Carlomagno, un imperio artístico

Carlomagno, o Carlos I el Grande, rey de los francos desde el año 768, de los lombardos desde el 774 y emperador desde el año 800 hasta su muerte, construyó uno de los imperios más importantes de la historia después de la caída del Imperio romano.

Aunque su imperio apenas duró 14 años, durante sus 46 años de reinado expandió en gran medida el legado que le había dejado su padre. Sus dominios abarcaron más de un millón de kilómetros cuadrados de la Europa Occidental y Central, sus límites llegaban desde el valle del Ebro al sur, a la península de Jutlandia (actual Dinamarca) al norte, y desde la costa atlántica hasta las llanuras del Danubio.

La grandeza del Imperio no solo se entiende dentro del contexto político y territorial, también fue muy importante a nivel artístico, cultural e ideológico, dando lugar a lo que hoy conocemos como el Renacimiento carolingio.

¿Cuáles son los orígenes de Carlomagno?

En el año 732 los musulmanes, ya habían tomado prácticamente toda la península Ibérica y el sur de la Galia, y se disponían a conquistar el corazón del reino franco, entonces un tal Carlos salió a su encuentro. Aquel hombre era el abuelo de Carlomagno y el mayordomo de palacio de los reyes merovingios de Austrasia.

Los reyes merovingios gobernaban en los reinos francos desde la caída del Imperio romano y, con ellos, los mayordomos de palacio. Estos poseían un título nobiliario hereditario y, en el ámbito merovingio, llegaron a ostentar el poder político. Ejercían una función similar a la de un primer ministro: todos los poderes gubernamentales se ejecutaban a través de los mayordomos. Los reyes merovingios, conocidos como reyes holgazanes, delegaban en los mayordomos de palacio debido al desinterés que tenían en las rutinarias y tediosas tareas de gobierno. 

El mencionado Carlos ganó fama y también el pseudónimo de Carlos Martel (“el martillo”) porque se enfrentó y derrotó al valí de Al-Ándalus en la Batalla de Poitiers en ese año del 732. Es cierto que eso no frenó el avance islámico por el sur de Francia, y que Carlos Martel tuvo que pedir ayuda al rey lombardo Liutprando para hacer retroceder a los musulmanes. Pero la batalla de Poitiers fue el comienzo del éxito de su dinastía. La labor de mayordomo de palacio llegó a su fin con el hijo de Carlos Martel, llamado Pipino, pues Pipino, apodado «El Breve» se hizo con la corona destronando al último rey merovingio, Childerico III. Así fue como la dinastía merovingia fue sustituida por la carolingia. Al final de su reinado Pipino repartió sus dominios entre sus dos hijos, Carlos y Carlomán. Debido a la prematura muerte de Carlomán en el 771, solo tres años después de la de su padre, Carlos (futuro Carlomagno) heredó la corona de los francos siendo aún relativamente joven.

Batalla Poitiers
Bataille de Poitiers. Óleo de Charles de Steuben (1834-1837)

Para resucitar la gloria de los antiguos emperadores romanos, Carlomagno necesitó conquistar, principalmente, dos territorios el de Lombardía y el de Sajonia. Y también consolidar otras regiones. Primero sometió El ducado de Aquitania sin mucha dificultad en el 769. Luego se lanzó a la conquista del reino lombardo, un reino que abarcaba buena parte de la península Italiana, rodeando los territorios del Papa, que siempre necesitaba tener un protector extranjero. Carlomagno vio aquí su oportunidad y se ganó el afecto del pontífice (Adriano I). Por otro lado, coleaba una disputa personal con el rey lombardo Desiderio, puesto que Carlomagno había repudiado a su hija Desiderata poco después de casar con ella en el año 770. Carlomagno cruzó los Alpes en el 773, persiguiendo a los lombardos hasta sitiarlos en su capital, Pavía. Finalmente, los lombardos se rindieron, Desiderio fue enviado a una abadía y Carlomagno se ciñó la corona de hierro de los reyes de Lombardía. Y el Papa vería reconocidos sus dominios.

