Para muchos investigadores dedicados a la historia antigua, la Biblia supone un importante documento histórico. Otros la valoran por su contenido literario y hay quienes destacan las metáforas y moralejas que aquí se incluyen. También están los que resaltan su parte poética. Y para innumerables personas ha supuesto y supone un cambio radical en sus vidas o un consuelo ante las dificultades personales. Desde arqueólogos e historiadores hasta sacerdotes y rabinos, le dan diferentes interpretaciones a las historias que la llenan. Hay, sin embargo, un aspecto que debe tomarse en cuenta: de acuerdo a las investigaciones que se vienen desarrollando en los últimos siglos, es éste un texto que se escribió a lo largo de mucho tiempo y que recibió influencia de varias regiones vecinas de Medio Oriente. Esta faceta enriquece el contenido de un libro que ya es de por sí bastante complejo. Exploremos algunas de estas influencias.
El mito de la creación
Una de los relatos más conocidos es la de la creación. En textos acadios se conoce como Enuma Elish y describe la creación del mundo por el dios Marduk. De acuerdo a este texto, los elementos del mundo vinieron del antiguo Océano, personificado por un enorme monstruo llamado Tiamat. El relato habla de una batalla entre Marduk y Tiamat, de la que salió victorioso el dios babilónico. Al matar a Tiamat, utilizó el cuerpo del monstruo para crear el mundo. Utilizó una mitad para los cielos, las aguas del firmamento, y otra mitad para las aguas debajo, el mar. Un proceso similar se utiliza en el Génesis Bíblico: “…y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión…” (Génesis 1:7) En ambos casos separa las aguas sobre el firmamento de las aguas debajo del firmamento.
En el resto del Enuma Elish, Marduk completa la creación. Ubica los lugares para los dioses, las constelaciones y las rutas de las estrellas, así como el año y sus divisiones. Utiliza las entrañas de Tiamat para hacer las nubes, los vientos y las tormentas. Con sus ojos hace fluir al Tigris y al Éufrates. La gran diferencia con la Biblia es la utilización del monstruo derrotado para la creación del mundo. Pero, ¿queda en la Biblia algún rastro de este combate de la divinidad con un monstruo primigenio?
La pelea con monstruos marinos
El Enuma Elish y la historia del Génesis Bíblico son dos versiones de un mito que estaba generalizado en las culturas de Medio Oriente. La versión bíblica de este mito se ha perdido y solo quedan fragmentos en los diferentes libros de la Biblia. Dada la naturaleza monoteísta que adquirió con los siglos, los escritores de la Biblia no podían aceptar la inclusión del mito y lo borraron o criticaron cuando avanzaron en las diferentes ediciones. Aun así, trazas persistieron y los estudiosos modernos volvieron a unir estas piezas.
En el Enuma Elish, Tiamat es asistida por un ejército de criaturas marinas en su pelea. En la Biblia hay una exclusión de esta batalla con los monstruos marinos. Sin embargo, un análisis más concienzudo revela algunos versículos con trazas de esta antigua tradición de una pelea entre dios y estos seres. En Isaías 51:9 y en Job 7:12 se alude a Rahab y Tannin (traducido simplemente como monstruo marino en algunas versiones). En los Salmos aparece mencionado el Leviatán (Salmos 74:14). Otro indicio son las palabras Tehom en hebreo y Tiamat en acadio, ambas para referirse a las aguas primordiales. El resultado es la apreciación de lo que queda de la antigua tradición, una pelea entre dios y un monstruo marino, y su victoria sobre éste.
De las versiones del diluvio universal
La historia del diluvio tiene sus paralelos en otras tradiciones de Medio Oriente. Hay varias versiones de la gran inundación desde épocas sumerias hasta la ciudad cananea de Ugarit. Destacan, sin embargo, la historia de Atrahasis y el Épica de Gilgamesh. La historia de Atrahasis fue escrita en acadio, data del siglo XVII a.c. (Antiguo Periodo Babilónico) y habla desde la creación de la humanidad hasta la época de la inundación. Por su lado, la épica de Gilgamesh describe la historia del héroe mitológico Gilgamesh, su amigo Enkidu y su búsqueda de la vida eterna.
