Si se habla de la República de Weimar, no podemos omitir a una de sus figuras mas relevantes del periodo de entreguerras. Gustav Stresemann se desempeñó como canciller (1923) y luego ministro de asuntos exteriores (1923-1929), donde tuvo como eje recuperar la relación con Francia, entrando en funciones al terminar la ocupación franco-belga del Ruhr (1923-1925) [1]. Ante esta situación, Stresemann dio paso a una política exterior basada en la conciliación. Aprovechó la incomodidad del Reino Unido y Francia ante el incierto futuro de Alemania a través del cumplimiento de indemnizaciones pequeñas para lograr liberar algunas clausuras del Tratado de Versalles.[2]
Política Externa
Gustav Stresemann llevó a cabo un equilibrio con británicos y franceses, ya que esta era la única forma de avanzar tras la situación de posguerra. En lo económico, se envió desde EE.UU al diplomático Charles Dawes con el fin de reducir las exigencias de Francia con Alemania, lo que llevó a que este último pagara mil millones pero que recibiera prestado dos mil millones, utilizando ese dinero para modernizar el país, afectando y beneficiando a Francia. Esto es debido a que su objetivo era tener una Alemania débil, pero también necesitaba que pagase las deudas (se pagó parte de la deuda, pero a su vez se fortaleció la industria alemana).
Uno de los mayores logros de Stresemann fue su participación en el tratado de Locarno en 1925, el cual aseguraba las fronteras de Francia, Bélgica y Alemania, reforzando la paz en Europa a través del estableciendo de la zona desmilitarizada de Renania como neutral y logrando el ingreso en la Sociedad de Naciones. Fruto de esta política, se dio la firma del tratado de Berlín (1926) [3], el cual logró la neutralidad entre la URSS y Alemania para garantizar la paz en el Este, dándole un mayor reconocimiento, lo que conllevó a que Stresemann recibiera el Premio Nobel.
El rearme de Alemania
Stresemann presionó a los franceses para lograr el rearme alemán y evitar el artículo 16 de la carta de Sociedad de Naciones (una nación derrotada seria sancionada si se rearmara), generando un periodo de incertidumbre y ante ello, los franceses crearon la línea Maginot. Los germanos respondieron armando su propia línea (Sigfrido), pese a que ambos países firmaron en 1928 el pacto Kellogg-Briand en donde se renunciaba a la guerra [4] como instrumento de solución de disputas internacionales, con el fin de evitar el expansionismo alemán (no aislarlo ni dejarlo crecer). [5]
El ascenso de los nazis en Alemania
Después de la muerte del emblemático político alemán en 1929, la credibilidad en la República de Weimar quedaba en entredicho, ya que la confianza estaba puesta en Stresemann, no en el país. Los nazis continuaron con los objetivos de Stresemann de restablecer al país germano en el centro de Europa, pero utilizando mecanismos diferentes. En la misma tendrá complicidad Occidente a través de la llamada política de apaciguamiento, la cual otorgaba una serie de concesiones a Adolf Hitler como el tratado anglo-germánico (creación de una flota alemana que sería un 35% el tamaño de la Royal Navy).
Los franceses fomentaban el desarme alemán, pero los británicos fueron más realistas y veían que no sería posible, por lo que decidieron cooperar de manera bilateral para resguardarse y ganarse la confianza de los mismos. Por desgracia para las democracias europeas, en los últimos años de la década del 30 se intensificó la expansión territorial de los nazis en Europa:
- 1936: remilitarización de la zona del Sarre, sin acción del gobierno galo.
- 1938: en marzo se produjo la anexión de Austria y en octubre la crisis de los Sudetes, la cual derivaría en la conferencia de Múnich. En esta reunión se transmitió a las potencias occidentales que únicamente se pretendía anexar el territorio donde vivían alemanes (llevado a cabo por la ubicación de centros industriales en la zona de Bohemia y Moravia). [6]
- 1939: Stalin firmó el pacto Mólotov-Ribbentrop pero favoreció a los germanos, ya que se aseguraba la paz en el Este, dejándole todo el Occidente para el Führer. [7]
Bibliografia y referencias
[1] Ocupación del Ruhr (1923-1925): producto del fracaso de alcanzar las indemnizaciones económicas pactadas en Versalles. Por el lado británico, se intentó reducir el monto adeudado, ya que, el destruir la economía alemana afectaría al Reino Unido (segundo socio comercial y debido a su ubicación en el centro de Europa, todo el comercio fluye por él). Francia inició la ocupación de la región del Ruhr, debido a que allí se encontraba el centro de la producción de carbón, hierro y acero.
[2] Eric Weitz. (2009). El mundo de la política. La Alemania de Weimar (127-129). Madrid: Turner.
[3] Reafirma el tratado de Rapallo (1922), firmado con la URSS para entablar relaciones económicas ante el aislamiento de Occidente.
[4] Tratado de Washington (1921-1922), mediante el cual se limitaba el crecimiento militar de las naciones para evitar un nuevo conflicto mundial. No involucró a Sociedad de Naciones y se convocó a las diferentes potencias europeas (se deja afuera a la URSS y Weimar). El tratado no trataba de eliminar las fuerzas armadas, sino limitar su crecimiento.
[5] Henry Kissinger. (1996). Stresemann y el resurgimiento de los vencidos. Diplomacia (198-199). Barcelona: Ediciones B.
[6] Ideal de Ratzel del espacio vital/Lebensraum en el cual el país germano debe expandirse para garantizar su supervivencia.
[7] Henry Kissinger. (1996). El fin de la ilusión: Hitler y la destrucción de Versalles. Diplomacia (220-225). Barcelona: Ediciones B.