La enigmática tribu de Sentinel del Norte

En la sociedad que habitamos, el empuje imparable de la globalización se ha extendido hasta el lugar más recóndito del planeta. No obstante, todavía existen algunos enclaves prácticamente desconocidos a ojos de la civilización y más vale que así siga siendo. Hablamos de la misteriosa isla de Sentinel del Norte, perteneciente al archipiélago de las islas Andamán y Nicobar (océano Índico). A pesar de su entorno paradisíaco, en esta isla habita una de las tribus más peligrosas e inaccesibles del mundo entero.

Isla de Sentinel del Norte vista desde vía satélite

Características de la isla

La misteriosa isla de Sentinel del Norte tiene un aspecto cuadrangular con una extensión aproximada de 72 km2 y está localizada al oeste del golfo de Bengala. Su vegetación es de tipo selvático y no dispone de ningún puerto natural. Su punto más alto está situado a una altitud de unos 98 metros. El tsunami del sureste asiático de 2004 afectó de lleno a la isla, levantándola entre uno y dos metros y ampliando sus límites en todas direcciones mediante su unión con el cercano islote boscoso Constance. Sentinel del Norte ha estado habitada desde las primeras migraciones del homo sapiens del continente africano. No obstante, debido a la extrema hostilidad de sus pobladores nunca ha sido posible una exploración como tal de esta isla tan llena de interrogantes e incógnitas.

Tribu de Sentinel del Norte y estatus de la isla

Son muy pocos los datos que se conocen de la enigmática tribu que habita Sentinel del Norte. Lo que sí se ha podido constatar es que se trata de una sociedad de cazadores-recolectores (no poseen agricultura ni ganadería) de tez oscura provenientes de África que vive en completo aislamiento del resto del mundo. Se piensa que pudieron haber colonizado la isla hace unos 60.000-75.000 años y se desconoce si hacen uso del fuego. Tampoco se sabe con seguridad el número exacto de individuos que compone esta tribu, si bien algunas estimaciones hablan de entre 50 y 400 personas. Para su supervivencia se dedican a la caza y a la pesca en las aguas costeras por medio de canoas angostas. Es de destacar que dicha tribu ha logrado convivir durante decenas de miles de años con su entorno natural sin apenas dañarlo creando una perfecta biocenosis sostenible.

Aunque la isla de Sentinel del Norte entra dentro de la jurisdicción de la India, su gobierno no ha mostrado el más mínimo interés en llevar a cabo una ocupación de la isla ni en firmar ningún tratado oficial con sus habitantes. A su vez, los sentineleses no han reconocido de modo alguno la soberanía de la India sobre su isla. Debido a esta situación, la isla de Sentinel del Norte se podría considerar como una entidad soberana bajo la protección de la India, una región autónoma de facto. El gobierno de la India ha prohibido tajantemente a los curiosos entrar en contacto con esta belicosa tribu desde el 2005, pues se enfrentan a una más que probable muerte violenta a manos de los indígenas. Por otro lado, cualquier visitante externo podría afectar de forma irremediable a este entorno tan singular al portar agentes potencialmente patógenos para sus habitantes.

Sentineleses armados con arcos y flechas. Fuente: elmundo

Contactos con la civilización

Cuando la civilización entra en contacto con una tribu indígena, por lo general esto suele ocasionar sucesos bastante traumáticos. Sin embargo, el interés por conocer más de cerca a este grupo humano ha ocasionado una serie de contactos con mayor o menor éxito. Las crónicas de Marco Polo hablaban de tribus extremadamente salvajes que habitaban en algunas islas del Índico. Varios siglos después, en enero de 1880 una expedición británica al mando de Maurice Vidal Portman llegó a Sentinel del Norte para tomar contacto con sus habitantes. Al arribar a la isla, encontraron aldeas y caminos pero ni rastro de indígenas. Tras varios días de búsqueda encontraron a una pareja de ancianos y a cuatro niños. Estos nativos fueron transportados a Port Blair, la capital de las islas Andamán, bajo la excusa del ‘interés de la ciencia’. La pareja de ancianos murió poco después y los niños fueron llevados de nuevo a su hogar portando algunos regalos para sus allegados. Se desconoce cual fue su destino, aunque parece ser que este regreso podría haber motivado las reacciones violentas de los sentineleses en los años siguientes.

