Entre los siglos VIII y XII se configuró una civilización en el centro de Asia que la catapultó como eje de innovación y cultura. Mayormente olvidada en la actualidad, fue una sociedad que dio al mundo figuras de la talla de Avicena o al-Ferdousí. Aquí vivió al-Juarismi, quien desarrolló los métodos algebraicos que siguen siendo la base de la matemática moderna. De igual forma, aquí se estudió y se mantuvo viva la llama del antiguo saber griego. Fue esta la época dorada que vio nacer y desarrollar la obra de Omar Jayam, cuyos versos todavía se recitan a día de hoy.
Además de los autores mencionados, la región que sirvió de puente para que los numerales hindúes migraran hacia Occidente. Por esta misma ruta transitó el número cero, el ajedrez, el papel y otras innovaciones orientales que luego ayudarían en las revoluciones intelectuales occidentales. También aquí tuvo lugar un fuerte debate filosófico-religioso alrededor del islam. Varias figuras del sufismo tienen su cuna aquí. Esta zona y esta época merecen recordarse y estudiarse para comprender la gran herencia que dejaron para la historia.
Ubicando la zona
La región centroasiática ya era un importante cruce de caminos desde la Antigüedad. No es raro que la región tuviera influencias griegas, hindúes, chinas y posteriormente musulmanas. De hecho, será esta última la religión que marque a la zona durante el período analizado. En cuanto a los idiomas, sería el persa el que domine al principio, dando paso luego al árabe y al final a las lenguas túrquicas a medida que tribus de esta habla se desplazasen hacia la zona.
La zona se ubica entre los actuales países de Turkmenistán, Irán, Uzbekistán, Afganistán, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y China. Entre las ciudades que entraron en esta historia se encuentran Gurganj y Merv (Turkmenistán), Tus y Nishapur (Irán), Bujará y Samarcanda (Uzbekistán), Balj y Gazni (Afganistán), y Taraz (Kazajistán).
Una cultura urbana
Dadas las influencias que se aprecian en la zona, sus ciudades mostraron una sofisticación notable. Un ejemplo es el doble domo en arquitectura que puede observarse en tumbas en Sanjar y Merv, así como en estructuras más pequeñas en Jorasán. Otro ejemplo sería el patrón de diamante en ladrillo que se observa en el minarete de Kalyan en Bujará (siglo XII), y que sería posteriormente copiado en el palacio del Duce de Venecia. Sus ciudades eran notables. Hoy, después de siglos que han visto invasiones y una gran destrucción, poco queda de este esplendor, pero basta fijarse en las crónicas y en los restos conservados para hacerse una idea de su relevancia.
Se cuenta que la ciudad de Balj tenía muros urbanos que cerraban un área de mil acres, y que los muros exteriores corrían por más de 75 millas. Dentro había cultivos de naranjas, campos de caña de azúcar, uvas, flores y diversos vegetales. También había un barrio exclusivo para visitantes. Las casas tenían dos pisos en muchos casos. La ciudad tenía su bazar y templos para diferentes deidades. Había agua corriente y en invierno había camas de barro bajo las cuales se prendía carbón para generar calor. El nivel de sofisticación permitía tener tuberías que transportaban ese mismo calor por toda la vivienda. Para el verano, por el contrario, muchos lugares contaban con torres de enfriamiento para refrescar los interiores.
Hidráulica y transporte
Los sistemas hidráulicos y de gestión de agua eran de lo más avanzados. Iban desde represas, pasando por canales que minimizaban las pérdidas por evaporación, hasta puertas que regulaban el flujo del agua. Las presas eran estructuras de mampostería con arcilla. Se sabe de estas estructuras en Balj, el Zarirud en Bujará, el Murghab en Merv, el Zarafshan en Afrasiab y el Amu Darya en Gurganj.
El transporte terrestre dependía del camello bactriano, aunque los ríos de la época permitían un importante transporte fluvial. Entre los bienes que se trasportaban estaban el lapislázuli de Afganistán a la India y Egipto, el jade de Khotan a China, las esmeraldas de las montañas de Pamir a Tayikistán y Afganistán, y oro y cobre hacia Medio Oriente. Este comercio da una idea de la riqueza que cruzaba por ciudades como Merv, convirtiéndolas en centros de intercambio y estimulando a los productores locales.
