El Miserere —o Miserere mei, Deus— es una composición creada por Gregorio Allegri en el siglo XVII. Se trata de la musicalización del salmo 51, del Antiguo Testamento y empieza diciendo: «Ten piedad de mí, oh Dios misericordioso».
Se compuso para ser cantado en la capilla Sixtina los miércoles y viernes de Semana Santa durante el oficio de Tinieblas, en el que se van apagando velas una a una. Es una pieza escrita para ser cantada por un coro a capella, bueno en realidad dos: un coro que contesta a otro. Tiene una duración de unos doce minutos. Es una melodía polifónica, relativamente sencilla pero de una belleza absoluta. Es una de esas músicas que como dicen los cursis «te pone los pelos de punta».
Esta pieza solo sonaba en la Capilla Sixtina del Vaticano durante la Semana Santa y, además, estaba prohibido copiarla o reproducirla so pena de excomunión. En este contexto, Mozart acudió a Roma con su padre cuando tenía 14 años, cuando los Mozart viajaban por toda Europa para ganarse el favor de las cortes europeas y para exhibir a ese niño prodigio. Pues bien, los Mozart acudieron a la Capilla Sixtina y escucharon el Miserere. Con una sola escucha, terminada la audición salió corriendo, agarró un carboncillo o una pluma y un papel pautado, y se puso a transcribir de memoria todas las notas que había oído. Imagínese el lector la complicación. Es una pieza polifónica, como ya hemos dicho, de unos doce minutos, es cierto que es sencilla y hay estructuras que se repiten, pero son muchos minutos y varias voces…
La hazaña es absolutamente prodigiosa, digna claro, de un genio como Mozart. Se cree que volvió a acudir el Vienes a la audición del Miserere con la partitura escondida en su sombrero y pudo hacer algunas pequeñas correcciones.
¿Es esta historia real o es una leyenda? Pues todo indica que es real, a juzgar por la carta, que aún se conserva, enviada por el padre de Mozart.
El papa cuando se enteró de la hazaña, en vez de excomulgarlo, le hizo ir a Roma para condecorarlo. Lo nombró caballero de la Orden de la Espuela de Oro, en la que hubo miembros tan destacados como Diego García de Paredes, Rafael, Tiziano, Giorgio Vasari, Giacomo Casanova y músicos como Gluck o Paganini.