El relato incorpora la historia del diluvio en versiones tardías en boca de un personaje que encuentra Gilgamesh en su viaje. Este personaje tiene diferentes nombres dependiendo de la versión, pero en las fuentes acadias recibía el nombre de Atrahasis, cuyo nombre puede traducirse como el más sabio en acadio. Cuando Gilgamesh emprende su viaje, su objetivo es la inmortalidad. Para eso, debe encontrar al hombre que la ha alcanzado. Su idea es que le cuente el secreto de la vida eterna. Después de pasar por varios peligros, Gilgamesh lo encuentra y Atrahasis le cuenta su historia.
La historia de Atrahasis y Gilgamesh
El ruido de los humanos disturbaba a los dioses, en especial a Enlil, el dios jefe del panteón mesopotámico. Los dioses decidieron mandar una plaga para aniquilar a la humanidad. Había, sin embargo, un dios que no estaba de acuerdo con este castigo. Se trataba de Ea, dios de la sabiduría. Será esta divinidad quien aconseje a Atrahasis para que los humanos dejen de hacer ofrendas a los dioses, excepto a Namtar, el dios responsable de la plaga. Así lo hace Atrahasis, y Namtar, aplacada su ira, retira la plaga.
Los castigos divinos siguen a pesar de este primer triunfo. La intervención de Ea, al aconsejar a Atrahasis, salva siempre la situación. Es en este punto que Enlil se decide por la gran inundación como castigo a los humanos. Como ya sospechaba de la traición de Ea, hace jurar a todos los dioses para que no adviertan a los mortales. A pesar del juramento, Ea encuentra una forma de avisar a Atrahasis y le aconseja construir un bote. Cuando llega el diluvio, Atrahasis, su familia y allegados se salvan. Eventualmente, el diluvio termina y el bote de Atrahasis toca tierra en la cima de la montaña Nimus. Al enterarse de su supervivencia, Enlil se molesta, pero luego es persuadido por Ea de que los deje vivir. Entonces da su bendición a Atrahasis y su esposa.
La vida eterna y la serpiente
Cuando Gilgamesh se encuentra a Atrahasis, lo que quiere saber es el secreto de la inmortalidad. En algunas versiones de la historia la vida eterna sólo se concede por mandato de los dioses, lo que deja sin más opciones a Gilgamesh. Sin embargo, hay otras versiones que involucran a una serpiente. En estas versiones Atrahasis le indica a su interlocutor que el secreto es una planta que crece al fondo de un lago. Gilgamesh no pierde el tiempo y parte en su búsqueda. No obstante, al salir del lago con el alga, una serpiente aparece y se roba el alimento que tanto le había costado conseguir. La serpiente como el antagonista tiene ecos de otros momentos de la narrativa bíblica.
Similaridades y diferencias con el diluvio bíblico
Igual que los héroes de las tradiciones mesopotámicas, Noé se salva junto a su familia y los animales que lleva en la embarcación. Otra similitud es que el barco termina en la cima de una montaña. Finalmente, el héroe también ofrece sacrificios. Los términos utilizados también apuntan a una relación entre ambas narraciones. El término kofer (bitumen en hebreo) fue tomado del kupru acadio. Aquí se nota una influencia de la tradición mesopotámica en la bíblica. El monte Ararat, aunque disputado por varias partes, podría ser una deformación de Urartu, una región al norte de Asiria, en la actual Armenia.
