Las campanas de la muerte

¿Salvados por la campana?

Las conocidas campanas de la muerte fueron artilugios muy comunes durante la Edad Media. También conocidas como las campanillas de los muertos, tenían diferentes propósitos según la localidad y el momento en los que se podían encontrar. Se trata de campanillas relacionadas con la muerte, pues estaban instaladas en las lápidas o acompañaban los ritos funerarios. Por este motivo, dichas campanas se vincularon a una tradición cercana a las creencias sobrenaturales y al miedo.

En muchos casos la colocación de esos artilugios era meramente práctica. Esto se entiende en tanto que, en ocasiones, se enterraban a personas todavía vivas, puesto que erróneamente se consideraba que ya habían fallecido debido a trastornos como la catalepsia. Por motivo de este trastorno del sistema nervioso, la movilidad y la sensibilidad del cuerpo se pierden de forma repentina y momentánea.

Heartless Bells of Apocalypse. Ilustración de Paweł Latkowsk.

La gravedad de la catalepsia y de otros fenómenos similares radicaba en que los que la sufrían podían ser confundidos por muertos y, consecuentemente, ser sepultados en vida. La muerte aparente puede llegar a alargarse durante tres días. Actualmente, los avances tecnológicos (como el electroencefalograma y el electrocardiograma) nos permiten esquivar tales riesgos, pero anteriormente se tuvieron que idear mecanismos de seguridad como el uso de campanillas que podía hacerlas sonar el que despertara dentro del ataúd y, de este modo, dar la alerta.

De acuerdo a algunos registros históricos, las campanas salvaron la vida de algunas personas que tuvieron la fortuna de ser escuchados. El peligro de ser sepultado con vida se acentuaba si no se cumplían los días del velatorio, pues en este tiempo la persona podía “despertar”. La campana estaba conectada a un hilo que atravesaba un pequeño orificio del ataúd y llegaba al cuerpo del enterrado.

Nemesis. Ilustración de Lucas Torquato.

Por otro lado, las campanas también estaban relacionadas con supersticiones no tan pragmáticas como la anterior. En la Escocia y la Inglaterra del Medievo, las campanas acompañaban al difunto en el funeral y después se las colocaba junto a su lápida con la finalidad de que los espíritus malignos y las presencias oscuras no acosasen al espíritu del finado. La creencia consistía en que la acción de sonar las campanas expulsaría a los malos espíritus, de modo que la persona recientemente muerta quedaría protegida. La acción del viento podía mover las campanas y ayudar, así, a alejar a dichos espíritus perversos.

El poder sobrenatural de las campanas también tenía su versión inversa. La tradición popular contaba que las brujas podían invocar al diablo haciendo uso de un tipo especial de campanas. Las campanas protectoras debían ser correctamente bendecidas para que se puedan emplear con una finalidad benefactora.

When Morning Calls. Ilustración de Mungo Robertson.

Existen otras funciones de las campanas relacionadas con la muerte. Entre los siglos XVII y XVIII, en el este de Escocia era habitual la presencia del “campanero”, el cual se dedicaba a pasar por los pueblos y aldeas proclamando el nombre del fallecido. El campanero era remunerado por kilómetro transitado, por lo que le resultaban más provechosos los recorridos largos haciendo sonar la campana acompañada del anuncio de muerte.

Actualmente se pueden encontrar algunas campanas en los cementerios, pero no poseen ya la importancia y la impronta religiosa y supersticiosa del pasado. Las campanas que se pueden encontrar no son más que vestigios simbólicos de otros tiempos y artilugios con carácter ornamental o afectivo.

Aún con todo lo antes expuesto, la expresión «Salvado por la campana» parece que no viene de esta tradición, sino del mundo del boxeo, cuando suena la campana para dar término a un asalto, interrumpiendo el combate.

Campana y tumba

 

Fuentes

Lílemus. El origen de la frase “SALVADO por la CAMPANA”. Profesor Lílemus.

López, A. Curiosidades de la ‘no muerte’: Tapefobia, Catalepsia y el Delirio Nihilista. 20 minutos.

Sabater, V. “Las campanillas de los muertos” una tradición de ultratumba. Supercurioso.

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