La olvidada guerra del Chaco

De 1932 a 1935 se enfrentaron Bolivia y Paraguay en una cruenta guerra por la posesión de la región del Chaco Boreal.

Soldado paraguayo en El Chaco
Soldado paraguayo en el Chaco con una ametralladora ligera ZB vz. 26.

El Gran Chaco

Antes de profundizar en el conflicto, es necesario describir la región disputada. El Chaco tiene una longitud de unos 1.500 kilómetros del norte al sur con un ancho de 700 kilómetros, dando como resultado un área de 1.000.000 kilómetros cuadrados.

La región se divide en el Chaco Sur o Austral, entre los ríos Salado y Bermejo, el Chaco Central entre los ríos Bermejo y Pilcomayo junto al Chaco Norte o Boreal, entre los ríos Pilcomayo, Otuquis, Parapití y Paraguay, la serranía de Aguaragüe y los bañados de Izozog. Constituye un punto de encuentro entre Bolivia, Paraguay y Argentina.

El Chaco Boreal

El Chaco Boreal es el escenario del conflicto entre los años 1932 y 1935. Geográficamente es una llanura sin ríos navegables, unos 260.000 kilómetros cuadrados divididos en dos regiones: el Alto Chaco y el Bajo Chaco.

Ambas divisiones del Chaco Boreal tienen precipitaciones muy bajas. El Alto Chaco contiene una densa red de bosques mientras que el Bajo Chaco es una pradera árida donde pueden apreciarse pocos árboles y pastizales.

La temperatura suele pueden alcanzar los 40-45º C o incluso los 50º C si no hay ninguna sombra. En invierno, las temperaturas suelen ser más extremas: alcanzando los -3º C en la noche. Es posible imaginarse las duras condiciones que vivieron soldados de ambos bandos, de ahí que se le bautizara el «infierno verde».

La fauna es menos esperanzadora aún; incluye jaguares, pumas, cocodrilos, serpientes en su gran mayoría letales por ser venenosas y una variedad de insectos recordada por los veteranos del Chaco.

Imagen del Gran Chaco, en la que el Chaco Boreal ocupa la extensa zona al norte del río Pilcomayo-Paraguay, es decir la hoy repartida entre los países de Paraguay, Bolivia y Brasil
Recursos y actividad humana

En relación a su actividad humana, las profundidades del Chaco estaban únicamente pobladas por aborígenes de distintas etnias. A estos le siguen personal militar y misiones religiosas que desde los veinte estaban colonizando la región.

Para la época, habían unos cuantos puertos en el banco oeste del río Paraguay. Por lo general, eran propiedad de compañías extranjeras de origen norteamericano y argentino. Compañías que llegaron a construir complejos fabriles sobre bosques vírgenes del Chaco. El ejército paraguayo, por ejemplo, se valió de 145 kilómetros de líneas ferroviarias. (Sapienza, 2018, p. 4).

En el Chaco abundaba el árbol quebracho, ocasionalmente llamado oro rojo. Fuertemente apreciado por los argentinos, era una fuente para producir vino y cuero. Los pueblos que vivían en el Chaco Boreal solían vivir de la pesca y de la ganadería.

¿La guerra en el Chaco fue por petróleo?

Tiene relación con el petróleo, sí pero no es una guerra por petróleo, ni una guerra hecha por la Standard Oil como sentenció Huey Long o dejó por sentado el historiador Herbert Klein. El Chaco Boreal no es una región rica en recursos pero tiene la ventaja de que el curso del río Paraguay tiene una desembocadura en el atlántico.

Con el control del Chaco Boreal, Bolivia podía procurarse el derecho que había perdido después de la Guerra del Pacífico: el de tener salida al mar.

Para desgracia de Bolivia, era imposible que buques petroleros navegaran por el río para sacar el petróleo del interior de Bolivia. Es evidente que la Standard Oil, nacionalizada en 1937 por el gobierno boliviano, ya ha había perdido el interés sobre el crudo boliviano a raíz de que Argentina se negaba a franquearle el paso a su crudo exportable.