Comercio
Una de las satrapías del antiguo Imperio persa, la Sogdiana, había estado en la zona. También los griegos dejaron su impronta. Las influencias de esta civilización la hicieron altamente sofisticada. A nivel comercial manejaban créditos, acciones y transacciones financieras, entre otras. Y para recibir a toda esta gente que venía de todos los costados, las ciudades contaban con instalaciones como baños públicos, sistemas de irrigación y ruedas de agua para satisfacer diversos servicios.
El comercio incluyó algunos de los secretos de culturas vecinas como la china. En efecto, la seda y el papel que llegarían a Occidente siglos después no fueron la versión china, sino la modificación que las gentes de estas ciudades les habían dado una vez se habían apropiado de las ideas orientales. Lo mismo pasaría con otros inventos e ideas. El más conocido es el cero y los números arábigos (hindúes). Esas ideas pasarán por esta región antes de llegar a tierras mediterráneas y más allá. ¿Qué tipo de personajes nacieron y vivieron en el centro de Asia?
Los algoritmos
Abdallah Muhammad al-Juarismi (780-850) nació en la región de Corasmia (de ahí su nombre) alrededor del año 780. Hablaba un idioma emparentado con el antiguo persa. Entre el 802 y el 810 llegó a Merv. Fue un gran polímata que sigue impresionando a muchos por sus aportes. Sistematizó y nombró al álgebra, esa área de las matemáticas que tantos dolores de cabeza da a los estudiantes. El álgebra hace referencia a una forma de reducir y balancear las ecuaciones. Para ser justos, métodos para resolver ecuaciones lineales ya habían sido descubiertos por los antiguos chinos, y no habían sido el único pueblo en mostrar avances. Los babilonios habían entendido las ecuaciones cuadráticas. Y luego estaba el matemático hindú Brahmagupta (598-668), con quien el mismo al-Juarismi reconocía tener una deuda por la influencia que tuvo para la resolución de ecuaciones lineales.
Con las influencias griegas e indias que tuvo, desarrolló un método para resolver ecuaciones lineales y cuadráticas, problemas de trigonometría esférica, adoptó el sistema decimal y el número cero que venían de India, planteó el concepto de algoritmo (la palabra viene de su nombre) en tanto secuencia de instrucciones para obtener resultados, y estableció las latitudes y longitudes de miles de locaciones en la Tierra. Siglos más tarde, personajes como Abelardo de Bath (1080-1152), utilizaría el libro del matemático para llevar la aritmética a Inglaterra. En España, Gerardo de Cremona (1114-1187) también se valdrá de su conocimiento y traducirá uno de sus trabajos.
Ibn-Sina y la medicina
Para muchos lectores modernos, el libro El Médico, de Noah Gordon, es la referencia para este pensador del mundo islámico. Ibn-Sina (Avicena) (980-1037) es especialmente reconocido por su Canon de Medicina, obra que será empleada por los practicantes médicos durante siglos. El científico, además de médico, ejerció como administrador bajo los gobernantes karakánidas de Bujará. Cuando el poder de éstos menguó y fueron desplazados, debió moverse hacia Gurganj en 1005. Esto significaría que sus últimos años los debería pasar huyendo de los nuevos gobernantes de Bujará.
Pero no fue sólo en las áreas médicas donde haría sus aportes. También buscaría reconciliar la ciencia que el practicaba con las verdades reveladas por la religión. Sus ideas en este aspecto influenciarán a personajes tan relevantes como Santo Tomás de Aquino, quien orientará sus ideas bajo la influencia de Avicena. Se conoce incluso de intercambios de cartas entre Ibn-Sina y al-Biruni. Las cartas muestran a este par de investigadores en un debate de temas diversos. Es tal vez uno de los puntos cumbre de esta época en el centro de Asia, cuando las ideas se intercambiaban con relativa libertad.
