Emilia Pardo Bazán: puros y revolución

Quizá es poca la preocupación que tenemos hacia el aprendizaje de cómo liar un puro o un cigarrillo; sin embargo, acciones y labores como esta esconden pruebas de nuestra identidad que han ido moldeando nuestra actitud presente.

Comprendamos, con la ayuda de la obra La Tribuna de la escritora Emilia Pardo Bazán, la realidad política española popular de la segunda mitad del siglo XIX, a través de un breve esbozo de la vida en la fábrica de tabacos, y, además, aprendamos el sutil arte de liar puros.

El arte de liar

El consumo de tabaco ha pasado por muchas etapas. Desde su uso ritual y cultural en las civilizaciones precolombinas, su expansión por toda Europa como planta medicinal, hasta su progresiva decadencia a partir del siglo XX por sus efectos trágicos sobre la salud.

En la segunda mitad del siglo XIX, fumar tabaco era, generalmente, una actividad que desarrollaban los hombres. Sin embargo, la elaboración del producto la realizaba la mujer (exceptuando la fase de picado de la hoja, destinada a hombres).

Adentrémonos así, a modo de curso inicial, en el mundo del tabaco y su confección a través de la piel de las primeras mujeres trabajadoras fuera del hogar. Para ello, contaremos con las descripciones de la ilustre escritora coruñesa Emilia Pardo Bazán.

Formación del puro

En su famosa novela naturalista La Tribuna (1883) nos encontramos con el siguiente fragmento en el capítulo sexto “Cigarros puros”, en el que se expone:

“Primero era preciso extender con sumo cuidado, encima de la tabla de liar, la envoltura exterior, la epidermis del cigarro y cortarla con el cuchillo semicircular trazando una curva de quince milímetros de inclinación sobre el centro de la hoja para que ciñese exactamente el cigarro, y esta capa requería una hoja seca, ancha y fina, de lo más selecto, así como la dermis del cigarro, el capillo, ya la admitía de inferior calidad, lo propio que la tripa o cañizo. Pero lo más esencial y difícil era rematar el puro, hacerle la punta con un hábil giro de la yema del pulgar y una espátula mojada en líquida goma, cercenándole después el rabo de un tijeretazo veloz”.

Por otro lado, en un artículo publicado anteriormente a La Tribuna titulado “La cigarrera”, Emilia Pardo Bazán describe con mucho más detalle el proceso de confección de los puros:

La operación preliminar es la separación del tabaco, y su desvene. Llega la hoja prensada, de Virginia, en grandes panes redondos como piedras de molino, llamados maniguetas; ó de Filipinas, en serones cubiertos de miriñaques de cañamazo vegetal”.

Para la elaboración de los puros instálase la cigarrera ante unas mesas largas, donde están varias mujeres sentadas unas frente a otras. Generalmente en una sala larga, donde están muchas bajo la vigilancia de las maestras. Cada mujer tiene ante sí una especie de tajo de gruesa tabla, y los instrumentos del oficio: el cuchillo de hoja circular con una breve escotadura en donde otros tienen el filo; la tijera; la espátula de engomar; el tarrillo de la goma”.

Empieza la cigarrera a ejercer su oficio muy temprano: desde la edad en que pueden sus dedos manejar la labor. A veces se ven, entre el mar de cabezas inclinadas sobre los bancos, una cabecita pequeña, cubierta de rizoso pelo negro ó rubio, una espalda encorvada, cansada, la punta de una nariz menuda, unos ojos tristes: es la cigarrera en estado de larva, comenzando a familiarizarse con el oscuro amigo y compañero de toda su vida”.

La reproducción del proceso de fabricación de puros que nos muestra doña Emilia no ha cambiado en siglo y medio. Aunque ella nos hable de una producción fabril, lo cual nos induce a pensar en el uso de grandes máquinas, esta es artesanal, pero con la diferencia de que la fábrica es capaz de reunir mucha mano de obra y, por ende, complacer una gran demanda. Sin embargo, como es bien sabido por el lector, la Revolución Industrial trajo, además de desarrollo económico, una calidad de vida pésima para los trabajadores, muchos de ellos niños y niñas, como demuestra el último fragmento hasta ahora expuesto.

