Madrid, la capital de España, guarda muchos secretos en sus entrañas de lugares donde han ocurrido eventos trágicos o inexplicables. En este artículo repasamos diez de sus emplazamientos más misteriosos, objeto de curiosidad de los amantes de lo legendario y paranormal. ¿Te atreves a adentrarte en las leyendas de Madrid?
1. La Plaza Mayor
Esta emblemática plaza es actualmente uno de los centros neurálgicos del turismo de Madrid, donde se puede disfrutar de un suculento bocadillo de calamares, presenciar espectáculos callejeros o pasear por su mercadillo de Navidad, entre muchas otras actividades. Sin embargo, su pasada historia poco tiene que ver con este singular encanto. Sus orígenes datan de la antigua plaza del Arrabal del siglo XV, situada extramuros. En 1582, Felipe II ordenó derruir gran parte del conjunto amurallado para incluir la citada plaza dentro de los límites de la ciudad. Bajo el reinado de Felipe III, se terminó la Plaza Mayor entre 1617 y 1619 según los planos de Juan Gómez de Mora.
A lo largo de su historia, esta plaza ha sufrido tres dramáticos incendios: en 1631, en 1672 y en 1790, este último fue tan devastador que hubo que remodelarla casi en su totalidad. Pero aquí no termina su truculenta historia, pues fue en este sitio donde tenían lugar las sentencias de los famosos autos de fe por el Tribunal del Santo Oficio hasta 1765. A pesar de la creencia popular, la Plaza Mayor nunca fue un quemadero sino que estos lugares se encontraban fuera de su recinto. No obstante, algunos reos sí fueron ajusticiados en esta simbólica plaza, ya sea por medio del garrote vil en la Puerta de Pañeros, por ahorcamiento en la Casa de la Panadería o por decapitación en la de la Carnicería. Pese a estas prácticas, los procedimientos llevados a cabo en los tribunales civiles de la época eran sensiblemente peores.
Se dice que unas 359 personas fueron ejecutadas hasta 1809, año en el que el cadalso fue traslado a la Plaza de la Cebada. Es de destacar que estas cifras se quedan muy cortas en comparación con las quemas de brujas llevadas a cabo en los países protestantes o las víctimas de la Revolución Francesa, contabilizándose ambos casos con decenas de miles de condenados ocurridos durante un período mucho más corto de tiempo. Existen testimonios que afirman haber visto fantasmas vagando por este lugar, ya sea de las almas en pena procedentes de los incendios o de los condenados a muerte tratando de purgar sus pecados. Algunos dueños de las viviendas aledañas aseguran haber sido testigos de eventos extraños. Sea como fuere, si uno se aventura a pasear en un día laborable pasadas las doce de la noche, lo que está fuera de toda duda es que la Plaza Mayor presenta un aspecto mucho más sobrecogedor que aquel que muestran las simpáticas postales turísticas de los escaparates.
2. El Palacio Real de Madrid
Uno de los monumentos más emblemáticos y visitados de la capital es su Palacio Real. Su dilatada trayectoria a través de los tiempos hace que se entremezclen sus leyendas y la historia oficial. Los inicios de este imponente edificio arrancan con la llegada de la nueva dinastía de los Borbones al trono de España de la mano de Felipe V. Este rey se encontró con un vetusto y ruinoso Alcázar que no era propio del gusto más refinado de la corte francesa. La oportunidad para construir uno nuevo se produjo no obstante, por un evento trágico a la par que misterioso.
Entre la Nochebuena y el día de Navidad de 1734, se declaró un incendio en los aposentos del pintor de la Corte Jean Ranc debido a una chimenea desatendida. Rápidamente se propagó a más dependencias, siendo detectado en torno a las doce y cuarto de la noche. Quiso la mala suerte que el tañido de la campanas del convento de San Gil para alertar del incendio se confundiera con la llamada de la Misa del Gallo. Debido a la intensidad de las llamas, se perdieron más de 500 cuadros junto con un buen número de documentos pertenecientes al Archivo de Indias, bulas papales, papeles de Estado, la colección de Música Sacra de la Capilla Real además de un sinfín de estatuas y esculturas de madera, bronce y mármol. A pesar de esta descomunal pérdida, se lograron salvar más de mil lienzos, entre ellos Las Meninas, habiendo sido arrojado este cuadro a través de una ventana. El hecho de que la familia real no se hallase en ese momento en el Alcázar, del desagrado de Felipe V y el hecho de que se hubiesen trasladado previamente algunas obras de arte al Palacio del Buen Retiro, sigue generando a día de hoy algunas dudas acerca de las extrañas circunstancias de este hecho.
