La duquesa de Osuna, un capricho de la naturaleza

La duquesa de Osuna, María Josefa de la Soledad Alonso, fue un capricho de la naturaleza, un capricho de la Historia de España. Era la mujer más distinguida de Madrid por su talento y por sus méritos.

Así lo creía Lady Holland, una aristócrata inglesa que retrató en sus diarios a los protagonistas de la Ilustración española en el siglo XVIII. La duquesa de Osuna tuvo el capricho de ejercer como mecenas de literatos, músicos, científicos, inventores y artistas, convirtiéndose en la primera protectora de Francisco de Goya. Contribuyó para que las mujeres de su época tuvieran un oficio más allá de la crianza de los hijos y del trabajo del hogar. Y tuvo el gusto de convertir una explotación agrícola madrileña, en un paraíso natural donde intelectuales y artistas dieron rienda suelta a sus ideas de cómo mejorar España. El parque de El Capricho en la capital de España es uno de sus legados al conocimiento y dominio de la naturaleza, y como no, al arte y a las ideas. Atravesar sus puertas es respirar historia ilustrada. Es sumergirte en la historia de una mujer cuya vida marcó una época.

Duquesa de Osuna
María Josefa de la Soledad Alonso-Pimentel y Téllez-Girón, condesa-duquesa de Benavente, duquesa de Osuna, retrato de Goya (c. 1785). Procedente del Museo del Prado.

Nació bajo el reinado de Fernando VI, creció y se hizo adulta con Carlos III, vivió los sin sentidos de Carlos IV y envejeció con Fernando VII. María Josefa Alonso-Pimentel, duquesa de Osuna (1752-1834) perteneció a uno de los linajes más importantes de España. Sus títulos nobiliarios superan la decena entre marquesados, condados, duquesados y principados. No fue, por tanto, una mujer anónima. Pero los títulos no otorgan pasar a la historia por el mero hecho de ostentarlos. El mérito está en que ella tuvo la inteligencia necesaria de poner en práctica las ideas ilustradas siendo mujer: espíritu crítico, uso de la razón para comprender la realidad que le tocó vivir, confianza en la ciencia, afán didáctico y reformas que mejoraran el bienestar del pueblo. Y una más: reivindicar la igualdad laboral de la mujer en una época, en la que la crianza de los hijos y el trabajo en casa, eran las únicas labores a las que se les daba valía a las mujeres. ¿Pionera del feminismo? Puede.

Damas con un gran mérito

La duquesa de Osuna fue la primera presidenta de la Junta de Damas de Honor y Mérito fundada en 1787. Se trata de la asociación femenina no religiosa de carácter filantrópico más antigua de España. Esta asociación dependió de la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, sociedades surgidas por iniciativa de Carlos III con el objetivo general de fomentar la agricultura, la industria, el comercio, las artes y las ciencias. La Económica Matritense creó las Escuelas Patrióticas, un primer ensayo de la Formación Profesional actual. Estas escuelas estaban dirigidas especialmente a las mujeres y el primer cometido de la Junta fue la supervisión de las mismas y su ampliación. Surgieron así escuelas de bordados, de hilos, de relojería, de dibujo, adornos… Se trataba de enseñar el oficio y de crear industria popular, socorrer enseñando era su lema. El respeto de la opinión pública se lo ganaron a base de implicación activa e incluso económica. Querían atraer al mundo laboral sobre todo a mujeres desfavorecidas. Pero su cometido fue mayor. Por primera vez el asociacionismo femenino ilustrado cubrió, fuera del ámbito religioso, las necesidades femeninas: embarazo, parto, cuidado a la infancia, educación de las jóvenes, protección de ancianas y enfermas. Especial interés mostraron por sacar de la pobreza y de la delincuencia a colectivos marginados como las presas. Toda esta labor no fue un capricho de la duquesa de Osuna y del resto de mujeres ilustradas (entre las que había aristócratas, escritoras, artistas, mecenas…), sino que fue un hecho que se mantuvo en el tiempo. Incorporar a la mujer al mundo laboral, reivindicar sus derechos y la igualdad fueron, quizás, los temas que la duquesa de Osuna debatía junto al resto de socias en sus reuniones, en las que se dialogaba también de novedades culturales, científicas, medicina y educación.

Fotografía extraída de web de la Asociación Junta de Damas de Honor y Mérito.

