Las conquistas de Alejandro Magno se cuentan entre los episodios más destacados de la historia universal. Alejandro es considerado como uno de los mejores, sino el mejor, comandantes militares que hayan existido. El territorio conquistado se extendía por regiones que hoy se sitúan en Grecia, Iraq, Irán, Turquía, Siria, Líbano, Jordania, Uzbekistán, Israel, Turkmenistán, Afganistán, Paquistán occidental, Libia, el norte de India y Egipto. A la edad de 32 años sus conquistan cubrían casi 4.000.000 de km2. El recorrido militar de Alejandro Magno es una fulgurante aventura expedicionaria sin parangón. Este personaje llegó a ostentar los títulos de Rey de Macedonia, Hegemón de Grecia, Faraón de Egipto y Gran Rey de Media y Persia.
La grandeza de las acciones de Alejandro y la lejanía del tiempo en el que se desarrollaron, han hecho que se convierta en una figura casi mítica reconocida y admirada a lo largo de la historia. El impacto de sus acciones modificó tanto la estructura política como el contexto cultural de esa zona del planeta. El período helenístico -que historiográficamente se considera que empieza con la muerte de Alejandro Magno– se abre a partir del excepcional intercambio cultural que surge tras la conquista del Imperio persa aqueménida (la mayor potencia que existía hasta ese momento), por lo que la cultura griega se expandió por territorios mediterráneos y próximorientales. Las expediciones de Alejandro fueron de los fenómenos conocidos más determinantes de la Edad Antigua.
La astucia militar de Alejandro afianzó la lealtad de sus soldados junto a los cuales, según se cuenta, comía, bebía, se entrenaba y luchaba. Lo dicho se combinaba con una actitud indolente y una autopercepción de grandeza, hasta el punto de creerse un elegido de los dioses. El rey de Macedonia era una figura intransigente con cualquier signo de deslealtad, debido a lo cual muchos soldados de cualquier rango fueron ajusticiados y las insubordinaciones fueron reprimidas y castigadas con fuerza.
Las correrías de Alejandro Magno transitaron más de 40.000 kilómetros y su ejército iba aumentando a medida que se incorporaban nuevos súbditos. A pesar del considerable tamaño de sus huestes, el desplazamiento se hacía con rapidez llegando a avanzar alrededor de 60 kilómetros por jornada. Durante los viajes, los militares atravesaron gran diversidad de parajes y se relacionaron con personas y culturas muy dispares. Los pueblos que recibieron al ejército de Alejandro con hostilidad fueron combatidos bélicamente. Cabe decir que las batallas fueran comunes, al igual que las victorias del macedonio. Por este motivo, su leyenda fue aumentando.
Alejandro el Grande afianzó el orden en la Hélade (denominación con la que los griegos antiguos designaban su región) y en el sudeste europeo, dejando a Antípatro en el gobierno de estos territorios. Con un ejército de 40.000 hombres cruzó el estrecho de los Dardanelos que separa Asia y Europa, llamado Helesponto en la Grecia Clásica, con la intención de empezar la conquista del Imperio persa. Alejandro seguía el designio de su padre, Filipo II, de liberar a las polis griegas que estaban sometidas a los persas. La primera contienda fue la batalla del Gránico, en la que venció a los sátrapas con un ejército de igual tamaño. En este episodio se cuenta que un persa casi mata a Alejandro con una espada, pero uno de los hombres de su padre, Clito, cortó la mano del persa de un solo sablazo. El comandante rival en la batalla era Memnón, el cual era un mercenario griego que prestaba servicios a los persas. Memnón era un gran estratega y en algunos momentos puso en dificultades a Alejandro, a quien conoció en el pasado. Tras la victoria, Alejandro se hizo con el control del Mar Egeo.
En este momento, Alejandro desciende al sur desde Gordion hacia Cilicia. En esta marcha tiene la noticia de que Darío, el rey persa, había atacado un campamento y arrasado sus tropas. Esto desembocó en la batalla de Issos, que se produjo en una llanura localizada entre el mar y las montañas cerca de Siria. El ejército persa contaba con 500.000 soldados mientras que el de Alejandro contaba con 50.000, sin embargo, la estrategia de Alejandro venció. A Darío no le quedó otra opción que huir apresuradamente por la noche y enviar emisarios para negociar, los cuales fueron rechazados.
Alejandro siguió rumbo al sur y fue conquistando territorios dirigiéndose hacia Egipto. En este recorrido destaca el sitio de Tiro que, para conquistarla, realizó un asedio a la ciudad que no podía capturar por invasión debido a que estaba situada en una isla y las murallas llegaban al mar. Alejandro pretendió dominar el Mediterráneo eliminando las bases navales persas, como la base estratégica de Tiro.
