Año 1709, actual Ucrania. En plena Guerra del Norte, una singular batalla cambió el signo de la contienda y de la historia. Hablamos de la batalla de Poltava, en la cual Rusia se impuso a Suecia confirmándose como una de las grandes potencias de Europa. Mucho antes de los tropiezos de Napoleón o Hitler en el territorio ruso, Carlos XII de Suecia había caído derrotado ante el gigante del este.
Antecedentes
Tras el fin de la Guerra de los Treinta Años, Suecia se confirmó como una de las grandes potencias europeas logrando el control de algunos dominios del Sacro Imperio Romano Germánico. Así mismo, Dinamarca-Noruega perdió territorios a favor de Suecia en el Tratado de Roskilde (1658). La República de las Dos Naciones (también llamada Mancomunidad polaco-lituana), con su centro político en Polonia, también mantenía ciertos litigios con Suecia. A la llegada de Carlos XII en 1697, el país nórdico ya se había convertido en una nación próspera y con un ejército moderno. Mientras tanto, la cercana Rusia con Pedro I al frente, intentaba salir de su atraso y equipararse al resto de países europeos. Por esta razón, el resuelto zar llevó a cabo una serie de reformas políticas, económicas, sociales y militares. Ante este escenario tan complejo, el estallido de un conflicto entre las naciones del norte de Europa era tan solo cuestión de tiempo.
En 1699 una alianza se fraguó en secreto entre Dinamarca-Noruega, Rusia y Polonia y Sajonia en contra de los intereses suecos. Finalmente, entre 1700 y 1721, estalló la Gran Guerra del Norte entre Suecia y sus rivales, entre los que se encontraban Rusia, Dinamarca-Noruega y la República de las Dos Naciones junto con Sajonia. En esta contienda se decidiría la hegemonía en el Báltico. Durante los primeros años, Suecia logró imponerse a Dinamarca y Polonia. Pero a pesar de los anteriores triunfos contra sus enemigos, Carlos XII de Suecia no pudo avanzar en su objetivo de tomar Moscú. En el invierno de 1708 determinó dirigirse más hacia el sur, a las tierras de la actual Ucrania. No obstante, la falta de suministros era ciertamente alarmante. El monarca sueco había decidido conquistar la fortaleza de Poltava, junto al río Vorskla. Pero ante este peligroso desafío, el zar Pedro I no se iba a quedar de brazos cruzados, sobre todo tras su derrota en Narva (1700).
Preparativos y desarrollo
El 27 de junio de 1709, un certero disparo alcanzó a Carlos XII en el pie. Debido a la gravedad de la herida que acabó infectada, el monarca sueco no pudo hacerse cargo de su ejército. De esta manera, el mando pasó a manos del mariscal Gustav Rhenskiöld y del general Adam Ledwig Lewenhaupt. Consciente de la situación de debilidad en el bando sueco, el zar Pedro I atravesó el río Vorskla y atrincheró a su ejército formado por unos 40.000 hombres cerca de Poltava (en la actual Ucrania). De una forma muy astuta, el gobernante ruso estableció una serie de reductos en forma de «T» en los bosques al sudoeste de sus posiciones por donde los suecos debían de transitar para comenzar su ataque.
El 8 de julio, los suecos tomaron la iniciativa. La infantería al mando de Lewenhaupt avanzó hacia el campamento ruso principal. Inconscientemente, algunos generales suecos perdieron el tiempo intentando capturar los reductos que los rusos habían construido para este fin. Esta acción los dejó completamente aislados y no tuvieron más remedio que rendirse. Por esta razón. Suecia perdió a una tercera parte de su ejército de infantería. El resto del ejército alcanzó la llanura situada frente al campamento ruso en torno a las 8;30. Allí esperaron durante dos horas en espera de refuerzos. Sin poder todavía saberlo, pronto los acontecimientos se tornarían adversos para los intereses de Suecia.
El zar Pedro I salió entonces del campamento con 20.000 soldados de infantería dispuestos en dos líneas y con el apoyo de 68 cañones. Después de 45 minutos de fuego artillero, los dos ejércitos avanzaron. La superioridad numérica de los rusos les permitió rodear los flancos de la infantería sueca que, a su pesar, carecían del inestimable apoyo de la caballería. Aunque las tropas de Lewenhaupt consiguieron abrirse paso a través de la línea rusa, fueron perdiendo fuerza, por lo que sus enemigos aprovecharon para hacerles retroceder. Cuando hicieron su aparición los 10.000 jinetes rusos para dar la estacada final, la batalla se convirtió en una huida desesperada para los suecos. Una nueva era en Europa se abría camino.
Consecuencias y trascendencia: hegemonía rusa
Las bajas para el bando sueco en la batalla de Poltava fueron catastróficas, se calcula que ascendieron a más de 10.000 entre muertos, heridos y prisioneros de un total de 25.000. Tres días más tarde, lo que quedaba del ejército sueco se rindió en Perevolochna. Las tropas de Suecia habían quedado prácticamente aniquiladas. Carlos XII consiguió huir hacia el sur en dirección al Imperio otomano, donde permaneció cinco años en el exilio. Por el contrario, los rusos solo sufrieron 4.500 bajas de un ejército estimado en 40.000 hombres.
El singular encuentro en Poltava significó un antes y un después para el equilibro de poder en Europa. Con Suecia fuera de juego, Pedro I consiguió ejercer su dominio sobre Polonia y los países bálticos. Desde entonces, Rusia se alzaría como la potencia hegemónica de la región. El poderoso zar emplearía prisioneros de guerra suecos para construir el que sería el proyecto más ambicioso de su reinado: la ciudad de San Petersburgo. Esta localidad estaba llamada a convertirse en la portentosa capital del Imperio ruso y en la puerta al mar Báltico y a Europa. El gigante por fin había despertado.
La Gran Guerra del Norte todavía se prolongó durante 12 años más hasta la firma del Tratado de Nystad (1721). Rusia había desplazado definitivamente a Suecia en el mar Báltico. Como consecuencia de su derrota, el país nórdico se vio obligado a ceder a Rusia los territorios de Estonia, Livonia, Ingria y gran parte de Carelia. Poco después de la firma del tratado, Pedro I fue nombrado emperador de toda Rusia por el Santísimo Sino Gobernante y por el Senado Gobernante. Empezaba así un nuevo período en la historia rusa que acabaría de forma abrupta tras los sucesos de la revolución de 1917.
Es curioso como de la misma forma que Carlos XII de Suecia cayó fulminado ante el poder de Rusia, otros conocidos personajes de la historia cometieron un error parecido, salvaguardando las distancias. En 1812, Napoleón Bonaparte emprendió la campaña de Rusia con la que pretendía doblegar al zar Alejandro I. Aunque llegó hasta Moscú, la falta de suministros y la pronta llegada del crudo invierno ocasionaron su desastrosa retirada. Mucho más adelante, el 22 de junio de 1941, Adolf Hitler llevó a cabo la mayor campaña terrestre de la historia: la Operación Barbarroja. El resto de la historia ya la conocemos.
Bibliografía
A. Konstam (1994). Poltava 1709, Russia Comes of Age. Osprey Campaign. Osprey Publishing.
Grant, G. R. (2017). 1001 batallas que cambiaron el curso de la Historia. Penguin Random House Grupo Editorial S.A.U, Barcelona.
P. Englund (1992). The Battle of Poltava: The Birth of the Russian Empire. London.