Los estatutos del Euskeldun Batzokija, primera asociación nacionalista

Sabino Arana

“Art. lº. Con el nombre de Euskeldun Batzokija. se funda en la villa de Bilbao un Centro recreativo, cuyo objeto es el de establecer estrechos lazos de unión y amistad entre los vecinos [… ] que profesan las doctrinas contenidas en el lema Bizkaino Jaun Goikua eta Lagi-Zarra. 

Art. 2º. Una vez fundada la Asociación General de Bizkaya, cuyo nombre será Bizkai-Batzar y cuyos estatutos serán redactados por Arana eta Goiri-tar Sabino., Euskeldun Balzokija se someterá a ella […]. 

Art. 3º. Jaungoikua. Bizkaya será católica-apostólica-romana en todas las manifestaciones de su vida interna y en sus relaciones con los demás pueblos. 

Art. 4º. Lagizarra. Bizkaya se reconstituirá libremente. Restablecerá en toda su integridad lo esencial de sus Leyes tradicionales llamadas Fueros. Restaurará los buenos usos)’ las buenas costumbres de nuestros mayores. Se constituirá, si no exclusivamente, principalmente con familias de raza euskeriana. Señalará al euskera como lengua oficial. 

Art. 5º. Eta. Bizkaya se establecerá sobre una perfecta armonía y conformidad entre el orden religioso y el político, entre lo divino y lo humano. 

Art. 6º. Distinción de Jaungoikua y Lagizarra. Bizkaya se establecerá sobre una clara y marcada distinción entre el orden religioso y el político, entre lo eclesiástico y lo civil. 

Art. 7º. Anteposición de Jaungoikua a Lagizarra. Bizkaya se establecerá sobre una completa e incondicional subordinación de lo político a lo religioso, del Estado a la Iglesia. 

Art. 8°. Siendo Bizkaya, por su raza, su lengua, su fe, su carácter y sus costumbres, hermana de Alaba, Benabarre, Gipuzkoa, Lapurdi, Nabarra y Zuberoa, se ligará o confederará con estos seis pueblos para formar el todo llamado Euskelerria (Euskeria), pero sin mengua de su particular autonomía. […]”. 

(Bilbao, 14 de julio de 1894).

El texto es el comienzo del reglamento del Euskeldun Batzokija, la primera organización nacionalista vasca, que todavía no es formalmente un partido político, pero que dio lugar al PNV un año después de su fundación.

El autor del reglamento es Sabino de Arana y Goiri (cuyo nombre aparece en el euskera garbija que creó al reformar arbitrariamente la gramática vasca). No podía ser de otra forma: Sabino de Arana (1865-1903) no sólo fue el creador del nacionalismo vasco, sino que durante su vida, dada la autoridad y el prestigio que tuvo entre los nacionalistas, configuró el nacionalismo vasco a su imagen y semejanza, hasta el punto de que se ha podido calificar a ese nacionalismo como “aranismo”1. Esto singulariza al nacionalismo vasco, pues lo habitual es que el nacionalismo no tenga un creador y aparezca como consecuencia de un movimiento cultural, como la Renaixença en Cataluña o el Rexurdimento en Galicia. Es, por tanto, necesario profundizar en la figura de Sabino Arana.

Sabino Arana en su juventud. Sabino, que realizó tantas afirmaciones rotundas y no admitía la menor crítica, reconoció en varias ocasiones sus limitaciones culturales: He sido muy mal estudiante; jamás he podido sujetarme a distribución de horas ni a la explicación de los profesores, nunca, jamás a programas. Tampoco leyó mucho: tengo yo tan poca paciencia para la lectura, que bien pudiera contar los libros [que no sean novelas] que he podido leer en toda su extensión. Como otros nacionalistas, daba mucha más importancia a la fuerza de la voluntad: No es, a mi juicio, en las obras de inteligencia donde el hombre puede ganar méritos o padecer mengua, sino en los actos de la libre voluntad.

