Imperios generadores vs. imperios depredadores

Está claro que en la actualidad el término imperio no goza de gran prestigio. El pasado imperial suele ser omitido, mitigado o rechazado lo máximo posible. No obstante, es imprescindible una interpretación coherente y sistemática de la idea de imperio para comprender la historia y las realidades políticas.

“Los pueblos más diversos suelen sentirse orgullosos de ‘ser una nación’ (en sentido político) y, cuando no lo son, procuran muchas veces fingirlo (‘Cataluña es nación’, ‘el Bierzo es nación’). En cambio, casi ningún pueblo se identifica con su pasado imperial; procura no hablar de ese pasado, como si fuera una pars pudenda suya, no desea ser un Imperio y, menos aún, un  pueblo imperialista y, aunque lo sea, procura disimularlo y no ser reconocido como tal.” Gustavo Bueno

Ahora bien, no todos los imperios son iguales. No hay que confundir las funciones históricas de, por ejemplo, el Imperio persa de Darío con las del Imperio macedónico de Alejandro Magno, el Imperio británico con el Imperio español o el Imperio romano. Son muchos los estudios que sobre los diversos imperios se han realizado, tantos como los realizados sobre el concepto mismo de imperio.

Felipe II. Pintura de Sofonisba Anguissola.

Gustavo Bueno estableció la distinción entre imperios generadores e imperios depredadores en su obra España frente a Europa. Lo primero que hay que discernir es la misma idea de imperio que, según la obra de Bueno, es una idea filosófica[1] que consiste en un sistema ilimitado de sociedades jerarquizadas, es decir, sólo delimitado por factores externos al propio imperio como pueden ser otros imperios. Este sistema jerarquizado se establece de forma unilateral o multilateral en relación con una sociedad política concreta. (Esta es una formulación simplificada, para comprender el desarrollo completo véase la obra mencionada). Es importante precisar que depredador/generador son dos categorías acuñadas desde el campo filosófico, y siempre dialécticas, nunca maniqueas. Todos los Imperios tienen actos de generación y de depredación. A partir de esta idea se constituye la distinción entre los imperios generadores y los imperios depredadores. La distinción es simple, los imperios son generadores si, a pesar de las acciones de explotación colonial, convierte a las sociedades colonizadas en sociedades de pleno derecho. Es decir, propicia la transformación, en cuanto imperio universal, de las sociedades intervenidas en sociedades políticas cultural y socioeconómicamente desarrolladas. El Imperio de Alejandro Magno, el Imperio romano y el Imperio español serían ejemplos claros. Así pues, “a través de sus actos particulares de violencia, de extorsión y aun de esclavización, por medio de los cuales estos imperios universales se desarrollaron, lo cierto es que el Imperio romano terminó concediendo la ciudadanía a prácticamente todos los núcleos urbanos de sus dominios, y el Imperio español, que consideró siempre a sus súbditos como hombres libres, propició las condiciones precisas para la transformación de sus Virreinatos o provincias en Repúblicas constitucionales” (Bueno, 1999, p. 465-466).

Desembarco de Colón. Pintura de John Vanderlyn.

Por el contrario, son depredadores si mantienen una relación estructural de explotación con las sociedades que organiza. Esto quiere decir que el imperio, en este caso, impide el desarrollo político de tales sociedades para aprovecharse de sus recursos socioeconómicos, llegando incluso a destruirlas. Los ejemplos paradigmáticos serían el Imperio inglés y el Imperio holandés. También encajarían dentro de esta definición el portugués y el francés. En esta línea, los imperios generadores comparten el idioma y la tecnología con las sociedades intervenidas. Mientras que los imperios depredadores emplean su propia tecnología para destruir la realidad de la sociedad intervenida. Una característica que manifiesta la naturaleza de los imperios depredadores es la negativa a la mezcla biológica con la población autóctona del territorio ocupado. Esto se puede verificar en la colonización de Norteamérica por parte del Imperio inglés. El teórico y seguidor de Gustavo Bueno Jesús G. Maestro cuenta en su blog que el imperio inglés «colonizó Norteamérica en familia, al viajar los colonos siempre con sus esposas, y mantener en reservas, recintos o guetos a la población nativa» También añade que «uno de los rasgos identificativos de todo imperio depredador es la prohibición de los denominados matrimonios mixtos».

