El mandatario Fidel Castro (1926-2016), sufrió nada más y nada menos que 638 intentos de asesinato según las estimaciones de los servicios de inteligencia de Cuba. Aunque este número es considerado exagerado en diversos ámbitos, la obsesión por acabar con la vida del emblemático líder revolucionario fue una constante a lo largo de los sucesivos gobiernos estadounidenses. Pese a la extrema minuciosidad de algunos planes, ninguno de ellos logró su objetivo final: eliminar a Castro.
Fidel Castro, un líder incómodo para Estados Unidos
Fidel Alejandro Castro Ruz ya era un viejo conocido de la CIA sobre todo a raíz del levantamiento fallido en el asalto al Cuartel Moncada contra Fulgencio Batista el 26 de julio de 1953. Pero lejos de darse por vencido, Castro siguió adelante con sus planes de derrocar al dictador cubano. Refugiado con sus hombres en Sierra Maestra, organizó una guerra de guerrillas hasta la caída definitiva de Batista el 1 de enero de 1959. Antes de la Revolución, ya se produjeron las primeras tentativas de asesinato según la opinión del teniente coronel José Miguel Abreu. El mismo Che Guevara recogió en su diario diversas ejecuciones de personalidades encargadas de acabar con Castro como las de Filiberto Mora o Eutimio Guerra. Otro intento frustrado fue el del norteamericano Robert Nye, capturado justo a tiempo por las fuerzas cubanas.
Tras su llegada al poder, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética no tenían demasiado claras las verdaderas intenciones de Fidel Castro. De hecho, en abril de 1959 realizó una gira por el país norteamericano donde tuvo multitud de admiradores. Pero bajo la aparente imagen idílica del líder cubano mostrada en los medios, se escondían otros proyectos. En los primeros meses de 1959 se llevó a cabo un intenso programa socialista como la Ley de Reforma Agraria, por la cual se expropiaron extensiones de terreno privados para repartirlas entre los campesinos. Para los meses de julio y agosto, la CIA ya planeaba su reemplazo ante la imposibilidad de un entendimiento con Estados Unidos. De esta manera, se produjo el nacimiento de una auténtica obsesión por acabar con este mandatario tan incómodo para los intereses estadounidenses.
Planes para eliminar a Fidel Castro: aerosoles, habanos, bolígrafos, caracolas bomba y trajes de buceo
Uno de las primeras tentativas para acabar con Fidel Castro diseñada entre marzo y agosto de 1960, fue el de rociar con un potente aerosol el estudio radiofónico desde el cual retransmitía sus famosos discursos. No obstante, se desechó este plan por las escasas expectativas de éxito. En otra ocasión, se planeó eliminar la barba de Castro por su alto simbolismo. Este plan surrealista consistía en rociar con sales de talio sus zapatos durante una de sus estancias en el extranjero. Al atarse los cordones, Fidel se impregnaría de estas sales con sus manos y al mesarse la barba, esta se caería perdiendo el principal atractivo para sus seguidores. Sin embargo, como ocurrió en el anterior caso, tampoco se vio demasiado clara su puesta en marcha.
Por otro lado, era muy conocida la afición de Castro a los puros habanos, por lo que se produjo otra intentona al rociar una caja con LSD para que se tomase uno justo antes de que pronunciase uno de sus discursos. No obstante el oficial encargado de esta misión, Jake Esterline, renunció a su cometido ante el temor de convertirse en víctima de sus propios puros. Otro plan relacionado con los puros fue el orquestado por Edward Gunn, responsable de los servicios médicos de la División de Operaciones. De su siniestro laboratorio salieron diversas sustancias tóxicas como la botulina, destinada a contaminar cincuenta habanos para uso personal de Fidel Castro. Pese a las prometedoras expectativas, el líder cubano no llegó a probar ni uno solo de aquellos habanos. Ante la imposibilidad de garantizar un envío seguro, Gunn destruiría la mortífera caja en 1961. Gunn propuso otra forma de matar a Castro mediante la introducción de una aguja hipodérmica en un bolígrafo, aunque finalmente no se llevó a cabo.
Otra de las aficiones de Castro era el buceo submarino, por lo que se proyectó ocultar un explosivo dentro de una caracola que resultara especialmente llamativa para el líder cubano. Sin embargo, el tamaño de los moluscos era demasiado pequeño para adaptarse a las dimensiones del explosivo. El mundo submarino tuvo otro proyecto frustrado de la mano del abogado James Donovan, quien mantenía una relación estrecha con Castro después de llevar a cabo la repatriación de los soldados prisioneros de la fallida invasión de la Bahía de Cochinos. La CIA entregó a Donovan un traje de neopreno con sustancias tóxicas para regalárselo a Castro, a lo que el abogado se negó alegando que no era un asesino sino un negociador. En su lugar, le regaló un traje de neopreno y un reloj de buceo totalmente inofensivos. Por suerte para el líder cubano.
La increíble historia de la espía Marita Lorenz
La espía Marita Lorenz reunió todos los elementos perfectos para la elaboración de una novela de intriga: espionaje, pasión y asesinato. Originaria de Bremen, sufrió los horrores del campo de concentración de Bergen-Belsen. Al finalizar la guerra, emigró a Estados Unidos junto a su familia. Su primer encuentro con Fidel Castro ocurrió durante una travesía en 1959 a bordo del transatlántico Berlín, capitaneado por su padre. En una parada en La Habana, conoció a un apuesto joven que no era otro sino el carismático líder de la isla: ‘Yo soy Cuba, comandante Fidel Castro’. Ese primer contacto la dejó cautivada. En su vuelta a Nueva York, Fidel le envió un avión y Marita regresó a la isla, donde convivió con él durante siete meses en el hotel Habana Libre. A raíz de esta relación, Marita quedó embarazada y después fue supuestamente obligada a abortar.