Tras la destrucción del antiguo Alcázar, Felipe V quiso deslumbrar a los europeos con la construcción de un nuevo palacio a la altura del de Versalles. Por ello, le encargó los planos al arquitecto italiano Filippo Juvara quién diseñó su aspecto actual aunque originalmente este era hasta tres veces más extenso. Si los sueños de Felipe V no pudieron verse cumplidos en su totalidad fue debido a la precaria situación de las arcas públicas. El proyecto arrancó en 1735, pero Juvara falleció de forma repentina un año más tarde. Hay quien dice que el propio monarca estuvo implicado en su muerte para que no pudiese repetir una obra igual, si bien es cierto que Felipe V rindió homenaje a su arquitecto en una de las fachadas de este monumento. Las obras continuaron con cierta lentitud de la mano de Juan Bautista Sachetti y Ventura Rodríguez. En su exterior, se pueden contemplar el patio de armas, los jardines del Campo del Moro y los de Sabatini, la plaza de Oriente e hileras de estatuas de los reyes de España. El palacio estaría terminado en 1764 ya en el reinado de Carlos III. Ya lo dijo el propio Felipe V, que cuanto más deseaba habitar el palacio, más tardaría en construirse.
No andaba mal encaminado el monarca, pues una de las leyendas que envolvió a este palacio es la presencia de seres malignos en sus alrededores, concretamente en los terrenos de la antigua zona amurallada en época musulmana (Campo del Moro y la cuesta de San Vicente). Las brujas y hechiceros de estos lugares se congregaron cerca del Palacio Real para ejercer sus artes oscuras. A partir de 1735, su influencia se hizo más intensa. No fueron pocos los obreros que afirmaron ver extrañas figuras vestidas de blanco intentado escalar los muros. No se sabía si eran demonios, duendes, fantasmas o simplemente ladrones que buscaban atemorizar a estos pobres desdichados. Fue tal el revuelo generado que se colocaron vigías armados en caso de que estos seres se les ocurriese volver a hacer acto de presencia. A pesar de esta medida, uno de los obreros se precipitó al vacío supuestamente empujado por estas fuerzas malignas. Estas malas artes llegaron a oídos del mismo Felipe V, quién envió a un sacerdote para bendecir el lugar y repartir entre los obreros cruces, rosarios y medallas protectoras. Parece ser que esto sirvió, pues no volvieron a ser molestados hasta terminar sus trabajos en 1764.
Además de la grandiosidad que uno puede contemplar al visitar este espacio arquitectónico, también se hallan muchos secretos escondidos en su fisionomía. La cornisa que recorría gran parte de la fachada principal del palacio estaba en un principio pensada para albergar las estatuas de más cien reyes de España en sus pedestales, aunque finalmente se desechó la idea. Se adujeron motivos estéticos ya que al existir tantas estatuas, estas sobrecargarían la visión del conjunto. Por otro lado, la presencia de estos elementos podía poner en riesgo al propio edificio debido a su peso. No obstante, existe otra teoría que cuenta como la segunda esposa de Felipe V, Isabel de Farnesio, tuvo una pesadilla en la que una estatua se le caía encima provocando su muerte. Debido a las supersticiones de la época, este sueño se interpretó como un mal presagio por lo que Isabel logró convencer a su hijo Carlos III para que no colocara las estatuas en la cornisa. No sería hasta el reinado de Isabel II cuando se ubicaron las polémicas estatuas en la plaza de Oriente, en el parque del Retiro y en los jardines de Sabatini. Al pasar de cerca por cualquiera de estas estatuas, es fácil observar que fueron esculpidas para que pudieran ser contempladas desde una ubicación más elevada.
3. La iglesia de San Ginés
Posiblemente uno de las actividades más queridas por madrileños y turistas sea la de degustar un delicioso chocolate con churros en la icónica chocolatería de San Ginés. Para los aficionados a la lectura, también se encuentra la entrañable librería San Ginés, con sus armarios de madera y sus mesas a pie de calle. Pero esta historia no es de tipo gastronómico o literario, sino más bien de índole macabra. La leyenda que vamos a contar tuvo lugar en la cercana iglesia de San Ginés, cuyo origen procede de una antigua ermita del siglo XIII dedicada a San Ginés de Arlés. Esta iglesia es famosa por ser el lugar donde se casó Félix Lope de Vega y donde fue bautizado Francisco de Quevedo.
