El 14 de julio de 1789 daba comienzo la Revolución francesa con la toma de la Bastilla. Unos meses antes, se habían producido una serie de conflictos entre sectores populares y burguesía con la nobleza y el clero en el cual Emmanuel Sieyès había alzado la voz con el texto ¿Qué es el Tercer Estado? En esta publicación se denunciaban los abusos de la nobleza y el clero hacia el sector no privilegiado y se puso en tela de juicio el papel de estos dos primeros dentro de la sociedad. Por otro lado, Edmund Burke, vio los hechos de Francia desde Gran Bretaña y expuso sus ideas en la obra Reflexiones sobre la Revolución francesa, de manera negativa.
Sieyès y su mirada desde Francia
Emmanuel Sieyès fue un sacerdote francés que pertenecía al sector no privilegiado de la sociedad francesa. Durante el año 1789, debido a los problemas socioeconómicos en lo que se encontraba sumido Francia, Jacques Necker, encargado de las finanzas, propuso reunir en los Estados Generales con el fin de solucionar este dilema, invitando entre ellos a Sieyès. Este último decidió describir la situación de los sectores excluidos a través del texto político ¿Qué es el Tercer Estado? Sièyes dio a entender en el primer párrafo que el tercer estado era una nación completa basada en trabajos particulares tales como el campesinado, la burguesía (artesanos, comerciantes y mercaderes) y la plebe urbana.
Estos grupos generaban todo, pero su producción era arrebatada por los estamentos privilegiados, los cuales veían sus privilegios como una excusa para evitar que se pudiera ascender de clase. Con esto, se permitía únicamente a aquellos que heredaban títulos, anulando el ideal de Sieyès de nación: “un cuerpo de asociados que viven bajo una ley común y son representados por la misma legislatura”. Los nobles por su parte, se aferraban al legado histórico, remontándose a los pueblos germánicos y galos y remarcando que a raíz de esta situación había enfrentamientos dentro de la misma nobleza entre los antiguos y los nuevos, pero que a los ojos del tercer estado eran todos iguales.
El poder anulado del tercer estado
Sièyes trató de llegar a una posición en la cual se debía encontrar una representación verdadera. Esto surgió a raíz de la excesiva influencia de los privilegiados en la cámara, que provocaba que se ignorara los reclamos del sector no privilegiado. Sieyès concluyó con tres peticiones: promulgó nuevamente una representación verdadera, un mismo número de representantes, ya que, mediante un número estimado hecho por el autor, veía un insensato que 26 millones de personas (tercer estado), sostuviesen las vidas de 96.000 privilegiados (11.000 nobles y 84.000 del clero). La última petición fue que se lograra votar por órdenes y no por cabezas, buscando el voto por persona y no por estamento, para lograr que cada ciudadano tuviera una mayor representación dentro de la cámara y lograr una mayor igualdad y un debate abierto. Esta postura era rechazada por el clero y la nobleza, ya que sino se aprobaba, les permitiría seguir teniendo la mayoría sin la necesidad de lograr un consenso.
Los eventos
A los pocos meses de su publicación, se convocó a los Estados Generales y como se tenía previsto, el clero y la nobleza rechazaron esta última petición y bloquearon la votación, derivando en el establecimiento de la Asamblea Nacional y con ello el Juramento del Juego de Pelota. De esta manera, se pretendía la sanción de una nueva constitución y se marcaba el inminente estallido de la revolución. El establecimiento de la Asamblea Nacional produjo a las pocas semanas el acontecimiento de la toma de la Bastilla, la cual se caracterizaría por jornadas sangrientas.
Burke y su mirada desde Inglaterra
Estos acontecimientos tuvieron repercusiones al otro extremo del canal de la Mancha. A finales de 1790, Edmund Burke, diputado perteneciente a la Cámara de los Comunes, publicó “Reflexiones sobre la Revolución francesa”, una crítica hacia los hechos ocurridos un año antes. En esta obra, Burke señaló que el baño de sangre en el que se encontraba Francia era algo en vano ya que, se debería haber tomado como ejemplo la revolución ocurrida en el Reino Unido a finales del siglo XVII. Dicha revolución logró dar paso a tres derechos fundamentales producto de la Declaración de Derechos: “escoger a nuestros propios gobernantes, deponerlos caso de conducirse mal y constituir nuestro propio gobierno”.
La disminución del poder de la monarquía conllevó la disminución del poder de la iglesia y por ende al olvido de las costumbres. Esto terminó derivando en una enfermedad de poder y riqueza, algo que se vería concretado unos pocos años después con la tiranía del Comité de Salvación Pública. Por último, Burke sostuvo que se tendría que haber logrado un cambio de leyes gradual y no haber hecho un cambio radical que lo eliminara todo de raíz para comenzar algo nuevo, tomando como ejemplo la constitución británica, pero manteniendo sus costumbres y su identidad como franceses.
Sieyès y Burke: autores en contraste
Es de destacar que la mirada de ambos pensadores, Sièyes y Burke, estaba determinada por el tipo de experiencia de cada uno. Por un lado, Sieyès abogaba por una mayor dignificación y rol de los sectores no privilegiados debido a las situaciones precarias en las que se encontraba este último estrato de la sociedad. Pero a la vez excluía de la nación a todos aquellos que contaran con privilegios, ya que veía a estos grupos como una forma de evitar que se pudiera ascender de clase. Por contra, Burke analizó que todos estos sucesos habían sido en vano, ya que se podría haber evitado si se hubiera adoptado una posición similar a la Revolución Gloriosa (algo no compatible, ya que la Gloriosa fue el reclamo entre desiguales mientras que la Revolución francesa constituía un reclamo igualitario).
Bibliografía
Sieyès, E. (1973) ¿Qué es el Tercer Estado?, pp. 13-19. Madrid. Editorial Aguilar.
Burke, E. (1942). Textos Políticos, pp. 53/257. México D.F. Editorial Fondo de Cultura Económica.