La criptozoología es una disciplina pseudocientífica de reconocimiento muy limitado, que se ocupa de la investigación y la búsqueda de especies de animales cuya existencia nunca ha podido ser acreditada.
No se trata en ningún caso de una rama abiertamente reconocida de la zoología o de la biología, ya que no basa sus tesis en hechos científicos debidamente probados, sino en mitos, leyendas, pruebas anecdóticas, relatos de dudosa fiabilidad y supuestos avistamientos de las criaturas.
Los animales que poseen interés criptozoológico son llamados «críptidos«, que es un término acuñado por John Wall, uno de los principales estudiosos de esta materia durante el siglo XX.
Nessie es, probablemente, el arquetipo perfecto de críptido. Famoso y conocido mundialmente, este extraño ser ha sido supuestamente avistado bajo multitud de formas distintas a lo largo de toda la historia de su mito.
Su hogar son las profundidades del lago Ness, un enorme ecosistema lacustre situado en las inmediaciones de la ciudad de Inverness, en las Tierras Altas (Highlands) de Escocia.
Allí, en las profundas aguas rodeadas por montañas cubiertas por un sempiterno manto de nieve, y bajo la atenta mirada de las ruinas del castillo de Urquhart, vive supuestamente Nessie.
Nessie es descrito de muchas formas y colores diferentes, pero hay algo acerca de él que es completamente seguro: es una importante atracción turística. Miles de personas viajan cada año al lago Ness con el objetivo de intentar avistar a Nessie.
Al margen de las leyendas, lo cierto es que este monstruo le ha brindado fama y prosperidad al lago: existen cientos de montañas y castillos en ruinas repartidos por toda Escocia, pero Nessie se ha encargado de que el lago Ness y la fortaleza medieval de Urquhart sean los más conocidos de la región.
La forma física más popular que se le otorga a Nessie es la de un dinosaurio prehistórico: un anacrónico gigante acuático viviendo en pleno siglo XXI. Su supuesta fisionomía se asemeja a la de un extinto plesiosaurio, aunque algunos lo identifican más con mosasaurios (como el que podemos ver en Jurassic World) o incluso con liopleurodones, unos gigantescos reptiles marinos carnívoros que vivieron durante los períodos Jurásico Medio y Superior, en los mares que rodeaban Europa.
También se le ha representado con forma de dragón, serpientes marinas gigantes, o criaturas mitológicas como las hidras.
No obstante, de acuerdo con el folclore y cultura popular escocesa, lo más probable sería que Nessie fuera un kelpie, un espíritu de agua capaz de cambiar de forma a voluntad. Según esta teoría, Nessie podría transformarse en pez o conejo cuando es observado, y después sumergirse para volver a convertirse en una enorme serpiente.
Pero, ¿qué hay de cierto y qué hay de real en esta leyenda? ¿Existe Nessie? ¿Cuándo nació esta leyenda, y a raíz de qué?
La primera mención sobre la presencia de actividad extraña en el lago Ness la encontramos en un códice medieval del siglo VII, conocido como «Vida de San Columba«, un santo no reconocido oficialmente por la Iglesia Católica hasta muchos años después de su muerte. En él, se relata cómo este patrón de Escocia había intercedido por obra divina para rescatar a alguien que estaba siendo atacado por un demonio gigante en el lago.
La historia quedó en suspense hasta varios siglos más tarde: concretamente, hasta la publicación en 1868 de un artículo en el Inverness Courier, que alertaba sobre la presencia de un «pez enorme u otro tipo de animal» bajo estas oscuras aguas.
En los años siguientes, el interés popular por Nessie se agrandó: tras la publicación de este artículo, se hizo eco del códice de San Columba y se desató todo un furor comercial y social por localizar a esta curiosa criatura.
En 1930, el periódico Northern Chronicle publicó una noticia que narraba la historia de dos pescadores que supuestamente habían sido atacados en el lago por un monstruo gigante que provocaba remolinos en el agua, cerca de Tore Point. Y apenas dos años después los periodistas repetían la versión de un hombre que afirmaba haber visto un animal muy parecido a un cocodrilo remontando la corriente.
Pero el verdadero momento de histeria colectiva llegaría durante el año 1933. Una revista local publicó la noticia de una pareja que aseguraba haber visto «un enorme animal rodando y hundiéndose en la superficie del lago«. Este informe creció progresivamente en fama y al poco tiempo se convirtió en una auténtica sensación para los medios de comunicación.
Las editoriales de Londres y de otros muchos lugares del mundo empezaron a enviar reporteros a Inverness, e incluso un circo escocés llegó a ofrecer una recompensa de veinte mil libras esterlinas para quien lograra capturar con vida al monstruo.
