El ser humano es un animal racional que, desde tiempos antiguos, ha sentido curiosidad por todo lo que le rodea, lo que no entiende y/o cuestiona. Como por ejemplo la física, las leyes que rigen la naturaleza; la metafísica, es decir, aquello desconocido que se oculta detrás de la propia física o de los simples sentidos; u otras disciplinas o áreas que incluimos dentro de la filosofía, el amor por la sabiduría o conocimiento, como la ética o la lógica.
Cuando hablamos de filosofía nos vienen a la mente personajes como Sócrates y su concepto del bien y de la justicia universales; o su discípulo Platón y su mundo de las Ideas, o el célebre Mito de la Caverna; o, a su vez, el ilustre Aristóteles y su metafísica o lógica, entre sus amplios conocimientos; grandes filósofos griegos que marcaron a muchos otros posteriores, hasta nuestros días, con su extraordinario pensamiento.
Entre los siglos VII y VI antes de nuestra era, nace la filosofía occidental en Mileto (actual Turquía) con Tales, Anaximandro y Anaxímenes. Tres filósofos que identificaron la materia primordial de la existencia, es decir, la sustancia básica, con el agua, el ápeiron (lo indefinido) y el aire. A partir de ese momento, el Mito daba paso al Logos, la leyenda a la verdad.
Pero más allá de la filosofía occidental aparecen, en esa misma época, las filosofías china y oriental, dos tradiciones centradas más en el modo de vida, en la virtud y en la moderación que en la física o metafísica helénicas. Pues bien, refiriéndonos a estas filosofías, encontramos como sus máximos exponentes a tres importantes personajes históricos, casi místicos, como Lao Tsé, Confucio y Siddharta Gautama, fundadores del taoísmo, el confucionismo y el budismo, en ese orden. Tres doctrinas profundamente vinculadas entre sí.
Lao Tsé, o el Viejo Maestro, nació en China y, aunque se sabe muy poco de él, se le considera el autor del Tao Te Ching (El camino y su poder). El “camino” es el origen de todo, lo que se percibe y lo que no; y se alcanza mediante la reflexión y, sobre todo, la “no acción”. Para ello hay que vivir una vida plena, serena y en paz, y actuar siempre en armonía con la naturaleza. Asimismo, otro concepto trascendental de su filosofía es el Yin y el Yang, las dos fuerzas opuestas pero esenciales para mantener el equilibrio en el universo.
Por otro lado, el maestro Confucio (Kond Fuzi) opinaba que con franqueza y buena fe, y a través de rituales tradicionales, la virtud se manifestaría entre los seres humanos, llegando así a transformarlos en mejores personas. Además, también nos muestra las diferentes relaciones que deben darse entre soberano y súbdito, padre e hijo, esposo y esposa, hermano mayor y menor y, en último lugar, entre amigos. Confucio, aunque llegó a enseñar en la corte del estado de Lu, en China, dejó el cargo y se dedicó a la enseñanza por todo el país. Por último, cabe reseñar que, aunque no se ha conservado ningún escrito suyo, sus discípulos recogieron sus enseñanzas en la obra Analectas.
En referencia al último de estos tres personajes, Siddartha Gautama, más conocido como Buda, es decir el “Iluminado”, hay que citar que, aunque el mismo tampoco dejó nada escrito, también sus discípulos recopilaron sus enseñanzas y dichos en diferentes obras de excelente valor filosófico. Entre ellas se encuentra el Dhammapada, la senda de la verdad, del nirvana. Esta obra está dentro de los discursos de Buda que, junto con los códigos de la disciplina monástica y los análisis filosóficos, forma parte del Canon Pali conocido como Tipitaka o “las tres divisiones”.
Buda, rechazando los extremos, consiguió la paz interior abrazando la moderación con su conocido “Camino Medio”. Anunció las Cuatro Nobles Verdades: la existencia del sufrimiento; la causa del sufrimiento: el odio, el apego y la ignorancia; el fin del sufrimiento; y el Noble Camino Óctuple que conduce al fin del sufrimiento. A su vez, el Noble Camino Óctuple aboga a lo siguiente: comprensión correcta, pensamiento correcto, expresión correcta, acción correcta, medio de vida correcto, esfuerzo correcto, atención correcta y concentración correcta.
Como podemos comprobar, la filosofía china y oriental, taoísmo, confucionismo y budismo, a diferencia de la de Occidente, se centra mucho más en la ética y conducta moral del individuo o la comunidad, intentando alcanzar una integridad óptima, una intachable actitud que se consigue con equilibrio y virtud.
Bibliografía
- Analectas. Editorial Edaf, 2019.
- Bhagavad Gita. Penguin Clásicos, 2015.
- Dhammapada. Penguin Clásicos, 2015.
- El libro de la filosofía. Ediciones Akal, 2019.
- Hermann Hesse. Siddhartha. Debolsillo, 2014.
- Lao Tse. Tao Te Ching. RBA Libros, 2007.
- R. Conde Obregón. Buda. Vida y Enseñanzas. VERON editores, 1995.
- Robin Sharma. El monje que vendió su Ferrari. Debolsillo, 2010.
- Upanishads. Penguin Clásicos, 2015.