A lo largo de este texto, se realizará un breve análisis de cuatro escenarios históricos relacionados con la evolución del sistema internacional, empezando por la cuna de los Estados-nación modernos, es decir, la Paz de Westfalia, hasta la era del expansionismo, pasando por las guerras napoleónicas y la contienda por el balance de poder en América entre Inglaterra y Estados Unidos.
Breve historia de las potencias europeas
Este análisis se concretará utilizando el soporte teórico de Stanley Hoffman para lograr una mayor comprensión de las relaciones dentro del sistema internacional. El marco teórico propuesto por Hoffman se basa en tres dimensiones del orden internacional, las cuales son: la dimensión horizontal, que explica las relaciones entre Estados preponderantes; la dimensión vertical, que analiza la relación jerárquica entre Estados fuertes y débiles; y la dimensión funcional, que se centra en el entendimiento de la sociedad transnacional en temas de, por ejemplo, comercio y economía.
De la Paz de Westfalia hasta la Revolución francesa
Nuestra primera fuente histórica a analizar debe ser la Paz de Westfalia de 1648, que precedió el concepto de Estado-nación actual y que sucedió a la reforma protestante de 1517. En ese sentido, podemos afirmar que la reforma fue una consecuencia necesaria para la concepción de Westfalia, pues sin esta no se hubiera podido gestar un sistema estatal como el surgido, al menos no en la época ni en la forma en la que lo hizo (Philpott, 2000).
Ahora, después de tener claro el origen de Westfalia, podemos enmarcar su naturaleza dentro de las dimensiones de Hoffman. Así, la dimensión horizontal puede explicar la mera participación de las principales potencias en la guerra de los 30 años, en la que participarían, por un lado, el Sacro Imperio, Austria, la liga católica, el Imperio español y sus colonias en Europa; contra Francia, Inglaterra, Suecia y la Unión protestante. Por otro lado, la dimensión horizontal se puede evidenciar también en el beneficio obtenido por algunos Estados en detrimento de otros. Por ejemplo, está el caso de Francia, cuya relación con otro actor preponderante (el Sacro Imperio) se basó en el beneficio de la primera a costa del segundo, gracias a las anexiones territoriales como la de Alsacia-Lorena que Francia logró en detrimento territorial del Imperio. Como también podemos mencionar la suerte de los suecos, los cuales, con la Paz de Westfalia, lograron anexarse nuevos territorios en detrimento, nuevamente, del Sacro Imperio.
En cuanto a la dimensión vertical, podemos ahondar en la relación entre los Estados más importantes con aquellos más débiles. En este respecto, podemos hablar de la mala suerte de los daneses, quienes, luego de sufrir varias derrotas militares, tuvieron que hacer las paces con sus vecinos suecos, perdiendo así su relevante influencia en el mar Báltico. Eso sí, no todos los Estados débiles sufrieron en Westfalia en cuanto a sus relaciones con los grandes, pues la Confederación Suiza, así como Portugal, los Países Bajos, y Nápoles obtuvieron su independencia de Estados preponderantes. Así pues Suiza quedó emancipada del Sacro Imperio, y Portugal, los Países Bajos y Nápoles lo hicieron respectivamente del poder español.
Sobre la dimensión funcional, se puede afirmar que la Reforma protestante de Martin Lutero en 1517 se mostró como una idea que movilizó la sociedad trasnacional hacia Westfalia. El sistema de Estados instalado tras la Paz de Westfalia pervivió hasta el siglo XVIII, cuando fue cuestionado en Francia mediante las ideas republicanas de la revolución en 1789. De dicho evento devendrían eventualmente las guerras napoleónicas, cuyos elementos pueden ser incluidos en las dimensiones ya explicadas. Así, encontramos relaciones entre Estados poderosos que la dimensión horizontal puede analizar.
De esta forma, las relaciones entre los Estados más poderosos se basaron en las realidades de la guerra, en la que Francia se enfrentó virtualmente a la mayoría de estados europeos (Reino Unido, la Rusia imperial, el Imperio austriaco y el Sacro Imperio por mencionar algunos); y la paz, representada mediante el Congreso de Viena de 1814, en el que las relaciones estatales entre Estados poderosos se basó en la cooperación de las coronas europeas para arrebatarle a Francia todas sus conquistas imperiales y retornar al status quo ante belum.
En cuanto a la dimensión vertical, sería apropiado mencionar la colaboración de Estados débiles con otros fuertes a favor (o en contra) del imperialismo francés durante la guerra. Un ejemplo de esta relación jerárquica sería el apoyo del Reino de Dinamarca a la Francia de Napoleón, apoyo que sería fuertemente castigado durante el Congreso de Viena reduciendo aún más la importancia de Dinamarca dentro del concierto europeo.