Sin embargo, las circunstancias de este hecho son todavía objeto de especulación pues la propia Marita dio múltiples versiones. En una de ellas, narró cómo la habían drogado para posteriormente despertar en un consultorio médico y ser llevada de vuelta a Estados Unidos. Otra versión afirma que fue secuestrada y drogada por agentes de la CIA para después llevar a cabo el aborto. Lo que sí es seguro es que ingresó en un hospital neoyorquino para tratarse de unas heridas compatibles con la interrupción de un embarazo. Despechada por el abandono de Fidel, Marita aceptó el encargo de la CIA para asesinarlo. El plan consistía en viajar a la Habana, reunirse con Fidel y administrarle unas pastillas letales. Sin embargo, al llegar a Cuba, Marita comenzó a dudar.
En la habitación 2408 del hotel Hilton, la espía decidió arrojar las pastillas al bidé. Poco después, entró Fidel a la habitación y le preguntó si estaba allí para matarlo. Posteriormente le tendió una pistola y le dijo que lo hiciera en ese momento, a lo que Marita se negó pues seguía enamorada. Castro sentenció: ‘No puedes matarme, nadie puede matarme‘. Tras este momento crucial, Marita y Fidel mantuvieron relaciones y poco después la historia entre ambos terminó. Marita regresó a Estados Unidos donde permaneció un tiempo vinculada a la CIA. Más tarde, en 1981 Marita regresó a Cuba donde conoció al supuesto hijo fruto de su relación con Fidel Castro, Andrés. En años posteriores, Marita siempre recordó con cierta añoranza y pesar su aventura con el líder cubano hasta el final de sus días.
El mortífero batido de chocolate
En 1963, la sobrina del expresidente cubano Ramón Grau llamada Leopoldina Polita Grau, participó en el plan que más cerca estuvo de acabar con el líder cubano. Para la consecución de esta estratagema se decidió emplear un aparentemente ‘inofensivo’ batido de chocolate. El emplazamiento escogido fue el simbólico hotel Habana Libre, lugar frecuentemente visitado por Fidel Castro. Polita distribuyó varias píldoras mortíferas a los trabajadores del hotel para que estos se la administrasen secretamente mezcladas en su bebida. Otra opción mucho más rebuscada de este plan, contemplaba asesinar primero a una personalidad destacada del régimen en la cafetería El Recodo y después disparar contra Fidel Castro mientras tenía lugar el funeral de Estado.
Después de un año preparando el complot, el líder cubano apareció en el bar y pidió un batido de chocolate. Cada día, el barman Santos Pérez realizaba su habitual cometido: primero sacaba la píldora de la taquilla y la colocaba en la parte trasera de un frigorífico donde estaba escondida hasta finalizar su turno, momento en el que regresaba a su escondite. El día que hizo su aparición Fidel, procedió a preparar los ingredientes (azúcar, leche y chocolate) en la batidora. Pero cual fue su sorpresa que cuando quiso ir a por la píldora, esta se había quedado adherida al serpentín de la nevera a causa de las bajas temperaturas derramando su contenido. Como consecuencia de este revés, el batido no pudo contener el ingrediente estrella. Para mayor colmo del barman, Fidel disfrutó como un niño de aquel suculento batido, agradeciendo su exquisitez.
Otras tentativas de asesinato a la vieja usanza
Hemos visto algunos de las planes más extravagantes e imaginativos para atentar contra Fidel Castro. No obstante, el líder revolucionario siempre estuvo en el punto de mira de sicarios, contrarrevolucionarios o militares estadounidenses. La Operación Mangosta, ideada por el presidente Eisenhower e implementada por la administración Kennedy, involucró a la CIA, al Pentágono y al Departamento de Estado. El objetivo principal de esta operación era el derrocamiento del régimen castrista mediante sanciones económicas y políticas. Entre sus variadas actividades destacaron intentos de asesinato, asaltos contra comunidades campesinas, tentativas de levantamientos armados, sabotajes en plantas industriales, quema de plantaciones azucareras y destrucción de centrales eléctricas, entre otras. A pesar de todos los recursos movilizados con el objetivo de derrocar al régimen, Fidel Castro no se daba por vencido tan fácilmente.
La Operación Patty combinaba ataques con morteros a la base norteamericana de Guantánamo para simular ser víctimas del gobierno cubano junto con otras contundentes acciones como ametrallar a Fidel Castro desde una casa cercana a la Plaza de la Revolución y a su hermano Raúl en el estadio Santiago de Cuba. A su vez, se atentaría contra otros objetivos como la refinería Hermanos Díaz. Sin embargo, cuatro días antes de llevar a cabo la siniestra operación, los responsables fueron detenidos por la inteligencia cubana. El Plan Liborio contemplaba una campaña de atentados a manos de grupos contrarrevolucionarios contra las principales autoridades del régimen castrista. El artífice de la operación era un ingeniero agrónomo llamado José Pujals Mederos. Pero este también fue detenido el 8 de agosto de 1961, desbaratando el plan. Contra todo pronóstico, Fidel Castro sobrevivió a todas y cada una de las tentativas orquestadas por hasta once presidentes estadounidenses. Si bien muchos alegan cierta propaganda por parte del régimen castrista, esta supervivencia significó todo un logro para el líder revolucionario.
Bibliografía:
Cardona, P. (2021). Osos, átomos y espías. Principal de los Libros, Barcelona.
Edwards J. (2006). Persona non grata. Alfaguara. Madrid.
El Heraldo. ‘Los 638 intentos para matar a Fidel Castro’. https://www.elheraldo.co/mundo/los-638-intentos-para-matar-fidel-castro-306113