La matanza del Templo Mayor 500 años después.

Recientemente se han cumplido 500 años de uno de los acontecimientos más sangrientos de la Conquista de México: la Matanza de Tóxcatl. Una masacre indiscriminada que aún hoy no tiene una clara explicación. ¿Quién fue el promotor de la tragedia? ¿Cómo sucedió? ¿Cuáles fueron las versiones?

Tras la derrota de Pánfilo de Narváez y el brillante ardid cortesiano, llegaron noticias alarmantes a Veracruz desde Tenochtitlán: una rebelión indígena había estallado en la ciudad. Pero, ¿cómo? Cortés no daba crédito. Pedro de Alvarado tenía la respuesta. El pacense había quedado en la capital azteca al mando de una reducida guarnición, en su haber tenía una simple pero a la vez delicada misión: mantener el status quo establecido por Cortés tras el prendimiento de Moctezuma. Pedro de Alvarado se destacaba por su arrojo y carácter despiadado, mas no por su talante diplomático, y eso le pasó factura.

El día 23 de mayo de 1520, tras haber obtenido permiso del mismo Tonatiuh, los nobles aztecas organizaron y celebraron la gran fiesta de Huitzilopochtli y Tezcatlipoca. El areito se realizó según las condiciones de Alvarado. Fue una masacre premeditada, a la usanza de la de Cholula. Aprovechando que gran parte de la nobleza mexica estaba concentrada en aquel recinto (se calcula que unos 600 individuos), desarmada y confiada, el de Badajoz arremetió contra ellos sin cuartel.

El “Códice Ramírez” relata de la siguiente manera la matanza:

Tomaron los soldados las puertas del patio donde bailaban los desdichados mexicanos, y entrando otros al mismo patio, comenzaron a alancear y herir cruelmente aquella pobre gente, […] unos caían luego muertos, otros llevaban las tripas arrastrando huyendo hasta caer; […] fue tan grande el derramamiento de sangre que corrían arroyos por el patio. […] Estaba el patio con tan gran lodo de intestinos y sangre que era cosa espantosa y de gran lástima ver así tratar la flor de la nobleza mexicana que allí falleció casi toda.

“Códice Ramírez”

La versión de Francisco López de Gómara, a pesar de ser conocida su filia cortesiana, tampoco exculpa a Alvarado:

Pocos días después de ido Cortés a Narváez, vino cierta fiesta solemne que los mexicanos celebraban, y quisiéronla celebrar como solían, y para ello pidieron licencia a Pedro de Alvarado [..]. Alvarado se la dio, con tal que en el sacrificio no interviniese muerte de hombres ni llevasen armas. Juntáronse más de seiscientos caballeros y principales personas, y aun algunos señores, en el templo mayor; otros dicen más de mil. Hicieron grandísimo ruido aquella noche con atabales, caracoles, cornetas, huesos hendidos, con que silban muy recio. Hicieron su fiesta, y desnudos, empero cubiertos de piedra y perlas, collares, cintas, brazaletes y otras muchas joyas de oro, plata y aljófar, y con muy ricos penachos en las cabezas, bailaron el baile que llaman mazeualiztli […].

López de Gómara, Historia de la Conquista de México.

Gómara concluye así el desenlace de la fatal tragedia:

Estando pues bailando aquellos caballeros mexicanos en el patio del templo de Uitcilopuchtli, fue allá Pedro de Alvarado. Si fue de su cabeza o por acuerdo de todos no lo sabría decir; más de que unos dicen que fue avisado que aquellos indios, como principales de la ciudad, se habían juntado allí a concertar el motín y rebelión que después hicieron; otros, que al principio fueron a verlos bailar baile tan loado y famoso, y viéndolos tan ricos, que se acodiciaron al oro que traían a cuestas, y así tomó las puertas con cada diez o doce españoles, y entró él dentro con más de cincuenta, y sin duelo ni piedad cristiana los acuchilló y mató, y quitó lo que tenían encima.

López de Gómara, Historia de la Conquista de México

El historiador mexicano Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, irá algo más allá y añadirá parte de responsabilidad a los principales aliados indígenas de los españoles, los tlaxcaltecas, que por una cuestión de ajuste de cuentas vieron la ocasión de tomar venganza contra los aztecas:

Ciertos tlaxcaltecas […] por envidia, lo uno acordándose que en semejante fiesta los mexicanos solían sacrificar gran suma de cautivos de la nación tlaxcalteca, y lo otro que era la mejor ocasión que ellos podían tener para poder henchir las manos de despojos y hartar su condicia y vengarse de sus enemigos, fueron con esta invención -de un supuesto levantamiento mexica- al capitán Pedro de Alvarado, que estaba en el lugar de Cortés, el cual no fue menester mucho para darles crédito, porque tan buenos filos y pensamientos tenía como ellos.

Alva Ixtlilxóchitl, Historia de la nación chichimeca.

¿Por qué tomó Alvarado esta decisión? La única respuesta que encontramos es el juicio de residencia al que fue sometido, en el cual no niega la matanza y la justifica diciendo que los indios lo querían matar y que la fiesta no era más de pretexto para justificar el alzamiento; que al parecer los indios quitaron una imagen de la Virgen que tiempo atrás se había puesto en el templo de Huitzilopochtli para colocar de nuevo al antiguo ídolo, y que yendo Alvarado a reprenderlos, lo hirieron, mataron a un español y comenzó la pelea. Ya daba igual, a esas alturas todo estaba perdido, los aztecas, enardecidos por la celada, se habían levantado en armas contra los españoles, y sus aliados de Tlatelolco no tardarían en seguir sus pasos.

Bibliografía:

José Luis Martínez, Hernán Cortés.

Esteban Mira Caballos, Hernán Cortés, el fin de una leyenda.

Francisco López de Gómara, Historia de la Conquista de México.

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