Aunque Carlomagno gozó de numerosos éxitos en el campo de batalla, también hay algunas memorables derrotas en su haber: tras conquistar a los lombardos se dirigió a Hispania, que en aquel momento estaba prácticamente controlada por los musulmanes, con el objeto de extender no solo su reino, sino también el cristianismo. Así, en el año 778 intentó tomar Zaragoza, pero el emirato de Córdoba era demasiado poderoso. Al verse derrotado, decidió volver a Francia por Roncesvalles. Aquí se vio sorprendido probablemente por los vascones, que destruyeron la retaguardia de su ejército.

A pesar de este pequeño fracaso, en los años siguientes los carolingios mantuvieron su poder en España con la llamada marca hispánica al sur de los Pirineos, que buscaba cubrir su frontera sur conquistando poco a poco distintas comarcas que sirvieran de colchón. Para ello colocaron condes subordinados al poder carolingio.

Batalla Roncesvalles
Miniaturas pertenecientes a las Grandes Crónicas de Francia que representan la Batalla de Roncesvalles. La épica de la batalla dio pie a la creación de El cantar de Roldán, uno de los más antiguos cantares de gesta en lengua romance, que narra los hechos de la batalla.

Carlomagno también sometió a los bávaros. Luego a los sajones de Germania. Y llevó a cabo incursiones de castigo en los dominios de los ávaros y los eslavos. En solo 30 años de reinado el poder territorial de Carlomagno se había expandido de una manera asombrosa. En el culmen de su reinado visitó Roma donde ocurrió un acontecimiento de suma importancia. Era el día de Navidad del año 800 y el Papa León III coronó a Carlomagno como imperator romanorum, es decir, emperador de romanos. Hay quien dice que sin avisarle previamente, puesto que algunos autores quieren ver en este gesto la supremacía de la autoridad religiosa sobre la secular. Pero hay algo más importante, el Papa buscaba restaurar la autoridad de la Cristiandad occidental en la figura de un nuevo soberano, transfiriendo de nuevo a Roma el poder efectivo y simbólico que había perdido en favor de Constantinopla, donde en ese momento gobernaba la emperatriz Irene, considerada ilegitima por los papas. Carlomagno fue la figura perfecta para este cometido de restauración del imperio. El nuevo emperador estableció su corte en Aquisgrán, una Roma en miniatura donde construyó un complejo palatino, y pasó sus últimos años de reinado de manera pacífica.

Complejo palatino de Aquisgrán. Dibujo de Loren Lemus para «Historia irreverente del arte» de Alberto Garín

La auctoritas de Carlomagno puede estudiarse a través de las numerosas reformas que llevó a cabo para conseguir un imperio que pudiera ser longevo y renovador. 

A nivel económico llevó a cabo una reforma monetaria creando una moneda de plata llamada libra carolingia, más asequible en aquellos momentos que el oro.

Asimismo, quiso llevar esas reformas al campo de la cultura. Se rodeó de un consejo áulico formado por algunas de las mentes más cultas de su época que, además, fueron sus maestros. Entre ellos, se encontraban eruditos como el diácono anglosajón Alcuino de York, el obispo de Orleans Teodulfo, Pablo Diacono de Lombardía, Paulino de Aquileia, Pedro de Pisa, o su biógrafo Eginardo.

Con el objeto de preparar intelectualmente a los miembros de su administración (laicos y religiosos) en Aquisgrán se creó la llamada escuela palatina dirigida por Alcuino de York. El plan de estudio en este centro sapiencial era el de las artes liberales, el Trivium y el Quadrivium correspondientes a la retórica, la gramática y la dialéctica en el primer caso y a la geometría, la astronomía, la aritmética y la música en el segundo. También se valieron de textos clásicos grecorromanos, pero sobre todo leyeron a autores como Boecio, Beda el Venerable o Isidoro de Sevilla.

Artes Liberales Dal Ponte
Las Siete Artes Liberales. Tabla de Giovanni dal Ponte (ca. 1435), procedente del Museo del Prado

Por su parte, el arte carolingio se construyó sobre las formas romanas que se mantenían tanto en el arte bizantino impulsado por los emperadores de Constantinopla, como en otros intentos previos que se dieron en Europa Occidental de revitalizar ese arte romano, como ocurrió en la corte de Liutprando, el rey lombardo aliado de Carlos Martel.

