La caída de la Unión Soviética

El 25 de diciembre de 1991, se dio por finalizada la existencia del estado socialista más grande del mundo alumbrado por la Revolución Bolchevique de 1917: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Este suceso de significada trascendencia, tuvo su origen en un largo proceso de desgaste interno y externo motivado por las reformas de la Perestroika y Glásnost de Mijaíl Gorbachov. Tras la disolución de la URSS, el mundo pasó a estar regido por la única superpotencia mundial, los Estados Unidos de América, que trató de ocupar el espacio de su antiguo oponente mediante la implantación del capitalismo. La Guerra Fría había terminado.

Antiguas repúblicas socialistas soviéticas en orden alfabético:
1. Armenia 2. Azerbaiyán 3. Bielorrusia 4. Estonia
5. Georgia 6. Kazajistán 7. Kirguistán 8. Letonia
9. Lituania 10. Moldavia 11. Rusia 12. Tayikistán
13. Turkmenistán 14. Ucrania 15. Uzbekistán

Antecedentes: economía planificada, supresión de las libertades e incapacidad frente al capitalismo

La caída de la URSS no se debió a un levantamiento popular, un golpe militar o una intervención proveniente del extranjero. Pero entonces, ¿porqué se produjo su desintegración? Hacia los años 80, un paulatino proceso de desgaste interno empezaba a hacer mella en las estructuras del régimen motivado por tres factores: la crisis económica, la opresión de las libertades y la ineficacia para competir contra la prosperidad de su enemigo capitalista. Para poder entender bien este proceso, es necesario analizar primero como funciona una economía planificada. El sistema económico soviético y de sus socios políticos se caracterizaba por un profundo desabastecimiento de bienes de consumo para la población tales como productos básicos de alimentación, de higiene personal, electrodomésticos, textiles, etc. En el mejor de los casos, los comercios presentaban muchísima menor variedad y calidad que sus homólogos en el odiado sistema capitalista. Al renunciar al libre mercado, se perdía el indicador que permitía a las empresas decidir que productos se debían vender con el fin de satisfacer las necesidades de los consumidores.

A su vez, se dejaba en manos del férreo aparato burocrático del Estado la responsabilidad sobre las mercancías que se debían fabricar, las cantidades y los precios. Esta planificación centralizada sustituía la libre interacción entre empresas y consumidores por una ineficiente burocracia encargada de todos los procesos de producción y distribución, anulando al máximo la iniciativa y la innovación por miedo a contradecir a la opinión oficial del partido único. Cada empresa estatal tenía que satisfacer una determinada cuota de producción que fijaba el Comité Estatal de Planificación. Dicha cuota no se podía cumplir en muchas ocasiones debido a imprevistos o a fallos del propio sistema. Debido a la falta de libertad dentro del sistema empresarial, el gerente mentía sobre los resultados (‘Todo va bien’) al margen de la calidad de los productos obtenidos. Se creaba entonces una tupida red de mentiras entre burócratas, empresarios y trabajadores con tal de evitar la cárcel o el internamiento en campos de trabajo forzados, también llamados gulags.

Cartel de propaganda soviético para ensalzar la industria nacional: «El humo de las chimeneas es el aliento de la Rusia soviética»

Este miedo a la disidencia venía motivado por el sistema de terror creado en tiempos de Lenin con la temida CHEKA (Comisión de Emergencia de Todas las Rusias para Combatir el Sabotaje y la Contrarrevolución) posteriormente llamada OGPU, NKVD, MVD, NKGB y KGB. Su objetivo era el establecimiento de un estado policial represivo que eliminara cualquier tipo de oposición. Durante la época de Stalin (1924-1953) este sistema fue especialmente criminal provocando la detención, deportación y ejecución de decenas de millones de personas. Posteriormente, Nikita Kruschov (1956-1964) se atrevió a presentar el informe secreto al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), en el que denunciaba las atrocidades cometidas durante toda la época estalinista.