Sabino Arana nació en 1865 en Abando, anteiglesia enfrente de Bilbao (anexionada progresivamente a la capital vizcaína entre 1870 y 1890). Santiago, su padre, era un propietario y dueño de un astillero, que llegó a ser alcalde y apoderado en las Juntas Generales de Guernica. Pero se arruinó con motivo de la III Guerra Carlista, en la que entregó bastante dinero al Pretendiente, y porque no pudo adaptarse a la modernización de la economía y transformar su astillero de barcos de madera. Sin embargo, la ruina no fue tan grande como para que Sabino Arana tuviera que trabajar en algún momento de su vida; las rentas de que disfrutó llegaron incluso para financiar muchas de sus actividades políticas.

El carlismo de su padre, el empobrecimiento de la familia y la estricta educación religiosa que recibió en la niñez influyeron extraordinariamente en Sabino de Arana. El fundador del nacionalismo vasco fue un carlista, un integrista y un tradicionalista, que son unas ideologías complementarias2. Todo ello no fue óbice para que Arana criticara a los carlistas. Al contrario, fue probablemente el partido que más criticó, pues, siendo el partido más próximo al suyo, era su competidor natural y el que más posibilidades ofrecía para crecer a su costa. 

Según su propio testimonio, Sabino Arana fue carlista (per accidens) hasta 1882. Ese año, una conversación con su hermano Luis, que era ya bizkaino nacionalista, le convirtió en nacionalista. Desde 1932, cuando se cumplió el cincuentenario de la “revelación”, los nacionalistas vascos celebran el Domingo de Resurrección el Aberri Eguna, o Día de la Patria, su fiesta nacional. Es importante señalar que el nacionalismo inicial de Sabino Arana, tal como se aprecia en el texto, fue bizkaitarrismo, es decir, un nacionalismo vizcaíno.

Luis Arana (1862-1951). Pese a la primitiva prohibición de casarse con personas no vascas, Luis Arana, que tanto se opuso al matrimonio de Sabino con una aldeana, se casó secretamente, sin que se enterara su propia familia, con una criada de Huesca: Josefa Anglada Hernández, con la que había tenido en Barcelona un hijo seis años antes (al que mandó con su madre al pueblo de ésta) . Eso sí, le cambió los apellidos por Eguaraz Hernandorena. Finalmente, consiguió que naciera en Tudela.

Tras fallecer su padre en 1883, toda la familia se trasladó a Barcelona para acompañar en sus estudios universitarios a Sabino y Luis. Hasta 1888, cuando murió su madre, Sabino estuvo matriculado en Derecho, pero sin ningún resultado3. Sabino de Arana, que leía poco, fue un autodidacta4. Su estancia en Cataluña, donde el nacionalismo ya había alcanzado importancia, se estima que no influyó en su pensamiento; es más: siempre estimó que Cataluña no era una nación, sino una parte de España, porque no constituía una raza distinta (aunque, al final, consideró que podía tener derecho a la independencia, si así lo querían los catalanes, de la misma manera que los vizcaínos con respecto a un futuro Estado vasco).

Sabino prefería escribir. Y ya en Barcelona compuso sus primeros escritos, algunos de los cuales consiguió publicar.

En 1892, Sabino Arana publicó Bizkaya por su independencia, un pequeño libro que ha servido para fechar el nacimiento del nacionalismo vasco5. El libro no tiene ningún valor histórico. Lo que pretendía era llamar a la rebelión a los vizcaínos, objetivo que aparece claro en la conclusión, donde contrapuso las luchas por la independencia del ayer con la situación de hoy, en que “Bizkaya es una provincia de España”, y terminó señalando que, para decidir el “mañana, tienen la palabra los bizkainos del siglo XIX, pues que de su conducta depende el porvenir”.

El 3 de junio de 1893, Sabino Arana pronunció el discurso de Larrazábal, considerado como el comienzo de su vida pública, el inicio de su predicación. No tuvo éxito6, pero, poco después comenzó, a tener Sabino Arana sus primeros partidarios.