De las concesiones bolivianas a la Standard Oil, en un período de quince años, solo llegaron a perforarse 31 pozos, de los cuales solo tres llegaron a ser explotados. Sólo hubo dos refinerías locales y cerró el pozo Bermejo, ya que las operaciones se habían reducido al mínimo.

Sentada la paz entre las naciones implicadas en el conflicto, nació un creciente interés en Argentina por Bolivia y un enfrentamiento no frontal pero sí silencioso entre Argentina y los Estados Unidos. Por un lado, Estados Unidos creía que Argentina se beneficiaba del crudo de su compañía, nacionalizada por Bolivia. Por otro, Argentina ahora sí daba la oportunidad a Bolivia de sacar su crudo por medio de la empresa petrolera boliviana, sucesora de la Standard Oil, YPFB. La producción petrolera boliviana aumentó en un 70%. (Archondo, 2007, pp. 35-38).

La situación boliviana

Agregando más a lo dicho anteriormente, hay que considerar la situación económica y política de Bolivia, el país que declaró la guerra para hacerse con el Chaco Boreal. La Guerra del Pacífico se ha dicho que terminó oficialmente en 1929 con el Tratado de Lima entre Perú y Chile, en el que Bolivia quedó despojada de cualquier posibilidad de recuperar su acceso al Océano Pacífico. (Cote, 2013, p. 741).

Bolivia también sufría de una caída de su industria de estaño. Simultáneamente se veía obligado a importar carbón y combustibles fósiles, teniendo una costosa dependencia energética de otras naciones. Producir petróleo, y exportarlo, implicaba tener que hacerse con el Chaco Boreal paraguayo.

El presidente boliviano Daniel Salamanca ordenó en 1931 a su Estado Mayor presentar un «plan de penetración» para ocupar el Chaco Boreal. El plan incluía instalar cuatro puestos militares en el centro de la planicie, conectadas a su vez por una red de vías y líneas telegráficas para las comunicaciones militares.

En plena crisis fronteriza, en junio, Salamanca introdujo a Demetrio Canelas en el Ministerio de Finanzas. Este, con la situación descontrolada, le instó a tomar medidas radicales en la economía para combatir la crisis. La política monetaria no servía, los precios seguían en alza. Había una fuerte desaprobación en el Parlamento al presidente Salamanca. Los liberales se radicalizaban cada vez más contra el presidente. Bolivia no tenía la mejor situación política para un conflicto militar. (Klein, 2011, p. 173).

Hans Kundt pasando revista a las tropas bolivianas en el frente del Chaco
Hans Kundt, asesor alemán y general del Ejército boliviano, pasando revista a sus tropas en el teatro del Chaco.

Escalada del conflicto

Las instrucciones de internarse en el Chaco Boreal no incluían hostilidades con los paraguayos. No mientras hubieran conversaciones y arbitraje, tal como ya se estaban desarrollando por intermediación de los Estados Unidos.

La necesidad de agua para las patrullas bolivianas dio como resultado el descubrimiento del lago Chuquisaca por la aviación boliviana pero en la parte oriental del río, se encontraba una pequeña guarnición de cinco hombres. Los bolivianos, ignorando órdenes del gobierno, tomaron la guarnición y expulsaron a los cinco ocupantes paraguayos.

Al enterarse del acontecimiento, el presidente Salamanca ordenó a las tropas retirarse pero la reacción fue la opuesta: establecieron un campamento en las inmediaciones. Las tropas paraguayas contestaron con un contraataque entre el 29 de junio y el 15 de julio de 1932, haciendo a los bolivianos retirarse. El primero de julio ya se habían roto relaciones diplomáticas.

Salamanca, sin embargo, ordenó un ataque en represalia contra tres posiciones paraguayas. Paraguay no se quedó de brazos cruzados, enviando un duro contraataque a los mismos tres puestos de guardia para expulsar a los bolivianos del Chaco Boreal.

Las negociaciones fracasaron y Bolivia consideró que el ataque paraguayo era un atentado contra la soberanía boliviana, que estos pretendían sacar a los bolivianos del Chuquisaca y por tanto, era inaceptable. Ordenó levas, hubo muestras de apoyo de la población boliviana al presidente Salamanca y a la guerra contra los paraguayos.