Al-Biruni, un polímata de muchas facetas
Historiador, geólogo, astrónomo, al-Biruni mostró a lo largo de su vida un gusto por aprender de muchas de las ramas del conocimiento. Igual que Aristóteles siglos antes que él, y en la línea de los planteamientos que se haría Giordano Bruno más tarde, Biruni también se preguntó acerca de la vida en otras partes del universo. Y también se cuestionó acerca de la vida en nuestro planeta. Al observar los fósiles y depósitos geológicos de su zona, llegó a la conclusión que el mundo no era inmutable ni había sido creado tal como se desprendía de las interpretaciones de los textos religiosos. Llegó a tener un intercambio de cartas con Ibn-Sina.
También escribió textos de historia, entre los que destaca La Cronología de las Naciones Antiguas. A diferencia de Ibn-Sina, al-Biruni aceptó los cambios políticos de su tiempo y se sometió a Mahmud de Gazni cuando éste ganó preponderancia en la región. Otros trabajos del científico incluyeron sus aportes en óptica, matemáticas y astronomía, rama esta última que puede haber tenido influencia en sus reflexiones acerca de las posibilidades de vida en otros planetas. Sus viajes a la India también moldearon su pensamiento y le dieron un punto de vista diferente al de muchos de sus contemporáneos.
Al-Biruni falleció en 1048. Ibn-Sina lo había hecho en 1037. Con estos dos personajes moría una forma de pensamiento que podía haber provocado una revolución en la forma de pensar de esta cultura. Vendrían personajes importantes todavía, pero la cumbre que alcanzaron estos dos ya no se volvería a alcanzar. De hecho, tan pronto como unas décadas más tarde, Hamid Muhammad al Ghazali (1058-1011) (Algazel), otro pensador importante, ya rebatiría muchos de los puntos que había resaltado Ibn-Sina. Sin embargo, previamente debemos revisar otros nombres.
Ferdousí y el libro de los Reyes
La escena tuvo algo de trágico. El gobernador Mahmud de Gazni envió un cargamento de 6.000 piezas de oro para pagar por el trabajo de un erudito. Se trataba del Shahnameh, o Libro de los Reyes. Habían sido incontables años que el viejo poeta esperaba el pago. Ahora llegaba al fin, pero… al tiempo que el cargamento con el pago llegaba, una caravana fúnebre salía de la ciudad. ¿Quién era el difunto? Pues nada menos que el mismísimo al-Ferdousí. La recompensa por aquella obra cumbre —todavía considerada una de las obras más célebres de la literatura universal— había llegado demasiado tarde. ¿Quién había sido este personaje y de qué trataba el Libro de los Reyes?
El Libro de los Reyes cuenta la mitología y la historia de Persia desde la creación del mundo hasta la conquista musulmana del siglo VII. Las referencias de la obra incluyen al zoroastrismo, y los antiguos Avesta y Rig Veda hindú. Dada la composición de la obra, se considera a su autor como el que preservó la lengua persa y la antigua cultura de la región frente a las embestidas que árabes y turcos le darían en estos siglos. En la actualidad se la considera la epopeya nacional de Irán.
A Ferdousí le tomó alrededor de 30 años completar el trabajo. El gobernante que le había encargado la obra —Mansur I— ya no estaba en el trono. Por eso, el poeta tuvo que pedir la recompensa prometida a su sucesor, Mahmud de Gazni. El problema era que su dinastía no tenía el mismo interés por la cultura persa que otros gobernantes. De todas formas, cumplió con el pago, aunque con retraso. El Libro de los Reyes había sido completado, pero su autor ya había dejado este mundo.
Omar Jayam
La novela Samarcanda, de Amin Maalouf, pinta en su primera parte al literato durante su paso por una de las cortes de los gobernantes de su época y puede dar una aproximación a la vida de este pensador. El poeta Omar Jayam (o Khayyam en algunas traducciones) (1048-1131) es más conocido por su Rubaiyat, una colección de poemas de Jayam que juntó el británico Edward Fitzgerald. La traducción de la palabra es cuartetos. Luego han habido varios poetas que han seguido esta tradición.
