Cuando el Rey ‘Sol’ calentaba España

Recién estrenado el verano de 1705, Luis XIV envió por correspondencia unas instrucciones a su nuevo embajador en la corte española. Michel-Jean Amelot, marqués de Gournay, debía reorganizar España, cuya monarquía había sido heredada hacía cinco años por su inexperto y tímido nieto, Felipe de Anjou. No era la primera vez que el Rey ‘Sol’ daba instrucciones de cómo debían llevarse a cabo “los negocios” de aquel reino cuya dinastía borbónica, ahora representada por Felipe V, había suplido a los Habsburgo tras el fallecimiento de su último representante. Desde que se abriera el testamento del difunto Carlos II dejando éste como sucesor a Felipe de Anjou, e incluso antes de su óbito, Luis XIV se entrometió en los asuntos que concernían a la Monarquía Hispánica, con el objetivo de seguir engrandeciendo a Francia y a la dinastía borbónica.

Retrato de Luis XIV, por Hyacinthe Rigaud, hacia 1701

Las instrucciones secretas de Luis XIV

Aquel 21 de junio de 1705, en plena Guerra de Sucesión española (1701-1715) que levantaba a Europa nuevamente en armas ante la hegemonía que planteaba la unión de España y Francia bajo un mismo linaje, Luis XIV daba instrucciones concretas a su embajador sobre los asuntos de Estado que apremiaban resolver. Entre ellos, la composición del Consejo del Rey Católico y la elección de un secretario de Guerra. “La embajada de Amelot en España significó el punto máximo de influencia del rey francés en el gobierno de su nieto”, afirma Arias García-Badell. Luis XIV había enviado a Amelot a España para “actuar de primer ministro sin aparentarlo”, añade el historiador Didier Ozanam.

Las órdenes que el rey francés daba a través de aquella carta, reforzaban las recomendaciones que procuró a su nieto al partir hacia España: “robustecer el poder real, limitar la excesiva influencia de los Grandes y renovar la administración”, aseguraba Antonio Domínguez Ortiz. La concepción del Estado que tenía Luis XIV difería del sistema polisinodial de la Monarquía Hispánica y de la influencia de la aristocracia en el gobierno.

Michel-Jean Amelot. Fuente: artsandculture.google.com

Una nueva dinastía, un nuevo modelo de Estado

Los Borbones no podían borrar del todo la compleja organización del Estado de los Austrias. Sin embargo, se deshicieron de aquello que, para ellos, en este caso, para Luis XIV, habían hecho ingobernable la monarquía española. Aquellos “males de la monarquía” fueron entre otros, los Consejos que, sin desaparecer del todo, pasaron a un segundo plano, más técnico que decisorio. Sin embargo, el Consejo de Estado, vehículo fundamental para la participación de la alta nobleza en el proceso político, quedó fuera de juego, en vía muerta.

Las intenciones de Luis XIV, desde que Felipe V llegó al trono español, fueron claras: manejar los hilos de la política de su nieto; mantener alejados a los aristócratas españoles de las decisiones más importantes del gobierno; y firmeza en las resoluciones a adoptar. Resoluciones que llegarían desde Versalles a modo de reformas y que, sin la oposición de la nobleza, dejarían el campo abierto a su nuevo embajador y a los intereses internacionales de Francia (L.M. García-Badell). Fue así como Felipe V se rodeó de un reducido grupo de personas en el llamado Consejo de Despacho.

Retrato de Felipe V, por Jean Ranc, 1723

Si bien los franceses fueron en estos inicios de reinado mayoría en la Corte, los españoles también tuvieron su protagonismo. Junto al cardenal Portocarrero, su principal valedor al trono español, al Consejo de Despacho asistían entre otros, el duque de Montalto y el VII conde de Monterrey, mencionados por Luis XIV en su misiva a Amelot. Ambos habían sido presidentes de distintos consejos en tiempos de Carlos II. Si para Luis XIV, limitar la influencia de los Grandes en el gobierno de su nieto era crucial, más lo era el hecho de no prescindir de “todos los españoles de su Consejo”, pues sabía de la respetabilidad que ostentaban y, por lo tanto, “las resoluciones que tomara (Felipe V)”, sin consultarles “serían mal recibidas, aun cuando (éstas) fuesen acertadas”. Aquellas resoluciones no concernían solo a la formación del consejo de gobierno del Rey, sino también a poner en marcha reformas encaminadas a aumentar los ingresos, fortalecer el poder militar y, sobre todo, transformar la monarquía polisinodial de los Austrias, en una monarquía centralizada y absoluta.

