Antecedentes al bloqueo naval, el contexto hispanoamericano
La situación de Hispanoamérica tras 1811 fue de guerra entre americanos y peninsulares. Terminando por la retirada de las fuerzas expedicionarias de la Corona en 1824, tras la derrota en Ayacucho, se rompería el único dique americano contra otros poderes. La expedición a México, por otro lado, jamás llegó.
En sucesiva, las nacientes repúblicas se batirían en largos conflictos civiles. Sería notable la inestabilidad política, a merced de los nuevos hegemones locales, el Reino Unido de Gran Bretaña y los Estados Unidos de América.
Después de la desintegración del Imperio español, la mayor intervención la hizo Napoleón III en el período 1862-1867, en México. Con la excusa de la deuda externa, termina estableciendo una suerte de Imperio mexicano con un Habsburgo en el trono.
Pero en el caso venezolano, después de una cruenta guerra civil entre federales y centralistas, el Reino Unido desmembró el territorio de los Estados Unidos de Venezuela. Ilustra muy bien esta situación de inestabilidad la crisis de 1895 respecto a Guyana y la penetración británica en territorio venezolano, tratando de extender la frontera a El Callao desde mucho antes.
Bloqueo naval a Venezuela
Venezuela para 1902 se encontraba en lo que podía catalogarse una crisis financiera, producto de políticas monetarias poco sólidas y de una economía poco diversificada, todavía no marcada por la explotación petrolera en masa.
A raíz de esta crisis, el presidente Cipriano Castro no pudo seguir sosteniendo la carga de la deuda externa y declaró no poder pagar los préstamos y reembolsos a naciones como Gran Bretaña, Alemania e Italia. Por supuesto, muchas de las deudas de Venezuela datan de la época de Bolívar.
Acostumbrados a las expediciones punitivas a lo largo del globo, dignas del nuevo imperialismo, las potencias implicadas en la deuda externa venezolana organizaron una expedición conjunta destinada a bloquear y bombardear los puertos marítimos venezolanos, así como secuestrar todo buque mercante y cañonera bajo bandera venezolana.
Antes del bloqueo
En 1901, tanto en el Reino Unido como en Alemania la clase política discutía el no poder garantizar sus intereses en Venezuela y la imposibilidad de protegerlos por otras vías que no fueren las violentas. Así, la reticente Alemania, se convenció de la posibilidad de hacerlo al ver que el Reino Unido estaba dispuesto a intervenir. En noviembre de 1902 se concretó el acuerdo de expedición punitiva y bloqueo naval a Venezuela cuando Guillermo fue a visitar a su tío, el rey Eduardo VII.
La deuda y la negativa de Cipriano Castro
Alemania, en concepto de reembolsos, solicitó el 31 de diciembre de 1901 1.718.815 bolívares en relación a una veintena de ciudades alemanas perjudicados entre 1898-1900. El 20 de febrero, por su lado, el Reino Unido solicitó que se le pagaran 36.401 bolívares para siete ciudadanos suyos. (Hill, 1965, pp. 110-113).
Italia, también con intereses en Venezuela, solicitó un reembolso por 2.810.255 bolívares para 123 reclamantes, mayoritariamente familias (Fonzo, 2014, p. 91). Se ha llegado a decir que se trata de cifras infladas, motivadas por la ansia italiana de intervenir en Hispanoamérica y aumentar su influencia.
La reacción inicial de los Estados Unidos
Estados Unidos de América, que había reformado su Doctrina Monroe en 1895 producto de la crisis anglo-venezolana, vio preocupante la intervención europea a pesar de que, en principio, el presidente Theodore Roosevelt se negó a servir de árbitro entre Venezuela y las potencias europeas. No obstante, Renehan (2007) considera que Estados Unidos procuró un arreglo por medios clandestinos desde el primer momento. (p. 98).
El 24 de noviembre de 1902, tras aviso de las potencias que se destinaban a llevar el bloqueo adelante, Roosevelt manifestó que no se opondría a una intervención con la única condición de que no incluyera adquisición territorial de ningún tipo. Tenía profundas diferencias con Cipriano Castro y dejó claro que este merecía castigo.
