Leonor de Aquitania fue una figura deslumbrante en la Edad Media cuyas acciones pusieron en tensión a las costumbres y pautas morales propias de la época. Leonor de Aquitania alteró culturalmente el siglo XII europeo, lo cual no se hizo sin una afilada formación cultural y una inteligencia perspicaz. Llegó a ser reina de Inglaterra y de Francia, participó en las cruzadas e inspiró y patrocinó a juglares y trovadores. Fue una importante influencia en las letras y las artes de su tiempo, y la jerarquía eclesiástica no tardó en reprocharle su actitud independiente y liberal. Fue una de las poderosas damas cuya protección del amor cortés propició su extensión en el siglo XII.
Nuestro personaje nació aproximadamente en el año 1122. Las fechas indicadas por los cronistas rondan entre 1120 y 1122. Su padre fue Guillermo X de Aquitania y VIII de Poitiers, y su madre Leonor de Châtellerault, siendo la mayor de tres hermanos. Su nombre es una forma occitana de Elléonore, por lo que los ingleses la llamaron Eleanor o Ellionor. Su único hermano varón murió a una temprana edad. Al ser su otra hermana menor que ella, Leonor heredó el ducado de Aquitania y el condado de Poitiers, lo cual cubría todo el sudeste de Francia (tal como la conocemos hoy).
El célebre Guillermo IX fue el abuelo de Leonor. Esta figura histórica es considerada como el primero de los trovadores. Era una persona culta y políticamente astuta, a la vez que pintoresco y con escándalos sociales por su vida privada que provocaron roces con la Iglesia, la cual lo llegó a excomulgar hasta dos veces. Asimismo, Guillermo el Trovador también se dedicó a la guerra y a los conflictos. Aunque de forma tardía, participó en la primera cruzada. Además, guerreó contra los condes de Tolosa y luchó con Alfonso el Batallador (Alfonso I de Aragón) para conquistar territorio a los musulmanes. Se cuenta que, en una ocasión, tras ordenar la construcción de una serie de monumentos religiosos, mandó a construir también un opulento burdel. En otra ocasión, abandonó a su esposa legítima y tomó forzosamente a la mujer del vizconde de Châtellerault, que era su vasallo. Esto último provocó una de sus excomuniones. Hizo casar a su hijo con la hija de la vizcondesa de Châttellerault y de este matrimonio nació Leonor de Aquitania.
Guillermo X tenía un temperamento y una actitud hacia la vida muy distinta de la de su padre (y la de su hija). Su muerte se anunció el mes de abril del año 1137. En su testamento, de cuya autenticidad se duda, dice: “pongo a mis hijas bajo la protección de mi señor Rey, a quien doy en matrimonio a Leonor, si mis barones lo juzgan bien, legando a esta hija querida Aquitania y Poitou”. El destino de Leonor estaba en la decisión del rey Luis VI de Francia. De este modo, el 25 de julio de 1237 Leonor se casó con el hijo del rey de Francia que, conforme a la costumbre de los capetos, ya había jurado para su asociación al trono en 1131. Así pues, la Corona se vio beneficiada del matrimonio de la joven de quince años y del futuro rey de dieciséis. Al poco tiempo fueron nombrados duque y duquesa de Aquitania en Poitiers y, tras la muerte de Luis VI, reyes de Francia.
Leonor revolucionó la vida cortesana francesa, y los sobrios ambientes palaciegos rápidamente se vieron afectados por el brío y las inquietudes de la duquesa de Aquitania. La corte era austera y diferente a la que había estado acostumbrada en su juventud. Sin embargo, muy pronto renovó la vida de la corte con modas novedosas traídas del sur en lo que respecta principalmente a los vestidos y al tipo de entretenimiento. También hizo llamar a los caballeros aquitanos y de Poitou, además de a los trovadores cuya labor cultural acabó ejerciendo una enorme influencia en el pensamiento francés. Leonor consiguió impulsar el lujo e incitar cierta sensualidad con escotes y ceñidos corpiños que delineaban mejor las formas del cuerpo. Leonor marcó la evolución de las costumbres de Francia.
La cultura trovadoresca ha estado siempre en íntima relación con Leonor de Aquitania. Los trovadores eran poetas y músicos medievales. Éstos, a diferencia de los juglares, interpretaban sus composiciones o las hacían interpretar en las cortes señoriales. Eran poetas líricos que procedían de una esfera social alta y tenían la formación cultural propia de la nobleza. Por su parte, los juglares eran artistas ambulantes que realizaban espectáculos callejeros por el dinero que necesitaban para subsistir, que en ocasiones eran contratados para fiestas de nobles. La tradición trovadoresca se enmarca principalmente dentro de la literatura occitana, pues su poesía se compuso fundamentalmente en occitano y han registrado hasta (aproximadamente) 450 trovadores en este idioma entre los años 1110 y 1280. Las visiones del mundo presentes en sus composiciones líricas, así como las ideas que discutían y propagaban, supusieron una influencia determinante en la cultura europea del momento. Leonor fue musa y mecenas de los trovadores.
