¿Qué es la ciencia ficción?
La ciencia ficción es uno de los géneros más prolíficos y que ha tenido más manifestaciones creativas en medios artísticos como la literatura, el cine, los videojuegos o el cómic. La amplitud de las expresiones de la ciencia ficción en sus temáticas y en sus formas, así como su relación con otros géneros, hace que sus límites sean difícilmente discernibles con claridad. Los criterios de distinción del concepto de ciencia ficción son simples y reconocibles, sin embargo, hay que tener en cuenta el recorrido de las obras de este género, sus derivaciones y sus lazos con otros géneros artísticos.
Se suele considerar que el inicio de este género parte con la publicación en 1818 de Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley. Hay que tener en cuenta que, por un lado, se trata de una obra que retoma temas clásicos y pertenece a una tradición gótica relacionada con el romanticismo y que, por otro lado, se pueden identificar elementos del género de ciencia ficción en obras anteriores. No obstante, John Clute muestra que ésta es la primera obra que integra de modo coherente una realidad fantástica y especulativa con elementos que no lo son.
Se puede comprender de modo amplio la ciencia ficción como aquellas manifestaciones artísticas que ponen de relieve la incidencia de los desarrollos de los diversos ámbitos del conocimiento y la tecnología, en las personas, sus relaciones sociales y sus formas de ver el mundo. Las innovaciones tecnológicas en las obras de ciencia ficción se entremezclan en tramas que imprimen un sentido estético a las creaciones. El elemento principal es la especulación y la fantasía en los avances científicos tratados de un modo verosímil y coherente.
Este criterio permite una inmensa cantidad de formas distintas de realizar obras dentro de este género. Por este motivo hay gran variedad de derivaciones que resaltan determinadas características englobadas dentro del rótulo de ciencia ficción. Uno de los subgéneros más llamativos de la ciencia ficción es el cyberpunk, el cual insiste especialmente en una visión distópica que mezcla la tecnología con la marginalidad y los modos de vida dañados por su causa.
Íñigo Fernández[1] entiende que la principal herencia de la ciencia ficción radica en la Ilustración y en la Revolución Industrial. El punto importante que señala es la incorporación literaria del ideal del progreso en la concepción de la historia y del tiempo. La ciencia ficción realiza ejercicios especulativos sobre los avances de los distintos ámbitos del conocimiento. Lo cual sólo es posible si se tiene asumida la percepción de ir hacia adelante y del perfeccionamiento constante en virtud del desarrollo racional. Hay que decir también que, como en el mencionado caso del cyberpunk, la ciencia ficción ha incorporado formas críticas de este supuesto progreso, no sólo en su posibilidad y acción efectiva, sino también en su naturaleza perfeccionadora y casi soteriológica, presentando escenarios distópicos propiciados por la alta tecnología.
El mito prometeico de Mary Shelley se encuentra intrínsecamente ligado a la cosmovisión y los ideales propios de la Modernidad. La novela de Frankenstein propició la aparición de la especulación científica combinada con el terror en relatos literarios como algunos de Edgar Allan Poe, Howard Phillips Lovecraft o Robert Louis Stevenson. Entre este tipo de escritos destacan La narración de Arthur Gordon Pym, En las montañas de la locura o El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, respectivamente. Otro precursor fue Julio Verne con sus conocidas novelas de aventuras.
Las temáticas abordadas por las obras de ciencia ficción son tan variadas que no es posible recogerlas en su totalidad. Sin embargo, se pueden presentar algunas de las más representativas y comunes. Un tema usual en la ciencia ficción es el viaje en el tiempo, del que destacan obras como La máquina del tiempo de Wells, El libro del día del juicio final de Willis o El fin de la eternidad de Asimov. Uno de los temas más conocidos es la space opera, el cual término lo usó Tucker para designar de modo peyorativo a los relatos de viajes en el espacio, puesto que los asociaba a ciertas historias seriales radiofónicas de mala calidad auspiciadas por marcas de detergentes: soap operas. Destaca la saga de La Cultura de Banks o Dune de Frank Herbert. El contacto con civilizaciones extraterrestres también es un tema popular tratado, por ejemplo, en El juego de Ender de Orson Scott Card o La historia de tu vida de Ted Chiang. Asimismo, el tema de la inteligencia artificial es importante en este género con obras como Círculo vicioso de Asimov o R. U. R. de Karel Čapek. Otro tema relevante es el de las sociedades alternativas como la de la trilogía de La Fundación de Asimov o La ciudad y las estrellas de Arthur C. Clarke. Relacionado con el anterior tema, la ucronía –relatos en los que se presenta un tiempo alternativo producto de un acontecimiento pasado que ocurrió de manera distinta al que realmente existió– también ha sido tratada por autores como Philip K. Dick en El hombre en el castillo.
La popularidad y la divulgación del género llevaron a que se realizaran gran cantidad de publicaciones periódicas de baja calidad literaria. La expresión “ciencia ficción pulp” hacía referencia a la mala calidad de la pasta de papel de las publicaciones (en la Norteamérica de entreguerras) que comerciaban productos narrativos de ciencia ficción. En ellas se exacerbaban los elementos fantásticos, la exoticidad, la acción o el heroísmo, de modo que eran consideradas pequeñas obras para un público joven, de baja calidad y destinadas únicamente a la evasión. No obstante, al margen de este fenómeno, el género de la ciencia ficción ha tenido (y tiene) autores que lo han cultivado con gran calidad literaria, con un elevado valor estético y con tramas elaboradas que llevan a reflexiones profundas sobre temas complejos y diversos.
Normalmente se dividen las obras de ciencia ficción en dos tipos: hard science fiction y soft science fiction. El primero, llamado “ciencia ficción dura”, busca el máximo grado de rigor científico. Un ejemplo de ello es La nube negra de Hoyle. El segundo tipo, llamado “ciencia ficción blanda”, permite licencias poéticas disminuyendo el rigor científico para favorecer la trama y abandona el carácter divulgativo de la ciencia. Destacan escritores como Ursula K. LeGuin, Philip K. Dick o autores de la New Wave como J. G. Ballard.
En definitiva, es muy complicado ofrecer una definición formal que comprenda todo aquello que calificamos como una obra de ciencia ficción. No obstante se trata de un género que se consolidó en los años 20 del siglo XX, siendo el término generalizado por Hugo Gernsback en 1926 cuando lo usó en la portada de la revista Amazing Stories (pero acuñado por primera vez por Wilson en 1851). La importancia de la ciencia ficción en la literatura es innegable y, por tanto, sus obras son imprescindibles para cualquier lector consumado o primerizo.
Bibliografía
Barceló, M. Ciencia ficción. Nueva guía de lectura. Ed. Ediciones B. 2015: Barcelona.
Clute, J. y Nicholls, P. The Encyclopedia of Science Fiction. Ed. DK Publishing. 1995: Londres.
Íñigo Fernández, L. E. Breve historia de la ciencia ficción. Ed. Nowtilus. 2017: Madrid.
[1] El doctor en Historia y escritor Luis E. Íñigo Fernández ha investigado y publicado sobre la historia de la ciencia ficción. Véase su obra Breve historia de la ciencia ficción.