En la biblioteca de Wolfenbüttel [1], se encuentra un manuscrito del siglo IX, documento en el que encontramos una declaración preparada por un gobernante franco para la administración de sus dominios, es el famoso texto conocido como “Capitulare de villis vel curtis imperii”, una ley para «gobernarlos a todos».
El autor y la fecha exacta es desconocida, existe la posibilidad que fuera escrita entre los años 770 y el 810, durante el reinado de Carlomagno o bien de su hijo Luís.
La Capitular tiene como finalidad primordial la administración de los dominios del soberano, hace referencia a multitud de aspectos fundamentales: aprovisionamientos, los Trabajadores especializados, el bosque en lo que se refiere a fuente de riqueza, que se vele por un equilibrio entre campo y bosque, que no se hagan talas excesivas ni se perjudique los árboles, etc.
Lejos de ser meras instrucciones, eran de obligado cumplimiento y recuerdan a los intendentes del patrimonio regio, qué medidas son necesarias para obtener cierta rentabilidad, además eran aplicables a todos los lugares donde se tenían propiedades fundiárias, uno de los objetivos que podemos apreciar al leer la Capitular es la necesidad de tener bien abastecida la mesa del rey.
Tenemos que poner en contexto la situación general que se vive en el S. IX, con una productividad de la tierra extremadamente baja, lo que generaliza una sociedad subalimentada, el fantasma del hambre se deja sentir en algunos territorios, y el impacto demográfico es grande.
En el gráfico se puede apreciar cómo la población disminuye hasta llegar al S. XI[2].
El artículo 45, pide a los intendentes que se disponga de ciertos artesanos en los dominios reales, menciona herreros, orfebres, zapateros, etc., esta situación es normal si tenemos en cuenta la necesidad de cierta autarquía económica.
Podemos afirmar que existía cierto comercio, dentro de las fronteras francas, en el 744 Pipino el Breve, considera necesario el mantenimiento de mercados y se lo hace saber a los obispos, para que los mantengan dentro de sus diócesis, o cuando en el 789 Carlomagno impone la unidad de pesos y medidas en todo el reino.
En el S. IX Y X, la gran mayoría de aldeas pasaron a estar bajo control señorial[3]
La incidencia que tendrá para el comercio será grande, por un lado, la progresiva disolución en cuestión política del imperio Carolingio, junto con las incursiones de los normandos.
Nos encontramos con una corte itinerante, hasta que en el año 790 logrará estabilizarse en Aquisgrán. En cuanto a la administración central, tenemos la figura del Archicapellán, del Canciller, encargado de redactar los documentos, y los “Comes palatii”, que sustituirán a la figura del Mayordomo.
Los Condados ganarán en importancia, y los “comes”, tendrán amplias prerrogativas tanto en los ámbitos judiciales como militares.
El enlace principal entre el poder central y los distintos poderes locales se ejercerá a través de los “Missi Dominici”, actuarán como inspectores y velarán por el cumplimiento de las normas tanto civiles como eclesiásticas.
Carlomagno
Tenemos una descripción excepcional de Carlomagno, realizada por Eginardo, su biógrafo:
“Carlos era grande, fuerte y de elevada estatura, la parte superior de su cabeza era redonda, con los ojos muy grandes, la nariz un poco larga, su apariencia era siempre majestuosa, aunque su cuello era grueso y un poco corto, y su vientre bastante prominente, pero la simetría del resto de su cuerpo ocultaba estos defectos. Su andar era firme, su porte varonil, y su voz clara.
Su salud era excelente, excepto durante los cuatro años anteriores a su muerte, cuando fue objeto de fiebres frecuentes, disfrutó de las exhalaciones de los manantiales calientes naturales, y a menudo practica la natación.”[4]
El papel que tendrá Carlomagno para asentar las bases económicas del occidente europeo será fundamental:
- Aboliendo el sistema monetario basado en el oro, es cierto que la escasez de este metal precioso será determinante para tomar esta decisión.