Así, en 1894, se fundó el Euskeldun Batzokija, primera asociación nacionalista que todavía no es oficialmente un partido, aunque empezó a funcionar como tal (los hermanos Arana, para atraer partidarios, fingieron que no era una asociación política). Se también iza por primera vez la ikurriña, bandera diseñada por Sabino de Arana y su hermano Luis para Vizcaya, que posteriormente el PNV adoptará como enseña del País Vasco e impondrá al hacerse cargo del primer gobierno (provisional) vasco durante la Guerra Civil.

Ikurriña. La “ikurriña” fue la bandera creada por Sabino y Luis Arana para Vizcaya en 1894; sirvió después como
bandera del PNV. No mencionada en el primer estatuto de autonomía vasco, aprobado el 1 de octubre de 1936, fue convertida a propuesta del socialista Santiago Aznar en la bandera oficial por el Gobierno Vasco el 21 de octubre de 1936. El carácter religioso de los dos hermanos queda reflejado en que la bandera es la bicrucífera. El carácter vizcaíno de la ikurriña está expresado en sus colores, que son los del escudo de Vizcaya, y en su simbología: las dos cruces simbolizan el lema sabiniano para Vizcaya “Jaungoikua eta lagizarra” (“Dios y Ley Vieja”): la cruz blanca representa los eternos derechos de Dios, y la cruz aspada, los derechos nacionales de Vizcaya, porque la legendaria batalla de Arrigorriaga se habría celebrado el día de San Andrés. Por ello, Luis Arana se opuso a que el PNV adoptara la ikurriña
como bandera para todo el País Vasco. Su oposición fue tal que abandonó el partido en 1933. Se quejaba también de que se olvidaran de las otras seis banderas que había diseñado para los demás territorios vascos y de la bandera que había ideado para Euzkadi.

El 31 de julio de 1895 (día de San Ignacio), se creó clandestinamente en el seno del Euskeldun Batzokija el Bizkai Buru Batzar, lo que se considera equivalente a la fundación del PNV7.

Durante esta época y en los años siguientes, el partido es muy minoritario (poco más de un centenar de militantes), y se nutre de la pequeña burguesía y las clases medias de Bilbao, lo que constituye otro elemento singular en el nacimiento del nacionalismo vasco, pues como ha señalado Javier Corcuera, “el de Arana no es burgués, sino antiindustrialista”8.

En 1896, Sabino Arana inventó el nombre “Euzkadi”, porque el nombre de “Euskalerria” no le gustaba, ya que implicaba el conocimiento del vascuence, lo que dejaba a muchos territorios fuera de ese país.

1898 fue un año decisivo para el nacionalismo vasco, pues se puede considerar que es el año de su consolidación con dos fenómenos de importancia. Uno fue la entrada en el partido de la mayor parte de los miembros de la liberal sociedad fuerista Euskalerria (que terminará disolviéndose en 1902), lo que significó la incorporación de una fracción de la burguesía al nacionalismo, lo que le dio hombres preparados, y posibilitó su expansión; además, significó la introducción de una corriente liberal y partidaria de la autonomía en el PNV9. El otro fenómeno es que El PNV, contrario hasta entonces a participar en las elecciones, cambió su estrategia: Sabino Arana, con 4.525 votos, consiguió uno de los cuatro escaños de Bilbao a la Diputación de Vizcaya. Fue el primer éxito electoral del PNV, que repitió al año siguiente con la elección de 5 concejales en Bilbao y otros más en diversos pueblos de Vizcaya.

En 1902, con cuatro años de retraso, Sabino de Arana intentó enviar un telegrama de felicitación al presidente de Estados Unidos por su victoria sobre España (a la vez que animaba a la liberación de los Países Vascos). Esto produjo su detención y procesamiento por traición, delito del que sería absuelto. Durante su estancia en la cárcel se produjo su confusa y mal conocida (por el secretismo con el que se desarrolló) “evolución españolista”, que le llevaría a pensar en la fundación de la Liga de Vascos Españolistas cuya reivindicación sería la autonomía10. Probablemente, sólo se trataba de un cambio táctico, para proseguir la lucha por la independencia de otra forma. Sea como fuere la muerte de Sabino Arana en 1903 frustró totalmente el proyecto, pues los sabinianos, que se quedaron con el control del partido tras la desaparición del fundador, echaron tierra a un proyecto que nunca les gustó.