El inicio de la guerra

El 18 de julio comenzó formalmente la Guerra del Chaco cuando el presidente Salamanca anunció ante toda la nación boliviana que los paraguayos se habían apoderado de una fortificación en el Chaco. Haciendo honor a la verdad, era un fuerte paraguayo tomado por los bolivianos que luego terminaron por recuperar los paraguayos.

Como reconoce Klein (2011) el conflicto con Paraguay unió a hombres de todas las tendencias políticas. Así, pudo verse demostraciones de apoyo de Alcides Arguedas, Franz Tamayo, Carlos Montenegro, Ricardo Anaya, José Aguirre Gainsborg y otros. La situación política y la crisis económica pareció olvidarse temporalmente porque el país estaba en guerra. (p. 179).

Se puede decir que los paraguayos no tuvieron la misma reacción que los bolivianos, en el sentido de movilización. Por ejemplo, siguieron insistiendo en las negociaciones en Washington. La ofensiva boliviana siguió y se hicieron con tres fuertes paraguayos: Boquerón, Corrales y Toledo.

Soldados paraguayos en la batalla del Boquerón (1932). Fuente: Eurasia1945

Fuertes que, en palabras de Klein, eran vitales para la defensa de Paraguay y que, indiscutiblemente, eran posesión paraguaya. Tras notar las intenciones bolivianas de una guerra total, los paraguayos dieron el paso de movilizar a todos los hombres que pudiesen empuñar un rifle.

La ofensiva paraguaya de septiembre

Poco más de mil soldados bolivianos protegían los fuertes arrebatados previamente a los paraguayos. En septiembre se daría la famosa batalla de Boquerón, una gran ofensiva paraguaya acompañada por incesantes ataques de artillería que hostigaban a los ocupantes bolivianos.

A los paraguayos les sobraba valentía pero no experiencia, ni tropas. Muchos perecieron en la ofensiva a manos de la férrea defensa boliviana y de la moderna aviación militar que poseía aquel país, formada además sobre asesores extranjeros. Paraguay pudo beneficiarse de la mala logística boliviana, de la ausencia de recursos como alimento, munición, agua y medicinas.

A pesar de que la aviación trataba de establecer un puente aéreo con el que darle suministros a los bolivianos, los paraguayos tenían fuertes defensas antiaéreas portátiles que hacían imposible poder abastecer a los que defendían aquellas fortificaciones.

El papel de Carlos Quintanilla, posteriormente destituido por Daniel Salamanca, fue todavía más penoso. Incapaz de jugar adecuadamente con la inteligencia militar y de servirse de una posición favorable, ignoró las advertencias de concentraciones de tropas paraguayas catalogándolas de imposibles. No se esperó que una fuerza superior paraguaya de 6.000 efectivos fuera a lanzar una contraofensiva.

¿Cómo un ejército mucho más moderno como el boliviano pudo ser derrotado? Quizás no estaba en los medios de llevar una guerra en una región tan irregular como el Chaco Boreal, ni estaba dotado de los verdaderos medios logísticos para librar una guerra de esa envergadura.

Las condiciones sanitarias y el «infierno verde«

La enfermedad demuestra las deplorables condiciones entre los soldados. Los bolivianos, muchos de la cordillera, tenían menos inmunidad que los paraguayos respecto a las enfermedades locales. La malaria era un auténtico problema gracias a su vector: el mosquito anopheles.

El parásito de malaria más común fue el plasmodium vivax, que si bien puede considerarse menos fatal, seguía generando duras condiciones entre los soldados. Debilidad y muerte, sumado a la situación de malnutrición, deshidratación y otras enfermedades. La malaria era regla, no excepción. (Zulawski, 2007, p. 65). Entre los hospitales militares se difundió, con regularidad, quinina para combatir la malaria.