A pesar de esta prometedora iniciativa, no se desmantelaron las estructuras esenciales del régimen. Es de destacar que dicho informe no se publicó oficialmente hasta 1988, ya en época de Gorbachov. Después de la intervención de Kruschov, el sistema represivo disminuyó su intensidad pero el miedo seguía instalado entre la población. A pesar de la férrea censura y gracias a los medios de comunicación extranjeros, a partir de los años 50 se hizo patente el abismo económico y social que existía entre los países capitalistas y las supuestas «bondades» del sistema soviético. Tras la destitución de Nikita Kruschov, le fueron sucediendo Leonid Brézhnev (1964-1982), Yuri Andrópov (1982-1984), Konstantín Chernenko (1984-1985) y finalmente Mijaíl Gorbachov (1985-1991).

Primera fase del gobierno de Mijaíl Gorbachov (1985-1987)

La apertura real de la URSS comenzó con Gorbachov por medio de un proceso traumático que se prolongó seis años. A mediados de los 80, la insatisfacción por la situación económica y política de la URSS era bastante generalizada. Gorbachov tenía una voluntad clara de iniciar reformas que contribuyesen a abandonar paulatinamente la carga política, ideológica y económica del comunismo. Este líder había sido miembro del aparato desde su juventud, alcanzando el puesto de secretario del Comité Central y del Politburó en 1978. Debido a sus habilidades personales y a sus contactos con Andrópov, logró ser elegido secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética en marzo de 1985. Desde sus inicios, fue consciente de las prácticas abusivas y la falta de libertad que existía dentro del aparato soviético. Por otro lado, sus frecuentes viajes a Europa Occidental durante los años 70 le permitieron un mayor conocimiento de la realidad al otro lado del Telón de Acero. Según la visión de Gorbachov, era necesario reformar al país antes de que se hundiera económicamente. Las medidas económicas implementadas en China por Deng Xiaoping a finales de 1978, constituyeron un claro ejemplo a seguir para modernizar a la URSS.

Mijaíl Gorbachov

Gorbachov no pretendía en principio derribar la arquitectura del sistema comunista, sino tan solo hacerla más eficiente y participativa. En 1985, se inició la Perestroika, un plan de reformas de tipo económico para reorganizar la estructura de la Unión Soviética. Entre estas iniciativas se encontraban dotar de una mayor autonomía a las empresas mediante la transferencia de competencias desde la dirección del partido, la promoción de cooperativas y del trabajo individual y la reorganización del Comité de Planificación del Estado (GOSPLAN). Su objetivo era liberalizar la economía, incentivar el compromiso de los trabajadores y aumentar los niveles de producción. Entre 1986 y 1987 se aprobaron varias iniciativas legislativas rompedoras como la Ley de Salarios, la Ley de Actividad Laboral Individual y la Ley de Empresas Estatales y Mixtas. A su vez, Gorbachov advirtió que el desabastecimiento de los bienes de consumo era en parte debido al ingente gasto en defensa (del 15 al 20% del PIB). A pesar de las reformas económicas, el rígido sistema estatal en la toma de decisiones de forma centralizada dificultaba enormemente el proceso de apertura. Por esta razón, Gorbachov trató de reducir la burocracia y aumentar la transparencia (Glásnost) con el fin de modificar la inamovible mentalidad de los cuadros del partido.

El líder soviético hubo de enfrentarse a otros desafíos. El 26 de abril de 1986 tuvo lugar el terrible accidente de la central nuclear de Chernóbil. Aunque transcurrieron muchos días hasta que decidió hacerlo público, la pronta gestión de Gorbachov evitó males mucho mayores. También se abordó la cuestión de regular las salidas al extranjero con gran efectividad. Hacia el otoño de 1986, Gorbachov llevó a cabo la perestroika total del partido, del Estado y de la economía por medio de la democratización del sistema. En el mes de diciembre, en un gesto sin precedentes Gorbachov trajo de vuelta a Moscú al físico nuclear Sarajov, el cual había sido deportado a Gorki por sus protestas en contra de la intervención soviética en Afganistán. En junio de 1987, se presentó el proyecto de ley sobre la Discusión Popular sobre los Asuntos Importantes de la Vida Estatal, a través del cual se pretendía promover la participación de los ciudadanos en la vida política. Posteriormente, Gorbachov publicó el que sería un best-seller a nivel mundial de nombre Perestroika: Mi mensaje a Rusia y al mundo entero.