- El control exhaustivo que se llevará acabo sobre los precios y gravámenes a determinados bienes y productos.
- Se prohibirá la usura, está medida está encaminada hacia los judíos, y sus prácticas de prestar dinero con interés.
Carlomagno, intentará crear una administración eficaz, que tenía un fin que no era otro que el de imponer su autoridad, creando textos administrativos y legislativos, conocidos como Capitulares[5], utilizará a los “missi dominici”[6], como garantes del cumplimiento de sus dictámenes.
Los más poderosos, acaparan la tierra y de esta forma el poder económico, los bienes de los hombres libres quedan reducidos y sometidos a los nuevos amos, tanto laicos como eclesiásticos.
Carlomagno, tendrá que repartir tierras y beneficios, para poder asegurarse la lealtad de ciertas élites que pasarán a ser vasallos, pensando en consolidar el estado.
Esta situación junto con las invasiones de los S. IX y X, hará que se creen más vasallajes por todo el reino franco, hombres hasta ahora libres se ponen al servicio de un señor que además es vasallo del rey, el rey exigirá de sus vasallos ayuda militar.
Posteriormente estos beneficios serán hereditarios, quedando reforzada está situación cuando en el 877 (Capitular de Quierzy-sur-oise), Carlos el Calvo, asegura a los hijos el derecho a la herencia del beneficio paterno[7].
La Época Carolingia, será determinante, ya que cada campesino se atará más a su señor, y la base del poder será durante muchos siglos la tierra, citando a Le Goff:
“El hombre antiguo tenía que ser justo y recto, el hombre medieval tendrá que ser fiel” [8].
Tras la muerte de Carlomagno le sucederá su hijo Luis el piadoso en el 817, al morir Luis, se procederá en el Tratado de Verdún del 843, al reparto del imperio, entre Lotario, Luis “el Germánico” y Carlos el Calvo.
Problemas comerciales del s. IX
Es necesario valorar la incursión islámica en occidente, desde el punto de vista comercial, Europa ya no contará como en época romana con el Mare Nostrum, ahora el islam controlará este ámbito, por lo tanto los países occidentales tendrán que trasladar sus centros comerciales más al norte[9].
El Imperio franco, tendrá verdaderos problemas, llegando incluso a replegarse sobre sí mismo, será eminentemente continental, en cierto modo cerrado al exterior, pero dicha decadencia comercial ya empieza a dejarse sentir incluso en el S. VII, cuando el comercio de Marsella empieza su declive.
La tensión será extremadamente dura, en el sur tanto en la Provenza como en Italia, los sarracenos se adueñarán del comercio mediterráneo y los piratas atacarán poniendo en evidencia las defensas francas, pero en el norte las cosas no son mejor ya que tanto daneses como noruegos, saquean a través del mar del Norte y el canal de la Mancha.
No es difícil llegar a comprender la dificultad que entraña el establecimiento de una red comercial bajo esta tensión. Incluso si tenemos en consideración las Capitulares, vemos claramente como en lo referente al comercio son más bien pobres.
Aunque también tenemos constancia de intercambios marítimos según nos indica Henri Pirenne, “como los relacionados con los paños tejidos por los campesinos de Flandes, que los textos de la época denominan mantas frisonas (pallia frisonica)”[10]
Por lo tanto, podemos concluir, después que el islam en cierto modo se apropiase del Mediterráneo, no tenemos noticias sobre las actividades comerciales, de gran envergadura y constantes que existían en otras épocas.
En cuanto a los mercados del S. IX, son de carácter local, con un volumen pequeño y encaminado a satisfacer las necesidades básicas de la población con artículos campestres.
Otro factor importante que nos hace pensar en la decadencia comercial, es la reforma del sistema monetario, se iniciará con Pipino el Breve y posteriormente culminará con Carlomagno, abandonando el oro por la plata, donde queda plasmado el agotamiento económico, sin duda por el marasmo comercial que sufrirá Europa, con la desaparición del comercio Mediterráneo.
