Análisis de la Historia: Entrevista al Dr. Otero Carvajal

Me recibe en su despacho el Doctor Otero Carvajal. Con un amplio recorrido en el mundo de la Historia, es profesor en la Universidad Complutense de Madrid, además de haber sido Decano de la Facultad de Geografía e Historia. Son muchos y muy variados los temas sobre los que escribe; como la Historia de Madrid, la Historia de la Ciencia o Historia Universal.

¿El estudio de la Historia en el colegio está bien enfocado o se centra en un saber excesivamente enciclopédico? ¿Esto puede generar una aversión enorme hacia la Historia al hacerla muy tediosa?

La Historia en la enseñanza no universitaria tiene una buena presencia en bachillerato, no tanto en la ESO. Esto da como resultado que los alumnos cuando llegan al bachillerato tengan carencias importantes en cuanto a su formación. El segundo curso de bachillerato está enfocado por parte de los profesores a superar la prueba de selectividad y eso para la Historia de España es un importante hándicap.  El ministerio está obsesionado con superar un programa que es inabarcable. Esto nos remite a un simple ejercicio de memorización que no va más allá del tan denostado y poco académico aprendizaje memorístico.

Al sistema educativo se le plantea el reto de cómo enseñar en la sociedad digital, donde los contenidos están accesibles a un clic de distancia. Debemos reenfocar el modelo de enseñanza tradicional. Habría entonces que centrarse más en la comprensión del marco de los grandes procesos históricos. De tal manera que el alumno tuviera las herramientas para comprender su dinámica.

Esta situación genera que los alumnos, una vez terminada la selectividad, olviden la Historia de España y peor aún, que renieguen de ésta por la manera en la que la han aprendido.

Pasamos del  colegio a la Universidad ¿por su parte qué cambiaría en el mundo universitario?

La enseñanza universitaria tiene que responder a la nueva etapa de la era digital. Debemos darles las herramientas para la comprensión de la Historia, incentivar la lectura de monografías y de debates en clase. Por lo tanto, hay que abandonar el sistema clásico de lección magistral. Los enseñantes enfrentamos el reto de cómo transmitir las herramientas para que los alumnos tengan autonomía. También debemos mostrarles cómo discriminar la información válida de la información, por así decirlo, «basura», ya que en la actualidad vivimos un sobre-exceso de información.

Tradicionalmente las Humanidades han jugado un papel fundamental en la educación. En la actualidad han ido perdiendo peso paulatinamente ¿Cree usted que las Humanidades ocupan el lugar que se merecen en la sociedad actual?

Sí, hay una cierta crisis con la utilidad de las Ciencias Sociales, pero viene de muy atrás. Esto ha sido una constante en las últimas décadas. Sin embargo, las Humanidades no han desaparecido. En la sociedad tecnológica actual donde la Big Data va adquiriendo cada vez más peso, muchos de los trabajos clásicos que necesitaban una alta cualificación profesional van siendo sustituidos por las máquinas. Un ejemplo puede ser el trabajo llevado a cabo por los abogados. Será sustituido en gran medida por la inteligencia artificial. En ese aspecto, la enseñanza de las Humanidades irá ganando una creciente importancia. Esto se debe a que el estudio y el cultivo de ellas otorgan una amplia perspectiva a la hora de interpretar y comprender. En algunas grandes empresas internacionales tecnológicas trabaja un amplio número de humanistas.

Cada vez son más valorados dentro de los departamentos de Recursos Humanos por sus habilidades, más fuera de España que dentro. O en los departamentos de análisis y diseños estratégicos. En España pesa mucho todavía el corporativismo, por lo que todavía no se ha aplicado.

¿Le preocupa el futuro laboral de sus alumnos?

Hay que hacer un análisis previo. La sociedad española y su economía tiene un grave problema a la hora de no ser capaz de ofrecer puestos de trabajo cualificados a la población universitaria. Ahora mismo hay una sobre cualificación del alumnado español. Nos debemos preguntar ¿es que hay un exceso de universitarios o es que la sociedad española está generando empleos de bajo valor añadido?

Actualmente estamos sustentando nuestra economía sobre el sector turístico, el cual no ofrece ese tipo de valor en sus puestos de trabajo. Se crea un empleo de mala calidad, no solo por la remuneración y la temporalidad, sino por el tipo de empleo que se genera. A finales del siglo XX se hablaba de la precarización de los jóvenes al ser mileuristas; hoy muchos jóvenes y no tan jóvenes querrían ser mileuristas.

En este contexto existen diferentes casos. Los geógrafos en particular tienen una situación prácticamente de pleno empleo. Como la Geografía ha estado mal tratada por la educación no universitaria, muy pocos estudiantes entraban a cursar esta carrera. Esto ha generado una alta demanda de graduados y de licenciados en Geografía. Por ejemplo, se están dando casos de estudiantes de Geografía en la carrera o el máster que encuentran trabajo antes de terminar sus estudios. Algo similar ha ocurrido en el caso de los Musicólogos.

Un caso contrario es el de los Historiadores e Historiadores del Arte, a causa de la gran cantidad de estudiantes que han cursado estos grados. Aquí la universidad no debe abandonar su función tradicional de enseñar e investigar. Nosotros debemos acompañar y ayudar a insertar a nuestros alumnos en el mercado laboral. Pero también hay que creérselo y salir a buscar empleo. Tenemos que cambiar todos el chip.

