El Cortesano es una de las obras más representativas de los ideales renacentistas en relación al modo de hacer política y a las costumbres que deben imperar en la corte. Su autor, Baldassare Castiglione, consiguió componer un libro que marcó tendencia en todas las cortes europeas y que se erigió como ejemplo a seguir para príncipes, duques, etc.
A través del diálogo de ciertas personalidades pertenecientes a la corte de Urbino, se tratan cuatro temas (que coinciden con los días en los que transcurre el debate), todos ellos enfocados a dar respuesta al modo de cortesanía más adecuado: educación, comportamiento, ideal de la dama de palacio y relación entre el cortesano y el príncipe. Como vemos, el autor se encarga de exponer las diversas actitudes y aptitudes que deben poseer tanto hombres como mujeres en el ambiente cortesano, pero la obra no la debemos valorar como un manual de comportamiento o de buen hacer, sino como un texto que pretende describir y desarrollar todas las facultades físicas y espirituales que debe tener un cortesano educado bajo los preceptos humanistas con el objetivo de alcanzar la perfección moral.
Aunque el enfoque general se dirija al hombre, la mujer tiene un espacio muy relevante en la obra. Uno de los libros de los que se compone El Cortesano se dedica a la dama en la corte, donde se señala la necesidad de que sean cultas y educadas en todas las artes. Para apoyar la argumentación, se exponen diferentes ejemplos de grandes figuras femeninas de la época, como la reina Isabel la Católica.
La pintura como cualidad novedosa en la corte
Centrémonos, a modo de ejemplo y por representar una novedad en la época, en uno de los atributos que debe entrenar una figura de la corte: la pintura.
Es primordial contextualizar qué significaba la pintura en la época, la cual no estaba considerada arte liberal sino arte mecánica. En las universidades se enseñaban las artes liberales (Trivium y Cuadrivium), es decir, toda aquella actividad que se consideraba relativa a la capacidad intelectual y a unos conocimientos científicos determinados. Sin embargo, la pintura no estaba vista así, era un arte mecánica que a la opinión de la época solo requería de técnica. Como consecuencia, la situación social de la pintura estaba por debajo de las artes que componían el Trivium y el Cuadrivium; por ello, ser pintor, entre otras cosas, te obligaba a pagar una serie de impuestos como cualquier otro gremio dedicado a un arte mecánica, como lo podía ser un carpintero, por ejemplo.
Esta breve contextualización nos ayuda a entender el atrevimiento que posee en el fragmento el acto de nombrar la pintura como arte que debe aprender un cortesano, persona que es instruida en saberes intelectuales y no mecánicos: «no os maravilléis que yo le desee esta arte, la cual hoy en día quizás es tenida por mecánica y por ventura no parece que convenga a caballero». Castiglione lo justifica diciendo que la pintura ha sido practicada por figuras de «alta sangre famosos» y que de ella se sacan «grandes provechos, mayormente en la guerra». Con ello, incita al cortesano a tener en cuenta este arte o, en el caso de no entrenarla, crear cierto gusto y animación a la pintura para que fuera financiada.
El Cortesano, que como vemos apuesta por promocionar la pintura para elevar su estatus, expresa un sentir que iba acorde con la ideología gobernante en la época. La pintura representaba una buena forma de mostrar poder (asociar la persona a figuras mitológicas o héroes pasados, pertenencia a un linaje a través de la muestra de su ascendencia, etc.) y, además, de perpetuarlo a lo largo del tiempo. Esto se cimentó sobre el interés renacentista por la antigüedad clásica, que, entre otras cosas, provocó que la locución latina ut pictura poesis de Horacio se elevara como un máximo estético o que la figura de Apeles, pintor de Alejandro Magno, fuera tomada como ejemplo para los grandes emperadores y demás cortesanos. Así, el papa León X tenía a Rafael, Carlos V a Tiziano, etc.
La corte como influencia vital en la obra de Castiglione
Respecto al autor, Baldassare Castiglione, resulta interesante analizar su vida para ver qué pudo llevarlo a crear una obra como El Cortesano.