En los años sucesivos, se produjeron constantes y frecuentes oleadas de supuestos avistamientos, que a decir verdad vinieron precedidos por el estreno de la mundialmente famosa película King Kong. La tremenda popularidad que el cinematógrafo otorgó a este gorila gigante sumergió a la población mundial en un estado de sugestión mental y «monstruomanía» que los hacían ver bestias por cualquier parte.
También era frecuente que los elefantes de un circo local se bañaran en el lago, siendo continuamente confundidos con el supuesto monstruo del lago Ness, sobre todo a raíz de la visión de sus trompas por encima de la superficie del agua, cuya forma recordaba claramente al cuello de Nessie.
No obstante, si algo contribuyó a terminar de volar la cabeza del clamor popular por Nessie, ya descrito mundialmente como un monstruo acuático prehistórico, fue una fotografía presuntamente tomada por el cirujano R. K. Wilson durante el día 19 de abril de 1934, que parecía mostrar a una enorme criatura de cuello largo que se asomaba en el agua.
Sin embargo, varias décadas más tarde, Marmaduke Wetherell afirmó haber falsificado esa fotografía tras haber recibido el encargo del periódico Daily Mail para encontrar a Nessie, indicando también que Wilson no había sido el autor real de la imagen, y que su nombre fue utilizado únicamente para darle más credibilidad a la misma.
También reveló que el supuesto monstruo del lago era en realidad un artilugio flotante de madera con forma de cabeza de dinosaurio que se lanzó previamente del agua para tomar la fotografía posteriormente.
Pero a pesar de la confesión, y de haber reconocido que el supuesto Nessie era en realidad un muñeco, esta fotografía ya había sido difundida por todo el mundo como si de una prueba científica incontestable se tratara, lo cual colocó definitivamente en el imaginario de la cultura popular la leyenda del monstruo del lago Ness.
En 2014, el servicio de mapas y geolocalización de Apple pareció reactivar la polémica sobre el monstruo del lago Ness a raíz de unas imágenes aéreas de la zona que al parecer mostraban a un animal marino de grandes dimensiones nadando a gran velocidad. No obstante, se demostró que lo que algunos vieron o quisieron ver como si fuera Nessie, eran en realidad los surcos de agua que iba dejando a su paso una embarcación de pequeño tamaño.
Actualmente, poca gente está dispuesta a creer en la existencia de este simpático dinosaurio. Las pruebas que llevan a pensar esto son muchas, aparte del propio sentido común y de la inverosimilitud del asunto en sí mismo.
Parece altamente improbable que a simple vista una criatura como Nessie pueda vivir en el lago Ness. Aunque sus aguas sean más profundas que las de la mayoría de los lagos del mundo, no se han encontrado nunca evidencias arqueológicas ni paleontológicas de su existencia.
Tampoco han aparecido nunca fotografías de mejor resolución o calidad que la tomada falsamente para el periódico Daily Mail en 1934, y las que han aparecido han demostrado estar manipuladas o excesivamente retocadas para hacer pasar troncos, peces o trozos de algas por el supuesto monstruo.
Además, una criatura tan enorme, aunque fuera abisal, hubiera generado más actividad en la zona y hubiera sido más susceptible de haber sido visto o notado en los alrededores, sobre todo durante el período transcurrido entre la redacción del códice de San Columba y el primer artículo que mencionaba su existencia en 1868.
Y su gigantesco tamaño hubiera provocado constantes remolinos, enormes oleajes o incluso terremotos.
Por otra parte, se necesitaría haber desarrollado una colonia completa de crianza de estos animales para que pudieran haber experimentado una relación de supervivencia a largo plazo.
Además, tratándose como parece de criaturas que necesiten emerger a la superficie para respirar, hubieran dado lugar a avistamientos mucho más frecuentes de los que se han divulgado en la actualidad.
Muchos biólogos han apuntado también que el lago Ness no es lo bastante grande o ecológicamente productivo como para generar una suficiente biomasa que pudiera mantener con vida incluso a un solo ejemplar de esta especie (morirían de hambre pasado un tiempo, ya que no habría suficiente comida para que pudieran sobrevivir comiendo, por ejemplo, peces).
Por otra parte, hubiera sido imposible que una criatura prehistórica hubiese permanecido viva en el lago (ni ella ni sus descendientes), ya que el lago Ness fue originado como consecuencia de una glaciación geológica reciente y estuvo congelado (en estado sólido) durante la era del hielo.
Pero los creyentes en Nessie no se rinden y continúan argumentando que, por ejemplo, el lago Ness tiene salida al mar durante cierta época del año, y que Nessie podría haber llegado desde el océano remontando la corriente.
Y tú, ¿qué opinas? ¿Crees en este simpático gigante?