Cigarreras en la Fábrica de Tabacos de La Coruña. Fuente: La Voz de Galicia.

Actualmente, los puros se siguen fabricando de manera artesanal. En ocho horas se llegan a realizar unos 135 puros. Es un trabajo que necesita de experiencia, maña, empeño y, sobre todo, amor.

La dedicación que necesita esta labor y el rechazo hacia la innovación por parte de los propios hacedores provoca que en las fábricas siga existiendo la figura del lector: papel tradicional que desempeña la persona dedicada a leer literatura o noticias de actualidad a los trabajadores con el fin de amenizar la jornada. Es tal la tradición de dicha figura que, en La Tribuna de Emilia Pardo Bazán, la protagonista, Amparo, se encarga de esta función al ser la única con una buena capacidad lectora.

Lectora en fábrica cubana.

La Tribuna (1883): el papel de la mujer y la revolución del 68

Emilia Pardo Bazán demuestra un desarrollado conocimiento sobre lo relativo al tratamiento de la confección de puros y cigarros, lo cual la llevó a investigar y a documentarse durante un largo tiempo en la Fábrica de Tabacos de La Coruña (su ciudad natal, la cual recibe el nombre de Marineda a lo largo de toda su obra literaria), donde observó el comportamiento de las mujeres que allí trabajaban y la serie de quehaceres que debían cumplir. Por ello, los diálogos, las formas de actuar de los personajes, etc. cumplen con el decoro lingüístico de la clase social reflejada en la obra, la clase obrera.

La Tribuna, como nos indica J. Manuel González Herrán, “es probablemente la primera novela de protagonismo y problemática obrera de nuestra literatura”. Es de destacar, y también de agradecer, la curiosidad que despierta en Emilia Pardo Bazán, escritora que pertenece a la aristocracia, la vida del pueblo llano (la intrahistoria de Unamuno) y, en concreto, a lo que doña Emilia define en sus Apuntes autobiográficos como “el verdadero infierno social”, la vida en la fábrica.

La mujer, figura que comienza a reclamar voz

El papel de la mujer en La Tribuna es fundamental. Dejando aparte el hecho de que la protagonista, Amparo, es una mujer y consigue ser la voz de las ideas revolucionarias de la fábrica (de ahí el nombre del libro); a lo largo de la obra, Emilia Pardo Bazán nos muestra las ganas de una generación de mujeres jóvenes que quieren desarrollar su vida más allá del ámbito doméstico.

Trabajar en la fábrica, aun siendo un espacio donde se carecen de muchos derechos laborales, representa para la mujer una transición histórica hacia su intervención en la realidad política del momento. Así, en la ciudad, en los núcleos industriales, se comienza a deshacer la vida tradicional cuando la mujer percibe salario y se siente independiente, aunque, como podemos ver en la obra, dicha independencia no la podríamos considerar completa debido a la mentalidad de tener la imperiosa necesidad de buscar un marido que lleve las riendas. Por ello, se habla de transición o de un paso más en la importante lucha por la igualdad de la mujer, en la que la propia Emilia Pardo Bazán se alza como relevado personaje de la misma, siendo, por ejemplo, la primera mujer en obtener una cátedra en el ámbito universitario español.

La mujer de finales de siglo XIX es aquella que, gracias a la industria, empieza a tener la posibilidad de escoger otra vida que no sea dentro de las cuatro paredes del hogar, cosa que influye en la realidad española de la época. Todo ello, claro está, dentro de grandes núcleos industriales. En el ámbito rural domina lo tradicional.

