A lo largo de la existencia del ser humano, han surgido nombres cuyas historias merecen ser contadas. Tal es el caso de Boudica, la reina britana que puso en jaque al Imperio romano en sus dominios más septentrionales. Pero, ¿quién fue esta mujer que pudo haber cambiado el curso de la historia y el destino del mundo?
Contexto e inicios
Las ansias de Roma por conquistar el mundo antes entonces conocido llegaron hasta la lejana isla de Gran Bretaña. Tras algunas campañas iniciales en tiempos de Julio César, el salto definitivo llegaría de la mano del emperador Claudio en el 43 d.C., enfrentándose con éxito a diversas tribus locales. A esta nueva provincia la llamaron “Britannia”. Mas no todo iba a ser un camino de rosas para los hijos de la Ciudad Eterna precisamente.
Es en este punto donde comienza la historia de nuestra protagonista, de nombre Boudica (26-61 d.C.). Considerada como la reina guerrera de la tribu de los icenos, los datos que conocemos de ella nos han llegado a través de dos historiadores romanos: Tácito y Dion Casio. Los icenos eran un grupo britano que habitaba en las tierras del actual Norfolk (al este de Inglaterra) y cuyo rey era Prasutargo, el esposo de Boudica. Esta unión produjo dos hijas, llamadas Isolda y Sorya. Ante la ausencia de herederos varones, el emperador romano quedó como coheredero de su reino.
Sin embargo, a la muerte de Prasutargo, el reino entero quedó anexionado a Roma, incumpliéndose lo acordado anteriormente. Todas las tierras y sus bienes quedaron confiscados. Parece ser que Prasutargo había contraído una gran deuda con los romanos, deuda que, por otro lado, Boudica no podía pagar. De acuerdo al relato de Tácito, el procurado Cato Deciano se propasó con la población celta, tomando nobles como esclavos para cumplir con el pago además de humillar de forma vejatoria a Boudica y a sus hijas. De esta manera, según el pensamiento de los romanos, se acabaría con su línea dinástica.
Rebelión de los icenos
En torno al año 60-61 d.C., mientras que el gobernador Cayo Suetonio Paulino se encontraba sofocando algunos reductos rebeldes en el norte de Gales, concretamente en la actual isla de Anglesey, los icenos junto con otras tribus conspiraron para expulsar el dominio de Roma en Gran Bretaña. Había llegado el momento de la venganza. Boudica no solo era la reina de los icenos, sino también la sacerdotisa de la diosa Andraste, lo que le confería un poder añadido ante sus súbditos. El primer objetivo fue el enclave de Camulodunum (actual Colchester). Los rebeldes la asaltaron y quemaron hasta los cimientos.
Las cosas se complicaban para la todopoderosa Roma. Los britanos se dirigieron entonces hacia Londinium (Londres), principal núcleo comercial de los romanos, con las mismas intenciones nada amistosas. El legado Quinto Petilio Cerealis reunió diversos destacamentos de la Legión IX Hispana con el fin de aplastar a la rebelión. No obstante, estos fueron aniquilados casi en su totalidad. Suetonio se marchó de Gales para tratar de salvar Londinium de la destrucción absoluta, pero nada pudo hacer ante el empuje de sus enemigos. Los habitantes de la ciudad (en torno a unos 10.000-15.000) fueron masacrados sin piedad y sometidos a las más diversas torturas.
Pero no había acabado aquí la barbarie, pues la misma suerte corrió Verulamium (St. Albans). A partir de este punto, el Imperio romano al mando de Nerón, se enfrentaba a la tesitura de perder una de sus provincias, por muy pobre y lejana que esta fuera. Ante este difícil escenario, Suetonio contaba con efectivos procedentes de la Legión XIV Gemina y a los veteranos de la Legión XX Valeria Victrix, todo ello unido a su amplia experiencia militar. Tratando de reconducir la situación, su hábil táctica fue la de atraer a los britanos hacia un terreno angosto donde pudiera asestarles el golpe definitivo. En ese momento, según algunas estimaciones, entre 70.000 y 80.000 romanos y aliados habían muerto.
Por fin, Boudica y Suetonio entablaron un gran enfrentamiento en la batalla de Watling Street (en algún punto de Inglaterra). El ejército romano estaba en franca inferioridad (5 a 1), pero se encontraba mucho más organizado que los britanos. La reina de los icenos invocó a los suyos para ejercer una lucha despiadada, era elegir entre la muerte y la libertad. El combate derivó en una cruenta carnicería. Las bajas romanas fueron de 400 hombres, mientras que por el lado britano cayeron decenas de miles. La subsiguiente represión no distinguió a nada ni a nadie. Boudica se refugió en el territorio de los icenos, muriendo poco después. Algunas fuentes afirman que fue envenenada.
Legado de Boudica
Tras el fracaso de Boudica, la resistencia britana había llegado a su fin aunque la isla distaba mucho de ser completamente pacificada. A pesar de que Suetonio emprendió una «justa» política de castigo a sus enemigos después de lo sufrido, Roma estimó oportuno apartarle del mando. Su sucesor, Publio Petronio Turpiliano, se decantó por un acercamiento a las tribus locales mediante el establecimiento de pactos, lo cual era mucho más práctico a la hora de controlar el territorio. ¿Y qué fue del legado de Boudica? Actualmente constituye una figura primordial dentro del nacionalismo británico. Destaca la estatua erigida en su honor en 1903 frente al palacio de Westminster, sede del parlamento británico, paradójicamente en la misma ciudad que arrasó tiempo antaño. Como curiosidad, posee dos versos del poema de William Cowper dedicado a ella y al Imperio británico que rezan lo siguiente:
«Regiones que el César nunca conoció / tus herederos dominarán»
Bibliografía
Casio, D. (2004). Historia romana. Obra completa. Madrid: Gredos.
G.M. Abel (2021). Britania, la irreductible isla de los druidas. NationalGeographic
Gracia Alonso, F. (2021). «Boudica, la rebelión de la reina guerrera de Britania contra Roma». NationalGeographic
Tácito (1906). Anales. Oxford: Clarendon Press.