“La Tierra pertenece a nuestros hijos. No se trata de un eslogan publicitario; es una realidad existencial. La próxima década es crucial, y estamos plenamente movilizados para trabajar con cada uno de ustedes a fin de proteger a la humanidad”. Estas palabras las pronunció el presidente del Consejo Europeo Charles Michel durante la cumbre de Dubái.
Entre el 30 de noviembre y el 13 de diciembre de 2023 los representantes de casi 200 países se reunieron en Dubái en la cumbre del clima que se celebró en esta ciudad de Emiratos Árabes Unidos y aprobaron un acuerdo en el que se abogó por “dejar atrás” los combustibles fósiles. Se hacía así una referencia directa a los principales responsables de la llamada crisis climática. Y lo dejaban muy claro: los responsables de la crisis, a parte del hombre, son, el petróleo, el carbón y el gas. La matriz energética ha estado dominada históricamente por estas fuentes de energía fósiles las cuales son consideradas contaminantes debido a su significativa contribución a la emisión de gases de efecto invernadero y otros contaminantes atmosféricos. Pero eso viene cambiando desde hace tiempo en la Unión Europea. Sus burócratas están decididos a luchar por la transición energética y han puesto el acelerador, a pesar de que países como China, la India, la Federación Rusa o Japón vayan a su aire. También, en cierta medida Estados Unidos.
Por eso en su discurso ante el pleno de la cumbre, el presidente Charles Michel pidió una acción mundial más intensa y rápida a fin de que el aumento de la temperatura mundial no sobrepase el objetivo de 1,5 °C con respecto a niveles preindustriales, un propósito que casi todos los países del mundo, incluido China, alcanzaron en el Acuerdo de París de 2015.
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