También, doña Emilia consigue a lo largo de la obra transmitir un costumbrismo que hace de sus escritos unos vestigios maravillosos para conocer diversos aspectos, que, sin ser menores, nos recrean aquel momento con más exactitud. Un ejemplo de ello es el apunte que se expone en el capítulo XIX “La Unión del Norte” en relación con la moda femenina: “Aquel año había comenzado a imperar el traje corto, revolución tan importante para el atavío femenino como la de septiembre para España”. Un apunte más sobre la importancia de la mujer en la obra.

La revolución del 68, la “Gloriosa”, en La Tribuna y la realidad política española

“Tres acontecimientos importantes en mi vida se siguieron muy de cerca: me vestí de largo, me casé y estalló la revolución de septiembre” apunta doña Emilia en sus Apuntes autobiográficos. Aquí vemos la curiosa forma de relacionar su propia vida con acontecimientos históricos, cosa que, de forma parecida, hace con la protagonista de La Tribuna, Amparo. Así, en dicha obra, la condesa de Pardo Bazán, al considerarse hija de la revolución (al igual que, por ejemplo, Galdós), expresa su impresión de la época revolucionaria, personificada en la vida de Amparo.

La obra narra la vida coruñesa desde el pronunciamiento del general Topete el 18 de septiembre de 1868 hasta la avenida de la Primera República en 1873. El desarrollo de los acontecimientos históricos que se van sucediendo en España van de la mano de la maduración de Amparo a lo largo de la obra.

Fábrica de Tabacos de La Coruña antes.

Por otro lado, el ambiente en la Fábrica de Tabacos de La Coruña representa la imagen de España en aquel momento, donde se muestra la tensión que yace entre las trabajadoras venidas del campo (conservadoras) frente a las de ciudad (republicanas). Además, es de destacar el deterioro emocional que sufre Amparo durante su amorío con Baltasar, que representa a la turbulenta monarquía de Amadeo I y que acaba con la forzosa llegada de la Primera República, representada en el nacimiento del hijo de Amparo con Baltasar, quien la acabó abandonando previamente. Como vemos, Emilia Pardo Bazán realiza constantemente una crítica de la situación política y expresa, a través de su obra, su punto de vista.

Amparo, que pensaba que Baltasar se iba a casar con ella, personifica a esa España que creía en las voces angelicales que llegaban de políticos que prometían la llegada de la igualdad, una España ilusa que se dejó llevar. Emilia Pardo Bazán, en el prólogo de La Tribuna, expresa lo siguiente:

“Es absurdo que un pueblo cifre sus esperanzas de redención y ventura en formas de gobierno que desconoce, y a las cuales por lo mismo atribuye prodigiosas virtudes y maravillosos efectos”.

Doña Emilia es encasillada dentro de lo conservador, aun así, comprende a la clase obrera y se muestra compasiva con ella en multitud de ocasiones. En el capítulo XVII “Altos impulsos de heroína” de La Tribuna vemos lo siguiente, donde justifica las actitudes de dicha clase:

“En medio de la vulgaridad e insulsez de su vida diaria y de la monotonía del trabajo siempre idéntico a sí mismo, tales azares revolucionarios eran poesía, novela, aventura […]”

Bibliografía

  • DÍAZ LAGE, Santiago (2006). Dos versiones de “La cigarrera”, texto olvidado de Emilia Pardo Bazán. La Coruña: La Tribuna: cadernos da Casa-Museo Emilia Pardo Bazán.
  • GONZÁLEZ ARIAS, Francisca (2005). La Tribuna de Emilia Pardo Bazán como novela histórica. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
  • PARDO BAZÁN, Emilia (1999 [1886]). Apuntes autobiográficos, en Los Pazos de Ulloa, en Obras completas II (Novelas), ed. José Manuel González Herrán y Darío Villanueva. Madrid: Fundación José Antonio de Castro, pp. 5-59.
  • PARDO BAZÁN, Emilia (2019 [1883]). La Tribuna, ed. Benito Varela Jácome. Madrid: Cátedra, 25.ª ed.
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