Mosquito Anopheles, reservorio del parásito Plasmodium, causante de la malaria

El mayor problema logístico, en lo que ahondaremos también en el título siguiente, fue el agua. El Chaco era seco, caliente. Cientos de soldados murieron de sed en el Chaco Boreal, casi todos los testimonios coinciden en el calor, el paraje seco y la carencia de agua. Esto podía sumarse a marchas forzadas debido a la ausencia de los apropiados medios motorizados, contando además la irregularidad del terreno. El escorbuto y la avitaminosis también afectaban a los soldados bolivianos y paraguayos en el Chaco.

Las escasas fuentes de agua del Chaco tampoco eran confiables, exponían al soldado a la disentería y a otros parásitos. Otra causa de muerte común en el Chaco era el consumir frutas que no eran conocidas por los bolivianos. Verbigracia, el aguay-guazú que crece al borde de los ríos y cuyo fruto es venenoso.

Problemas logísticos

Los paraguayos sufrieron menos las consecuencias de la falta de suministros porque era mucho más fácil una red logística desde Paraguay al Chaco Boreal, a diferencia de Bolivia que tenía que trasladar todo del interior de la nación. (Cote, 2013, p. 747). Por el contrario, los paraguayos ya tenían una buena red de comunicaciones y suministros por todo el Chaco Boreal y sus fortificaciones.

La Standard Oil en Bolivia, que había declarado su neutralidad y no tenía interés en el conflicto, tenía una producción mínima y solía mentir sobre sus números. Esto lo evidencia el hecho de que el general Hans Kundt, en mayo de 1933 durante los combates en Nanawa, hubiese informado al presidente Salamanca que la escasez de gasolina dificultaba las operaciones militares.

Sin gasolina, los camiones no podían transportar tropas, los aviones no podían repostar y las operaciones se limitaban. En julio de 1933, Kundt intentó recuperar Nanawa sin éxito alguno. Se estiman 9.000 soldados bolivianos o más muertos en el Verdún de Sudamérica. Kundt cesaría sus funciones y sería enviado a Alemania.

Logística boliviana

La creencia para la época es que Bolivia podía ganar cualquiera guerra contra Paraguay, siempre que Argentina no interviniera. Tenía un ejército moderno con los recursos suficientes para llevar a cabo una guerra —aunque en el Chaco no tuvo su mejor momento económico— frente a un ejército como el paraguayo que todavía estaba en los veinte y con una economía menos desarrollada.

Desde 1926, Bolivia venía prepándose en la modernización de su ejército y una guerra por el Chaco. Como evidencia, el acuerdo que firmó con Vickers-Armstrong para surtirse de armas que bien puede valorarse en unos tres millones de libras esterlinas.

Con el acuerdo, iban a adquirir 15 aeroplanos, 65 baterías de artillería, 50.000 rifles, 10.000 carabinas, 300 ametralladoras, 760 rifles automáticos y un sinfín de munición. Bolivia también suscribió un acuerdo con Škoda, compañía checoslovaca. (Hughes, 2005, p. 418-419).

A pesar del acuerdo, Bolivia enfrentó problemas para adquirir las armas: en primer lugar, Vickers nunca envió todo el armamento. En segundo lugar, el material que llegó a Bolivia era de dudosa calidad. Tercero, países vecinos como Argentina y Chile bloquearon el embarque y envío de las armas. El problema más importante, Bolivia nunca pudo garantizar medios motorizados ni de transporte para mover las armas al Chaco.

Vickers y los problemas logísticos

Cuando la balanza estaba a favor de Paraguay, Bolivia enfrentaba problemas típicos: el mantenimiento era escaso —argumento que esgrimieron los técnicos de Vickers en el frente—, el que no hubiera elementos lo suficientemente formados para el manejo de ametralladoras pesadas y de las baterías de artillería. (Hughes, 2005, p. 421).

En febrero de 1933, Bolivia no pudo recibir mas envíos de Vickers por los medios normales y su flujo de armas quedó casi parado. La frontera de Arica fue cerrada por completo. Vickers buscó moverlas por Mollendo pero el armamento solía perderse o nunca llegaba. El hecho de ser un país sin salida al mar, ya hacía la situación bastante compleja.