Sabino Arana fue el fundador del nacionalismo vasco. Según él, la nación se basa en la raza. Lo demás, incluso, el euskera, resulta secundario. La raza es suficiente para el derecho a la independencia. 

Para Arana, la raza se conoce por los apellidos: es vasco quien los tiene, aunque haya nacido en cualquier parte y no conozca la cultura vasca ni el vascuence; no lo es quien no los tiene, aunque sea euskaldún y haya nacido en la zona más vasca del País.

Santoral Vasco. Sabino Arana tradujo al euskera todos los nombres del santoral. La empresa sólo podía basarse en la arbitrariedad y el resultado fue arbitrario: Para euskerizar los nombres los he tomado en su origen. Así, el nombre erdérico “José”, en su origen Joseph, y esta forma es Joseba; Luis es Hlodowick (Ghlodobik), y euskarizado Koldobika; Pedro o Peru es Cephas (Kefas), y euskerizado, Kepa […] y asimismo todos los demás. Un criterio que siguió muchas veces fue el de acabar los nombres masculinos en “a” y los femeninos en “e”, pese a que el euskera carece de sufijos de género. Pero la propuesta se basaba en una observación de Pedro Pablo de Astarloa (1752-1806), según la cual la primera letra que pronuncian las niñas es la “e” y la pronunciada por los niños es la “a”, lo que consideraba una herencia del perfecto idioma primitivo creado por Dios para Adán y Eva, que algunos consideraron que podía ser el mismísimo euskera. Sin embargo, Arana hizo significativas excepciones a esta regla, como, por ejemplo, con su propio nombre, que, por razones obvias (pero no patrióticas), lo dejó en “Sabin”. En cambio, el nombre de su mujer Nicolasa quedó más fino con la forma de “Nikole”. Tal vez sea en este asunto de los nombres en el que la influencia de Sabino Arana haya sido mayor, pues cientos de miles de personas han tenido ya un nombre inventado por el fundador del nacionalismo vasco.

La importancia que Arana dio a los apellidos se aprecia en los estatutos del Euskeldun Batzokija, pues estableció tres categorías de socios, con distintos derechos, en función del número de apellidos vascos. Sólo aquellos que tenían los cuatro primeros apellidos vascos y que, de ser solteros, estuvieran casados con alguien que también los tuviera tenían plenos derechos (socios originarios).

El nacionalismo y el racismo son los aspectos más conocidos de la ideología del fundador del nacionalismo vasco. El texto objeto de comentario nos informa de otros aspectos del pensamiento de Sabino de Arana. Y también, de algunas características del Estado vasco que proponía, sobre el que apenas escribió.

Sabino de Arana ordena hábilmente la exposición mediante la explicación del lema Jaungoikua eta Lagizarra, “Dios y Ley Vieja”11, que ideó para el nacionalismo vasco. De la importancia de este lema, que recoge elementos fundamentales de su pensamiento, da cuenta el hecho de que su acrónimo, J.E.L., se encuentra en el (muy posterior) nombre vasco del PNV: Euzko Alberdi Jeltzalea, es decir, Partido Vasco de los Partidarios de Jel, o lo que es lo mismo: Partido Vasco de los Partidarios de Dios y la Ley Vieja (de ahí que a sus partidarios, desde hace unas décadas, se les llame también jelkides y jeltzales)12.

Jaungoikua responde al integrismo de Sabino Arana, que se consideró integérrimo13.  Sabino de Arana se consideraba más integrista que nacionalista, pues Dios (y la salvación eterna) era más importante que la patria. Pero Arana halló la forma de hacer compatible su religiosidad con su nacionalismo. Es más: consideró que la independencia era una necesidad, pues Vizcaya y el País Vasco no podían ser plenamente cristianas unidas a una España irreligiosa, lo que comprometía la salvación de vizcaínos y vascos, que era lo más importante.