Caída del muro de Berlín y hundimiento del Bloque del Este

La Glásnost soviética (política de transferencia) tuvo su impacto en los países de Europa del Este que se encontraban dentro de la órbita de la URSS. En 1988, Gorbachov rechazó la ‘doctrina Brézhnev‘ que defendía la intervención militar en los países de Europa del Este. La nueva posición pasó a llamarse ‘doctrina Sinatra‘, nombre dado por Gerasimov, portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores de la URSS. El 25 de octubre de 1989 declaró ante la televisión estadounidense: ‘Nosotros hoy tenemos la doctrina Frank Sinatra. Él tiene una canción ‘My Way‘. Igualmente nosotros pensamos que cada país debe decidir qué camino seguir’. El colofón final de esta doctrina y del fracaso de los ideales del comunismo fue la simbólica caída del Muro de Berlín. Es de destacar que antes de este acontecimiento ya se habían iniciado procesos democráticos en Polonia en junio de 1989 y en Hungría en octubre de 1989.

Imagen icónica de la caída del muro de Berlín

Tras dividir la capital alemana y dos mundos completamente antagónicos durante 28 largos años, el muro cayó finalmente el 9 de noviembre de 1989. Su caída se debió a fallos de comunicación del Politburó de la República Democrática Alemana (Alemania del Este) que preparaba nuevas normas en los permisos de salida para la población alemana. Egon Krenz, recién nombrado líder del partido de la RDA entregó el borrador a otro miembro llamado Gunter Schabowski, para que diera una rueda de prensa. Cuando se le preguntó cuando y dónde entrarían en vigor las nuevas normas, Schabowski respondió apresuradamente y sin meditarlo demasiado que las salidas se efectuarían de forma inmediata por todas las fronteras de la RDA y también con Berlín Oeste. Sin haber podido darse cuenta del momento histórico que estaba viviendo, Schabowski había precipitado sin pretenderlo uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX.

Rápidamente la noticia se difundió en los medios y multitud de alemanes se empezaron a apiñar en el lado este pidiendo a los guardias que les dejaran pasar al otro lado de la frontera. Los guardias asombrados ante tanta multitud y sin recibir noticias claras de sus superiores, decidieron abrir los pasos fronterizos. A la mañana siguiente, Gorbachov fue informado de lo ocurrido, a lo que respondió que se había hecho lo correcto. El 3 de diciembre de 1989, Hans Modrow, el nuevo líder en sustitución de Egon Krenz, propuso un amplio programa de reformas. El proceso de abandono de la doctrina comunista era ya imparable en Europa. Tras la caída del muro de Berlín, el resto de países de la órbita soviética iniciaron su camino hacia la democracia: Checoslovaquia y Bulgaria (noviembre 1989), Rumanía (diciembre de 1989) y posteriormente los países bálticos Estonia, Letonia y Lituania (1991). Por otro lado, en 1989 se reconoció por primera vez de forma oficial las clausulas secretas del Pacto Ribbentrop-Mólotov entre Stalin y Hitler.