En el año 1353, unos ladrones entraron en el templo al anochecer con el objetivo de hacerse con los objetos de valor sin ser vistos. Sin embargo, un anciano feligrés se hallaba todavía en la iglesia. Los maleantes decidieron matarlo para no dejar testigos de sus actos y además lo decapitaron para su sangriento regocijo. Poco después, el capellán Pedro González descubrió la horrible escena del crimen. La terrible noticia llegó a oídos de Pedro I de Castilla, quién ordenó a su guardia real patrullar las calles aledañas en busca de los asesinos, mas nunca pudieron ser hallados.
Algunos de los objetos robados se lograron recuperar más tarde y otros fueron repuestos. Pero el espíritu del desafortunado feligrés no se encontraba del todo satisfecho, pues más de un testigo afirmó haber visto a una sombra sin cabeza merodeando por la puerta de San Ginés. Algunas personas salieron despavoridas pero otras se acercaron con curiosidad a la fantasmal aparición. A estos últimos valientes, el fantasma les indicó quienes habían sido sus asesinos y dónde podían encontrarlos. Tras esta siniestra revelación, la guardia real apresó a unos contrabandistas musulmanes y judíos que fueron despeñados por un barranco como condena por sus terribles acciones.
Ya en el siglo XVII, otro crimen aconteció a las puertas de San Ginés. En este caso se trató del conde de Villamediana Don Juan de Tassis y Peralta, a fecha de 21 de agosto de 1622. Este personaje ejercía el cargo de correo mayor y tenía fama de apuesto galán entre las damas. Amigo personal de Felipe IV, no obstante, Don Juan empezó a cortejar a la reina Isabel de Borbón debido a la escasa atención que le prestaba su marido, quién prefería tener todo tipo de aventuras extramatrimoniales. Celoso como estaba Felipe IV por este supuesto romance, cuenta la leyenda que ordenó la ejecución de su amigo. Después de salir de una audiencia con Felipe IV, Don Juan se encontraba en su carruaje cuando a la altura de la iglesia de San Ginés un jinete embozado le salió al paso disparando su trabuco contra el conde, quién falleció en el acto.
4. El Palacio de Linares
En el centro neurálgico de Madrid, donde se halla la simbólica plaza de la diosa Cibeles, se encuentra un lujoso edificio del que muchos dicen con conocimiento de causa, ser el lugar más encantado de Madrid. Se trata del Palacio de los marqueses de Linares. El primer marqués de esta saga, José de Murga y Reolid, hombre de gustos refinados mandó construir su palacio en el centro de Madrid con un coste aproximado de tres millones de pesetas de la época. Las obras se prolongaron de 1877 a 1900. Este noble personaje fue educado en un sentido liberal por su padre Francisco Mateo de Murga, el cual le inculcó que las personas valían más por su bondad que por su posición social. Por esta razón se enamoró de la humilde Raimunda Osorio y Ortega, la cual encajó perfectamente en la alta sociedad a la vez que compaginaba sus compromisos con los más necesitados. En los últimos años de su vida, Raimunda enfermó de diabetes hasta que sufrió un colapso cardíaco en 1901. Cinco meses más tarde, le siguió su esposo debido a una afección pulmonar.
La muerte de los marqueses fue muy sentida, no solo en el mundo aristocrático, sino también entre las clases más humildes pues habían sido unos de sus principales benefactores. El marquesado pasó a una ahijada de José llamada Raimunda de Avecilla. La fortuna de los marqueses valorada en 30 millones de pesetas fue a parar en su mayoría a organizaciones benéficas. La leyenda que circula en torno a esta familia cuenta que Francisco Mateo de Murga mantuvo un romance con una estanquera llamada Benita Ortega, de cuya relación nació Raimunda. Más tarde, José de Murga se enamoró de Raimunda sin saber que compartían lazos de sangre. Cuando supo de aquello, Francisco decidió enviar a su hijo una temporada a Inglaterra para ver si así conseguía olvidar a Raimunda, con escaso éxito. Después de morir su padre, José rebuscó entre sus pertenencias donde encontró una carta en la que le revelaba la oscura verdad. A pesar de ello, decidieron continuar con su relación a través de una bula de León XIII a cambio de no tener descendencia. Pese a sus precauciones, Raimunda quedó encinta dando a luz meses más tarde una niña a la que pusieron su mismo nombre. Con el fin de protegerla de habladurías, decidieron mantenerla en secreto en el palacio construyendo una bonita casita de muñecas para sus juegos. Esperaban poder presentarla en sociedad más tarde, pero Raimundita falleció a muy temprana edad sumiendo al matrimonio en un profundo pesar.