Por eso, Jaungoikua antecede a lagizarra. Esta última palabra alude al tradicionalismo de Sabino de Arana. El fundador del PNV odiaba la modernidad, el nuevo mundo que habían creado las revoluciones política e industrial, y particularmente el liberalismo14.

Integrismo y tradicionalismo eran los dos aspectos fundamentales del carlismo. Y es que Sabino de Arana fue un carlista que cambió la patria española por la vasca.

Con estos planteamientos, el Estado que proponía Sabino de Arana era más que un Estado confesional una teocracia, cuyas características serían las siguientes: Armonía entre Estado e Iglesia; separación entre Iglesia y Estado, de tal manera que los religiosos no podrían participar en la política, y los políticos no podrían intervenir en los asuntos de la Iglesia; y, como se señala en el texto, una “completa e incondicional subordinación de lo político a lo religioso, del Estado a la Iglesia”, porque las leyes tendrían que acomodarse a la doctrina católica. Por lo demás, la única religión permitida sería la católica.

El Estado vasco, como se indica en el art. 8º del texto, sería un Estado confederal, en el que casi todo el poder residiría en los Estados que lo compondrían, porque, según él, ya habían tenido esos poderes en el pasado. Como escribió en otra ocasión, “la Confederación no les ligaría más que en el orden social y en el de las relaciones con el extranjero, permaneciendo en los otros con la misma absoluta independencia tradicional”. Además, cada Estado tendría el derecho a separarse cuando quisiera. 

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En el art. 4º, Arana señala que el Estado vizcaíno “se constituirá, si no exclusivamente, principalmente con familias de raza euskeriana”. Pero nunca explicó qué pensaba hacer con la población inmigrante que había llegado al País Vasco e, incluso, de las ciudades, que consideraba que habían sido pobladas por foráneos. Es muy posible que hubiera establecido una sociedad de castas más que un régimen de apartheid, para evitar, entre otros objetivos, los matrimonios mixtos, que constituyeron una de sus mayores obsesiones. 

El texto, pues, explica el lema del PNV y muestra elementos importantes de la ideología de Arana. Pero su importancia estriba, sobre todo, en que es uno de los pocos testimonios sobre su proyecto de Estado vasco15. Como Marx, Sabino de Arana apenas habló del futuro. 

Portada del periódico “Euzkadi”. A Sabino Arana nunca le gustó el nombre de “Euskal Herria”, porque significa “país del euskera” y eso suponía un País Vasco muy pequeño. Por eso, utilizó el corónimo
“Euskeria” hasta que inventó, de forma por lo menos heterodoxa, la palabra “Euzkadi”. Este es uno de los muchos neologismos inventados por él que han tenido gran éxito: aberri (patria), abertzale (patriota), ikurriña, gudari (soldado), abenda (raza)… En cambio, no tuvo éxito con su propuesta de letra vasca, abecedario vasco (Agakaskadi, porque empezaba por a, g, k y terminaba con b, p, m) y las (arbitrarias) reformas ortográficas del euskera que propuso. Y es que pese a todo, Sabino Arana, autodidacta que consiguió escribir muy bien en español, no llegó a dominar tan bien el euskera, idioma en el que apenas escribió.

Pero de sus planteamientos se pueden deducir algunas características. Su revolución no ofrecía ni libertad, ni igualdad ni fraternidad. Los únicos derechos habrían sido los de Dios; por eso ni siquiera se contemplaba la libertad de conciencia. La finalidad del Estado era la salvación eterna de los vascos. Para eso contemplaba un Estado totalitario para poder regular en JEL todos los aspectos de la vida de los súbditos, que habrían sido copias de Arana. Así, esa Euzkadi sí podría cumplir con el primer lema de Sabino, que utilizó hasta el final, “Gustija Erriarentzako Ta Errija Jaungoikuarentzako” (G.E.T.E.J.): Todo para el pueblo y el pueblo para Dios”, siempre que entendamos el servicio al pueblo como en el despotismo ilustrado o en las llamadas con total desvergüenza “democracias populares”. En definitiva, lo que proponía Arana era una sociedad completamente cerrada, atada y bien atada (también en el tiempo), sin ciudadanos y, por tanto, sin posibilidad de individuos, que necesitan de la libertad para serlo. A cambio, en vez de la prosperidad en pos de un paraíso en la tierra, como ofrecen otros, pero que no interesaba a Arana, se ofrecía la salvación eterna.