Segunda fase del gobierno de Gorbachov (1988-1991)

Debido a la escasos efectos de la Perestroika, Gorbachov fue dando más prioridad a la política de transparencia o glásnost. El líder soviético pretendía conseguir un mayor respaldo político con el objetivo de profundizar en las reformas económicas, obstaculizadas por los miembros más ortodoxos del Comité Central y del Politburó. El 1 de enero de 1988, entró en vigor la Ley de Empresas Estatales, considerada la más importante de la Perestroika. Dicha ley chocaba abiertamente con la mentalidad de la burocracia central, pues permitía flexibilizar el control estatal y aumentar la inversión extranjera. En mayo de 1988, se promulgó la Ley de Cooperativas de la URSS con el fin de promover la actividad en la producción y en el consumo, en régimen de cooperativas. Además se abría la posibilidad de extender esta iniciativa a actividades estatales tales como la construcción de caminos, servicios médicos y jurídicos, proyectos tecnológicos, investigación e innovación, etc. Sin embargo, la falta de una voluntad política clara obstaculizó los intentos de liberalización. Por otro lado, durante este período tuvo lugar la desastrosa retirada de Afganistán, que se había cobrado decenas de miles de vidas además de la pérdida de cuantioso material bélico. Esta retirada supuso un fuerte varapalo para la que había sido junto a Estados Unidos, la mayor potencia militar del mundo, incapaz de sostener el ingente gasto bélico.

Eran necesarios profundos cambios. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos realizados por Gorbachov y su Perestroika, la economía no conseguía despegar. Las huelgas se sucedían ante las expectativas frustradas. A finales de 1989, Gorbachov contó con el asesor económico Petrakov para tratar de mejorar la situación. Por si fuera poco, los aires de cambio ya se empezaban a notar en la población, harta de la doctrina pétrea del partido. Como anécdota, la apertura del primer McDonald’s en Moscú a principios de 1990 causó tanta expectación que formó colas de hasta medio kilómetro de distancia para conseguir algún producto de este establecimiento. Además, durante este período se intensificó la glasnost o transparencia llevada a cabo por Gorbachov. Prueba de ello, en 1989 se llevaron a cabo elecciones libres para elegir a 2.250 diputados que después compondrían el Sóviet, formado por 542 de esos diputados. Aunque no eran elecciones multipartidistas, fueron las primeras en celebrarse en la URSS después de 71 años. Además se llevaron a cabo tres reformas constitucionales en diciembre de 1988, diciembre de 1989 y marzo de 1990. El camino de la URSS hacia la democracia y la economía de libre mercado parecía próximo.

Largas colas durante la apertura del primer McDonald’s en Moscú en 1990

Pese a estas esperanzas, el primer ministro Nikolái Ryzhkov presentó un plan que frenaba la liberalización de la economía en la primavera de 1990. En el mes de mayo, el ministro de Hacienda Pavlov, el de Trabajo Sherbakov y el miembro del consejo presidencial de Gorbachov, Chatalin, se reunieron en Madrid para discutir los desacuerdos que todavía existían en el seno del partido. Sherbakov era partidario de implementar una economía de libre mercado al estilo occidental aunque Pavlov se seguía oponiendo. En julio de 1990, Yavlinsky como asesor de Borís Yeltsin (presidente del Presídium del Sóviet Supremo de Rusia), propuso a Petrakov un plan conjunto para liberalizar la economía. Cuando se le presentó el borrador a Gorbachov, este dio el visto bueno. En el plan de Chatalin y Yavlinsky se contemplaba la privatización de empresas, la liberalización de los precios, una reforma del sistema bancario para abrir líneas de crédito privado y la descentralización del poder en un período de 500 días (el fallido «Plan de los 500 días«). No obstante, Ryzhkov no estaba de acuerdo ya que estas medidas suponían de facto el fin del socialismo y de la Unión Soviética.