A finales de los años 80, el Palacio de Linares fue adquirido por el Ayuntamiento de Madrid. Tras muchos años abandonado, el palacete se encontraba en un estado deplorable por lo que se acometieron obras de restauración. Durante esas obras, acudieron investigadores de lo paranormal para tratar de hallar respuesta a las peticiones del personal de seguridad que afirmaban ser víctimas de extraños sucesos como pasos, gritos, puertas que se abrían y cerraban solas, etc. Alarmados, los guardas habían traído perros de compañía que se ponían muy nerviosos tratando de escapar del lugar. En 1990, la parapsicóloga Carmen Sánchez de Castro realizó psicofonías en las que se podía escuchar una voz de una mujer adulta y otra de una niña, que podrían tratarse de Raimunda y su hija. No obstante, esta supuesta psicofonía se ha puesto en entredicho. En 1992, el edificio se utilizó para albergar la actual Casa de América donde tienen lugar eventos, exposiciones y charlas de lo más variado. Pero la incógnita de Raimundita sigue sin hallar respuesta.
5. La Casa de las 7 chimeneas
Una de las leyendas más famosas de Madrid es la que envuelve a la llamada Casa de las 7 chimeneas, situada en la plaza del Rey esquina a la calle de las Infantas. En pleno siglo XVI, la ciudad de Madrid empezaba a transformarse para convertirse en la nueva capital del imperio donde nunca se ponía el sol. Es en esta época donde tiene lugar nuestra historia. Se cuenta que una bella dama de nombre Elena Osorio, hija del montero del rey Felipe II, iba a contraer matrimonio con un capitán de la Guardia del linaje de los Zapata. Con el fin de bendecir este prometedor enlace, el propio monarca regaló a los novios los terrenos para edificar una suntuosa vivienda y a Elena siete arras. Por capricho del rey, también fueron siete las chimeneas que coronaron esta casa tan singular. El porqué de la elección de este número es todavía motivo de especulación, pudiendo tratarse de una advertencia a los recién casados de no incurrir en ninguno de los siete pecados capitales (gula, lujuria, envidia, soberbia, ira, avaricia y pereza).
La casa se terminó en 1570, pero pronto la desgracia aconteció a este joven matrimonio. El capitán Zapata fue llamado a combatir a Flandes en primera línea de combate, falleciendo en acto de servicio. La noticia destrozó a la joven Elena, que poco a poco fue sumiéndose en una tristeza desoladora hasta que un fatídico día apareció muerta en su lecho. Tras este acontecimiento tan desdichado, empezaron a circular todo tipo de habladurías y rumores acerca de la joven Elena. Algunas fuentes cuentan que el propio Felipe II mantenía un romance secreto con Elena pero que al no poder desposarse con ella por sus obligaciones reales, le concedió este privilegio a uno de sus nobles capitanes, de nombre Zapata.
No obstante, lo que no contaba Felipe II es que la bella dama quedara totalmente prendida de este apuesto soldado. Muerto de celos, Felipe II envió a Zapata a un frente especialmente complicado con el fin de mantenerle ocupado o todavía mejor, eliminarlo. Mientras tanto, el monarca trataría de conquistarla de nuevo. Pero la melancólica Elena solo entregaba su corazón a Zapata, por lo que el rey no tuvo más remedio que asesinarla. Para no dejar cabos sueltos, el padre de la difunta Elena apareció ahorcado en una viga coronada por una de las chimeneas. Para más inri, el cuerpo de la difunta Elena desapareció sin recibir digna sepultura. Hay quienes afirman haberla visto vagando por el tejado de la casa envuelta en un sudario blanco caminando con paso firme y portando una antorcha o lámpara. Esta siniestra figura continúa su camino recorriendo una a una todas las chimeneas hasta llegar a la torre, se detiene mirando al antiguo Alcázar, se santigua para después desaparecer sin dejar rastro.