Por consiguiente, tampoco habría Ley Vieja, ni reintegración foral, porque el infierno que proponía no había existido nunca en ninguna parte. Ni independencia dada la subordinación del Estado a la Santa Sede.

Notas a pie de página

Tampoco era viable, como les ocurre a los hechos que suceden en las pesadillas.

  1. “El  [Sabino] fue, él es y él será y ningún otro el Verbo nacionalista hecho carne. Aunque el nacionalismo fuere un error, él nunca lo llegaría a comprender; no podrá, por lo tanto, abominarlo, como la víbora no podrá comprender que su veneno no sea un elemento esencial de sí misma, un pedazo de su vida, a pesar de no ser un bien para los demás. El nacionalismo es, pues, en él, su propia naturaleza; él es Nacionalismo y el Nacionalismo es él. Vino al mundo a enseñárnoslo a los vascos para redimirles de la esclavitud del latino, al modo que Jesús vino a redimir a todos los humanos de la esclavitud del mal. Es, pues, un Jesús vasco” (José de Arrandiaga “Joala”, carta a Engracio de Aranzadi, del 7 de diciembre de 1903).

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  2. El partido carlista tuvo los nombres de Comunión Tradicionalista y Partido Católico Tradicionalista; y el integrismo fue una escisión del partido carlista, que redujo el lema carlista “Dios, Patria, Rey y Fueros” a “Dios y Patria”. Sabino Arana redujo el lema a Dios, Patria (vasca) y Fueros (Ley Vieja). ↩︎
  3. Por una parte, hay que tener en cuenta que no tenía interés por una carrera que, realmente, eligió su madre (y que abandonó tras su muerte). Por otra parte, tampoco tenía interés por los estudios sistemáticos: “Comencé a estudiar la carrera que mi madre quiso y a mí menos me gustaba: la le leyes. La empecé […] con bien poco provecho. En los cinco años que transcurrieron hasta que definitivamente la dejé, estudié pocas asignaturas y me examiné sólo de la mitad de ellas. Seguía siendo el de siempre: no me gustaban los programas ni los profesores; mucho menos me llenaban los autores. Estudiada una asignatura, no creía necesario examinarme de ella, porque no pensaba ejercer la carrera y porque comprendía que por el examen y la nota no habría de saber más de lo que había estudiado. Guiado por mis aficiones, uno de aquellos años hice una locura: además de matricularme en derecho, me matriculé en ciencias naturales y en filosofía y letras. Pero tan desaplicado y tan poco amigo del método y el orden como siempre, todo fue inútil. Lo que cursé con alguna regularidad lo hice de libre, que era el sistema más adecuado a mi independiente carácter y mi libre criterio” (Sabino Arana, borrador de un manuscrito de una interviú, cit. por J. Corcuera, Orígenes, ideología y organización del nacionalismo vasco (1876-1904), Siglo XXI, Madrid, 1979, pp. 190-191).

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  4. El mismo confesó que leyó poco: “tengo yo tan poca paciencia para la lectura, que bien pudiera contar los libros [que no sean novelas] que he podido leer en toda su extensión”. Prefería reflexionar: “Soy poco aficionado a leer, mucho en cambio a meditar, y más que a estudiar las cosas en los autores me gusta estudiarlas en sí mismas si las tengo al alcance de mi examen. Como otros nacionalistas, daba mucha más importancia a la fuerza de la voluntad: No es, a mi juicio, en las obras de inteligencia donde el hombre puede ganar méritos o padecer mengua, sino en los actos de la libre voluntad”. De hecho, en sus escritos rara vez cita autores. Como ha señalado Javier Corcuera, “la base doctrinal de la afirmación nacionalista sabiniana era escasa. Rarísimamente aparece en sus escritos un argumento de autoridad a la hora de definir la nación, sus elementos o la importancia de cada uno de éstos. Las citas de este tipo de comentario comenzarán a aparecer en la literatura nacionalista con cierto retraso y, normalmente, procedentes de nacionalistas estudiantes o licenciados en derecho, o de hombres, como Campión, también juristas, de una preparación teórica muy profunda en ciencias sociales”.

