Es un hecho innegable que la todopoderosa industria de Hollywood domina buena parte del mercado cinematográfico mundial. Una de sus habituales prácticas ha sido el de perpetuar la ya de por sí redundante leyenda negra española, tal vez por desconocimiento o por otras intenciones ocultas. ¿Pero por qué este interés en distorsionar la imagen de España y de su historia?
Una leyenda negra que se perpetúa
A lo largo de su trayectoria, la industria de Hollywood ha pintado una España cruel, fanática, vaga, atrasada cultural y científicamente frente al más avanzado y tolerante mundo anglosajón. Pero, ¿es eso cierto? ¿Acaso no es esta una imagen equivocada? Y todavía peor, ¿se han creído este mensaje los propios españoles? En su ensayo «Hollywood contra España«, Esteban Vicente Boisseau analiza como la potente industria norteamericana se ha convertido en el mejor escaparate para perpetuar la leyenda negra española que persiste desde el siglo XVI y en la misma medida, ensalzar las «hazañas» de países como Inglaterra o Estados Unidos. Por citar un caso de esta tendencia, millones de usuarios de este popular medio de entretenimiento han asumido como algo justificable los actos de piratería que tenían lugar en poblaciones hispanas durante la Edad Moderna. Saquear, robar, matar,… eran acciones que, dentro de lo que cabía, no estaban del todo mal si con ello se conseguía erosionar el poder del «imperio donde nunca se ponía el sol«, origen de todos los males de la humanidad (según la particular visión de Hollywood, claro). Un claro ejemplo lo encontramos en la famosa saga de «Piratas del Caribe», propiedad de Disney, una de las más exitosas de su amplio repertorio.
Muchos dan por hecho que la realidad creada por la empresa de entretenimiento más grande del mundo es blanca y pura. Los diversos parques temáticos sirven de acicate para las generaciones más jóvenes con el fin de adentrarse en el consumismo capitalista. Dosis de felicidad sin límite para mayores y pequeños. Dentro de esta atmósfera aparentemente inocente, es dónde encontramos ejemplos de la leyenda negra, concretamente en las películas de «Piratas del Caribe» donde los españoles aparecen, entre otros tópicos, como unos fanáticos religiosos que destruyen la «fuente de la eterna juventud». O cómo cazadores de piratas ávidos de venganza, como el papel encarnado por el actor español Javier Bardem. Esto constituye un eco más de la propaganda que lleva gestándose desde hace siglos para desprestigiar el pasado de España y que incluso parte de su población ha asumido como propia. Tal y como expone la profesora de la universidad de California, Carolyn P. Boyd., en su artículo La imagen de España y los españoles en Estados Unidos de América: «Pintar a los españoles como el mal encarnado le permitió a la nueva república americana perseguir sus intereses geopolíticos bajo el pretexto de una cruzada moral». En esta cruzada se combinan la hispanofobia y el anticatolicismo, pues pese a todas las persecuciones religiosas llevadas a cabo por anglicanos y protestantes en sus territorios, el cine anglosajón se ha interesado mucho más por la intolerancia católica.
Este ha sido el particular enfoque que ha persistido en el cine anglosajón al representar el período que abarca desde el descubrimiento de América en 1492 hasta el hundimiento de los últimos restos del Imperio español en 1898, sin mencionar entre otras cuestiones, la protección jurídica que se otorgó a la población indígena americana por parte de los reyes peninsulares o el mestizaje que se promovió en los territorios descubiertos. Esta visión sesgada del cine contrasta con el tono más positivo de autores como Washington Irving o el hispanófilo Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society. O la de Alfonso Borrego, bisnieto del mítico líder apache Gerónimo: «La diferencia es que los ingleses mataron a todos los indios». Desde luego, un argumento cargado de fuentes sólidas. No obstante, debido a su carácter de medio de comunicación de masas, el cine ha jugado un papel fundamental a la hora de popularizar y extender los estereotipos de la leyenda negra española. Una de sus finalidades es la de justificar la política de expansión anglosajona que tuvo lugar en los territorios que formaban parte del Imperio español (los héroes frente a los malvados). De hecho, buena parte de aquellos dominios acabarían formando parte del actual Estados Unidos. A su vez, tradicionalmente el papel de España en la historia estadounidense ha tendido a ser silenciado frente al de otras potencias como Francia, aunque en los últimos años algunos autores como Carrie Gibson están dándolo a conocer.
