El antiamericanismo es un fenómeno complejo que ha evolucionado a lo largo de la historia y que se manifiesta en diversas regiones del mundo. Desde Oriente Medio hasta Sudamérica, pasando por partes de Europa y Asia, donde existen sentimientos negativos hacia los Estados Unidos. Algunas encuestas indican que, en países como China, Rusia, Irán, buena parte de la población tiene una opinión desfavorable de Estados Unidos. En Sudamérica, países como Venezuela y Bolivia han mostrado altos niveles de desconfianza hacia las políticas estadounidenses. También el antiamericanismo es fuerte en países vecinos como Canadá. El antiamericanismo, lejos de ser un fenómeno moderno, tiene profundas raíces históricas que se entrelazan con el ascenso de Estados Unidos como la principal potencia global. Este sentimiento de rechazo, que se encuentra tanto en países aliados como en aquellos abiertamente opositores, se intensificó tras el final de la Guerra Fría y la consolidación de Estados Unidos como la mayor «superpotencia» mundial. Tras la caída del bloque soviético, Estados Unidos ocupó un lugar sin precedentes en la historia: la posición de una nación que domina en todas las esferas de poder ya sea económico, militar, tecnológico y, en cierto grado, cultural. Esta preponderancia global ha suscitado tanto admiración como envidia y, en muchos casos, desprecio. Pero el rechazo a Estados Unidos a veces está basado en contradicciones y paradojas que no siempre responden a una lógica coherente. De hecho, a menudo los países que critican el unilateralismo o «imperialismo» de Estados Unidos, han sido beneficiarios de la intervención estadounidense en momentos de crisis.
Por Javier Rubio Donzé
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