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  5. En realidad, era la reedición en forma de libro de cuatro artículos que había publicado en la revista La Abeja entre diciembre de 1889 y marzo de 1890. Se trata de la interpretación completamente subjetiva de cuatro batallas de la Vizcaya medieval, la más antigua de las cuales –la de Arrigorriaga– es totalmente legendaria.

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  6. Se trató de un discurso pronunciado tras una cena en el caserío de Larrazábal, situado en el monte bilbaíno de Archanda. Pese a que los 16 invitados se habían elegido porque se consideraba que eran proclives a la nueva doctrina de Sabino de Arana, el acto fue un completo fracaso, hasta el punto que el propio Arana reconoció que “faltó poco para que Koldobika [nombre que había impuesto a su hermano Luis] y yo nos pegáramos con todos”.

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  7. Ese mismo, año Sabino Arana compuso la letra del “Gora ta gora”, que en 1905 se convirtió (con el nombre de himno de la raza vasca) en el himno del PNV, que ha terminado por imponerlo como himno de la Comunidad Autónoma Vasca.

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  8. “El caldo de cultivo sociológico en el que germinó el nacionalismo fueron sobre todo las clases medias –empleados, pequeños burgueses, campesinos acomodados–, que estaban aterrorizadas ante los cambios de la industrialización y que sentían envidia del triunfo de la gran burguesía. Esta mesocracia ubicada en Bilbao y en otras ciudades vascas había visto surgir la riqueza a sus pies, sin tiempo de hacerla llegar a sus cuentas corrientes, mientras era desplazada de sus pequeñas posiciones de poder con la bancarrota del orden anterior. Amedrentado por el espectro de la revolución socialista, este colectivo desclasado se agarró con fuerza al revival nostálgico de Arana y a una doctrina que levantaba su prestigio social y cultural, considerándoles propietarios del país y justificando su frustración por el latrocinio extranjero” (F. García de Cortázar y J. M. Azcona, El nacionalismo vasco, Historia 16, Madrid, 1999, p. 44). Un fenómeno que puede considerarse normal en el nacimiento de los nacionalismos sin Estado. 

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  9. A partir de entonces la historia de este partido se va a caracterizar por el enfrentamiento entre dos tendencias: la sabiniana (que pretende mantener la pureza del pensamiento de Arana) e independentista y la autonomista, que es más liberal y no confesional.

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  10. En este giro influyeron debieron de influir varios factores: El triunfo que ese año consiguió la Lliga Regionalista de Catalunya; las presiones de los nuevos miembros del partido provenientes de la sociedad Euskalerria, que no querían un partido radical y buscaban la autonomía aceptando las reglas del sistema político; y la represión del Gobierno y la hostilidad de amplios sectores de la sociedad de Bilbao y sus alrededores.

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  11. No es lo mismo que “Dios y Fueros”, lema que ya habían adoptado los carlistas vascos. Además, Arana prefería referirse a la Ley Vieja, que la establecía él,  que a los fueros, que incluían aspectos, como los referidos al señor de Vizcaya, que no consideraba propios de la tradición vasca.

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  12. Resulta muy significativo que cuando se fundó el partido no se considerara necesario bautizarlo con un nombre en lengua vasca (tampoco los siguientes lo tendrían, y el propio PNV en 1916 cambió su nombre, durante unos años, por Comunión Nacionalista Vasca). También debe ser significativo que el nombre en español sea distinto al muy posterior en euskera; no conozco otro caso igual.