En Egipto, Alejandro Magno fue bien acogido, puesto que los egipcios querían librarse de los persas. Por ser recibido como un libertador, se le otorgó la distinción de faraón. En ese territorio Alejandro fundó en el año 331 a. C. una ciudad al oeste del delta del Nilo: Alejandría. Con esta situación estratégica se abrieron rutas comerciales y se reforzaron tanto los enclaves militares y como el poder político. Alejandría mantuvo un estilo griego y con el tiempo se convirtió en el centro cultural de su época.
Después de Egipto, y pasando antes por Siwa, Alejandro se dirigió al este para conquistar Persia. Ante esta campaña, Darío decidió enfrentarse al macedonio en la batalla de Gaugamela. En esta ocasión, las tropas de Darío volvían a ser más numerosas que las de su oponente pero, al igual que en el combate anterior, el genio militar de Alejandro volvió a sobreponerse sobre su contrincante. Por esta victoria consiguió entrar en Babilonia para después invadir Persia empezando por Susa. Luego fue a Persépolis, que era el centro ceremonial del Imperio persa, y después se dirigió al norte llegando a Ecbatana con la intención de perseguir a Darío, al cual hallaron muerto, puesto que los nobles persas empezaron a seguir a otro líder: Bessos, el sátrapa de Bactria que se proclamó sucesor de Darío III. Alejandro llevó a cabo la conquista con extremo cuidado protegiendo las líneas de abastecimiento y adueñándose de los recursos persas.
Ahora Alejandro perseguía a Bessos que había huido a una zona cercana al macizo montañoso Hindú Kush. Por este motivo, Alejandro Magno fue conquistando las satrapías de Asia Central. Esta expedición pasó a la historia tanto por la exoticidad de los lugares como por las penurias que pasaron por la escasez de provisiones y de agua. En una de las cartas que Alejandro envió a su maestro Aristóteles, cuenta que en una ocasión les atacaron “hombres gigantes sin inteligencia humana, que ocasionaron varias bajas”. También se cuenta que cerca del mar Caspio se encontró con las Amazonas o que algunos soldados fueron “devorados por bestias acuáticas”.
En su persecución a Bessos tuvo que atravesar montañas, desiertos y largos recorridos hasta llegar a Bactriana y Sogdiana. Bessos acabó siendo apresado por los suyos y entregado al diádoco Ptolomeo (quien posteriormente recibe Egipto, siendo el primero de la dinastía ptolemaica). Espitamenes, el que fue el principal en la entrega de Bessos, exigió la independencia de Sogdiana y, al ser rechazada su petición, causó diversas rebeliones en las ciudades que provocaron inestabilidad en el imperio. En el año 328 a. C. Coeno, general macedonio, venció a Espitamenes.
El ejército de Alejandro llegó al valle del Indo y su último gran combate fue contra el rey Poros con quien se enfrentó en la batalla de batalla del Hidaspes. Poros regentaba la zona de Punyab y tras ser derrotado, Alejandro lo nombró sátrapa añadiendo tierras a las que ya tenía. El rey de Paura, Poros, asombró a Alejandro, puesto que resistió con valor e ingenio usando incluso elefantes de guerra. El ejército macedonio no quería continuar hacia el este, de modo que se organizó un motín cerca del río Beas. Por esta razón Alejandro se dirigió al sur para regresar y, en el camino, se topó con las tribus de los malios. Su ejército los venció en batalla y masacró su ciudadela. Posteriormente, envió a su general Crátero con buena parte de su ejército a Carmania, y a su oficial Nearco hacia el golfo Pérsico. Mientras tanto, Alejandro regresó a Persia por el sur, atravesando el desierto de Gedrosia hasta llegar a Babilonia.
La muerte alcanzó a Alejandro Magno con 32 años por una enfermedad en el 323 a. C en Babilonia en el palacio de Nabucodonosor II. Su muerte provocó la Guerras de los diádocos (los generales de Alejandro) y sus dominios se dividieron. Alejandro Magno llegó a dominar un territorio que iba desde el mar Egeo y Egipto hasta el oeste del río Indo. El intrépido rey superó la cordillera del Hindu Kush, atravesó las llanuras de Afganistán, Uzbekistán y Turkmenistán, vadeó ríos como el Oxus o el Indo y traspasó las fronteras de lo entonces conocido por su cultura.
Bibliografía
Hammond, N. G. L. Alejandro Magno. Rey, general y estadista. Ed. Alianza. 1992: Madrid.
Plutarco. Vidas Paralelas: Obra Completa, Volumen VI: Alejandro & César; Agesilao & Pompeyo; Sertorio & Eúmenes. Ed. Gredos. 2007: Madrid.