Permitió a Herbert W. Bowen que fungiera como Comisionado Especial para Venezuela para lograr una salida negociada con Alemania. El presidente Roosevelt al saber que tanto el Reino Unido como Italia deseaban un arbitraje, puso como blanco al Emperador alemán.
Cuando von Holleben visitó la Casa Blanca, y la crisis había escalado, Roosevelt le dejó encomendado que le advirtiera al Emperador que de no llegar a ninguna negociación en la crisis venezolana, y no retirar la flota en costas venezolanas, la flota estadounidense al mando del almirante Dewey defendería a Venezuela de cualquier agresión de Alemania.
Repercusiones en el Derecho Internacional
En 1904, La Haya decidió que Venezuela tenía que pagar a las potencias que ejercían el bloqueo mientras que el debate en torno a la intervención y el temor de las naciones hispanoamericanas ya había generado que en 1902 se estableciera la Doctrina Drago.
Obra del argentino Luis María Drago, se consideraba un corolario de la Doctrina Monroe, y se dejaba de forma manifiesta que ninguna deuda debía ser cobrada por una potencia o nación extranjera mediante el uso de la fuerza o por medio de la ocupación de su territorio.
En 1906, se debatió en la Tercera Conferencia Panamericana y un año después, se discutió en La Haya. Su aprobación se lograría este mismo año con las enmiendas propuestas por Horace Porter. Más que una victoria de las repúblicas hispanoamericanas, puede considerarse una victoria del panamericanismo y de la hegemonía de Estados Unidos.
Los poderes internacionales y la hegemonía
Mitchell (1996) acierta cuando dice que el bloqueo de las costas venezolanas clarificó la balanza de poder en el Caribe. Es decir, la retirada británica, el ascenso de los Estados Unidos y la irrelevancia alemana.
El hecho de que existiera la Doctrina Monroe ya ponía en serios problemas a los poderes europeos, ¿qué otra cosa podían hacer si no podían ocupar el territorio venezolano? Esta gran contradicción queda patente cuando Cipriano Castro se niega a ceder a las demandas anglo-germanas.
Se puede decir que de los poderes implicados, Alemania fue el que salió en peor postura. Sufrió todo el ataque mediático de la prensa americana y británica. Se les consideró warmongers y con una clase política tan polarizada como la británica, además de los intereses contrarios en Europa y África, las relaciones entre el Reino Unido y Alemania no tardarían en deteriorarse más que salir beneficiadas por la crisis en Venezuela.
La ofensiva europea y la respuesta venezolana
Los británicos enviaron ocho barcos al Caribe venezolano, a los que se sumaron cuatro barcos alemanes. El plan alemán era que Reino Unido llevara la delantera, se viera como la imagen del bloqueo. Entre las acciones bélicas se cuentan el hundimiento de dos barcos venezolanos, el apoderamiento de todos los barcos venezolanos a disposición y el bombardeo británico de Puerto Cabello.
Cipriano Castro, frente a la creencia de los británicos y alemanes, demostró una resistencia sin igual. En respuesta, mandó a detener a más de doscientos alemanes y británicos residentes en Venezuela.
Italia se une al bloqueo naval
Italia no fue considerada, en principio, por Alemania y Reino Unido. De hecho, Italia llegó a protestar a Alemania el no informarle sobre la situación en Venezuela e incluirle, puesto que ambos no solo tenían intereses en Venezuela sino que eran aliados. Es posible que se haya debido a la negativa alemana de irritar a los Estados Unidos con la inclusión de otra nación europea.
El Reino de Italia siguió insistiendo, alegando que ya tenía un barco desplegado. A pesar de conseguir el apoyo británico —aparentemente por unas concesiones en la Somalia italiana—, logró participar en la segunda fase de la operación. En el bloqueo, no así en la demostración naval.
Con la negativa venezolana de pagar reembolsos el día 13 de diciembre, y la ruptura de relaciones diplomáticas —el día 16—, el 17 de diciembre Italia se unía al bloqueo y comenzaba a coordinarse navalmente con Alemania y Reino Unido. Estados Unidos no dejaría de intervenir a Italia, tal cual lo hizo con las otras dos naciones, de llegar a un arbitraje con Venezuela.
El Bausán, el único barco italiano en el Caribe para diciembre, capturó algunas embarcaciones venezolanas pero su participación, más bien, sería limitada. Hasta que en enero de 1903 se le unieron el Carlo Alberto y a mitad de mes, el Elba. El cómputo de barcos de la expedición era de quince.
