La «descripción de la tierra», que es como podríamos traducir literalmente del griego la palabra geografía, permite el conocimiento del mundo físico del cual dependemos para nuestra supervivencia. Los pueblos y regiones del mundo, en localizaciones concretas, buscan los emplazamientos más propicios para protegerse, para alimentarse, para vivir seguros. Pero la geografía también es fundamental en las aventuras militares en las que se embarcan las naciones, como pudieron comprobar en carne propia Alejandro Magno cuando tuvo que detenerse a las puertas de la India por el agotamiento de sus soldados tras ocho años de conquistas, o Napoleón en su inútil conquista de Moscú después de que los rusos, con su estrategia de tierra quemada, hubieran dejado sin alimento a las tropas multinacionales francesas. «El coste de la ignorancia geográfica es inconmensurable», dijo en una ocasión el coronel Thomas Holdich. Y algo debía de saber, pues además de coronel era geógrafo. Comprender un país es comprender, en primer lugar, su geografía. Alemania es el cuarto país en extensión de la Unión Europea con 357.000 kilómetros cuadrados por detrás de Francia, España y Suecia, pero sus fronteras han cambiado mucho a lo largo de su historia.
Por Óscar Vara
¡Suscríbete a nuestro canal de YouTube y disfruta de una experiencia de aprendizaje épica!
Antes de que te vayas…