Una administración centralizada al estilo francés

En junio de 1705 lo que apremiaba eran fondos y medios eficaces para la guerra que afrontaban abuelo y nieto contra las coaligadas Inglaterra, Holanda, Austria, Saboya y Portugal. España estaba siendo invadida por los aliados y más allá de los Pirineos, la situación estaba lejos de ser favorable a las tropas borbónicas. El designado por Luis XIV para reformar la Hacienda española, con el fin inmediato de aumentar los fondos para el conflicto bélico, fue Jean Orry, financiero francés, artífice del primer reformismo borbónico. A él se le debe la más transcendental innovación en la reforma de la administración central del Estado: la división de la Secretaría de Despacho, órgano esencial del gobierno de los Borbones, en dos departamentos especializados: Hacienda y Guerra. Secretarías que con el tiempo aumentarían a cinco.

Los secretarios de Despacho se convirtieron en los principales ministros de la monarquía. Según las indicaciones de Luis XIV, el nuevo embajador debía elegir a un secretario de Guerra “fiel, sumiso y capaz de mantener el secreto”. Aquellas indicaciones del monarca francés procedían de la princesa de los Ursinos, Camarera Mayor de la primera esposa de Felipe V, María Luisa de Saboya. “Convertida en la principal consejera oficiosa de la soberana”, Marie-Anne de la Trémoille, actuó desde su posición en Madrid “como agente político de Francia”, reportando información a quien había apostado por ella, madame de Maintenon, amante-esposa de Luis XIV, apunta el historiador J. A. López Anguita.

La Princesa de los Ursinos, los ojos y oídos de Luis XIV

El ascendiente que tenía la princesa de los Ursinos sobre los monarcas españoles era tal, que Felipe V adoptaba sus decisiones aconsejado por ella y sus protegidos. La alta nobleza quedó anulada, apartada en su mayoría, de toda decisión importante. “La enorme presencia francesa decía a las claras que el gobierno estaba dirigido a distancia por Luis XIV”, cuya “bruñidora de todo era la princesa de los Ursinos”, añade el historiador Alfredo Floristán.

Retrato de la princesa de los Ursinos, atribuido a René-Antoine Houasse, hacia 1670

Junto a Amelot, Ursinos supo cómo impulsar las reformas, estableciendo “un cerco en torno a la pareja real”. Ambos formaron “el tándem perfecto” para que Luis XIV “manejara a su antojo los hilos de la política del nieto”. (L.M.Garcia-Bradell). En 1709 el embajador francés abandonó el cargo. En 1714 lo hizo la princesa de los Ursinos, desterrada por la segunda esposa de Felipe V, Isabel de Farnesio. Luis XIV moría un año después. La influencia francesa se tornó entonces, en influencia italiana. El sol dejó de iluminar desde Versalles la política española para hacerlo ahora al calor de la Parma.

Bibliografía:

Iñurritegui, José María. Viejo, Julen. Correspondencia de Luis XIV con M. Amelot (1705-1709). Universidad de Alicante

Domínguez Ortiz, Antonio, España, tres milenios de historia (Madrid: Marcial Pons, Ediciones de Historia, 2019)

Floristán, Alfredo, Historia de España en la Edad Moderna (Barcelona: Planeta, 2019)

García-Badell Arias, Luis María, Luis XIV ante la sucesión de la Monarquía Española: Los Presupuestos de la Embajada de Amelot. Cuadernos de Historia del Derecho 2010, vol. Extraordinario 147-171.

López Anguita, José Antonio. Biografía Marié-Anne de la Trémoille. Real Academia de la Historia.

López Anguita, José Antonio. Biografía Jean Orry. Real Academia de la Historia

Ozanam, Didier, Biografía Michel-Jean Amelot de Gournay. Real Academia de la Historia.

Pérez Samper, María de los Ángeles, Biografía Isabel de Farnesio. Real Academia de la Historia.

Valdeón, Julio. Joseph Pérez. Santos Juliá. Historia de España (Barcelona: Austral, 2018)

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