El poeta nació en Nishapur, aunque luego se trasladará a Isfahán para servir en la corte y seguir con sus investigaciones. Su faceta lírica es la más conocida, pero Omar Jayam, igual que muchos de los personajes aquí mencionados, fue un polímata que persiguió conocimientos en áreas tan diversas como mecánica, filosofía, geografía y música. De hecho, en Isfahán estableció un mapa estelar y un calendario solar que siguió en uso en Irán hasta el siglo XX.
Ghazali y el islam
Ya hemos visto al personaje con anterioridad por su oposición al pensamiento de al-Biruni. Su postura era contraria al uso racional del intelecto, y marcó un giro cultural en los siglos XI y XII en el centro de Asia. Lo que había sido una sociedad abierta a ideas nuevas —muchas veces contrapuestas al dogma religioso— se fue cerrando. Muchos autores ven aquí una de las razones por las que el mundo musulmán en general perdió el liderazgo en ciencia en un momento cuando Occidente iba en la dirección contraria. Entre las obras destacadas del pensador está La incoherencia de los filósofos. Al-Ghazali denunciaba la ciencia y la filosofía, en especial ramas como el sufismo, contrarias al dogmatismo de la corriente principal del Islam.
Sufismo
Como sufismo se entiende al cuerpo místico de prácticas religiosas, y que se caracteriza por prácticas ascéticas, espirituales, ritualistas y esotéricas. Uno de sus momentos más importantes fue justamente alrededor de la época analizada en este artículo. Un ejemplo de sufistas fue Farid al-Din Attar (1145-1221). Nacido en Nishapur, este poeta tendría una gran influencia en el pensamientos sufista de la época. Entre sus trabajos más relevantes están El Libro de lo Divino y La Conferencia de las Aves.
Este último poema, en particular, habla de un grupo de aves que buscan un rey y deciden ir en pos de una figura legendaria, el Simorgh. Para llegar donde éste habita, las aves que emprenden el viaje deben pasar una serie de valles (pruebas). Al final llegan a su objetivo, y ahí entienden la verdad: ellos en conjunto son el Simorgh. Mediante alegorías, el poema buscaba ahondar en el interior de los lectores o de quienes escuchasen el poema. Estas prácticas son comunes al sufismo.
Los mongoles, Tamerlán y la decadencia
Si el retorno de ideas dogmáticas de la religión fue el factor que comenzó a trastocar el liderazgo de los eruditos de la región, las guerras e invasiones le dieron el toque definitivo. Durante siglos había habido ataques de guerreros de grupos turcos, pero el esplendor del centro de Asia se había mantenido. Con los mongoles sería diferente. Las tropas del gran Khan arrasarían las ciudades y le darían un toque mortal. Y cuando pareció que aquella amenaza había pasado, llegaría Tamerlán y sus hordas. La región ya no se recuperaría de este doble golpe.
A modo de conclusión
Habría algunos científicos y técnicos destacados fuera del marco temporal aquí analizado, pero la cultura que había propiciado esta revolución científica y literaria ya no volvería. ¿Qué tenían en común muchos de esos personajes? En general, puede apuntarse a unos pocos factores, aunque el debate está abierto. Muchos de los pensadores seguían el conocimientos en varias ramas, sin especializarse solamente en una. Eran lo que ahora se conocen como polímatas. Además, tenían libertad para expresar sus ideas, aunque ésta se fue restringiendo más y más a medida que pasó el tiempo. La influencia de las regiones vecinas también fue determinante, desde India y China hasta Persia y Grecia. Se trató, en definitiva, de una época genial de alrededor de medio siglo. Se pueden contar con los dedos de las manos las culturas que pueden presumir de tantos siglos de producción científica y cultural continuada.
Bibliografía
-Starr, S. F. (2013). Lost Enlightenment. In Lost Enlightenment.
-Djebbar, A. (2020). Historia de la ciencia en los países del islam: Una introducción al conocimiento de su patrimonio científico.