Los trovadores fueron al norte de Francia por influjo de Leonor y llevaron consigo cuentos estimulantes y las sutilezas del fino amor a personas ocupadas en la caza, en la guerra y con una sensibilidad más sobria. El amor cortés llegó con la poesía lírica occitana. Este concepto literario ejerció una influencia ideológica e intelectual de forma poliédrica, que se aleja de la parca comprensión del mismo como una mera moda cortesana. Se trata más bien de un movimiento cultural que consiste en un “servicio de amor” de carácter purificador, altruista, total y más bien obsesivo que un caballero profesa hacia una dama, la cual constituye el conjunto de las perfecciones morales y materiales. El amante dedica su existencia y su vida a la forma idealizada de la amada. Este movimiento cultural y literario arraigó en la Europa occidental bajomedieval.
Existen muchas anécdotas de Leonor de imposible verificación. Lo relevante es que tales relatos sobre sucesos curiosos y llamativos de la vida de la reina giran en torno a Leonor como símbolo de agitación y estímulo cultural. Se convirtió en uno de los modelos idealizados por el pueblo. Ahora bien, de Leonor de Aquitania no sólo destaca su influencia cultural, sino también la relevancia política de su figura en las relaciones de poder europeas.
En 1147 marcha Leonor junto a Luis VII a la segunda cruzada y es en su estancia en Antioquía cuando el matrimonio entró en su crisis final, lo cual repercutió posteriormente en la vida política europea. A partir del episodio de Antioquía la reputación de la reina se pone en cuestión de modo definitivo ganándose la fama de mujer de vida disoluta. Lo que ocurrió realmente no se puede contrastar, pero las leyendas apuntan hacia una relación íntima de Leonor con su tío Raimundo de Poitiers. Si bien es cierto que los dos parientes tenían estima y atracción mutuas, tampoco hay que dejar de decir que los motivos político-militares del momento tuvieron su importancia.
En los primeros encuentros de Luis con Raimundo, este último intentó convencer al francés de concentrar sus fuerzas militares en las fortalezas turcas de Alep y Hama, pues eran puntos estratégicos de Tierra Santa que ponían en riesgo al principado de Antioquía y a los demás reinos cristianos. La intención de Raimundo no era otra más que aprovechar la presencia en Antioquía de la armada francesa para consolidar el poder en Oriente Medio. Sin embargo Luis estaba decidido a llegar lo antes posible a Jerusalén con una intención de peregrinaje declarada. Por este motivo, Raimundo se dirigió a Leonor, con quien tenía mayor afinidad. Leonor tomó parte por su tío y la relación con Luis se agravó. Leonor se opuso a la obstinación del rey francés y declaró que ella iba a permanecer en Antioquía con sus vasallos aquitanos, recordando al francés que su matrimonio estaba viciado de nulidad por ser parientes (de noveno grado). Luis consiguió llevar consigo a la fuerza a su esposa, pero la cruzada fue un fracaso y la armada franco-occitana no fue muy efectiva.
El regreso a Europa lo hicieron en barcos separados y, tras algunas tribulaciones, se encontraron en Sicilia para emprender el camino por Italia. En el trayecto, fueron recibidos por el papa Eugenio III, quien consiguió una reconciliación provisional por la estabilidad política (una Canción de Gesta recogió esta reconciliación). Pero duró poco, pues en 1152 se declaró la anulación del matrimonio por la consanguinidad. De este modo, recuperó por completo sus dominios aquitanos.
No llegaron a pasar dos meses de la anulación del matrimonio cuando en mayo de 1152 Leonor se casó con el conde de Anjou y duque de Normandía, el joven Enrique Plantagenet de apenas diecinueve años. Con esta unión, la literatura occitana penetró en Anjou, Normandía e Inglaterra con el agrado de Enrique, pues era un protector de las artes y las letras. La ambición, la inteligencia y la habilidad política de Leonor se vieron igualadas por las de su nuevo marido. Los esposos fueron coronados el año 1154 en la abadía de Westminster.
Durante los primeros años, en largos viajes Leonor supervisaba los territorios de Normandía y Anjou, además de los suyos propios: Aquitania. Su influencia fue en aumento y llegaba a tomar decisiones políticas por sí misma en nombre del rey, en un reparto eficaz del mando de los dominios. En 1170 el primogénito, Enrique el Joven, fue coronado y asociado al trono junto a su padre, adoptando la costumbre francesa de los Capetos.
