Charlamos con Alberto Garín acerca de su último libro: Historia irreverente del arte.
Alberto Garín es Doctor en Arquitectura por la Universidad Europea de Madrid y licenciado en Historia del Arte y Arqueología por la Universidad de París I. Alberto dirige el programa de Doctorado de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala, colabora con asiduidad en los PodCast «La contrahistoria», con Fernando Díaz Villanueva, y «En libertad», con Jano García, además de elaborar guiones para el canal de YouTube Academia Play. Cuenta con su propio canal de YouTube, bajo su nombre, Alberto Garín, donde produce el programa «Sierra de historias», dedicado a la divulgación de la historia y la historia del arte.
¿Por qué se llama tu libro «Historia irreverente del arte», qué es lo irreverente?
Porque la forma habitual de contar la historia del arte es a partir de una sucesión de estilos dentro de los cuales encajan las que se han considerado las grandes obras de arte de la humanidad, en muchos casos, precisamente, porque se ajustan a esos estilos. Lo irreverente por tanto es por renegar tanto de esos estilos, como de esa selección ya asumida.
¿Por qué escribir un libro acerca de la historia del arte de éste período, cuál es tu intención?
Escribo un libro del arte de historia medieval porque no hay forma más hermosa de contar la historia que a partir del arte. A partir de los objetos bellos que los humanos hicieron en el pasado.
Y me centro en el mundo medieval porque quiero mostrar esta teoría sobre un período homogéneo, un período en el cual los límites están relativamente claros y las circunstancias políticas y económicas las comprendemos cómo han la evolucionado.
¿Por qué dices que la historia del arte no se enseña bien en institutos y universidades?
Que por qué enseñamos mal la historia del arte en los institutos: porque en esencia nos dejamos llevar por el modelo estilístico, el modelo recetario. El modelo recetario parte de un axioma incorrecto, es que existe una serie de obras del arte del pasado que son canónicas que responden a un modelo perfecto y las que no se acercan a ese modelo, quedan excluidas del discurso. Eso hace que la mayor parte de obras de arte del pasado va a quedar excluida de esas normas canónicas y lo que va a suponer es que vamos a tener una visión tan sesgada de la producción artística del pasado, que al final es difícil de explicar la relación que existe entre esa obra considerada canónica y las circunstancias históricas en las que se ha producido y donde se han creado otra serie de obras que no corresponden a ese canon.
¿Cómo crees que deberían de formularse las clases?
Partiendo de dos puntos. Primero, de las obras de arte que rodeen al estudiante. Las obras de arte inmediatas. Esto no implica que aquellos muchachos que no vivan en Florencia o en Roma no podrán disfrutar de las obras de Miguel Ángel, sino que podrán llegar a estas obras tras entender ese arte inmediato que, además, ha de ser explicado dentro de su contexto histórico (por qué la catedral de Segovia iniciada en 1525 responde, de partida, a un modelo medieval y no a un modelo clásico) para después explicar qué se quería contar con esa obra de arte en concreto. Por supuesto que entonces puedes llegar a cuestiones estilísticas y técnicas. Pero el error es empezar al revés. Explicar un libro a partir de su encuadernado y el tipo de tinta empleado en vez de invitar al estudiante a leer ese libro, a entender la historia que cuenta.
¿Has estudiado historia, arqueología y arquitectura, que tanto puedes afirmar que has englobado artes y por eso logras ver esas artes desde una perspectiva diferente?
El hecho de haber abordado la historia desde diferentes puntos de vista (de los archivos al yacimiento arqueológico, del espacio arquitectónico al evento cotidiano antropológico, de dar clase a adolescentes a trabajar en espacios museográficos) me ha permitido entender que no hay caminos únicos y mucho menos excluyentes. Que el buen historiador ha de saber manejarse con la cultura intelectual, pero también con la material, con la geografía y con la antropología, con la larga duración y con la psicología de cada individuo. Obviamente, no puedo hacer un acercamiento total al conjunto de la historia, pero sí puedo intentarlo con algunas obras de arte en particular, con el artista que las creó y con el público que las disfrutó.
¿Como divulgador, qué es lo que quisieras transmitir a tus seguidores y por qué deberían comprar el libro?
Quiero que entienden que la historia del arte no es un mero recorrido por obras que otros dijeron que eran buenas y que por eso han de ser universalmente admiradas, sino que el arte está presente en la vida de cada uno de nosotros, que podemos entender ese arte que nos rodea (por qué lo elegimos, por qué nos gusta o lo rechazamos, qué mensaje transmite, hasta qué punto es representativo de una persona o de una comunidad) y ese mismo ejercicio se puede hacer con el arte del pasado y así entender mejor a las personas que en ese pasado crearon o disfrutaron ese arte.
¿Será este el principio de muchos libros sobre historia del arte?
Quizás. Indudablemente, al centrarme en un marco geográfico y temporal muy concreto, la Cristiandad medieval, quedan muchísimos lugares y períodos por estudiar. Obviamente, no podré nunca hacer algo así como una serie de libros de historia universal del arte, porque ni conozco todos los periodos, ni he visto todas las obras de arte de esos periodos, pero sí hay otros lugares sobre los que me puedo atrever a escribir algo, como el Renacimiento o el Barroco en Europa Occidental o en Hispanoamérica.
¡No tardes en hacerte con su libro!
Antes de que te vayas…