Fronteras actuales de Bolivia. El hecho de no presentar una salida al mar le supuso un gran contratiempo durante la Guerra del Chaco
Logística paraguaya

Más que las petroleras, las empresas armamentistas jugaron, tras bastidores, un papel fundamental en el Chaco. Paraguay tuvo que optar por la firma francesa Schneider desde el año 1921, además adaptando una inteligente estrategia de comprar armas a múltiples firmas, superando aquello de tener un único suministro de armas.

En 1922, Paraguay invirtió 200.000 dólares en oro en armas, aproximadamente 40.000 libras esterlinas. La inversión en armas creció exponencialmente durante la presidencia de Eligio Ayala cuando este en 1925 lanzó un ambicioso plan para equipar a 24.000 militares paraguayos según las formas modernas, con el último equipamiento militar en el mercado.

Cada grupo de combate de este ejército tendría cuatro grupos de combate de 5.820 hombres con ingenieros, artillería y demás. Hughes (2005), citando a Zook, dice que Paraguay llegó a pagar 4.730.733 de dólares en armas de 1926 a 1932. Esto, en términos de gasto, es un 32% de los ingresos del Estado invertidos en el Ejército.

Una nación dispuesta a modernizarse

Los contratos de armas de Paraguay entre 1926-1927 excedieron los 2.000.000 de dólares incluyendo rifles, pistolas, sables, munición, 24 cañones de 75 mm de Schneider, proyectiles, motores de avión, 7 cazas Wilbault, 7 biplanos Potez 25, monturas para caballo, mantas, uniformes, tiendas de campaña. Sumándole dos cañoneras de origen italiano, 7.000 rifles mauser belgas, 200 rifles automáticos Madsen, munición y 24 morteros Stokes-Brandt. (Hughes, 2005, pp. 429-430).

Los paraguayos negociaron entre 1927 y 1932, órdenes de equipamiento provenientes de Estados Unidos, Argentina, Bélgica, Reino Unido, Chile, Dinamarca, Francia, Alemania, Holanda, Italia, España, Suecia y Suiza. El primero, de febrero de 1927, donde cierran un contrato con Bélgica por 400 sables de caballería. El segundo, entre febrero y marzo del mismo año, donde obtienen once millones de cartuchos mauser 7.65 mm. En abril, otro cargamento donde compran 304 pistolas Browning y 25.000 cartuchos a FN.

Para agosto del mismo año, se cerró otro acuerdo con España para proveer uniformes a los militares paraguayos que fueran de beige a verde. Obviamente, con miras a usarlos en el Chaco. Por último, un acuerdo entre 1927-1928 con la compañía neerlandesa Nederlandsche Instrumenten Compagnie of Venlo para telémetros de artillería.

Otro acuerdo que vale la pena mencionar tuvo lugar entre 1927 y 1929, en el que Paraguay compró armamento a la Colt Patent Fire Arms Company of the USA, adquiriéndolas por medio de Argentina. Ventaja que tenía, a diferencia de Bolivia.

Artillería paraguaya en el Chaco. Fuente: Eurasia1945
Ventajas de Paraguay sobre Bolivia

Paraguay tenía como principal ventaja tener vecinos aliados, como es el caso de Argentina de donde salían sus cargamentos antes y durante el conflicto en el Chaco. No solo ayudó con el transporte, sino que vendió armas en buenos términos financieros a Paraguay.

En segundo lugar, tenía la posibilidad de trasladar ese material al teatro de operaciones en el Chaco y dotar a sus soldados adecuadamente. Bolivia, en cambio, tenía que trasladarlo del interior del país al Chaco Boreal.

Mucho del material que salía de Argentina era fácilmente transportable por el Paraná y el Paraguay gracias a las vías ferroviarias de Encarnación. Era envidiable el sistema de comunicaciones paraguayo, que además contaba con un servicio de ferry conectado a Argentina desde 1913.

En el Chaco también poseían una línea ferroviaria con una longitud de 425 kilómetros que daba acceso a los bancos del río de Paraguay y a Puerto Casado, Puerto Pinasco, Puerto Guaraní y Puerto Palma Chica. Las compañías que explotaban el quebrasco antes de la guerra también tenían líneas ferroviarias en el Chaco, de las cuales se benefició Paraguay cuando se enfrentó a Bolivia en concepto de arriendo.