Capilla palatina de Aquisgrán

Las influencias del exarcado de Rávena, en particular, y del Imperio bizantino, en general, son evidentes: los artistas tratan de inspirarse en estos modelos para dar riqueza a sus composiciones. Por su parte, Eginardo destacó las numerosas obras de construcción carolingias (catedrales, monasterios, palacios…) dedicadas al embellecimiento del imperio y el bien público del reino.

Un buen ejemplo para ilustrar cómo la cultura carolingia ha llegado a nuestros días lo tenemos en la escritura carolingia. La letra minúscula carolingia es la base de nuestra minúscula actual. La creación de una letra más legible, sencilla y rápida facilitó la transmisión de conocimientos. Quiso también Carlomagno que se «pusieran por escrito y se legaran a la posteridad los antiquísimos poemas bárbaros en los que se cantaban las gestas y las guerras de los antiguos reyes». Hay un dato muy significativo y es que buena parte de los códices y textos que conservamos del Medievo occidental son manuscritos carolingios. Unos 7000 en total.

Página de texto (folio 160v) de un evangelio carolingio (British Library, MS Add. 11848), escrito en minúscula carolingia. El texto es el Lucas 23:15-26 de una Biblia Vulgata.

¿Cómo era Carlomagno?

Como comentábamos antes, Carlomagno tuvo biógrafo propio. Se llamaba Eginardo y nos dejó como legado la Vita Karoli Magni donde se describe al rey carolingio de esta manera:

 “Fue de cuerpo ancho y robusto, de estatura eminente, sin exceder la justa medida, pues alcanzaba siete pies suyos; de cabeza redonda en la parte superior, ojos muy grandes y brillantes, nariz poco más que mediana, cabellera blanca y hermosa, rostro alegre y regocijado; de suerte que estando de pie como sentado realzaba su figura con gran autoridad y dignidad. Y aunque la cerviz era obesa y breve y el vientre algún tanto prominente, desaparecía todo ello ante la armonía y proporción de los demás miembros. Su andar era firme, y toda la actitud de su cuerpo, varonil; su voz tan clara, que no respondía a la figura corporal.”

Eginardo. Vita Karoli Magni, XXII.

Carlomagno fallece en el año 814 a causa de una pleuresía. Sus destreza marcial y su empeño por crear un Imperium Christianum como proyecto ideológico lo convirtieron rápidamente en una leyenda. Sus conquistas a golpe de espada le sirvieron para desarrollar un importante mecenazgo cultural y artístico: el llamado Renacimiento carolingio, basado en una visión cristiana de la antigua Roma.

Pero las reformas y las ideas de expansión cultural que Carlomagno tenía en mente no llegaron a realizarse tras su muerte. Quiso repartir el reino entre sus hijos, como era habitual, aunque todo lo heredó Luis el Piadoso, ya que el resto de los hermanos murieron antes de tiempo. Años más tarde el Imperio se disgregó tras la muerte de Luis el Piadoso. Se formaron tres reinos: Francia Oriental, Francia Occidental y Francia Media, cada reino gobernado por uno de sus hijos. El título imperial terminaría sobre la cabeza de los monarcas de la Francia Oriental desde los tiempos de Otón I en lo que se conoce como Sacro Imperio Romano Germánico, gran deudor del Imperio carolingio, del Imperio de Carlomagno.

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Bibliografía

  • La cultura, Dietrich Schwanitz. Ed. Taurus, 2016.
  • Historia del mundo contada para escépticos, Juan Eslava Galán. Ed. Planeta, 2014
  • Revista Historia de National Geographic. Número 1, art.: Carlomagno. Hacia la unidad de europa.
  • La contrahistoria, podcast de Fernando Díaz Villanueva
  • http://historiadelarte2015-2.blogspot.com/2015/09/arte-carolingio.html
  • https://www.europeana.eu/portal/es/record/9200397/BibliographicResource_3000126282983.html

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