Conclusiones
Las Capitulares serán instrumentos de extrema importancia para dar cumplimiento a las normas que el soberano consideraba necesarias.
Teniendo en cuenta que nos encontramos en una época convulsa, los invasores llegan de todas partes, como los escandinavos o vikingos, hombres recios del norte que saquean pueblos y ciudades haciendo incursiones por la costa y remontando ríos. En numerosas ocasiones su blanco son las abadías, con algunas riquezas.
Ante esta situación los Francos quieren ser herederos tanto políticos como administrativos de Roma, pero el gran hándicap, será la consideración que tienen hacia el Estado, ya que lo consideran como algo de su propiedad, repartiéndolo entre sus herederos.
Tanto las invasiones como la visión peculiar de Estado, favorecerá la fragmentación de la autoridad, está fragmentación se repartirá entre las autoridades eclesiásticas y señores laicos.
Los hombres libres tenderán a ponerse bajo vasallaje de los grandes señores, que serán los que marquen la política durante años.
Bibliografía:
-Barquero Goñi, Carlos: El proceso de los templarios en Europa y sus repercusiones en la Península Ibérica (1307-1314), Madrid, Clio y Crimen, nº 6 pp. 294-343, 2009.
-Bloch, Marc: L’origine et la Date du “Capitulare de villis”, París, Presses Universitaires de France, 1923.
-Duby, Georges: Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía europea (500-1200), Madrid, Siglo XXI, 1992.
-Duby, Georges: Europa en la Edad Media, Barcelona, Editorial Blume, 1981.
-Eginardo: Vita Caroli Magni, Nueva York, Harper & Brothers, 1880, traducido por Samuel Epes Turner: http://www.fordham.edu/halsall/basis/einhard.asp
-García de Cortázar, José Ángel: Historia de España (tomo II) Época Medieval, Madrid, Alianza Editorial, 1988.
-Le Goff, Jacques: La Civilización del Occidente Medieval, Barcelona, Editorial Paidós, 2002.
-Pirenne, Henri: Historia Económica y Social de la Edad Media, México, Editorial Fondo de cultura Económica, 1975.
-Pirenne, Henri: Las Ciudades de la Edad Media, Madrid, Alianza Editorial, 1981.
-Pounds, Norman: Historia Económica de la Europa Medieval, Barcelona, Editorial Crítica, 1981.
-Ruiz de la Peña, Juan Ignacio: Introducción al estudio de la Edad Media, Madrid, Siglo XXI, 1984.
-Ruiz Gómez, Francisco: Introducción a la Historia Medieval, Madrid, Síntesis, 1998.
-Salrach, José María y otros: Carlomagno, Madrid, Cuadernos Historia 16, 1996.
[1] La Biblioteca Herzog August fue fundada en 1572 está situada en Alemania.
[2] Datos extraídos de la página web del Dr. Kenneth W. Harl: http://www.tulane.edu/~august/H303/handouts/Population.htm
El gráfico lo he realizado con el programa Microsoft Excel
[3]Pounds, Norman: Historia Económica de la Europa Medieval, Barcelona, Editorial Crítica, 1981.
Págs. 210-212
[4] Eginardo, Vita Caroli Magni, XXII.
[5] Como la “De Litteris Colendis”, sobre la enseñanza.
[6] Personajes tanto Laicos como Eclesiásticos, que vigilaban tanto a condes, duques y marqueses.
[7] Le Goff, Jacques: La Civilización del Occidente Medieval, Barcelona, Editorial Paidós, 2002. págs.45-46
[8] Le Goff, Jacques: La Civilización del Occidente Medieval, Barcelona, Editorial Paidós, 2002. pág. 48
[9] Pirenne, Henri: Las Ciudades de la Edad Media, Madrid, Alianza Editorial, 1981.
[10] Pirenne, Henri: Las Ciudades de la Edad Media, Madrid, Alianza Editorial, 1981. pág. 13