Mucho más tarde entre la década de 1970 y principios de los 90, el antropólogo Triloknath Pandit logró estudiar algunos comportamientos de esta tribu. Debido al naufragio del barquero Primrose en los arrecifes de Sentinel del Norte en 1981, los nativos aprovecharon sus restos para fabricar lanzas con puntas de metal. Algunos estipularon que este hecho provocó su salto desde la Prehistoria hasta la Edad del Hierro, aunque esto no sería del todo cierto ya que los sentineleses no conocen la metalurgia por sí mismos. En los años 80, se intensificaron los encuentros con los sentineleses dejándoles regalos como plátanos o cocos. Unas veces respondían amistosamente pero en otras ocasiones eran hostiles. En 1991, la tribu recibió a una comitiva del exterior por primera vez sin armas. No obstante, esta pacífica actitud despareció con el tiempo. Tras el tsunami de 2004, un helicóptero sobrevoló la zona para comprobar si los sentineleses habían sobrevivido al desastre, lo que resultó ser cierto al recibir una lluvia de flechas. El hecho de sobrevivir a semejante catástrofe se puede explicar debido a la tradición oral transmitida de generación en generación de refugiarse en lugares elevados cuando tienen lugar fuertes temblores.

Son numerosas las historias acerca de pescadores o curiosos muertos a manos de los sentineleses. Más recientemente en 2015, el diario británico Daily Mail llevó a cabo un reportaje sobre esta isla. Solo tres años después, un misionero estadounidense llamado John Allen Chau intentó evangelizar a esta tribu sin éxito. Para llegar a la isla contó con la ayuda de pescadores locales a los que había sobornado previamente. Pese a sus ‘honorables’ intenciones, a los sentineleses no les pareció tan buena idea su visita. Tras un primer intento fallido, el desafortunado misionero murió atravesado por una flecha en el siguiente encuentro y su cuerpo fue abandonado en la playa para posteriormente ser enterrado por los nativos. No es de extrañar este recibimiento tan poco amistoso, pues los sentineleses son plenamente conscientes de que un contacto con la civilización aunque efímero, podría acabar con su forma de vida y tradiciones. Los anteriores encuentros que tuvieron así lo confirman.

Por otro lado, el hecho de que los sentineleses hayan permanecido aislados de la civilización durante tantos miles de años ha ocasionado que no hayan desarrollo un sistema inmunológico eficaz contra muchas de las enfermedades del mundo moderno como la gripe o el sarampión. Por esta razón, aunque se intentara un acercamiento de carácter pacífico por ambas partes, esto resultaría una gran temeridad ya que les podría provocar una altísima mortalidad que borrara a esta tribu de la faz de la tierra. A causa de esta posibilidad tan espantosa, es preferible que los sentineleses sigan su particular recorrido totalmente ajenos a la problemática del resto de la humanidad. Survival International, el movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas, lucha para que esta tribu no sea molestada por ningún elemento procedente del exterior. Por el bien de los sentineleses y de los temerarios que desean arriesgar su vida, más vale que así sea.

El misionero John Allen Chau. Fuente: bbc.com

Bibliografía:

BBC News Mundo. (2018). ‘John Allen Chau: quién era el estadounidense que murió a flechazos tras contactar con una tribu aislada de la India. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-46298826

Milenio Digital. (2018). ‘Sentinel del Norte, la isla más hostil y alejada del mundo’. https://www.milenio.com/internacional/sentinel-norte-isla-hostil-alejada-mundo

Osuna, P. (2021).’Sentinel, la isla más hostil del planeta: sus habitantes viven en la Prehistoria y matan a quien se acerque’. Elmundo Viajes. https://www.elmundo.es/viajes/asia/2020/10/10/5f7d7cd3fc6c8309488b461d.html

Foto de portada de elmundo.es

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