Nació en la provincia de Mantua, en el seno de una familia asociada al mundo cortesano. Su padre, Cristóforo Castiglione, era hombre de armas y su madre, Luigia Gonzaga, era pariente de Ludovico III, marqués de Mantua. Así, al hacerse cargo de su casa a la muerte de su padre, Baldassare Castiglione entró al servicio de Francesco Gonzaga. Más tarde, residió en la corte ducal de Urbino, primero bajo las órdenes de Guidobaldo de Montefeltro y luego de Francesco Maria della Rovere. Por último, fue nuncio del papa Clemente VII hasta su muerte en Toledo en 1529.
Como vemos, la vida de Castiglione está rodeada por un ambiente cortesano que, en gran medida, influirá en su obra.
En primer lugar, de su contacto con el marquesado de Mantua cabe resaltar el influjo de la mujer, donde el ejemplo de figuras como Isabella d’Este apoyará la idea de exaltar las virtudes del sexo femenino y su gran influencia como mecenas por encima del hombre.
En segundo lugar, su paso por la corte de Urbino fue decisiva en la composición de El Cortesano, ya que es durante este periodo cuando la escribe, concretamente en tiempos de Guidobaldo de Montefeltro. Además, la conversación que se produce a lo largo de la obra tiene como protagonistas a personalidades de dicha corte, como lo es Pietro Bembo, quien realiza una disertación sobre el amor al final del libro. Castiglione aprendió en Urbino el significado que tenía la pintura como muestra de poder e instrumento que cimienta la fama después de la muerte. Un ejemplo de ello son los retratos del propio Guidobaldo o el correspondiente a sus padres, el famoso Díptico de los señores de Urbino, Battista Sforza y Federico de Montefeltro.
El Cortesano y España
Por último, y como otro de los aspectos a analizar, es la gran difusión que tuvo El Cortesano en España.
Castiglione publicó la obra en 1528 y el poeta español Juan Boscán la tradujo al castellano en 1534. A pesar de ser una traducción del italiano, Menéndez Pelayo alabó la destreza del vate barcelonés expresando que su traducción es «el mejor libro en prosa escrito en España durante el reinado de Carlos V».
La gran difusión que tuvo el texto en España es semejante a la de Francia e Italia. El parecido cultural entre estos tres países es notable y las relaciones diplomáticas entre ellos hacían de puente para el fomento de las nuevas tendencias, sobre todo las que procedían de la Italia renacentista.
Por otro lado, centrándonos en el contexto histórico español, la obra aparece en un momento en el que el modo de reinar de Carlos V se identifica con el de una corte itinerante que se mueve por necesidades bélicas, cosa que nos habla de la mezcla de una vida caballerosa medieval y una que se va adaptando a los moldes renacentistas de refinamiento (prudencia, modestia, etc.). Todo esto es de gran relevancia, ya que El Cortesano no posee un contenido muy original, sino que tiene en cuenta una serie de libros de conducta anteriores, como el Arte de amar de Ovidio o el Orlando furioso de Ludovico Ariosto, que, sumados a la fuerte influencia de la corte de Urbino que se observa a través de los rasgos específicos cortesanos, refleja la fusión entre los ideales caballerescos y la cortesía italianista.
Por último, destacar que los editores del momento introdujeron una serie de anotaciones y aclaraciones en los márgenes que convirtieron la obra en un libro de autoayuda para alcanzar unos modales y unos comportamientos correctos, con el objetivo comercial de ganar lectores, cosa que aumentó su éxito. Sin embargo, El Cortesano fue escrito para encontrar el camino de la perfección moral acorde con el neoplatonismo hegemónico del ideario de la Academia florentina de Ficino.
Bibliografía
- BALDASSARE, Castiglione (1528). El Cortesano. Edición de Mario Pozzi y traducción de Juan Boscán. Madrid: Cátedra, 1994, p. 191-193.
- BURKE, Peter (1999). El Renacimiento. Barcelona: Crítica.
- BURKE, Peter (1998). Los avatares de El cortesano: lecturas e interpretaciones de uno de los libros más influyentes del Renacimiento. Barcelona: Gedisa.
- VV. AA. (2015). Imágenes del poder en la Edad Moderna. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces.