«Beetlejuice» o el poder de la nostalgia

En el año 1988, Tim Burton nos sorprendía con una refrescante comedia de terror y fantasía llamada Beetlejuice con actores de la talla de Alec Baldwin, Geena Davis, Catherine O’Hara, Jeffrey Jones, Winona Ryder y con Michael Keaton en el papel protagonista. Más recientemente, en el año 2024 se estrenó su secuela titulada Beetlejuice Beetlejuice, respetando parte de su antiguo elenco. Pero, ¿quizás no estamos recurriendo demasiado a la nostalgia en el séptimo arte? ¿Hasta qué punto se está convirtiendo en una realidad aquel dicho de «cualquier época pasada fue mejor«? ¿Acaso hemos perdido la fe en el futuro?

Cartel promocional de Beetlejuice (1988)

Beetlejuice, un clásico del séptimo arte

En la década de los 80, un sinfín de películas de lo más icónicas pertenecientes a todos los géneros lograron permanecer en la memoria colectiva: las sagas de Indiana Jones y de Regreso al futuro, El Imperio Contraataca, El Retorno del Jedi, Blade Runner, Los Cazafantasmas, E.T. el Extraterrestre, Terminator, Robocop, Top Gun, Los Goonies, La Chaqueta Metálica, Jungla de Cristal, Gremlins, La Mosca, Los Intocables de Eliot Ness, Platoon, Rain Man y muchas más. Sin duda, estas magníficas creaciones marcaron al público de una manera más o menos efectiva en aquella década tan añorada. Entre todas ellas también encontramos Beetlejuice (1988), una de las obras más recordadas y populares del multifacético Tim Burton.

Beetlejuice fue una apuesta de lo más arriesgada en su momento: una especie de comedia terrorífica inspirada en el más allá donde vivos y muertos no tendrán más remedio que llegar a un acuerdo para poder convivir en paz. En este film, una pareja recientemente fallecida (Alec Baldwin y Geena Davis) decide recurrir a un peculiar «bioexorcista» apodado Beetlejuice (Michael Keaton) para tratar de ahuyentar de su casa a los nuevos inquilinos con resultados totalmente estrafalarios. La cinta fue todo un éxito de taquilla y consiguió el Óscar a mejor maquillaje y peluquería, además de tres Premios Saturn: Mejor película de terror, Mejor maquillaje y mejor actriz de reparto para la veterana Sylvia Sidney. Todo un logro para el joven Burton.

La eterna nostalgia

Una vez vista la trascendencia de los años 80 en el séptimo arte, procederemos a analizar el porqué de la nostalgia. Es cierto que, en multitud de ocasiones, habremos escuchado la frase «cualquier tiempo pasado fue mejor«. Esto sin duda hace referencia a que generalmente añoramos lo que se ha perdido, lo que ya no podemos disfrutar. A lo largo de la historia del ser humano, siempre hemos recordado épocas pasadas como si éstas hubieran sido mejores que el tiempo presente. Quizás el caso más característico sea la época del Renacimiento (siglos XV-XVI), la cual pretendía rememorar la gloria de la Antigüedad clásica perdida desde hacía siglos a través del arte, la cultura, la ciencia, la filosofía o la política.

El nacimiento de Venus, por Sandro Botticelli

Otro ejemplo de ello podría ser la llamada «Belle Époque» que tuvo lugar en Europa entre 1871 y 1914, aunque también involucraría a otros países relacionados con Occidente. Era el período cumbre del imperialismo, en el que las naciones europeas imponían su modelo al resto del mundo. Unas décadas antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, en Europa existía una gran fe en la ciencia, el progreso y el bienestar que se terminó de forma drástica con la llegada de las hostilidades y la posterior posguerra. La Belle Époque simbolizaría ese «paraíso perdido» tras el trauma de la guerra. Ya nada volvería a ser igual. Tan solo veinte años más tarde, una guerra mucho peor que la anterior haría su aparición: la Segunda Guerra Mundial.

Panorámica de la ciudad de París, escenario por excelencia de la Belle Époque

Los años 80, paradigma del recuerdo

Pero no hace falta retroceder tantos años para encontrar otros ejemplos de añoranza. En los últimos tiempos, hemos asistido a una verdadera explosión de nostalgia acerca de una época considerada por muchos (incluso por algunos que nunca la llegaron a vivir) como única e irrepetible: estamos hablando de los años 80. Un caso clarísimo lo encontramos en la industria del entretenimiento, como el lanzamiento de la afamada serie Stranger Things o la profusa cantidad de remakes de antiguos clásicos de los 80: Blade Runner 2049, Top Gun: Maverick, las secuelas de Los Cazafantasmas, Indiana Jones, Star Wars… Y la última de todas ellas a fecha de septiembre de 2024, Beetlejuice Beetlejuice. ¿Pero quizás nos estamos quedando sin ideas originales? ¿O es que acaso el pasado fue mejor que nuestro presente que necesitamos recordarlo de forma constante?

Cartel promocional de Beetlejuice, Beetlejuice (2024)

Actualmente vivimos en la llamada era de la digitalización, donde prácticamente todo lo tenemos a un click de nuestros teléfonos móviles o nuestros ordenadores y ya casi nada nos sorprende. Incluso algunos analistas han llegado a aseverar que ya nos encontraríamos en otra edad diferente a la contemporánea debido a la llegada de Internet. Otros se han aventurado a describir nuestra realidad como una especie de distopía tecnológica donde los valores y principios de antaño brillan por su ausencia, rememorando la archiconocida serie británica Black Mirror. Por esta razón, para muchos ciudadanos del siglo XXI los años 80 aún brillan con todo su esplendor, una época dorada que ya nunca regresará. ¿Estamos todavía a tiempo de cambiar nuestro destino? ¿Tendremos que seguir recordando tiempos pasados o es esto algo inherente a la raza humana?

Cartel promocional de Stranger Things, un claro ejemplo de la nostalgia por los años 80

Bibliografía

AA. VV. (2008). El arte en la Italia del Renacimiento. Köln: Tandem Verlag GmbH

Erickson, H. «Beetlejuice (1988)»

Fotogramas. «Las 50 mejores películas de los años 80, ordenadas». https://www.fotogramas.es/noticias-cine/g15942849/la-nostalgia-hecha-lista-las-50-mejores-peliculas-de-los-80-segun-imdb/

Hernández, M. J. (2018). «Añorada Belle Époque». Elmundo. https://www.elmundo.es/especiales/primera-guerra-mundial/mundo-cambiante/la-belle-epoque.html

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