La casa embrujada pasó por varios dueños, entre los que destacó Leopoldo de Gregorio, más conocido como el marqués de Esquilache. Debido a una impopular medida que consistía en prohibir las capas largas y los sombreros de ala ancha para imitar la moda europea y descubrir mejor a los maleantes, se desató un motín en marzo de 1766 conocido como el motín de Esquilache que casi acabó con el linchamiento del marqués. La furiosa multitud llegó a la Casa de las Siete Chimeneas donde vivía Leopoldo, pero este ya había escapado planeando el regreso a su Italia natal. El que no tuvo tanta suerte fue su mayordomo, el cual acabó acuchillado a las puertas del palacete. En 1881, durante una obras de la vivienda se encontraron unos restos óseos que pertenecían a una mujer. Junto a ellos, había siete monedas del siglo XVI. Más tarde, en 1960 aparecieron otros huesos, esta vez de un varón. ¿Tal vez eran Elena y su padre? No se sabe con seguridad pues los restos desaparecieron misteriosamente. Además parece ser que la desgracia siempre acompaña a todos los inquilinos de esta vivienda, habiéndose sucedido muertes o enfermedades en extrañas circunstancias a lo largo de los años. Tal vez esto tenga algo que ver el espíritu de Elena, quien no desea ser molestada.
6. El Museo Reina Sofía
Este colosal museo es conocido mundialmente por albergar el famoso Guernica de Picasso. No han sido pocos los turistas que afirman haber sentido escalofríos al recorrer sus numerosos pasillos y estancias. Esto puede ser debido a los usos que tuvo este museo antes de recibir muchedumbres de visitantes. En 1581, Felipe II empezó a unificar los diferentes centros sanitarios que se encontraban entre la carrera de San Jerónimo y la calle del Prado. En 1603, se reunieron estos hospitales en el terreno que hoy ocupa el Museo Reina Sofía. Al principio, estaban separados el Hospital General del Hospital de la Pasión, destinado para mujeres. El edificio definitivo se terminó en 1781 bajo el reinado de Carlos III. Junto al hospital, se encontraba la Facultad de Medicina y Colegio de Cirujanos de San Carlos, de gran prestigio.
Este hospital no daba abasto ante tanta demanda, llegando a recibir hasta 18.000 enfermos al año. Además de los médicos, también estaban presentes las Hermanas de la Caridad y la Congregación de los Hermanos Obregones, para dar los sacramentos de extremaunción. En caso de no ser reclamado el cadáver, este era enterrado en los sótanos del edificio. Bajo los pies de los turistas que visitan el actual Museo Reina Sofía, se hallan los restos de cientos de personas. Debido a la gran cantidad de bajas que hubo, hay quién dice que aún se pueden ver sombras de algunos de los miles de enfermos fallecidos. El recinto se cerró definitivamente en 1965, después de más de tres siglos de desgracias, penas y alegrías. Posteriormente se rehabilitó en 1982 con el fin de albergar el actual museo del que hoy podemos disfrutar. En 1992, tuvo lugar su inauguración oficial coincidiendo con el traslado del Guernica de Picasso.
Desgraciadamente no todo fueron celebraciones ni conmemoraciones. Debido al sombrío pasado de este museo, los vigilantes nocturnos han sido testigos de extraños fenómenos mientras hacían sus turnos como pasos, gritos o conversaciones fantasmales. En otras ocasiones, algún ascensor funcionaba solo sin electricidad. Algunos de estos trabajadores no pudieron soportar la presión y se vieron forzados a pedir traslados a otros lugares. En los años 90, se descubrió una antigua sala destinada a los enfermos graves psiquiátricos donde estos eran encadenados para que no se pudieran autolesionar. A su vez, se encontraron tres féretros escondidos detrás de un muro. Son numerosos los testimonios que afirman haber visto monjas vestidas con hábitos blancos u otros extraños personajes que aparecen y desaparecen. Sean o no ciertas estas apariciones, no cabe duda de que el misterio sigue presente en el Museo Reina Sofia.
