- Título: El hombre de mimbre | The wicker man
- Director: Robin Hardy
- Nota: ★★★★★ (sobre 5)
Me es muy difícil reseñar esta película. Por un lado, la creo una de las más originales y mejores jamás producidas, junto a “Nosferatu” de Murnau, “Siete samuráis” de Kurosawa, “Vértigo” de Hitchcock, o “Blade Runner” de Scott. Por otro, supongo que muchos la habrán visto –ya tiene estatura de clásico. Su trama, imprevisible en su momento, ha dado lugar a muchos “homenajes” (verbigracia: segundas partes, remakes y plagios) a lo largo del tiempo. Con todo, haré mi parte.
Este es un film británico del año 1973, con Christopher Lee, Britt Ekland, y Edward Woodward como el puritano sargento de policía que comienza a investigar un caso de persona desaparecida y termina en una isla donde se practica una antigua religión pre-cristiana. El lector no necesita saber más; no debe saber más. Debe dejarse llevar por el flujo narrativo, por el suspenso, por los personajes.
Se la ha calificado de película de terror; no lo es. Tiene, sí, imágenes insólitas, como si hubiesen sido filmadas en otra cultura, otro lugar u otro tiempo; nunca son terroríficas, sólo inesperadas y no pocas veces hermosas.
El formato del film es tal vez el de un cuento policial; los actores están impecables en sus roles; las canciones, extrañas musical y líricamente, se quedan con nosotros. El final es imprevisto, el final es inevitable; el final es glorioso.
Quien quiera descifrar el enigma de la pequeña Rowan y conocer el destino del Idiota Virgen, será, al ver este film, recompensado con una experiencia cinematográfica inolvidable.
Lo mejor: muchas veces torpemente copiada, ésta es la original, la perfecta.
Lo peor: nada.