La presencia italiana se consideró menor, silenciosa e incluso indeseable para el resto de las potencias. En la prensa norteamericana, era casi insignificante frente al impacto mediático que tenía Alemania. Pasaron de un entusiasmo en intervenir en Venezuela a una política de conciliación mucho más acentuada que la de Alemania o Reino Unido.
El fin de la crisis
En suma, se puede afirmar que Estados Unidos logró lo deseado con poca o nula coacción. Impuso su hegemonía sobre el continente americano y el Caribe, en el que ya no cabían más poderes foráneos. Logró el arbitraje entre las naciones europeas y Venezuela.
Por otro lado, Venezuela quedó profundamente golpeada en lo económico. Huelga decir que Venezuela ya sufría en lo doméstico.
Algunas compañías norteamericanas como la New York & Bermúdez Company o la Orinoco Steamship Company habían financiado a los rebeldes de Manuel Antonio Matos en noviembre de 1901, quienes se creía que iban a triunfar hasta que en La Victoria, sufrieron una cruenta derrota a manos del general Gómez. La guerra devastó las arcas y el bloqueo naval sobre los puertos venezolanos solo empeoró el asunto.
Las naciones europeas lograron que se les reconociera sus deudas en Venezuela pero salieron, diciéndolo de otra forma, por la puerta de atrás. El sueño de una Hispanoamérica como periferia del librecomercio se acabó, el destino de Hispanoamérica ahora estaba regido por los Estados Unidos y el panamericanismo. La proyección atlántica y, a la vez, pacífica de EE.UU ya hacía ver su poderío y lo ratificaría con su victoria en la Primera Guerra Mundial, doce años después.
Cipriano Castro no pasaría de 1908 cuando en un viaje a Europa, es derrocado por el general Juan Vicente Gómez. Para Venezuela, con el general Gómez, empezaría una nueva era de orden y progreso. Una sin guerras civiles, ni rebeliones ni países mancillando el prestigio nacional venezolano.
Los protocolos
El 17 de febrero de 1903, Estados Unidos y Venezuela firmaron un acuerdo internacional. Entre sus promotores, se encuentran John Hay y Herbert W. Bowen. De acuerdo a este protocolo, Venezuela pagaría su deuda a plazos con el 30 % de sus ingresos de aduana —artículo V—.
Otro acuerdo, entre las naciones implicadas en el bloqueo y Venezuela, se suscribió el 07 de mayo de 1903. En él, se insta al Emperador de Rusia, o Zar de Rusia, a nombrar tres miembros de la Corte de La Haya, tres árbitros para determinar lo relacionado al litigio entre Venezuela, Italia, Alemania y Reino Unido. Cualquier nación, de acuerdo al artículo VI, que tenga intereses o reclamos contra Venezuela podrá unirse al arbitraje.
En el artículo primero se ratifica el pago en cuotas de 30% según las ganancias de las aduanas, punto acordado previamente con los Estados Unidos de América en el protocolo previo. Al acuerdo se sumaron adicionalmente Francia, Bélgica, Países Bajos, Suecia, Noruega y México.
Así, finalizaba la crisis en Venezuela con estrepitosos resultados para las partes implicadas y un notorio éxito para los Estados Unidos, coronado hegemón de la región.
Bibliografía:
- Fonzo, E. (2015). Italia y el bloqueo naval de Venezuela (1902-1903). Cultura Latinoamericana. Revista de Estudios Interculturales, 35-61.
- Healy, D. (1998). Drive to Hegemony: The United States in the Caribbean, 1898-1917. Madison: University of Wisconsin Press.
- Hill, H.C. (1965). Roosevelt and the Caribbean. New York: Russell & Russell.
- Mitchell, N. (1996). The Height of German Challenge: The Venezuela Blockade, 1902-3. Diplomatic History, 20(2), 185-209.
- Renehan, E.J. (2007). The Monroe Doctrine: The Cornerstone of American Foreign Policy. New York: Chelsea House Publishers.
- Thompson, J.M. (2019). Great Power Rising: Theodore Roosevelt and the Politics of U.S. Foreign Policy. New York: Oxford University Press.