«La historia la escriben los vencedores»
Constituye un hecho indudable que la historia está escrita por aquellos pueblos que se imponen frente a otros. Como bien se encargó de señalar el diplomático español Eugenio Bregolat: «La historia, ya se sabe, la escriben los vencedores, y la historiografía anglosajona, con Hollywood como su más influyente exponente en nuestro tiempo, ha tendido, en general, a ignorar o menospreciar el que fuera durante siglos el enemigo principal de Inglaterra». Una historia distorsionada que, por cierto, ha trascendido más allá de las fronteras de Occidente y que el cine anglosajón ha potenciado y divulgado a todos los niveles por todo el mundo. Los guionistas suelen beber de una «history junk» (historia basura) que se acerca más a teorías negrolegendarias más que a la realidad propiamente dicha. Esta línea de pensamiento es recalcada por Douglas Allchin, de la Universidad de Minnesota, quien no duda en afirmar que esta pseudohistoria tiene como propósito la «persecución sistemática de un objetivo político, religioso o ideológico». Como consecuencia de todo esto, parte de la cultura anglosajona ha asumido el prejuicio antiespañol heredado de la leyenda negra de siglos pasados.
Esos prejuicios contra lo español partieron de la prensa amarillista con motivo de la guerra hispano-estadounidense de 1898, que se saldó con una rotunda derrota española y la entrega de Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam a Estados Unidos. Con el fin de aprovechar la narrativa de determinados hechos históricos, el cine pronto apareció como un medio educativo indispensable para influir en las masas. El problema radica cuando el público se halla condicionado por medio de películas o documentales que incluyen severos errores históricos y, por tanto, se acaba generando un falso relato que se da por verídico. Por otro lado, en ocasiones se muestra a una España llena de clichés, donde impera el sol, la fiesta, la sangría, la paella y las procesiones. Por ejemplo, en Misión Imposible 2 (2000), interpretada por Tom Cruise, las Fallas y la Semana Santa son tomadas erróneamente como parte de la misma celebración. Y tampoco quedan a salvo determinadas figuras de la historia de España. En la industria de Hollywood se tiende a criticar a personajes como los Reyes Católicos y en cambio al fundador del protestantismo, Martín Lutero, se le concede cierto margen.
Ejemplos de sagas y películas imprecisas
Hemos citado la saga «Piratas del Caribe» como ejemplo de como los españoles son representados como arquetipos de la barbarie e intolerancia religiosa frente a los nobles y apuestos ingleses. Sin embargo, existen más casos en los que se pone de manifiesto esta supuesta superioridad anglosajona frente al mundo hispano. En la quinta película de Harry Potter, se muestra a Dolores Umbridge (se mantiene el nombre castellano en la versión inglesa) y a su «brigada inquistorial» como los villanos odiados hasta la médula. Tampoco se salva Indiana Jones, ya que en su cuarta entrega tan solo es mostrado el interés de Francisco de Orellana por el oro, obviándose otros detalles importantes. La famosa obra del director Ridley Scott, 1492: la conquista del paraíso (1992), muestra a una Castilla oscura donde no se para de ejecutar herejes, a pesar de que en los países protestantes las cifras fueron significativamente más altas. En La caza real del sol (1969), de Irving Lerner, la epopeya de Francisco Pizarro queda reducida a un simple papel ejecutor del emperador inca Atahualpa. Aunque de las limpiezas étnicas y del confinamiento en reservas de la población indígena norteamericana llevados a cabo por los colonos anglosajones, mejor ni hablemos. Otra película que ensalza la heroicidad de Inglaterra frente a España es Elizabeth: la Edad de Oro (2007), de Shekhar Kapur. Pese a que se pueden contemplar en escena gloriosos combates protagonizados por comandantes ingleses, la mayoría de las naves hundidas españolas lo fueron por culpa de los elementos ambientales y no a causa de los ataques enemigos.
Pero hay muchos más ejemplos, como aquellos que no dudan en mostrar la grandeza de Estados Unidos y su pasado anglosajón olvidando su herencia española o mostrando hechos erróneos. En Bailando con lobos (1990), dirigida y protagonizada por Kevin Costner, un líder sioux muestra un casco de un conquistador a un teniente de la Unión dando a entender que apenas hubo contactos con los españoles en aquella zona de Estados Unidos. En la película Grupo salvaje de 1969, dirigida por Sam Peckinpah, se puede observar como cuatro bandidos estadounidenses se enfrentan a un grupo mucho más numeroso de militares mexicanos. Así mismo, en Dos hombres y un destino, del mismo año, protagonizada por Paul Newman, Robert Redford y Katharine Ross, durante la escena final unos pistoleros se enfrentan a tropas bolivianas bastante mayores en número con grandes dosis de coraje. Otro ejemplo de como se pueden manipular los hechos históricos para engrandecer a EE.UU es la miniserie Rough Riders (1997), donde se representa la batalla de la colina de San Juan (julio de 1898), con un número de tropas tergiversado (en realidad los españoles estaban en franca minoría frente al ejército estadounidense). Como conclusión, podemos destacar que Hollywood ha utilizado la imagen de España y de otros pueblos a su antojo, perpetuando mitos presentes en la ya archiconocida leyenda negra. En cambio, es probable que nunca veamos al explorador inglés John Smith saqueando aldeas nativas americanas y masacrando a sus pobladores en contraposición al bondadoso joven que aparece representado en la famosa película de Pocahontas (1995).
Bibliografía
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