Por otro lado, las preocupaciones del concierto europeo por preservar el orden monárquico y resguardar los tronos de la posible amenaza de los pensamientos liberales provenientes del núcleo revolucionario francés, demuestran ciertamente la aplicación de la dimensión funcional de Hoffman dentro de este contexto histórico.
Después de las guerras napoleónicas
El orden internacional impuesto tras finalizar las guerras napoleónicas fue testigo de otro evento, esta vez a escala extraeuropea. Se trata de la lucha entre el Reino Unido y los Estados Unidos por el balance de poder en América desde la primera mitad del siglo XIX, en la cual Gran Bretaña – gran potencia marítima, militar y comercial de la época– se enfrentaría a los Estados Unidos por la hegemonía en el océano Atlántico y en el continente americano. Dicho continente había quedado muy maltrecho social y económicamente después de las guerras civiles que supondrían el desmembramiento del Imperio español (Palacios, 2002).
En el contexto de esta contienda entre estadounidenses y europeos, encontramos la relación entre Estados preponderantes en el memorandum Polignac. Este documento establecido mediante negociaciones (por tanto, relaciones) entre Estados preponderantes como Reino Unido y Francia, decidió, en detrimento de España, que esta última no podría recuperar sus colonias perdidas en el continente americano, siendo relevada por Reino Unido y Estados Unidos en esta zona geográfica.
Por otro lado, cuando nos referimos a la dimensión vertical, esta se exhibe mediante los reconocimientos de estatalidad de Estados Unidos e Inglaterra (Estados preponderantes luchando por aumentar su influencia) para las recién nacidas repúblicas del continente americano (Estados débiles), así como la firma de tratados comerciales con estos mismos Estados.
Ahora, también es cierto que la era del balance de poder estuvo marcada por distintas ideas tanto en el Viejo Continente como en América. En ese sentido, podemos afirmar que la dimensión funcional está presente, por parte de los Estados Unidos, en el tinte imperialista de la Doctrina Monroe, la cual abogaba por el surgimiento de un Imperio americano y por el fin del colonialismo europeo en América. Por parte de Europa, la dimensión vertical está expuesta en el esfuerzo de las coronas europeas que establecieron a las ideas del cristianismo y al poder monárquico como las bases de la sociedad europea.
Era del expansionismo
Ahora, cambiando de enfoque, se analizará un evento medianamente contemporáneo al balance de poder en América, concerniente a la era del expansionismo. Durante este período el concierto europeo estaba formado por una mezcla entre la constante competencia económica en una Europa que dominaba el mundo, el crecimiento demográfico y las minorías nacionalistas, junto con una industrialización acelerada y la preponderancia alemana a finales del siglo XIX.
En el marco de la era del expansionismo, es innegable la importancia que irradiaba la relación entre distintos Estados europeos preponderantes. Así pues, la política internacional de la Alemania de Bismarck muestra un ejemplo de la dimensión horizontal mediante la propuesta germana de interceder, por ejemplo, entre los asuntos de Austria y Rusia, en especial sobre aquellos que involucraban a los Balcanes. La dimensión horizontal permea también, aparte de la intercesión alemana, en la relación presente entre rusos y otomanos en la guerra ruso-otomana de 1877.
El auge nacionalista que experimentó la zona balcánica, más específicamente en Bosnia, Serbia, Montenegro y Bulgaria también está ampliamente documentado. Acompañando dicho auge, se encontraban los intereses de Austria y Rusia (Estados preponderantes) para influir dentro de los pequeños Estados independizados después de la guerra entre rusos y otomanos. Esta relación de influencia entre Austria y Rusia para con los recién nacidos Estados balcánicos es una muestra de la dimensión vertical de Hoffman.
Por otra parte, y alejándonos del continente europeo en cuanto a la era del expansionismo se refiere, encontramos a la dimensión vertical de Hoffman en la fuerte consciencia e ideario nacionalista que dio lugar al expansionismo japonés y estadounidense.
Para concluir, y teniendo todo lo anterior en cuenta, es posible afirmar que las tres dimensiones de Hoffman resultan útiles para comprender los cambios que el sistema internacional presenció a causa de los cuatro eventos históricos ya analizados. Esto es porque las dimensiones del autor estadounidense tienen muy en cuenta las relaciones estatales, tan necesarias para cualquier mutación del sistema en el que dichas unidades políticas se desenvuelven. Así mismo también es reseñable la importancia que se les da a las corrientes ideológicas correspondientes a una temporalidad determinada, las cuales, siendo capaces de movilizar la sociedad transnacional, pueden afectar al sistema internacional.
Bibliografía
- Palacios, Marcos & Frank Safford (2002). Colombia: país fragmentado, sociedad dividida: su historia. Bogotá: Norma.
- Philpott, D. (2000). The Religious Roots of Modern International Relations. World Politics, 52(2), 206–245. http://www.jstor.org/stable/25054109
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