Los amores de Zeus

El dios griego Zeus era el padre de los dioses inmortales y el señor del Olimpo. Fue dios de la luz, del cielo sereno y del rayo. Sin embargo, los relatos mitológicos muestran que indiscutiblemente tenía una gran debilidad: sucumbía constantemente a los efectos de la belleza divina y terrenal.

Dice la mitología que Hera fue la tercera y definitiva esposa de Zeus. Hera era la diosa más importante de las diosas olímpicas y, como Zeus, era la hija mayor de Cronos y Rea. Por tanto, Zeus y ella eran hermanos. Homero cuenta que su amor fue fruto de una atracción surgida desde niños que se consumó a espaldas de sus padres durante 300 años antes de su unión definitiva y formal. Para algunos, Zeus y Hera se casaron en el Jardín de las Hespérides, donde la primavera era infinita. Otros, como Homero, cuentan que fue quizá en el Monte Ida, en Frigia (actual Turquía), o bien en la cumbre del Gárgaro.

Zeus y Hera
Júpiter y Juno, Annibale Carracci. Júpiter y Juno son el equivalente latino a Zeus y Hera.

Del amor de Zeus y Hera nacen cuatro hijos: Hefesto, el señor del fuego y las fraguas, Ares, el dios de la guerra, Ilitía, la diosa de los nacimientos y las comadronas, y Hebe, protectora de la juventud. Sin embargo, Zeus tuvo tantas amantes que parece que la mayor parte de las familias de la leyenda helénica tenían alguna relación con él. Aunque a veces conquistaba a sus enamoradas con sus encantos naturales, Zeus hizo uso de sus poderes siempre que lo necesitó. Cambiaba su forma numerosas veces; se convertía en sátiro, en toro, en cisne o en serpiente y así conseguía apaciguar sus impulsos más primitivos.

Aunque sería demasiado complejo analizar aquí todos y cada uno de los idilios amorosos de Zeus que cuentan los relatos mitológicos, pasaremos a contar algunos de ellos.

Dicen que Zeus se enamoró de Metis, una titánide que personificaba la prudencia y la perfidia. Hija de Océano y de Tetis fue, realmente, la primera de las tres esposas que tuvo Zeus. Aun así, no fue amor a primera vista. Zeus intentó conquistarla, pero ella no parecía estar interesada y, para escapar de Zeus, adquiría diferentes formas. Es, de hecho, fruto de una de estas transformaciones que Zeus, a punto de honrarla con su simiente, derramó el esperma divino por el cielo y creó la Vía Láctea.  Al final Metis sucumbió y ella y Zeus concibieron un hijo. Gea avisó a Zeus de que si Metis paría un varón, éste terminaría destronándole. Cuenta Hesíodo que por ello Zeus devoró a Metis mientras estaba embarazada y él mismo dio a luz a su hija, que salió de su frente totalmente armada y se llamó Atenea, diosa de la guerra, la civilización, la sabiduría, las ciencias y la justicia. 

Atalanta Fugiens, Michael Maïer
Atalanta Fugiens, Michael Maïer. Emblema XXIII. Fue Prometeo quien, con un hacha, partió el cráneo de Zeus para sacarle aquello que tenía en la frente. De ahí salió Atenea.

Su segunda esposa fue Temis, hija de Uranio y Gea (y tía, por tanto, de Zeus). Con ella tuvo a Las Horas, las diosas cósmicas y del orden social, y a Las Moiras, dueñas del destino. 

También se enamoró de Europa, la hija del rey Tiro. En una ocasión, mientras Europa paseaba por la orilla del mar con sus doncellas, fue sorprendida por un toro inmaculado que se acercó a ellas. Este toro era, en realidad, Zeus, que ganándose su confianza hizo que Europa se montara en su lomo y así la raptó. Se adentró con ella en el mar y la llevó hasta Creta, donde hicieron el amor y trajeron al mundo a Minos, Sarpedón y Radamantis. 

Rapto de Europa Rubens
El rapto de Europa. Pedro Pablo Rubens (copia de Tiziano), 1628/29. En Museo del Prado.

