “Ni siquiera él”. Jot Down.
“Mozart, el genio más fulgurante del siglo XVIII”. National Geographic.