Colonos en el Chaco

Las colonias protestantes fueron un formidable apoyo a los paraguayos. Los menonitas-anabaptistas se establecieron en el Chaco en 1926, fundando la colonia Menno en Loma Plata en abril de 1928. Otra colonia fue fundada por rusos en Fernheim de 1930 a 1932.

Esta amistad data a los privilegios que concedió el gobierno a los menonitas, tales como la exención para el servicio militar y autonomía civil. Muchos emigraron de Rusia y Canadá a la difícil tierra del Chaco. Los menonistas, tras el inicio de hostilidades, fueron una excelente vanguardia miliciana contra los bolivianos. Estaban armados, no consentían pillajes ni saqueos. Cuidaban la espalda a las fuerzas paraguayas.

Las colonias, además, brindaron a los paraguayos de otra red logística: colaboraron con el suministro de alimentos y agua fresca. Dieron medicina y municiones a los paraguayos, fruto de la amistad cosechada con el tiempo.

Típica familia menonita
Asesores extranjeros

Podría pensarse que la Guerra del Chaco no tuvo un alcance internacional, que se relegó a Sudamérica y que la guerra solo la lucharon autóctonos. La realidad es que en ambos bandos combatieron europeos, desde alemanes hasta rusos. Los asesores extranjeros y las misiones militares fueron fundamentales no solo para reorganizar los ejércitos locales, sino para brindar oficiales competentes.

Bolivia es el caso más ilustrativo sobre las misiones militares. Las recibió de Checoslovaquia, Alemania y Chile. Paraguay, por el contrario, no pudo costearse los altos costes de los asesores militares en la magnitud boliviana. Hans Kundt es la cara más notoria de los alemanes al servicio del Ejército alemán. Otros, como Ernst Röhm, no llegaron a luchar en el Chaco pero sí sirvieron a la reorganización del ejército boliviano en los años previos.

Los ignorados rusos blancos

Del lado paraguayo, los rusos blancos exiliados jugaron un papel importante. Uno de ellos, Juan Belaieff, pasó primero por Argentina hasta que acabó en Paraguay en 1924. Tras ser aceptado en el ejército, sirvió en la Escuela Militar de Asunción como profesor de ingeniería y fortificaciones.

Juan Belaieff durante la Guerra del Chaco. Fuente: RussiaBeyond

Su influencia como oficial extranjero creció al punto de poder tener contacto con el presidente Ayala a quien, de hecho, convenció de permitir y promover la inmigración de exiliados rusos. Así, entraron ingenieros, geólogos y un largo grupo de especialistas técnicos. Para comienzos de 1930, había ochenta rusos en Paraguay con puestos técnicos en las instituciones de gobierno.

Belaieff jugó un papel esencial en el Chaco porque desde 1924 cartografió el lugar, investigó la posibilidad de alzar fortificaciones y líneas defensivas contra cualquier posible incursión boliviana. Hizo trece expediciones. El oficial ruso, además, tuvo una relación muy profunda con los nativos puesto que estudió sus lenguajes, los defendió a muerte y les enseñó a defenderse. Creó los primeros planes de contingencia escritos en 1928, 1930 y 1932.

Para febrero de 1934, había 86 oficiales rusos sirviendo en el ejército paraguayo. A diferencia de los alemanes, los rusos no eran mercenarios. Defendían lo que era su patria adoptiva, fueron voluntarios. Belaieff, el rostro más visible de los oficiales rusos, fue clave en la defensa del Chaco. Resultó ser más eficiente que Kundt, quien todavía creía en las tácticas de la Primera Guerra Mundial y en la guerra de movimientos. (Robinson, 2007, pp. 179-182).

El fin de la guerra

Con la dos duras derrotas en Nanawa, y el gran contraataque paraguayo que expulsó a los bolivianos del Chaco, Paraguay estuvo cerca de amenazar los pozos petrolíferos de Bolivia. La batalla de Pozo del Tigre-Ingavi impactó en Bolivia, de manera que ya para junio de 1935 se firmó el acuerdo de paz que dio como consecuencia el cese de hostilidades. Los paraguayos no pudieron penetrar en Bolivia.