Su legado artístico: El Jardín de El Capricho

Porque lo cierto es que a María Josefa de la Soledad le gustaba debatir, dialogar, rodearse de gente interesante del mundo de la cultura. Era noble, sí, pero distinta. A diferencia de otras mujeres de su misma posición social, ella se dedicó personalmente a la educación de sus hijos, algo que no estaba bien visto por aquel entonces. La educación y el gusto por aprender eran innatos. El ambiente cultural que vivió en su infancia lo fomentó de adulta y no lo abandonó jamás. Casada con el IX duque de Osuna, don Pedro Téllez Girón, ubicó su residencia cerca del Palacio Real. Allí comenzó a rodearse de intelectuales y de personas cercanas a las Artes. Junto a su marido compraron unos terrenos a las afueras de Madrid, y es allí donde dio rienda suelta a sus caprichos naturales y artísticos.

A partir de unas huertas y árboles frutales en la Villa de Alameda, creó un espacio de grutas, estanques, jardines, templetes y edificaciones caprichosas en las que trabajaron artistas de renombre. Fue lugar de encuentro, de recreo, de descanso y de charlas entre la alta aristocracia e intelectuales y artistas de la época. Un espacio donde se divertían y departían. Catorce hectáreas dieron para muchos caprichos, como la Casa de la Vieja, una de las muestras más singulares de cuantas se hallan en el parque. Un antojo de la Duquesa, como lo reconoció ella misma. Rodeada de naturaleza, imita a una casa de labranza de las de entonces, cuyo interior estaba decorado con enseres de madera y muñecos de dimensiones reales. El Fortín, otro antojo del ingenio de esta mujer, llegó a tener puente levadizo y artillería. Su don de gentes sirvió para que a sus fiestas acudiera lo más selecto de la Villa y Corte. No podía, por tanto, faltar otro capricho: el Casino de Baile, al que se podía acceder en falúa navegando desde el embarcadero. Un pequeño lujo muy al gusto de la época. Y en lo más alto, el Templete de Baco, el paraje más romántico del lugar.

Casa de la Vieja. El Capricho.

El Jardín de El Capricho refleja el interés de la Duquesa por la naturaleza y el conocimiento. Por iniciativa propia, María Josefa Pimentel contrató a los mejores en su oficio. A Pablo Boutelou, quien introdujo en España el llamado jardín paisajista o inglés, le encargó los primeros trabajos, continuados por los franceses Jean Baptiste Mulot, jardinero francés al servicio de María Antonieta, y Pedro Prèvost. En la decoración de la finca intervino Angel María Tadey y Borghini, un escenógrafo italiano. En este capricho de Madrid trabajaron grandes arquitectos de la época como Manuel Machuca Vargas (arquitecto de varias de las construcciones de El Retiro) y Mateo Medina. De su ingenio salió el Palacio, de estilo neoclásico, cuya fachada se debe a Martín López Aguado.

Casino de Baile. El Capricho.

El palacio, con su magnífica biblioteca que contaba con libros importados de Francia, fue todo un reclamo para los intelectuales. Precisamente en las paredes del Palacio se colgaron los lienzos de Francisco de Goya. Más de veinte cuadros que la Duquesa encargó al de Fuendetodos, como El aquelarre, La pradera de San Isidro, La gallina ciega, El Columpio, La merienda campestre, el retrato de su propia familia y el de ella misma, vestida según la moda francesa que inició María Antonieta en París.

Marquesa de Santa Cruz
Marquesa de Santa Cruz, hija de la duquesa de Osuna, retrato de Goya (1805). Procedente del Museo del Prado. La marquesa es representada al estilo neoclásico, haciendo clara la referencia artística en la que se movía la familia gracias al instrumento musical que sostiene: una guitarra en forma de lira, cuya simbología emparenta a la marquesa con la figura de la Musa.

Si acude al lugar abra bien los ojos y déjese llevar por los senderos y rincones impregnados de naturaleza y arte. En su día lo hicieron Leandro Fernández de Moratín, Ramón de la Cruz, Tomás Iriarte, Jovellanos, Boccherini y todos aquellos invitados que tuvieron la gran suerte de disfrutar de este hermoso capricho, en compañía de una gran mujer del siglo XVIII.

Referencias

  • www.artehistoria.com
  • Revistas.ucm.es: Las Escuelas Patrióticas de Amigos del País en el s.XVIII. Dolores Palma García. www.juntadedamas.org
  • www.mujeresenlahistoria.com
  • www.madrimasd.org
  • www.rah.es/biografias
Scroll al inicio