¿Vivimos en un episodio de la serie «Black Mirror»?

En 2011, hizo su aparición una serie británica del género de la ciencia ficción-distopía apodada Black Mirror. Lejos de permanecer anodina, ha impactado de forma contundente en el público alertando sobre los peligros que encierran las nuevas tecnologías en la sociedad contemporánea. Pero, ¿quizás no estemos viviendo ya en un nuevo episodio de la famosa serie? ¿Es quizás demasiado tarde para dar marcha atrás?

Imagen del episodio «Nosedive» de la tercera temporada de Black Mirror. En él, una sociedad superficial está obsesionada con obtener el merecimiento de los demás a través de un sistema de puntuación en sus smartphones.

Black Mirror

En las llamadas «sociedades desarrolladas» la población vive rodeada de unos avances tecnológicos tales que las generaciones de antaño ni siquiera podrían haber llegado a imaginar en sus más alocados sueños. Con la llegada de Internet en la segunda mitad del siglo XX, algunos hasta han llegado a vaticinar el advenimiento de una nueva era que todavía no tiene nombre. Sin embargo, a pesar de las supuestas ventajas que podrían presentar dichos avances, también se han generado muchos otros inconvenientes, tales como adicción, pérdida de atención o merma en las habilidades sociales.

No han sido pocos los expertos que han alertado de las irreparables consecuencias derivadas del consumo abusivo de los smartphones y de toda clase de dispositivos electrónicos por parte de la población. La afamada serie británica Black Mirror estrenada en el año 2011, nos ha querido mostrar un mundo distópico, incluso post-apocalíptico, en la que la tecnología se ha apoderado definitivamente del ser humano. Quizás el episodio más realista de todos sea Nosedive, presente en la tercera temporada de la mencionada serie. Pero, ¿por qué se asemeja tanto al presente? ¿podríamos llegar a esa situación?

Mente humana vs mente artificial. Fuente: BBVA
Nosedive (Caída en picado)

En este perturbador episodio, una joven llamada Lacie Pound vive obsesionada con obtener de forma constante la aprobación de los demás a través de un sistema de puntuación digital que valora cada acto cotidiano de su vida de 1 a 5 estrellas por medio de su smartphone. Aparentemente toda la población sigue esta peculiar regla, estableciéndose una especie de «régimen de castas» en el que los seres humanos acceden a unos determinados servicios (vivienda, sanidad, transporte, …) en función de la puntuación que han recibido del resto. Para subir de rango, es necesario trabajar concienzudamente y aplicarse en cada aspecto o actividad, mientras que un simple malentendido te puede precipitar al ostracismo más absoluto. Todo de manera subjetiva. Al final, todo se convierte en una competición a muerte por conseguir el máximo número de estrellas posible, generando una sociedad falsa e hipócrita en la que los verdaderos valores brillan por su ausencia. ¿Nos suena de algo?

La vida se resume en publicar en redes sociales cada simple acto, por nimio que parezca: tomar un café, preparar un aperitivo, una quedada con amigos, una excursión, etc. De forma un tanto profética, un compañero de trabajo de Lacie está bajando dramáticamente de puntuación debido a una dramática ruptura sentimental. Todo parece ir bien para Lacie la cual posee una puntuación bastante alta, hasta que un día se da cuenta de que no puede acceder al alquiler de sus sueños, ya que le falta un poquito para alcanzarlo con ciertas ventajas. Es entonces cuando se obsesiona con intentar ser la mejor, ganar la aceptación del resto del mundo, llegando a la total hipocresía. La ocasión perfecta se presenta cuando a raíz de una reciente publicación de Lacie, Namoi una antigua «amiga» de su infancia, se pone en contacto con ella para invitarla a su enlace matrimonial como dama de honor. La razón fue la evocación de sus recuerdos por medio de un peluche que las unía a ambas, Mr. Rags.