7. El Metro de Madrid
Desde su fundación por el monarca Alfonso XIII en 1919, el metro de Madrid ha sido el principal medio de transporte para los habitantes de la capital. Concebido por los arquitectos Antonio Palacios y Miguel Otamendi, el primer trayecto cubría ocho paradas que iban desde la Puerta del Sol hasta Cuatro Caminos. A lo largo de su historia, ha sido testigo de innumerables episodios tanto alegres como grotescos. En la Guerra Civil sirvió como refugio antiaéreo para la población a la vez que algunas estaciones se utilizaron como almacenes de material bélico. El 10 de enero de 1938, estalló por error uno de esos almacenes provocando la muerte de entre 63 y 700 personas. Además de accidentes de viajeros y operarios, también se halla una triste realidad muchas veces silenciada, aquella que habla de las personas que deciden acabar con su vida arrojándose a las vías. En ocasiones algunos retrasos son debidos a estas acciones, si bien por lo general se decide omitir el verdadero motivo para no alarmar a los viajeros.
En 1920 se inauguró la estación de Tirso de Molina como consecuencia de la ampliación de la línea 1. Mientras tenían lugar los trabajos en la parte subterránea, unos albañiles aseguraron haber oído unos alaridos espeluznantes. Al picar un muro dieron con la supuesta causa: se habían encontrado unos esqueletos. No obstante, ante la imposibilidad de llamar a un arqueólogo pues las obras debían reanudarse, decidieron volver a tapiarlos. Pero, ¿a quién pertenecían estos restos? Se piensa que pudieran ser de miembros de un antiguo convento de la Merced que desapareció en 1840 tras el proceso de desamortización. Otra opción más truculenta es la que sugiere la posibilidad de personas que sufrieron emparedamiento, ya sea por castigo o por autosacrificio (práctica llevada a cabo por algunas religiosas). También muy conocida es la llamada ‘estación fantasma‘ de Chamberí reconvertida en museo y que conserva su estado original de 1966. Esta estación cerró debido a la imposibilidad de ensancharla, al contrario que el resto de estaciones. Otras historias hablan de trenes fantasma o de trenes con fantasmas en su interior. En todo caso, si uno decide viajar a altas horas de la noche, es mejor mantener los ojos bien abiertos ante lo que nos podamos encontrar (ya sea vivo o muerto).
8. El Diablo Cojuelo en la Plaza de la Villa
La Plaza de la Villa es uno de los lugares con más historia y encanto de toda la capital. Antiguo centro neurálgico del Madrid medieval, dentro de este espacio se hallan edificios tan singulares como la Casa y Torre de los Lujanes del siglo XV donde según narra la tradición estuvo preso el rey Francisco I tras su derrota en la batalla de Pavía, la Casa Cisneros del siglo XVI y la Casa de la Villa del siglo XVII, antigua sede del Ayuntamiento de Madrid hasta el año 2007. Llama la atención la estatua dedicada a Don Álvaro de Bazán, uno de los mayores héroes españoles tristemente olvidados por la historiografía. Una de las historias que se cuenta de esta plaza es la correspondiente al Diablo Cojuelo, que hacía sus apariciones en la torre de la hoy desaparecida iglesia de San Salvador. Dicha torre era tan alta que fue apodada como ‘la atalaya de la villa‘. Desde esta torre, se pasearía por los tejados de las casas para descubrir que ocurría en la intimidad de los hogares madrileños.
Según las leyendas populares, el Diablo Cojuelo fue el primer ángel caído al infierno. Al caérsele encima el resto de demonios que le fueron siguiendo en su rebeldía, se quedó como su peculiar apodo nos indica. La referencia más conocida del Diablo Cojuelo fue a través del dramaturgo Luis Vélez de Guevara, que retrató las andanzas de este travieso personaje junto al estudiante don Cleofás allá por 1641, en pleno Siglo de Oro. En este relato se representaron los vicios e hipocresías del Madrid de la época. El Diablo Cojuelo ha sido ampliamente invocado en conjuros, hechizos, oraciones y maldiciones de las brujas castellanas. A pesar de su apodo, no debemos subestimarle pues es sumamente veloz y ágil. Por esta razón, si nos aventuramos a merodear por los alrededores de la Plaza de la Villa, es posible que acabemos siendo víctimas de las numerosas travesuras de este siniestro personaje si no andamos demasiado atentos.
