Las guerras contra el infiel: Felipe II y Felipe III

Ya tratamos en un artículo anterior el inicio de la lucha contra «el infiel» que iniciaron los pueblos hispánicos mediante la Reconquista y que continuó con el secular conflicto entre el Imperio otomano y la Monarquía Hispánica. Esta vez abordamos brevemente estas guerras durante los reinados de Felipe II y Felipe III.

Lepanto Felipe II
Felipe II ofreciendo al cielo al infante don Fernando. Tiziano, 1573 – 1575.

Antecedentes

La decadencia del Imperio Selyúcida había dado lugar a multitud de pequeños estados, de entre los cuales destacó uno gobernado por la dinastía osmanlí que, agrupando a sus gentes en torno a la religión islámica, fue haciéndose fuerte en la zona de Asia Menor y fue conocido como Imperio otomano. Durante los siglos XV y XVI este imperio no cesaba en su expansión hacia Occidente. Para controlar las rutas que les permitiesen la expansión y las comunicaciones a través de los territorios que controlaban o sobre los que poseían cierta influencia en el norte de África, se apoyaban en corsarios berberiscos como el famoso Khair-ad-Din “Barbarroja”, quien consiguió grandes logros para la Sublime Puerta en el oeste mediterráneo. Entre estos logros destaca los numerosos ataques y saqueos que llevó a cabo en puertos y costas españolas e italianas, llegando a convertirse en un verdadero problema para el Imperio español. Fue el responsable de la derrota cristiana de Préveza (Grecia) en 1538, que dio la ventaja a los musulmanes sobre el Mediterráneo.

Felipe II

El reinado de Felipe II no comenzará con buen pie para las tropas cristianas. La reorganización del Imperio otomano bajo el gobierno de Solimán el Magnífico había dado un fuerte impulso a los turcos que intentaron avanzar por el Mediterráneo conquistando nuevas plazas y recuperando aquellas que les habían sido arrebatadas. Las derrotas que sufrieron los cristianos preocuparon a muchos estados europeos a pesar de las diferencias religiosas causadas por la Reforma. Felipe II y el Papa se alzarían entonces como guardianes de la Cristiandad en aquella frontera entre dos civilizaciones que suponía el Mediterráneo.

En 1558, ya bajo el reinado de Felipe II se emprendió una expedición por parte del gobernador de Orán y que contó con refuerzos de la península para tomar la plaza de Mostaganem (Argelia). Sin embargo, las tropas turcas derrotaron a los expedicionarios[1].

Los Gelves (actual Jerba) en Túnez, fue tomada en 1520, después de un segundo intento, ya que el primero, en 1510, fue un fracaso. En 1560 los turcos organizaron una campaña para recuperar lo que cuarenta años antes les había sido arrebatado. Pialí Pachá y Turgut Reis dirigían las fuerzas otomanas quienes sitiaron la ciudad. Los cristianos no se lo pusieron fácil a las tropas enemigas y el asedio duró tres meses hasta que se rindió el 31 de julio de aquel año, habiendo muerto la mayoría de los soldados que guarnecían la plaza. Esta derrota causó una gran impresión en España e Italia, ante el inminente avance de los turcos y aumentando el mito de la invencibilidad de la flota otomana.

Turgut Reis
Turgut Reis desembarcando en Malta, por Eugenio Caxes

Orán y Mazalquivir (ambos en Argelia) fueron sitiados en 1563 por las tropas de Solimán, pero la resistencia de los cristianos fue heroica, puesto que la superioridad del enemigo era casi cien veces superior. El rey mandó a Álvaro de Bazán con una flota de galeras a socorrer las plazas y, al conocer esto, el comandante otomano resolvió huir apresuradamente para no verse atrapado, por lo que el sitio fue levantado después de tres meses de asedio.

En 1565, el siguiente objetivo de Solimán el Magnífico fue la isla de Malta[2], la mítica fortaleza de los Caballeros de San Juan de Jerusalén, también conocidos por el nombre de la isla. Malta representaba una avanzadilla cristiana en esa frontera invisible que se extendía en el Mediterráneo entre el mundo musulmán y el mundo cristiano y su caída hubiera conmovido a toda Europa. Fueron los refuerzos que llegaron de Sicilia, la aguerrida defensa de los caballeros y el último impulso de los soldados españoles que envió el rey los que inclinaron la balanza a favor de la cristiandad. Después de un largo y angustioso asedio de cuatro meses, los turcos se marcharon. Aunque esta vez pudieron respirar tranquilos, la situación era alarmante para los pueblos cristianos.

Entre la batalla de Préveza (Grecia) en 1538 y el sitio de Malta en 1565, los estados europeos tuvieron que hacer frente a numerosos asuntos internos que apartaron su mirada del enemigo oriental. El protestantismo se extendía por Europa y, con ello, se debilitaba el poder universal del papa y del emperador a favor de una mayor independencia de reyes y gobernantes sobre sus respectivos estados. En 1566, fue elegido papa Pío V, quien se afanó en aplicar los postulados del Concilio de Trento.  Una de sus preocupaciones fue la situación del Mediterráneo respecto a la expansión otomana. Así, propuso una Liga Santa a las principales potencias católicas, empezando por la Monarquía Hispánica y que aunó a Venecia, Génova, la Orden de Malta, al Ducado de Saboya y al propio papa.