¿Qué etapa de la Historia de España necesita un reenfoque en su manera del estudio? ¿Y por qué?

Hay que hacer una revisión de lo que ha sido la evolución histórica de nuestro país desde la Monarquía Hispánica hasta la actualidad.

En primer lugar cambiar la concepción que tenemos del Imperio Español. Tenemos la idea de Imperio, pero debería ser reevaluada por la percepción que tiene la sociedad española del mismo. Debemos superar la visión grandilocuente del Imperio derivada del franquismo, así como la versión terrorífica derivada de la leyenda negra. La sociedad española no es consciente de las posiciones de liderazgo de la monarquía en diferentes cuestiones, no se puede mantener un Imperio durante casi tres siglos sin, por ejemplo, los grandes avances que realizaron en el campo de la navegación. Además del importantísimo papel que tuvo la investigación científica durante las expediciones de conquista.

Con respecto al siglo XIX, creo que la perspectiva ha ido oscureciéndose cada vez más a lo largo de los últimos 50 años. Tenemos la percepción de que España no cogió el tren de la industrialización, a diferencia de los otros países europeos. Los últimos estudios que se han hecho nos dicen que se habían focalizado en exceso en el caso inglés, y de ahí se había establecido el parámetro de comparación. Desde finales del siglo XX los estudios indican que la excepción fue Inglaterra y lo que primó fue la protoindustrialización.

Uno de los grandes problemas es la permanente penuria de la Hacienda española, lo que dio como resultado la poca inversión en la industrialización y en la elaboración de un sistema liberal. Esto se debe a que el sistema hacendístico dependía en gran medida de las colonias americanas. Sumado a todo esto hay que tener en cuenta la guerra civil derivada del conflicto dinástico entre carlistas e isabelinos. Pero a pesar de todo, no fueron estas dificultades tan diferentes respecto a las que se vivieron en otros países europeos.

El siglo XX también merece ser revisitado, superando la visión tradicional de la Guerra Civil. En sus dos vertientes, tanto la sostenida por el franquismo y por el sector heredero biológicamente más cercano al franquismo, que está vinculado a determinados sectores del Partido Popular, en donde para justificar la sublevación militar se criminaliza y sataniza a la II República. Como en la visión de la izquierda, donde se santifica a la II República y se la proyecta como un régimen revolucionario y vanguardista. También habría que reorganizar la visión de la España de la primera mitad del siglo XX, y superar la idea generalizada de que se trataba de un país atrasado. Sin resultar negacionista, debemos tener presente el enorme dinamismo cultural y científico que hubo y que, en su momento, debió sostenerse sobre algo. Figuras como Lorca, Buñuel, Palacios… surgen no por una cuestión puramente aleatoria.

¿Los españoles tenemos un problema con nuestra Historia? ¿Confundimos ser críticos con ser partidistas?

Sí lo tenemos. Pero también los franceses, los alemanes, los polacos, los austriacos…etc. Sobre todo a raíz de la Guerra Civil y la dictadura franquista.

La sociedad española debería hacer un ejercicio de retrospección para mirar al pasado analizando sus luces y sus sombras, logrando así cerrar heridas. Pero para cerrarlas primero debemos limpiar el pus que estas heridas han ido acumulado. Esta limpieza se materializará cuando el Estado ponga los medios necesarios para acabar con la inadmisible e inefable situación sobre la cuestión de que haya miles de personas enterradas en las cunetas de las carreteras de nuestro país. A diferencia de lo que opina el presidente Rajoy, la forma de cerrar el pasado es mirarlo de frente y limpiarlo.

Cuando uno ve las diferentes tertulias políticas, es muy habitual observar cómo se usa la Historia como arma arrojadiza ¿se está utilizando mal la Historia?

El debate político, por desgracia, se ha contaminado del espectáculo televisivo a nivel internacional.

Se busca la polarización y el enfrentamiento en pos del espectáculo.

Claro que se utiliza la Historia, de hecho lo hacen personas que no son historiadores, con bastante alegría, y haciendo afirmaciones que carecen de veracidad. Pero no es la única herramienta.

Se ha producido una espectacularización en todas las facetas de la vida. El problema no es que se hagan ciertas afirmaciones, sino que amplios sectores de la sociedad compren ese producto. Podríamos decir que el debate político se ha twitterizado, se trata de responder al adversario con 140 caracteres para generar me gustas y likes. Este es el modelo de Gabriel Rufián o de Rafael Hernando. No sé si esto tiene vuelta atrás.

Hay una frase utilizada mucho entre la gente que es: “La Historia la escriben los vencedores” aquí le lanzo la pregunta ¿entonces los historiadores que hacemos?

Podríamos hacer la pregunta ¿con el paso del tiempo quienes son los vencedores?

Si nos remontamos al siglo XVIII veremos que se enaltecen a los monarcas absolutos, pero la percepción que se tiene de ellos es terrible.

El tiempo es un arma de largo recorrido, y va erosionando las percepciones que se tenían. Lo mismo pasa con la revalorización que se tenía de la industrialización del siglo XIX. O la percepción de la aventura  imperial de las potencias europeas en África y Asía en el siglo XIX. No es igual que cuando Kipling escribía sobre la gran labor imperial británica.

En este sentido la Historia no la hacen solo los vencedores.

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