La lectura de los grandes clásicos no debería ser una pesada obligación de la escuela o la universidad. Es muy aconsejable para el crecimiento personal la lectura y si es de obras como las del Siglo de Oro, mucho más. Estás «viejas» obras contienen grandes enseñanzas que pueden ser de utilidad para nuestra vida.
La lectura de los grandes clásicos, en peligro de extinción
Poca gente lee hoy los clásicos literarios; poca gente lee hoy en día… Cuando nos referimos a los grandes clásicos, no lo hacemos solamente de los griegos o latinos, en nuestra cultura hispánica tenemos también grandes autores. Uno de ellos: Miguel de Cervantes, a quien bien conocemos por El Quijote. Sin embargo, el manco de Lepanto tiene muchas otras obras que algunos no conocen.
En Academia Play no queremos que estas obras menores pasen desapercibidas, a la vez que nos gustaría transmitir algunas enseñanzas, tesoros para el desarrollo personal, que estas contienen. Sabemos, sin embargo, que el ajetreo diario muchas veces nos impide sentarnos tranquilamente a leer un buen libro. Para subsanar ambas cosas vamos a ir lanzando de vez en cuando pequeños posts que contengan algunos de los fragmentos más interesantes. Pero esperamos que esto no sirva de pretexto para no leer la obra, al contrario, ojalá os anime a leerla.
El coloquio de los perros
Esta pequeña obra se enmarca dentro de las Novelas Ejemplares que escribió Cervantes. Se llaman así, ejemplares, porque servían para «dar ejemplo» es decir, para instruir. Esta «instrucción» plasmada en un texto literario se centraba en aspectos cotidianos, contenidos en la experiencia de vida de los personajes que aparecen. En El coloquio de los perros asistimos a un diálogo entre dos animales de esta especie llamados Cipión y Berganza, que de pronto se dan cuenta de que son capaces de hablar y comienzan a relatar su experiencia con los diferentes amos que han tenido.
En su diálogo, los perros nos van enseñando como van aprendiendo a sortear las diferentes dificultades de la vida, que no era fácil para un perro. Cervantes quiere ver simbolizado en estos perros las capas más bajas de la sociedad en la que vivía. Por ello la estructura de la obra corresponde a la de la novela picaresca.
En su conversación, los perros abordan numerosos temas. Nos ha parecido interesante reproducir un fragmento donde Berganza nos habla de la humildad. Esta característica es muy poco entrenada hoy en día y, como dice el perro, es «la basa y fundamento de todas las virtudes». Os dejamos con nuestros dos amigos y os animamos a leer la obra completa:
BERGANZA.- «Paso adelante, y digo que determiné dejar aquel oficio, aunque parecía tan bueno, y escoger otro donde por hacerle bien, ya que no fuese remunerado, no fuese castigado. Volvíme a Sevilla, y entré a servir a un mercader muy rico.» |
CIPIÓN.- ¿Qué modo tenías para entrar con amo? Porque, según lo que se usa, con gran dificultad el día de hoy halla un hombre de bien señor a quien servir. Muy diferentes son los señores de la tierra del Señor del cielo: aquéllos, para recebir un criado, primero le espulgan el linaje, examinan la habilidad, le marcan la apostura, y aun quieren saber los vestidos que tiene; pero, para entrar a servir a Dios, el más pobre es más rico; el más humilde, de mejor linaje; y, con sólo que se disponga con limpieza de corazón a querer servirle, luego le manda poner en el libro de sus gajes, señalándoselos tan aventajados que, de muchos y de grandes, apenas pueden caber en su deseo. |
BERGANZA.- Todo eso es predicar, Cipión amigo. |
CIPIÓN.- Así me lo parece a mí; y así, callo. |
BERGANZA.- A lo que me preguntaste del orden que tenía para entrar con amo, digo que ya tú sabes que la humildad es la basa y fundamento de todas virtudes, y que sin ella no hay alguna que lo sea. Ella allana inconvenientes, vence dificultades, y es un medio que siempre a gloriosos fines nos conduce; de los enemigos hace amigos, templa la cólera de los airados y menoscaba la arrogancia de los soberbios; es madre de la modestia y hermana de la templanza; en fin, con ella no pueden atravesar triunfo que les sea de provecho los vicios, porque en su blandura y mansedumbre se embotan -fol. 247r- y despuntan las flechas de los pecados.«Désta, pues, me aprovechaba yo cuando quería entrar a servir en alguna casa, habiendo primero considerado y mirado muy bien ser casa que pudiese mantener y donde pudiese entrar un perro grande. Luego arrimábame a la puerta, y cuando, a mi parecer, entraba algún forastero, le ladraba, y cuando venía el señor bajaba la cabeza y, moviendo la cola, me iba a él, y con la lengua le limpiaba los zapatos. Si me echaban a palos, sufríalos, y con la misma mansedumbre volvía a hacer halagos al que me apaleaba, que ninguno segundaba, viendo mi porfía y mi noble término. Desta manera, a dos porfías me quedaba en casa: servía bien, queríanme luego bien, y nadie me despidió, si no era que yo me despidiese, o, por mejor decir, me fuese; y tal vez hallé amo que éste fuera el día que yo estuviera en su casa, si la contraria suerte no me hubiera perseguido.» |
Referencias
Podéis encontrar la obra completa en esta dirección: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-coloquio-de-los-perros–0/html/ff31b1bc-82b1-11df-acc7-002185ce6064_32.html