Confucio (551 a. C.-479 a. C.) fue un sabio chino cuyas doctrinas morales y religiosas han pervivido a lo largo del tiempo con el nombre de confucianismo. El canon de este pensamiento lo constituyen los llamados Cuatro Libros, los cuales son textos seleccionados por Zhu Xi que recogen lo fundamental para la introducción de la doctrina. Estos son: Gran Saber, Doctrina de la medianía, Analectas de Confucio y Mencio.
El libro del Gran Saber enseña que, entre otras muchas cuestiones, hay que buscar un estado de equilibrio para que la moralidad sea un reflejo del Tao (Camino). El hombre debe buscar la armonía con el cosmos a través de la autoperfección en la introspección. Para llegar al conocimiento de sí es preciso el estudio, dado que se necesita una paz mental para que el camino se le revele, y dicha calma se consigue mediante el descanso y la reflexión. El establecimiento de prioridades es exigido para el perfeccionamiento moral.
Las doctrinas de Confucio han sido estudiadas, practicadas, predicadas y desarrolladas por sus discípulos tras su muerte. El confucianismo ha sido un importante foco de influencia en regiones asiáticas como China, país en el que llegó a ser la religión oficial hasta el siglo VII.
“Estudiar y no pensar es un desperdicio. Pensar y no estudiar es peligroso”. Confucio
La expansión de los conocimientos es imprescindible, así como la investigación de la realidad para llegar al orden y la armonía. Aquí se puede comprender el sentido de la frase “estudiar y no pensar es un desperdicio. Pensar y no estudiar es peligroso”, puesto que el estudio debe estar vinculado a un pensamiento reflexivo para que los conocimientos sirvan al perfeccionamiento y al equilibrio.