Del amor de Zeus y Sémele nace uno de los personajes más importantes de la mitología griega. Cuando Sémele estaba embarazada de seis meses, Zeus le promete concederle todo lo que ella desease. Pero Hera, presa de la ira, intervino. Hizo que Sémele le pidiese a Zeus mostrarse ante ella en su verdadera esencia. Zeus, ante tal deseo, se presentó en la instancia de Sémele rodeado de truenos y rayos, ante lo cual Sémele quedó carbonizada. Zeus sacó al niño del vientre de Sémele y lo introdujo en sus muslos. Tres meses después nace Dioniso, el doblemente nacido, dios del vino, la fertilidad y el teatro; de los rituales dionisíacos llenos de música y danza extática.

Nacimiento de Dioniso.
Nacimiento de Dioniso. Crátera de volutas de figuras rojas, ca 405
– 385 aC., Museo Nazionale Archeologico di Taranto.

En contraposición a Dioniso, Zeus engendró al dios Apolo. Éste se acostó con Leto, hija de los titanes Ceo y Febe y con ella concibe gemelos. En este caso, el castigo de Hera consistió en prohibir que Leto tuviera un lugar donde dar a luz a sus hijos. Por ello Leto se va a una isla desierta que flotaba por el Egeo y allí nacieron Artemisa y Apolo. Apolo fijó aquella isla en el centro del mundo y la llamó Delos “la brillante”.

Y también fruto de una relación extramatrimonial que duró nueve noches concibió Zeus con Mnemosine, la personificación de la memoria, a las nueve musas: Clío, musa de la historia; Euterpe, musa de la música; Talía, musa de la comedia; Melpómene, musa de la tragedia; Terpsícore, musa de la danza; Erato, musa de la poesía amatoria; Polimnia, musa del canto de los dioses, Urania, musa de la astronomía y Calíope, musa de la poesía épica. 

Nueve musas
Mosaico que representa a las nueve musas. Encontrado en una villa romana de Moncada.

Una de las historias más famosas en lo que a amores de Zeus respecta, es la historia de Alcmena. Zeus cae rendido ante la belleza de ésta, que era nieta del héroe Perseo y esposa enamorada de Anfitrión. Dado que Anfitrión había partido a la guerra, Zeus adquiere su aspecto y visita a Alcmena, y ambos se unen en una noche de 72 horas. Tras ello, el verdadero Anfitrión regresa y, al ver que Alcmena no le recibe con la calidez esperada, advierte su engaño con Zeus y la castiga a morir en la hoguera. Pero Zeus envía una lluvia que la salva de su fatídico destino. También Hera decide castigar a Alcmena prolongando su embarazo. Es así como nace robusto y lleno de fuerza Herácles, el que será el Hércules latino; un personaje destinado a convertirse en Héroe.  

Y parece que no sólo le fascinaba la belleza femenina. Cuentan que cuando Zeus vio a Ganimedes, un joven que pastoreaba en las laderas del monte Ida, se transformó en águila y se lo llevó al Olimpo. Allí, sustituyendo la labor que tenía su hija Hebe, le otorga el deber de escanciar el néctar de los dioses. Cuenta Luciano de Samosata, escritor del siglo II d.C. en Diálogos de los dioses:

“Dice Hera: desde que arrebataste del Ida a ese muchacho y lo trajiste aquí, me haces menos caso, Zeus. A lo que éste responde: ¿También estás celosa, Hera, de este muchacho tan inocente? Yo creía que sólo te enfadabas con las mujeres que tienen relaciones conmigo. A lo que le replica su mujer: No está bien lo que haces, este muchacho incluso vive con nosotros […]. Y nunca tomas la copa de sus manos sin darle un antes un beso, en presencia de todos, y su beso te resulta más dulce que el néctar. Y cuando él ha bebido, tomas la copa y bebes en ella poniendo tus labios en el mismo sitio que él lo hizo, para seguir besándolo mientras bebes”. 

Rapto de Gaminedes, Carracci
Rapto de Gaminedes. Anibale Carracci, ca. 1600. En el Palazzo Farnese de Roma.

La historia de los amores de Zeus no tiene fin. Engendró a Perseo con Dánae transformándose en lluvia de oro; se transformó también en cisne para embaucar a Leda, que puso dos huevos de los que nacieron Helena y Cástor y Clitemnestra y Pólux; de su amor con Eurínome nacieron las Tres Gracias; de su romance con Deméter, Perséfone, y de su trato con Maya, hija del titán Atlas, nació el dios HermesY así podríamos continuar hasta casi hasta el infinito.

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