Gorbachov trató de mediar entre las dos posturas irreconciliables. Mientras tanto, Yeltsin presentó el «Plan de los 500 días» al Soóviet Supremo de Rusia, siendo aprobado el 11 de septiembre de 1990. Pero de nada sirvió este gesto, pues Ryzkov se mantenía tercamente en sus trece. Gorbachov entonces dejó de lado el «Plan de los 500 días» e intentó fundirlo todo en un informe indeterminado, el cual fue presentado al Soviet en el mes de octubre. Por otro lado, el 17 de marzo de 1991, Gorbachov convocó un referéndum que se llevó a cabo en 9 repúblicas soviéticas (Estonia, Lituania, Letonia, Armenia, Georgia y Moldavia lo rechazaron) para preservar la integridad de la URSS con un 78% de respaldo. Boris Yeltsin aprovechó este referéndum para introducir en la República de Rusia la creación del cargo del presidente de la República. En abril, Gorbachov junto con Yeltsin y los presidentes de ocho repúblicas soviéticas se comprometieron a firmar un nuevo Tratado de la Unión. Más adelante, en el mes de junio de 1991 se celebraron las primeras elecciones presidenciales directas en las que Boris Yeltsin se impuso al ex-primer ministro Ryzkov con un apoyo del 57’3% de los votos.

En el plano internacional, después de mucha insistencia Gorbachov fue invitado a la reunión del G7 en Londres celebrada del 15 al 17 de julio de 1991. El objetivo de esta asistencia era conseguir el apoyo financiero de Occidente para llevar a cabo la transición hacia el libre mercado. El presidente estadounidense George H. W. Bush. se encargó de presentar al G7 las propuestas de reforma económica de la URSS, aunque en su opinión los detalles de estas eran todavía muy vagos. Aunque la respuesta fue en general positiva, Gorbachov fracasó en su intento de conseguir un apoyo sin fisuras por parte de Occidente. Poco después, el 30 de julio de 1991 tuvo lugar la simbólica cumbre entre Bush y Gorbachov en Moscú. Dicha cumbre trascurrió en un ambiente cordial y aunque se acordó la reducción del arsenal nuclear a través de la firma del Tratado START I, no se avanzó tanto como se quería en el terreno económico.

Gorbachov y Bush en 1991

Golpe de estado de 1991 y fin de la URSS

En el plano político, la situación para Gorbachov se encontraba en una posición muy delicada a finales de 1990. Para los aperturistas, el «Plan de los 500 días» había quedado en papel mojado y el desabastecimiento de productos básicos para la población seguía estando presente a pesar de la Perestroika. A su vez, los nostálgicos de la ‘era Brézhnev‘ le echaban en cara la pérdida de hegemonía de la URSS en Europa del Este además de los acuerdos de desarme firmados con Bush. El 17 de junio, el primer ministro Pavlov firme defensor de la línea dura, pidió al Soviet Supremo poderes adicionales para su gobierno en un claro desafío a Gorbachov. A su vez, el ministro de Defensa Yazov y el director de la KGB Kruikov denunciaron el peligro que se cernía sobre la URSS debido a las reformas puestas en marcha. A pesar de estas amenazas, Gorbachov no creyó oportuno hacer cambios en el gobierno.

Finalmente, el 18 de agosto de 1991 tuvo lugar un golpe de Estado promovido por el jefe de la KGB Kruikov, el ministro de Defensa Yazov, el viceministro de Defensa Varennikov, el vicepresidente de la URSS Yanáyev, el primer ministro Pavlov, el presidente del legislativo Lukyanov, el ministro del interior Pugo y el secretario general adjunto del partido Ivasko. Gorbachov se encontrada de vacaciones en Foros (Crimea). Allí fue recibido por una comitiva no demasiado amistosa presidida por Varennikov que lo emplazó a declarar el estado de emergencia o a renunciar. Ante esta situación, Gorbachov se mantuvo firme por lo que los golpistas decidieron cortar sus comunicaciones con el exterior.

Al día siguiente anunciaron que el líder soviético estaba enfermo y que Yanáyev asumía el puesto de presidente provisional. El ejército desplegó tanques y tropas en Moscú. Yeltsin, que no había sido detenido, se desplazó a la sede del parlamento ruso (la llamada Casa Blanca) junto con el primer ministro Silayev y el presidente en funciones del Soviet Supremo Jasbulatov para hacer una declaración conjunta en contra del golpe de Estado y pidiendo el restablecimiento de las comunicaciones con Gorbachov. En una imagen que dio la vuelta al mundo, Yeltsin se subió sin titubear a un tanque ante una multitud de unas 20.000 personas.

