Homo sapiens: nuestra historia

Homo sapiens es una especie que comparte muchas de sus características con el resto de los primates. No obstante, tiene una serie de peculiaridades que la distinguen de los demás simios, como la bipedestación.

El lugar de Homo sapiens en el árbol de la vida

Al igual que podemos fabricar un árbol genealógico de nuestra familia atendiendo a los vínculos que nos unen con el resto de los miembros y las fechas, también es posible representar gráficamente la lista de antepasados de la especie humana. Seguro que habrás visto muchas veces la famosa secuencia lineal simio-hombre, que aunque no es precisa y está obsoleta, sigue siendo muy común.

Más exacta es una representación ramificada o árbol filogenético para representar la historia evolutiva de nuestra especie. Este tipo de diagrama muestra las relaciones existentes entre las especies que tienen un antecesor común.

Para construir el árbol filogenético de H. sapiens, nos fijamos en los caracteres que comparte con otros individuos del género Homo o incluso de otro género. Estos caracteres reciben el nombre de sinapomorfías. Los grupos más cercanos entre sí comparten más sinapomorfías que aquellos más distantes. Por ejemplo, compartimos más sinapomorfías con un chimpancé que con un lémur.

Nuestra historia evolutiva

El ejemplar más antiguo del género Homo se sitúa en el Plioceno (hace unos 2,5 millones de años). Aunque si viajamos más atrás en el tiempo, nos encontramos con el antepasado común entre los grandes simios (humanos, gorilas, orangutanes, chimpancés y bonobos) y los simios menores (gibones y siamangs). Este antepasado primate pertenecería a la superfamilia de los hominoideos o monos del viejo mundo. Algunas de las características que compartimos con ellos están relacionadas con la vida arbórea y la postura erguida: habilidad de rotar brazos a la altura de los hombros, carencia de cola, tiempo de maduración mayor con vidas más largas, cerebros algo más grandes y mismo patrón molar (5 cúspides con líneas en forma de Y).

Los primates, que es el orden al que pertenecemos los humanos, pueden clasificarse en haplorrinos (donde se encuentra nuestra especie) y estrepsirrinos (lémures), cuya diferencia principal es la presencia de rinario en estrepsirrinos. Al pertenecer todos al orden de los primates, ambos subórdenes comparten muchas características como (1) los ojos situados en la parte frontal de la cabeza permitiendo la visión binocular y buena percepción de la profundidad, (2) pulgares oponibles y (3) uñas en lugar de garras.

El rinario es una zona húmeda y desprovista de pelo alrededor de las fosas nasales presente en los mamíferos, aunque ausente en simios sin cola.

Durante el Eoceno (hace unos 56 millones de años) vivieron los primates más antiguos que se conocen. Ya extintos, los adápidos y los omomiídos habitaron la Tierra dejando una huella que hoy en día puede rastrearse. Gracias a los fósiles encontrados, y a juzgar por el tamaño de sus órbitas oculares y su tipo de dentadura sabemos que eran pequeños animales insectívoros y frugívoros, arbóreos y diurnos en su mayoría.

Nuestros ancestros más cercanos utilizaban herramientas y caminaban erguidos, pero los más lejanos eran pequeños y vivían en los árboles.

Aprendiendo a caminar

En 1978, la paleoantropóloga británica Mary Leakey dirigió la expedición que descubrió y dató unas huellas de pie fosilizadas en Laetoli (Tanzania) de 3,6 millones de años. Este descubrimiento cambió la percepción que teníamos sobre nuestra especie, Homo sapiens. Es decir, antes de este hallazgo, se pensaba que nuestra inteligencia se desarrolló antes de erguirnos. Las huellas pertenecen a la especie anterior al Homo, Australopithecus afarensis, e indican que esta especie caminaba sobre dos piernas antes de desarrollar una inteligencia similar a la nuestra.

Bipedestación

¿En qué momento nuestros antepasados comenzaron a caminar sobre dos piernas? Si observamos nuestro cuerpo nos daremos cuenta de que nuestra cabeza se apoya en la parte superior de la columna vertebral y que la médula espinal está conectada al tallo encefálico por la base del cráneo y no en la parte de atrás (como en otros mamíferos). También observaremos las curvaturas de la columna vertebral que permiten que el torso se apoye en las caderas, la cavidad de la pelvis, la orientación hacia adentro de los fémures acercando las rodillas al eje central del cuerpo y pies arqueados con talones grandes y dedos pequeños. Todas estas características son propias de una adaptación a la bipedestación.

El orden en que aparecieron estos rasgos o cuál fue el primer ancestro que caminó erguido son incógnitas que se estudian actualmente en Antropología. Es muy complicado construir un árbol evolutivo cuando solo contamos con fragmentos aislados y por eso cada descubrimiento, por pequeño que sea puede suponer una revolución en el conocimiento.

¿Por qué nos bajamos de los árboles?

La hipótesis de la sabana propone que un cambio climático cambió el ecosistema arbóreo africano por el de sabana. Los parches de árboles de la sabana no permiten un movimiento continuo a través de las ramas y por tanto fue necesario adaptarse al suelo y aprender a caminar erguidos para poder subsistir. Además, la postura erguida expone menos superficie corporal al sol que la cuadrúpeda y requiere menos energía de desplazamiento. Por no hablar de las posibilidades infinitas que conlleva liberar las manos (como llevar o fabricar objetos). Sin embargo, algunas evidencias sugieren que la bipedestación apareció en ambientes boscosos y no en sabanas. Es por eso que algunos investigadores apuntan que la capacidad de mantenerse en pie sobre una rama permitía alimentarse mientras se estaba en el árbol favoreciendo así la evolución hacia la postura erguida.

Si quieres saber más sobre la historia de H. sapiens visita la web del Museo Nacional de Historia Natural de Estados Unidos.

Si quieres profundizar en el nacimiento del bipedalismo puedes visitar esta web de National Geographic.

Referencias

Buckley, L. (2007). This chimp is made for walking.

Harcourt-Smith, W. H. (2010). The first hominins and the origins of bipedalism. Evolution: Education and Outreach, 3(3), 333-340.

Moreno, F., & Moreno, S. (2016). Patrón cuspídeo de molares inferiores. Revisión de la literatura. Revista Estomatología, 24(2).

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