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  13. El Diccionario de la Real Academia Española da estas dos definiciones de integrismo: “Actitud de ciertos sectores religiosos, ideológicos o políticos, partidarios de la intangibilidad de la doctrina tradicional”; “movimiento ideológico español de fines del siglo XIX basado en principios antiliberales y que propugnaba la aplicación inflexible de la doctrina tradicional católica”. Ese segundo integrismo surgió como un escisión del partido carlista, encabezada por Ramón Nocedal (1846-1907), fundador y presidente del partido integrista, llamado Partido Nacional Católico (1888), cuyo pensamiento aparece muy bien reflejado en este discurso pronunciado en Burgos en julio de 1889:
    “Antes que nada y sobre todo, somos católicos […] y así nuestra primera acción sea humillarnos ante su Vicario en el mundo, a quien se debe sujetar y rendir toda humana criatura y decirle: «Habla, Señor, que tus hijos escuchan, ganosos de oír tu voz y obedecer tus mandatos, con ansia de vivir y morir confesando y defendiendo todas y cada una de tus enseñanzas» […]. Más nosotros, católicos españoles, de verdad queremos que la historia de España se reanude y continúe allí donde fue interrumpida por la asoladora invasión de extranjeras novedades que la desnaturalizan y pervierten […]. Sustentamos que es monstruoso, insoportable despotismo, que la autoridad temporal, llámese Parlamento, República o César, se constituya fuente de todo derecho, juez y maestro de doctrinas […]. Quisiéramos asimismo que España, desgraciada y abatida por el liberalismo, tuviera bríos y pujanza como en los buenos tiempos de su cristiana fe […]. Amamos y defendemos la libertad, y por eso aborrecemos los horrendos que, con nombre de libertad de conciencia, libertad de cultos, libertad de imprenta, abrieron las puertas de nuestra patria a todas las herejías y a todos los absurdos extranjeros y extranjerizados que ya habían llenado de luto y vergüenza a otras naciones […]. Lo primero y principal es que España sea bien gobernada, según la norma establecida en nuestras antiguas leyes y enseñada recientemente por León XIII en sus admirables encíclicas. Y así, dedicaremos todas nuestras fuerzas a preparar el advenimiento del Estado cristiano […]. Pongámonos a defender la soberanía social de Jesucristo”.
    En 1901, con motivo de los debates en el Parlamento sobre las congregaciones religiosas, Nocedal invitó a pelear con los partidos liberales, a quienes no yo, sino León XIII, llama imitadores de Lucifer. A su muerte, el partido, que siempre fue minoritario, entró en una profunda decadencia. Los integristas, que pretendían la aplicación íntegra de la doctrina católica, volvieron al partido carlista (en realidad, Partido Católico Tradicionalista) en 1932, que pasó a llamarse entonces Comunión Tradicionalista.

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  14. Prefería incluso una Vizcaya pobre, sin industrialización, pero en la que se mantuviera la tradición (y los verdaderos vizcainos), que una Vizcaya más rica e industrializada: “Si no puede ser otra cosa mientras los montes de Bizkaya tengan hierro en su seno, ¡plegue a Dios se hundan en el abismo y desaparezcan sin dejar huella todas sus minas! Fuese pobre Bizkaya y no tuviera más que campos y ganados, y seríamos entonces patriotas y felices”.

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  15. Tampoco Sabino Arana dedicó mucho tiempo a organizar el partido, que funcionaba con las medidas que iba tomando. En este sentido, los estatutos del Euskaldun Batzokija constituyen el texto más importante que realizó sobre organización.

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Bibliografía

J. Corcuera, Orígenes, ideología y organización del nacionalismo vasco (1976 1904); A. Elorza, Tras la huella de Sabino Arana: Los orígenes totalitarios del nacionalismo vasco;A. Elorza, Un pueblo escogido: Génesis, definición y desarrollo del nacionalismo vasco; I. Ezkerra, Sabino Arana o la sentimentalidad totalitaria; F. García de Cortázar y J.M. Azcona, El nacionalismo vasco; J.C. Larronde, El nacionalismo vasco, su origen y su ideología en la obra de Sabino Arana-Goiri. 

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