El conflicto en lo que iba de 1934-1935 se estancó hasta que, finalmente, terminó por presiones de otras naciones como los Estados Unidos, por lo cual se sumaron Perú, Argentina y Brasil para mediar. El resultado de las conferencias sería que en julio de 1938, se suscribiera un tratado por el cual Paraguay adquiría el 75% del Chaco Boreal y Bolivia el otro 25% pudiendo acceder a un puerto en el río Paraguay.

Una de las tantas trincheras cavadas por los paraguayos en el Chaco. Dentro, se puede ver soldados paraguayos pertrechados.

Conclusiones finales

Como guerra, tuvo consecuencias desastrosas. Fue sangrienta, dejó 65.000 muertos o desaparecidos del lado boliviano, lo que constituiría un 2% de su población. Paraguay perdió 36.000, un 3.5% de su población, tomando en cuenta que demográficamente es inferior a Bolivia. Las consecuencias económicas no se quedaron atrás.

El liderazgo del ejército paraguayo fue, infinitamente, superior al de las fuerzas bolivianas. Esta afirmación ya fue hecha por Zook en su obra y no cabe la menor duda. Es decir, el ejército paraguayo aunque gozaba de buena logística y de preparados oficiales, no tenía un ejército moderno ni tan vasto como el boliviano. Al final se impuso la preparación y la administración sobre la mera fuerza bruta.

Llegaron a ser fundamentales aspectos geográficos, topográficos, de ingeniería militar. Las líneas, los suministros, las trincheras, las comunicaciones. Como dijo Johnson (1996), el Chaco fue una guerra de ingenieros.

El olvido

¿Por qué olvidada? Debido a su enclaustramiento en Sudamérica, por su carácter fronterizo. Puede que porque no participaron, directamente, poderes foráneos como fue en el caso de la Guerra Civil española. En el Chaco, aún así, estuvieron en concepto de material las más novedosas armas de su época. Armamento que puede considerarse moderno, las mejores empresas de armamento europeas tuvieron presencia en el campo de batalla del Chaco.

Hubo mercenarios, filibusteros, emigrados. Asistentes militares de Europa, de países vecinos. Hay un gran aspecto internacional en esa guerra. Se empleó aviación, tanques ligeros y artillería de la época. Se enfrentó una fuerza temible como la boliviana, vista con cautela por Argentina y Chile, contra una más modesta como la paraguaya. Ejércitos que planificaron con los años lo que sería, en pocos años, una gran guerra.

Una guerra moderna, en el período de entreguerras, que daría como resultado experiencias militares que afectarían la doctrina de la guerra tanto en Hispanoamérica como en Europa. Pero principalmente en Europa, el Chaco hizo revisar muchas formas de hacer la guerra que ya pertenecían a los primeros años del siglo XX y que, como se evidenciará desde 1939, acabarían por perecer. Si España fue un laboratorio de armas y tácticas militares, el Chaco Boreal debe considerarse otro laboratorio.

Bibliografía:

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  • Cote, S. (2013). A War for Oil in the Chaco, 1932-1935. Enviromental History 18, 738-758.
  • Hughes, M. (2005). Logistics and the Chaco War: Bolivia versus Paraguay, 1932-1935. The Journal of Military History, Vol. 69, No. 2 (Apr., 2005), 411-473.
  • Johnson, R.C. (1996). The Gran Chaco War: Fighting for Mirages in the Foothills of the Andes. Chandelle: A Journal of Aviation History 1/3.
  • Klein, H.S. (2011). A Concise History of Bolivia. Cambridge: Cambridge University Press.
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  • Sapienza, A. (2018). The Chaco Air War, 1932-35. West Midlands: Helion & Company Limited.
  • Villagrán, J. (1982). La guerra del Chaco: análisis y crítica sobre la conducción militar. La Paz: Calama.
  • Zook, D.H. (1960). The Conduct of the Chaco War. New York: Bookman Associates.
  • Zulawski, A. (2007). Unequal Cures: Public Health and Political Change in Bolivia, 1900-1950. Durham: Duke University Press.
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