Boris Yeltsin sosteniendo unos papeles mientras está subido a un tanque durante el golpe de Estado de 1991

El 20 de agosto, los golpistas enviaron tropas a la Casa Blanca (no confundir con la de Washington D.C.) para detener a Boris Yeltsin. No obstante, la gran multitud agolpada hizo ver al ejército que la detención de Yeltsin hubiese implicado un baño de sangre. Por ello, Yazov dio órdenes de retirada. Para el 21 de agosto, el golpe había fracasado y sus principales protagonistas volaron a Crimea para entrevistarse con Gorbachov, el cual ordenó su arresto inmediato y la reanudación de las comunicaciones. Gorbachov llegó a Moscú para atender a los medios de comunicación y dar por zanjada la crisis. Por otro lado, existen algunas teorías conspiratorias que afirman que Gorbachov sabía de antemano los planes de los golpistas, si bien esto nunca se ha podido corroborar.

El fracaso del golpe de Estado ayudó a profundizar el proceso democratizador de la URSS. Gorbachov cesó a todos los golpistas y Yeltsin le emplazó a sustituirlos por personalidades reformistas. Además Yeltsin prohibió al partido comunista en la República de Rusia. El 24 de agosto, presentaba su dimisión el secretario general del PCUS y los decretos de Yeltsin se extendían a todo el territorio soviético. Como medidas adicionales, se nacionalizaron todas las propiedades del PCUS y sus archivos quedaron a disposición de las autoridades estatales. Esto provocó que muchos secretos que habían permanecido ocultos durante décadas salieran a la luz como el dramático asesinato de la familia imperial rusa, entre otros muchos.

Este proceso condujo a la declaración de independencia de las antiguas repúblicas soviéticas: Ucrania (24 de agosto), Moldavia (día 27), Azerbaiyán (día 30), Kirguizistán (día 31), Estonia, Letonia, Lituania (6 de septiembre), Tayikistán (día 9), Armenia (día 21) y Turkmenistán (27 de octubre). El 8 de diciembre, los líderes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia firmaron el Tratado de Belavezha y conformaron la Comunidad de Estados Independientes (CEI), que no fue del agrado de Gorbachov. El 21 de diciembre se amplió la CEI a Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán, Armenia, Moldavia y Azerbaiyán. Georgia lo haría en 1993 mientras que las repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) nunca mostraron el menor interés ya que preferían integrarse dentro de la Unión Europea y en la OTAN, lográndolo en el año 2004.

El 24 de diciembre, Boris Yeltsin informó al secretario general de la ONU que la URSS se había disuelto y que a partir de ahora la Federación de Rusia sería su estado sucesor. A pesar de haber ostentado el poder durante seis intensos años y de haber sido incluso galardonado con el Premio Nobel de la Paz (1990), Gorbachov presentó un perfil bajo en los últimos meses. El día de Navidad, el que posiblemente fuera el líder más carismático de la historia de la URSS, presentó su dimisión en un discurso televisado de 12 minutos, transfiriendo el poder a Boris Yeltsin. Al día siguiente, el Sóviet Supremo reconoció su renuncia así como la desaparición oficial de la URSS. La Guerra Fría había terminado, dejando el camino libre a los Estados Unidos de América como única superpotencia mundial. Una nueva era llena de incertidumbre pero también de optimismo e ilusiones se abría paso en las páginas de la historia.

Bibliografía:

Galán, E. J. (2014). Historia del mundo contada para escépticos. Editorial Planeta, Barcelona.

Gorbachov, M. (1998). Memoirs, Doubleday.

Gorbachov, M. (1988). Perestroika: New Thinking for Our Country and the World, Perennial Library, Harper & Row.

Motos S., E. M. (2021). Historia del comunismo. Editorial Sekotia, S. L.

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