Amy Winehouse fue una de las cantantes más icónicas de la música del siglo XXI. Conocida como la Diva del Soul y abocada como pocas al desastre, Amy se consagró como una mujer única a la que le superó la vida con tan solo 27 años, como tantos otros emblemas de la música.
Para Amy Winehouse, alzar una voz colmada de jazz era una experiencia catártica. Era pureza. Entre sus influencias, hablaba del góspel como un canto tremendamente sincero, pues «no hay nada más puro que la relación que tienes con Dios, o con aquello en lo que crees. No hay nada más fuerte, excepto el amor por la música». Y es esta la pureza que Amy buscaba expresar a través de su voz. Afirmaba sentir que no había una música que la representara en su época; que representara lo que padecía. Por ello, empieza a escribir música. Una música ante todo para ella, que la cambiase y que fuese algo personal y diferente. Admiraba a Billie Holiday, Aretha Franklin, Tony Bennett, Carole King o Mahalia Jackson. Aquellos que para ella elogiaban con su música la sinceridad del arte.
Pero la pureza de intenciones no es suficiente en un mundo hambriento de sensacionalismo y preso del relato morboso. Como una reminiscencia siempre presente del Romanticismo, la concepción del genio atormentado sigue hoy construyendo los mitos de nuestros artistas. El artista bohemio tan presente en el rock y el jazz, condenado al sufrimiento por un ideal que nunca alcanzará, ve en el arte su única redención. El genio se aísla en un mundo que no lo comprende y le consume, pero su arte sobrevivirá en el futuro.
Amy, como aquellos artistas indudablemente etiquetados como Genios, proyecta con su música una sensibilidad particular, innata e intuitiva, que la eleva a la categoría que merece. Pero fue su especial sensibilidad la que hizo que el mundo fuera demasiado para ella. Canalizaba su insatisfacción con la industria y sus prematuros problemas personales en la figura de una artista derruida, y los medios de comunicación indudablemente acentuaron su aislamiento con la vida real. Como una necesidad primordial, se evadía una y otra vez en aquello que la destruía.
Amy Winehouse creció en el seno de una familia interesada por el jazz clásico, y ella misma se adentró en el mundo del R&B americano de los 90, el hip hop y posteriormente el soul. Ya a los 10 años tiene su primera experiencia en un estudio de grabación con el dúo de rap Sweet ‘n’ Sour, acompañada de su amiga Juliette Ashby, y a los 16 comienza su carrera profesional gracias a la ayuda de Tyler James.
Su primer álbum de estudio, Frank (2003), fue una mezcla de jazz, pop, soul y hip hop que no pudo sino fascinar a la crítica. Nace así una estrella que con Back to Black (2006) alcanza totalmente la fama. Tanto es así que en 2008 se llevó cinco de los seis premios Grammy a los que estaba nominada: mejor nueva artista, grabación del año, canción del año, mejor interpretación femenina de pop por Rehab y mejor álbum de pop vocal.
Como un ser verdaderamente auténtico, Amy Winehouse siempre fue fiel a su estilo y dejó claro en varias ocasiones que no cambiaría para alcanzar la fama:
Yo tengo mi propio estilo. Yo tengo mi propio estilo y escribo mis propias canciones y, si alguien ya tiene mucho de algo, hay muy poco que puedas añadir.
Entrevista «Friday Night with Jonathan Ross«, 2004.
Fue lo genuino de su personalidad lo que la diferenciaba del resto de artistas. Amy reivindicaba una identidad londinense terrenal alejada de las pretensiones típicas del mito artístico, y eso la acercaba a su público. Sin embargo, el mito siempre es más poderoso que la verdad, y la actitud contestataria de Amy Winehouse pronto fue víctima del culto a lo excéntrico de la genialidad. Al final, no se hizo otra cosa que violar su intimidad incluso en momentos en los que claramente se encontraba al límite.
Y es que Amy no terminaba de aceptar la fama que había crecido en torno a ella:
«No creo que vaya a ser famosa, porque mi música no está en esa escala… No creo que vaya a ser famosa para nada. No creo que pudiera manejarlo. Probablemente me volvería loca. Me volvería loca».
Su sueño, cantar en clubs de jazz para audiencias pequeñas, donde un ambiente íntimo y sin pretensiones la permitiese interpretar lo que realmente quisiera; donde no tuviera que repetir un single hasta la saciedad para satisfacer la masiva demanda.
Amy Winehouse en el Noth sea jazz Festival, en 2004. Documental "Amy", Asif Kapadia, 2015.
«El éxito para mi no es tener éxito con la compañía discográfica o quien sea. El éxito para mi es tenre la libertad de trabajar con quien yo quiera trabajar; de poder siempre mandar todo a la mierda e ir al estudio cuando tenga que ir al estudio».
Sin embargo, su realidad se tornó muy diferente. Desde sus 13 años empezó a tomar antidepresivos y poco a poco su situación familiar y personal fue empujándola hacia la autodestrucción; una autodestrucción que, como ella misma afirmaba, en el fondo le daba alas para crear (el eterno dilema del artista romántico). Su búsqueda por conseguir el amor de los que la rodeaban, enturbiado por la toxicidad de sus actos y por el interés económico que los demás veían en su fama le hizo recaer una y otra vez en aquello que la aliviaba.
Así transcurrió la vida de Amy Winehouse, entre deslumbrantes actuaciones, decadentes sucesos personales y escasos momentos de luz que hacían pensar que saldría adelante. No puede entenderse plenamente su música sin comprender la profundidad de su sus experiencias vitales. Back to Black, por ejemplo, es una declaración emocional desgarradora. Blake Fielder, la pareja más conocida de la cantante, rompió con ella para volver con su exnovia. Esta ruptura la sumió en una espiral depresiva a la que hizo frente con el consumo abusivo de alcohol. Y es en este álbum donde Amy nos habla con la mayor franqueza de esta época.
Hurts, I love too much
It’s not enough, your love goes and my love grows
And life is like a pie and I’m a tiny penny rolling up the walls inside
We only said goodbye with words, I died a hundred times
You go back to her, and I go back to….
Uniéndose al famoso Club de los 27, al club de aquellos artistas convertidos en iconos musicales y generacionales que vieron su vida acabar demasiado pronto, Amy Winehouse fallece el 23 de julio de 2011 por intoxicación etílica en su casa de Londres. Aquella mujer que había nacido como pocas para cantar, que miraba el mundo con sus potentes ojos plenos de personalidad y una sensibilidad especial, fue presa de una sociedad que no la dejaba respirar y una lucha demasiado prematura contra sus propias tendencias.
Entre sus últimos recuerdos felices, su dúo con Tony Bennett en 2011 donde pudo sentir todos sus esfuerzos compensados por cantar al lado de uno de sus mayores ídolos. Hoy, nos queda todo el legado musical que nos dejó. A pesar de todo, se convirtió en aquello que deseaba: una cantante pura y sincera como pocas.
Referencias:
- Amy. Documental de Asif Kapadia, 2015
- Amy, my daughter. Mitch Winehouse
- www.lamonomagazine.com/back-to-black-el-corazon-roto-de-amy/
- Entrevistas:
www.youtube.com/watch?v=ldYoSVO5K4Q&t=213s
www.youtube.com/watch?v=qEzMnq9uB7g
www.youtube.com/watch?v=aqXOPLVkQcs
www.youtube.com/watch?v=zRIFt_7nTqU