9. La casa del nº 3 de Antonio Grilo
Aparentemente nada fuera de lo normal se percibe en el número 3 de la calle Antonio Grilo si se nos ocurre darnos un paseo por esta zona, muy cercana a la Plaza de España. Pero entre los imponentes muros de este edificio ocurrieron una sucesión de los crímenes más escalofriantes de la capital de España. A lo largo de 19 años, tuvieron lugar nada más y nada menos que ocho asesinatos y un suicidio. Desde luego un historial nada desdeñable para los interesados en la crónica más negra de Madrid. Todo empezó el 8 de mayo de 1945 (por otro lado, la misma fecha de la rendición de Alemania en la Segunda Guerra Mundial). Un camisero llamado Felipe de la Braña Marcos aparecía muerto en un lugar del citado bloque presumiblemente por un golpe en la cabeza. La única pista que obtuvo la policía fue un mechón de pelo contenido en su mano. Desgraciadamente las pruebas de ADN no estaban operativas en aquella época, por lo que nunca se pudo encontrar al asesino.
Años más tarde, el 1 de mayo de 1962 aconteció el suceso más macabro de toda su historia. El titular del ABC no dejaba lugar a dudas: ‘Un sastre mata a su mujer y a sus cinco hijos antes de suicidarse’. Para llevar a cabo esta horrenda acción, José María Ruiz Martínez contó una pistola, un cuchillo de cocina y un martillo. Pero aquí no terminaba el asunto, pues el 10 de abril de 1964 una madre soltera de nombre Pilar Agustín Jimeno decidió acabar con la vida de su hijo recién nacido para posteriormente esconder su cadáver en el cajón de un armario de la vivienda. Se cerraba así el círculo de crímenes del número 3 de la calle Antonio Grilo. Se dice que esta casa está maldita al haber sido edificada sobre un antiguo cementerio. Como no podía ser de otra manera, este lugar ha atraído a numerosos curiosos, entre ellos a Iker Jiménez, presentador del famoso programa de misterios Cuarto Milenio. No obstante, a pesar de esta trayectoria tan nefasta su actual inquilino afirma que no cree en supersticiones y que actualmente nada extraño ocurre entre sus muros. Esperemos que así siga siendo.
10. La Fuente del Ángel Caído
No podíamos terminar nuestro relato de leyendas sin mencionar a la estatua más inquietante y enigmática de la capital, pues se trata de nada más y nada menos que de la representación de Satán o el Príncipe de las Tinieblas en el momento mismo de ser expulsado del Paraíso. Esta escultura que forma parte de una fuente, constituye sin duda alguna uno de las escasísimos ejemplos que existen en el mundo del personaje más temido por los creyentes cristianos. Esta obra fue esculpida por Ricardo Bellver con motivo de la Exposición Universal de París de 1878. Pocos años después, fue adquirida por el Ayuntamiento de Madrid. El arquitecto Francisco Jareño diseñó un pedestal de granito, bronce y piedra quedando inaugurada oficialmente en 1885.
Son múltiples los relatos tenebrosos que envuelven a esta misteriosa estatua ubicada en mitad del singular parque del Retiro. Algunos de ellos cuentan que este emplazamiento es el lugar de reunión predilecto para aquellos que se atreven a realizar ouijas o rituales satánicos con el fin de invocar al Demonio. También se dice que su ubicación geográfica presenta una altitud exacta sobre el nivel del mar de 666 metros, el Número de la Bestia. Sean o no verdad estos relatos, lo que sí es seguro es que el contemplar esta estatua sobre todo a la caída del sol, produce una sensación sobrecogedora. A pesar de haber sufrido numerosas transformaciones al ser la capital de España desde los tiempos de Felipe II, Madrid todavía guarda muchos misterios a la espera de ser descubiertos.
Bibliografía:
Madrid secreto. (2021). ‘El nº3 de Antonio Grilo: el lugar más macabro de todo Madrid’. https://madridsecreto.co/antonio-grilo/
Página oficial de Turismo de Madrid (2021). ‘El ángel Caído’. Esmadrid. https://www.esmadrid.com/informacion-turistica/el-angel-caido.
Pérez, M. A. (2018). Enigmas y misterios de Madrid. Editorial Almuzara, S.L.
Rodrigo B. (2018). ‘El fantasma de la Casa de las Siete Chimeneas, la amante de Felipe II que acabó emparedada’. ABC Madrid. https://www.abc.es/espana/madrid/abci-fantasma-casa-siete-chimeneas-amante-felipe-acabo-emparedada-201810280131_noticia.html
Fotografía de portada de Mirador Madrid.