El grueso de la armada la compuso la flota de Felipe II y el mando supremo lo delegó en su medio hermano, Don Juan de Austria. Después de numerosas discusiones y diferencias entre los miembros que formaban la liga, se llegó a un consenso. Tras semanas de retraso, los barcos aliados se reunieron finalmente en Mesina, contando unos 208 buques en los que viajaban cerca de 65000 hombres. Enterado el sultán de la reunión de la flota, mandó reunir los barcos de la campaña de Chipre sumándoles los del norte de África, en total unos 250 buques en los que viajaban cerca de 75000 hombres[3]. Los cristianos se dirigieron en principio hacia Corfú, pero enterados de que la flota turca había partido hacia el golfo de Lepanto (Grecia), cambiaron el rumbo. Hacia el mediodía del 7 de octubre comenzó la batalla, según cuentan los testimonios, con un cañonazo lanzado por la flota cristiana y respondido por la otomana[4].

Lepanto
«Batalla de Lepanto 1571. Galera ‘La Real’ / Battle of Lepanto, 1571. ‘La Real’ Galley» Óleo sobre lienzo / oil on canvas, 81 x 65 cm. © José Ferre-Clauzel

Pese a la derrota en el golfo de Lepanto, el Imperio otomano pudo rehacer su flota y conquistar Túnez en 1574. Esto supuso una importante derrota puesto que ponía fin a las aspiraciones hispánicas sobre el norte de África y entregaba, de facto, la hegemonía sobre esta zona a los musulmanes. Sin embargo, la embriaguez de la victoria de Lepanto y otros problemas que ocupaban a Felipe II hicieron que finalmente se abandonara la empresa. La victoria de Lepanto, la toma de Túnez, las aspiraciones al trono portugués, los problemas en Europa y la conquista de América, llevaron a Felipe II a firmar la paz con el Imperio otomano, que también se ocupó en combatir a los persas en sus fronteras orientales. A partir de 1580 las batallas contra los musulmanes irán disminuyendo, quedándose en pequeñas escaramuzas que no supusieron un avance o retroceso para ambos bandos. Otra de las causas de esta disminución del conflicto en el Mediterráneo es la pérdida de influencia de éste a favor del Atlántico.

Felipe III

Durante el reinado de Felipe III no hubo muchos encuentros contra el turco, el Imperio otomano atravesaba una crisis política por la cual abandonó sus pretensiones occidentales. Aunque era necesario guardarse de los piratas en las costas mediterráneas, cierto es que ya no habría grandes líderes como Barbarroja o Dragut. En este periodo destacan dos encuentros: el de Cabo Corvo en 1613 y Cabo Caledonia en 1616. A nivel interno debemos recordar que en 1609 Felipe III llevó a cabo la expulsión de los moriscos de la península, tanto por razones religiosas como políticas.

«Últimos momentos de Felipe II» y en él Felipe II bendice a su hijo y sucesor, el futuro Felipe III. Año 1864. Autor Francisco Jover y Cassanova. Museo del Prado.

La expedición que desembocó en la batalla de Cabo Corvo (cerca de la Isla de Samos, Grecia) fue organizada por el recién nombrado virrey de Sicilia Pedro Téllez-Girón[5]. Esta tierra era constantemente acosada por los piratas turcos y la flota no estaba en condiciones para defender la zona. El virrey Téllez no solo reparó la flota, sino que la preparó para una expedición a tierras turcas. Una de sus mayores victorias fue repeler una flota turca que intentaba tomar Mesina en 1612. En 1613 puso al mando de la flota al comandante naval Octavio de Aragón, quien partió rumbo al mar Egeo al mando de sus ocho galeras. En agosto de 1613 se encontraron la flota española con diez galeras turcas al mando de Sinarí Bajá. De Aragón consiguió la victoria, capturó siete de las diez galeras y liberó a mil doscientos esclavos.

Francisco de Rivera fue un soldado que se puso bajo las órdenes del virrey de Sicilia, Pedro Téllez Girón, quien le ascendió a capitán en 1616. Ese mismo año partió de Sicilia con una flota de cinco galeones con el objetivo de marchar hacia Chipre para acosar a naves y puertos turcos. El gobernador de la isla pidió ayuda al sultán, quien envió una flota de 55 galeras y 12.000 hombres. Los españoles solo poseían 5 galeones y 1600 hombres. Ambas flotas se encontraron en Cabo Celidonia (cabo Gelidonya, Turquía). Rivera supo aprovechar la potencia de fuego superior de los galeones y, además, para que no se dividiera la flota mandó unir mediante cadenas sus buques. La pericia estratégica de Rivera repelió los ataques turcos causándoles numerosos daños, por lo que dos días después de infructuosos intentos la flota turca decidió retirarse.


Bibliografía

[1] González Castrillo, Ricardo, “La derrota del conde de Alcaudete en Mostaganem (1558)”, Revista de historia militar, 119, 2016, pp. 175-216

[2] Cañete, Hugo A., Los Tercios en el Mediterráneo. Los Sitios de Castelnuovo y Malta, Ediciones Platea, 2015

[3] Bicheno, H., La Batalla de Lepanto 1571, Barcelona, Ariel, 2005

[4] Rivero Rodríguez, Manuel, La Batalla de Lepanto: cruzada, guerra santa e identidad confesional, Madrid, Sílex, 2010

[5] Linde, Luis María, Don Pedro Girón, duque de Osuna: la hegemonía española en Europa a comienzos del siglo XVII, Encuentro, Madrid, 2005

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