Grabado de Theodor de Bry que representa una quema de indígenas. Es una muestra de la propaganda antiespañola.

Es importante la aclaración teórica, pues si no la hay se pierde el criterio de distinción y, por tanto, la delimitación histórica se difumina. Esta distinción ha servido de fundamento a autores como Iván Vélez, discípulo de Bueno, para interpretar la mitología de la Leyenda Negra contraria a España. En lo que respecta al Imperio español, se suelen omitir deliberadamente datos de esta naturaleza (como los matrimonios mixtos y la descendencia mestiza) para la propagación de creencias negrolegendarias antiespañolas. Otro discípulo de Bueno, Pedro Insua, también trata el tema del Imperio español como imperio generador en su libro 1492: España contra sus fantasmas. Los colonizadores españoles del Siglo de Oro enseñaron a la población indígena a leer y escribir en español. El asunto de la lengua es determinante. El conocimiento de una lengua europea dio acceso a las manifestaciones culturales traducidas a este idioma y permitió la integración en las instituciones hispanas. Por su parte, los imperios depredadores británico y francés frustraron el desarrollo político africano. De esta manera, Harris (2008) explica que “cuando terminó el comercio de esclavos, los europeos obligaron a los africanos a trabajar para ellos en los campos y en las minas. Entretanto, las autoridades coloniales hicieron todos los esfuerzos posibles para mantener a África subyugada y atrasada, fomentando las guerras tribales, limitando la educación de los africanos al nivel más rudimentario posible y, sobre todo, evitando que las colonias desarrollasen una infraestructura industrial que podría haberles permitido competir en el mercado mundial una vez que consiguiesen la independencia política”. Como claros imperios depredadores, denegaron sus tecnologías a los colonizados y dificultaron su progreso político para la explotación de sus recursos.

Mural de Diego Rivera

Como se ha mencionado, muchos de los españoles, en su gran mayoría varones, se casaron con mujeres indígenas. El mestizaje y la evangelización fueron los fenómenos que primaron, lo cual está muy alejado de la política de exterminio que sí practicaron otros Imperios como el inglés. La población indígena descendió principalmente por la mezcla con los españoles y por las enfermedades traídas desde Europa. No se trató de una matanza y mucho menos de una matanza programada y dirigida a la destrucción de un grupo (como en el moderno concepto de genocidio). Por el contrario, en los territorios americanos ocupados por los ingleses casi no quedaron poblaciones autóctonas. A este respecto el periodista y divulgador José Javier Esparza escribe que “para la mayor parte de los inmigrantes ingleses, protestantes, el indio es un ser inferior, hijo de Satanás, y como tal debe ser sometido y exterminado. No hay posibilidad de redención mediante el bautismo. En la América anglosajona los indios son exterminados. Ahí sí puede hablarse netamente de genocidio: hubo una matanza racial con el pretexto de motivaciones supuestamente bíblicas. Hoy los pocos supervivientes de aquello están en reservas. Por el contrario, en la América hispana sigue habiendo millones de indios y aún circulan, quinientos años después, muchas de las lenguas autóctonas. Y eso fue posible porque los teólogos y juristas españoles reconocieron que los indios tenían derecho a casa y hacienda y a trabajar por un salario justo.”

Mapa de las Reservas Indias de los EE. UU.