Lacie Pound, protagonista del episodio Nosedive. Fuente: espinof.com

A pesar de que Naomi no es una amiga verdadera, el hecho de que en dicha boda estarán presentes personas con una puntuación superior a la suya, hace creer a Lacie ingenuamente que conseguirá sus objetivos por medio de un emotivo discurso dirigido a Naomi en honor a la «amistad». Incluso llegar a discutir con su hermano, el cual le advierte sabiamente de las posibles consecuencias de asistir a esa boda. No obstante, Lacie se mantiene en sus trece. Pero es a partir de este punto, cuando una serie de eventos desafortunados van mermando su puntuación que deriva en última instancia en el derrumbe de su idílica situación. Incapaz de tomar su vuelo y tras una desastrosa pelea con la persona encargada de la atención al cliente, se ve obligada a recurrir a medios de transporte alternativos para asistir al enlace de Naomi. En un momento dado, debe hacer autostop y es recogida por una amable señora cuya puntuación es bajísima, aunque en principio no parece nada peligrosa.

La señora le vuelve a advertir de la hipocresía del sistema de puntuación narrándole su propia experiencia, pero asegurándole que ahora es feliz y libre ya que no depende de la opinión de los demás. Lacie todavía mantiene la esperanza de poder asistir a la boda de Naomi y leer su trabajado discurso. Sin embargo, Naomi ya no desea su presencia, pues la puntuación de Lacie ha bajado de forma alarmarte y eso la podría perjudicar a ella y a sus allegados. Después de sufrir una auténtica odisea, Lacie consigue llegar a su destino en mitad de la celebración en lamentables condiciones y aunque recita su prédica en medio de una incrédula multitud, esta sufre algunas modificaciones, echándole en cara a Naomi experiencias del pasado que llevaban mucho tiempo carcomiéndola por dentro. A continuación es detenida por los agentes de seguridad y llevada a una celda donde es eliminada del sistema de puntuación. Allí conoce a otro preso y ambos empiezan a insultarse sin miedo a las represalias. Al final, a pesar de su internamiento, se podría decir que después de todo lo padecido Lacie ha alcanzado su «libertad».

Reflexión

Este episodio es uno de los más conocidos de la serie Black Mirror, probablemente por las similitudes que guarda con nuestra propia realidad. Con el auge de redes sociales como Facebook, Twitter (ahora X) o Instagram en pleno siglo XXI, hemos abierto una ventana al mundo para darnos a conocer ante toda clase de personas. Una consecuencia derivada de ello, es la presencia de una huella digital que resulta muy difícil de borrar, en caso de arrepentimiento. Hoy en día, muchas personas de toda condición social se ven arrastradas a publicar o compartir cada momento de sus vidas con auténticos desconocidos, dejando de lado las verdaderas relaciones, con el fin de ganar más presencia o más seguidores en la red y por tanto más likes.

Por otro lado, uno de los aspectos más controvertidos y sujetos a debate en la actualidad, es la sobre-exposición de los menores de edad en dichas herramientas digitales, ya que a ciertas edades no se dispone de la madurez necesaria para ser plenamente consciente del alcance de estas publicaciones. Aunque se traten de recuerdos afables, quizás no convendría del todo compartirlos con toda la comunidad virtual. No en vano, la obsesión por publicar cada etapa de la vida de una persona puede generar a la larga muchos inconvenientes, especialmente en edades más tardías. Quedará por ver si aún estamos a tiempo de revertir la situación o si por el contrario, ya es demasiado tarde para cambiarla. Buena suerte Lacie, nos hará falta.

Logotipo de la serie Black Mirror. Fuente: marca.com

Bibliografía

Black Mirror. Sitio oficial de Netflix.

López. G. A. (2018). «Nosedive | Caída en picada: La responsabilidad del sujeto y la subjetividad de su época«. https://www.aesthethika.org/Nosedive-Caida-en-picada

Antes de que te vayas…

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