En la escuela nos enseñan que la escala musical está compuesta de siete notas: (Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si). En la música, esto es lo que llamamos el Sistema de notación latino. Es un sistema de lectura musical usado en América Latina, España, Italia, Francia y Portugal. Los países anglosajones usan otra notación. Pero, ¿por qué se llaman así las notas? ¿Quién les puso este nombre y desde cuándo?
La música, desde su definición tradicional, es el arte de organizar con lógica sonidos y silencios siguiendo los principios de melodía, armonía y ritmo. La palabra música viene del griego musiké “el arte de las musas”.
Los griegos ya tenían un sistema musical que consistía en colocar las notas sobre el texto que se iba a interpretar, muy parecido a los acordes que encontramos hoy en internet; en una primera linea aparecen las notas justo sobre la letra o sílaba correspondiente a ese sonido.
Ya en la Edad Media, los monjes eran quienes, dentro de la sociedad medieval, estudiaban con más vehemencia la música y componían himnos sacros para cantar en el claustro a la hora de la oración o de la Misa conventual. Algunos de ellos tenían la tarea de formar en las catedrales a los niños y jóvenes en la música, enseñarles a cantar o tocar algún instrumento. Solo los niños varones podrán desempeñar oficios en la liturgia; a las mujeres no se les permitía cantar en el coro, aprender a leer o escribir ni mucho menos prestar algún servicio en la Iglesia.
En aquél entonces la música se dividía en dos grandes géneros en occidente:
1. La música sacra, usada e interpretada estrictamente en latín para celebraciones de la Iglesia y el culto (Misas, procesiones, romerías).
2. La música profana, que era interpretada en fiestas seculares, carnavales, serenatas y poesía no religiosa.
Hacia el año 900 de nuestra era nace en Arezzo, una ciudad al norte de Italia, un monje llamado Guido; virtuoso músico que, dadas sus capacidades en la música y la pedagogía, es llamado a la Catedral a ser maestro de los jóvenes aprendices.
Guido se encontró con virtuosas y bellas voces en la Schola Cantorum (nombre que se le da al coro de aprendices de una catedral), pero ninguno de ellos podía aprender de memoria la melodía de cada canto. Así que decidió crear un sistema de lectura musical basado en las primeras sílabas de un Himno en latín dedicado a San Juan Bautista llamado Ut que ant laxis. Este himno tenía la particularidad de tener las seis notas de la escala musical usada entonces llamada la “afinación de hexacordos”.
Guido de Arezzo tomó las primeras sílabas de cada verso y creó el primer sistema de solfeo, llamando a las notas Ut, Re, Mi, Fa, Sol, La:
Más tarde, levantadas las prohibiciones de la Iglesia de usar ciertas combinaciones de notas por considerarse incorrectas y hasta diabólicas (como el tritono o «nota del diablo»), se añadió a esta escala la nota Si nacida de la combinación de las letras S e I del verso Sancte Ioannes, y así se completó la escala diatónica que conocemos actualmente.
La primera nota “Ut” presentaba inconvenientes a la hora de solfear, dado que su pronunciación termina en una consonante sorda; esto fue resuelto por Giovanni Batista Doni (1593 – 1647) que, poniendo las dos primeras letras de su apellido, cambió el nombre de la nota al actual “Do” y así, solucionó el inconveniente de entonación. Aunque aún hoy en Francia prefieren usar el nombre antiguo para términos académicos.
Guido inventó un sistema de cuatro líneas horizontales (tetragrama) sobre el cual se ponían las notas correspondientes y se sabía su altura dentro de la escala. Debajo de cada nota, en la parte inferior del tetragrama, se ponía el texto correspondiente al himno o antífona. Este nuevo sistema no tenía indicación de ritmo, ya que se cantaba al unísono y el director se encargaba de indicar la duración de las notas.
Más tarde, cuando la música comenzó a tener necesidad de ritmo, se inventó el sistema de notas que conocemos hoy en día, con una notación que, según su forma, indican la duración, altura, fuerza y volumen de cada una.
Antes de que te vayas…