Los españoles inventaron un nuevo modelo en América que no habían aplicado ni los portugueses ni los turcos. El español se aproxima al modelo del Imperio romano pero mantiene una sustancial diferencia: se prohibió la esclavitud. La impronta evangelizadora de la presencia de los españoles en América impedía esta institución. Esta preocupación por la dignidad de la población indígena no existió en la posterior era colonial. Sólo en este marco pudieron ser denunciados los inevitables abusos. En esta línea, se dictaron las Ordenanzas para el tratamiento de los indios o leyes de Burgos, en diciembre de 1512. Los indios tenían el estatus de hombres libres. Más tarde, en 1542, se promulgaron las llamadas Leyes Nuevas también sobre “la gobernación de las Indias y buen tratamiento y conservación de los Indios”, en las cuales se suprimieron las encomiendas y se abolió la esclavitud indígena. La necesidad de dotar de un fundamento jurídico a la conquista de las Indias dio lugar a interesantes debates. Uno de ellos fue el que tuvo lugar en la ciudad de Valladolid (1550 y 1551) donde las posturas de Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda se vieron enfrentadas. A este debate se le conoce como «la controversia de Valladolid».

«Los españoles no exterminaron a ninguna nación aborigen -como exterminaron docenas de ellas nuestros antepasados los ingleses-» Charles F. Lummis

Todos los imperios dominantes han tenido su Leyenda Negra. En este marco, muchos pretenden desprestigiar la trayectoria histórica considerando al Imperio como una máquina depredadora. Aún así la división generador/depredador no es una distinción moral o axiológica. Se trata de dos concepciones, de dos modelos diferentes. Es un absurdo entender que en los imperios generadores no hay muerte, injusticia, superioridad moral e incluso depredación. Los españoles trasplantaron a América su cultura e incorporaron en ella a la población indígena, además de fundar ciudades, universidades e imprentas. El historiador Richard L. Kagan habla en referencia a España, directamente, de un “imperio de ciudades”. Lo que hicieron, en definitiva, fue replicar el modelo de la metrópoli en los territorios conquistados. La gran misión de la corona española fue una misión evangelizadora. No hay que olvidar que los españoles creyeron que su cultura era muy superior en muchos aspectos a la cultura que se encontraron al otro lado del océano ―con sus sacrificios humanos, tribus que practicaban la antropofagia, y un menor desarrollo tecnológico―. Aún así no arrasaron como muchas veces se ha dicho. El imperio español no aniquiló al indígena; lo tuteló y se mezcló biológicamente con él. Según las cifras de Ángel Rosenblat, filólogo y ensayista venezolano hoy hay más indígenas en América que antes de la llegada de los españoles; a pesar de la conquista, las epidemias y el mestizaje. La inquisición no castigó a los indígenas por su religión como se suele creer. Además los misioneros se ocuparon en estudiar las lenguas nativas, prepararon gramáticas y compusieron textos para apoyar su labor. Uno de los idiomas americanos usados en la evangelización fue el náhuatl. Europa pudo concebir el continente americano, no sólo por llegar a él, sino por contar con el concepto de esfericidad de la Tierra elaborada por la astronomía griega. Lo cual es un elemento que muestra la asimetría entre la «cultura europea» y las «culturas indígenas», sin caer en el encallamiento de las confrontaciones culturales.

“Tanto la convocatoria de la discusión de Valladolid como la legislación que siguió a continuación constituyen un testimonio del compromiso de la corona por garantizar la ‘justicia’ para sus poblaciones de súbditos indígenas, un empeño para el que no es fácil encontrar paralelos por su constancia y vigor en la historia de otros imperios coloniales.” John Elliott

Bibliografía

Bueno, G. (1999). España frente a Europa. Barcelona: Alba. Elliott, J (2006). Imperios del mundo atlántico. Taurus.

Lummis, C (1893). The Spanish Pioneers.

Esparza, J. J. (2007). La gesta española. España: Altera.

Harris, M. (2008). Nuestra especie. Madrid: Alianza Editorial.

Insua, P. (2018). 1492: España contra sus fantasmas. España: Ariel.

Insua, P. (2012) Hermes Católico, ante los bicentenarios de la emancipación de las naciones hispanoamericanas. Ediciones Pentalfa.

Roca Barea, M. E. (2018). Imperiofobia y leyenda negra. España: Siruela.

Vélez, I. (2014). Sobre la Leyenda Negra. Madrid: Ediciones Encuentro.

[1] Hay que tener presente la distinción entre ideas y conceptos del materialismo filosófico, y las distintas acepciones de imperio.

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