No obstante, en ese año se abrió una etapa difícil para Enrique II, puesto que cuatro de sus caballeros asesinaron a Thomas Becket, Arzobispo de Canterbury, bajo las órdenes o, cuanto menos, deseos del rey inglés. La disputa entre ellos (anteriormente amigos) empezó por la disminución del poder de la corte eclesiástica tras las reformas del sistema legal que llevó a cabo Enrique. Debido al asesinato, la Iglesia excomulga al rey y le retira su apoyo, además de ganarse el rechazo de numerosos sectores. Por otro lado, la relación distante y esporádica con Leonor se agravó hasta sus límites. Esto parece que se debió a la relación extramatrimonial que el rey mantuvo con la joven Rosamunda, de la cual se sabe muy poco más allá de que era la hija de un caballero normando. Sea cual fuera el motivo real, lo cierto es que en este punto se despliegan plenamente la habilidad y la inteligencia políticas de Leonor. Habría sido ella, según se relata, quien puso a sus hijos en contra de Enrique II en los futuros conflictos.
Los hijos de Enrique II intentaron tomar el poder de los territorios que su padre les había adjudicado. De este modo, durante la revuelta de 1173 y 1174 Enrique el Joven, Ricardo y Godofredo, bajo el auspicio de Leonor de Aquitania y su anterior esposo, el rey Luis VII de Francia, empezaron una revuelta que acabó fracasando cuya intención era instituir a Enrique el Joven como único rey. Tras este episodio, Enrique somete a los aquitanos y Leonor acaba siendo encerrada. Hasta la muerte de su marido, la duquesa de Aquitania permanecerá bajo la custodia de su esposo.
Después de la revuelta frustrada, Ricardo (quien se acabará convirtiendo en Ricardo I de Inglaterra, Corazón de León), se concentró en sofocar rebeliones sectoriales con las que se ganó la reputación de gran comandante militar. Las tensiones entre Ricardo y su padre se acentuaron. Sus hermanos Enrique el Joven y Godofredo invadieron Aquitania para someterlo. No obstante, Ricardo venció a sus invasores. En el 1183 Enrique el Joven fallece de enfermedad y en el 1186 muere Godofredo. En el año 1188 estableció una alianza con el rey de Francia Felipe II, hijo del ya fenecido en 1180 Luis VII. Así dispuesto el tablero de las relaciones de poder, Ricardo derrotó en Ballans a su padre Enrique II en julio de 1189, el cual acabó muriendo días después en la fortaleza de Chinon. De este modo Ricardo se convirtió en rey de Inglaterra, duque de Normandía y Conde de Anjou.
Una vez reconocido como rey, Ricardo liberó a su madre y reconstituyó su asociación política con ella. Ricardo había sido el hijo favorecido de Leonor, la cual se dedicó a afianzar el ascenso al trono de Ricardo recorriendo las ciudades y castillos para liberar a los prisioneros de Enrique II, recuperando fidelidades políticas y trabando otras nuevas. Ricardo recompensó a sus seguidores y se reconcilió con los hombres leales a su padre. A su hermano Juan sin Tierra, quien lo sucederá en el trono y había sido el predilecto de su padre, le concede el condado de Mortain y varios castillos. Además, Ricardo hizo casar a Juan con Isabel de Gloucester, por lo que heredaría uno de los ducados más ricos. El nuevo rey pretende mitigar los conflictos recientes, pero posteriormente Juan sin Tierra intentará arrebatarle el trono cuando Ricardo estaba en la tercera cruzada, o al menos esa es la imagen que propagaron los cronistas.
Leonor murió a los 82 años en el 1204 en Abadía de Fontevrault, donde se le dio sepultura junto a Enrique II y a su hijo Ricardo Corazón de León, quien falleció cinco años antes que ella. Muchos relatos la caracterizan principalmente como una persona frívola y adúltera. Sin embargo, Leonor de Aquitania destacó por ser una mujer sumamente cultivada con una aguda inteligencia política y por ser una persona poderosa cuya soberanía e influencia cubrían un extenso territorio. Por estos motivos, no es extraño que se convirtiera en un personaje objeto de leyendas diversas. Markale (2003, p. 85) dice de ella que
(…) esta extraña mujer, [fue] reina de Francia, luego reina de Inglaterra, pero siempre duquesa de Aquitania y condesa de Poitou. Dos de sus hijos fueron reyes. Uno de sus nietos fue un efímero duque de Bretaña. Otro, Otón, fue emperador de Alemania. Fue la abuela de una línea de reyes de Inglaterra, y también de una línea de reyes de Francia. (…) A través de su historia, que es muy agitada, a través de su leyenda, singularmente rica, ¿quién puede conocer el verdadero rostro de Leonor?
Bibliografía
Cebrián, J. A. (2009). Pasajes de la historia. Madrid: Temas de hoy.
Hernández Alonso, C. (2009). Raíces, contexto y justificación del amor cortés. Actas del XIII Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval. Pp. 85-107.
Markale, J. (2003). La vida, la leyenda, la influencia de Leonor condesa de Poitou, duquesa de Aquitania Reina de Francia, de Inglaterra, dama de los trovadores y bardos bretones. Palma de Mallorca: José J. de Olañeta.