En cuanto a las diferencias, la más obvia es el carácter politeísta de los textos mesopotámicos y el monoteísmo de la historia bíblica. Otra divergencia es el motivo para la inundación. En las fuentes antiguas es el ruido producido por los humanos. Por el contrario, en la biblia el motivo es el pecado. A pesar de esto, se notan algunas reminiscencias de las historias antiguas. Por ejemplo, la biblia también usa el ruido como una metáfora de los pecados que disturban a dios. Otras diferencias están en el poder divino. Es un poder limitado sobre la naturaleza en el caso mesopotámico. Esto contrasta con la omnipotencia del dios bíblico. Finalmente, Noé, a diferencia de Atrahasis, no recibe la vida eterna.
El Éxodo
Muchas generaciones han transcurrido desde las primeras épocas que narra el Antiguo Testamento. Los descendientes de los sobrevivientes de la Gran Inundación han pasado por pruebas, castigos y perdones. Su espacio se ha trasladado a Egipto y éste será el lugar de algunos de los acontecimientos más importantes en la tradición religiosa de los últimos milenios.
Se ha sugerido la influencia del período egipcio de Amarna en el monoteísmo de Israel. El problema con esta teoría es la separación en tiempo entre ambas épocas, alrededor de siglo y medio. Además, el registro arqueológico no muestra evidencia de un éxodo masivo en estos siglos. Sin embargo, hay algunos indicios que apuntan cuando menos a una influencia. De acuerdo a autores como Richard Elliott Friedman, podría haberse dado una migración de un pequeño grupo de personas desde Egipto a tierras cananeas en algún punto de esta época.
Nombres como el mismo Moisés son de origen egipcio. Este hecho siempre ha traído la atención de varias personas, entre ellas Freud, que escribió un libro al respecto. Otros nombres que tendrían un origen egipcio serían Aaron y Fineas. Curiosamente, estos nombres están en la tribu de Leví, los que luego serían la clase sacerdotal. Otras evidencias serían la mismísima práctica de la circuncisión, que se realizaba en Egipto desde antaño. Finalmente, hay autores que han señalado un posible vínculo entre el tabernáculo hebreo y las tiendas de faraones como Ramsés. Dadas estas posibles conexiones, ¿hay algún texto del Antiguo Testamento que muestre evidencias de influencia egipcia?
Proverbios e Instrucciones
Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios,
(Proverbios 22,17-18)
Y aplica tu corazón a mi sabiduría;
Porque es cosa deliciosa, si las guardares dentro de ti;
Si juntamente se afirmaren sobre tus labios.
Presta oído y escucha las palabras de los sabios,
(Instrucciones de Amenemope I,1-3)
Y aplica tu corazón a mi ciencia;
Porque te será dulce guardarlas en tu seno
Si se observan los dos textos, se aprecia la similitud en su composición. Se trata del caso de la conexión entre Proverbios 22:17 – 24:22 y el texto egipcio conocido como las Instrucciones de Amenemope. Fue el egiptólogo Adolf Erman quien advirtiera de los paralelismos entre ambos escritos. Amenemope fue un escriba que vivió a finales de la dinastía XIX o principios de la XX. Las instrucciones habrían estado dirigidas a uno de sus hijos. Posteriormente, la sociedad egipcia incorporó el texto a sus tradiciones y lo convirtió en un clásico de los consejos que un padre daría a su hijo para el camino de la vida, el refuerzo de la integridad y la decencia. Actualmente hay un gran consenso acerca de la influencia egipcia para el desarrollo de los mencionados versos de Proverbios.
Salmos y Atón
El análisis de las Instrucciones de Amenemope y del texto de Proverbios sugiere que pasaron de Egipto a tierras judías en época saítica o persa. Esto quiere decir entre los siglos VIII y IV a.C. Se habrían entonces traducido, cambiado los nombres de dioses al dios Yahvé y realizado modificaciones para amoldar el texto a la realidad hebrea.
Otra comparación puede hacerse entre el Himno a Atón y el Salmo 104. El paralelismo es polémico por decir lo menos. La teoría dice que Moisés, o tal vez un noble de la corte del faraón egipcio tomó el Himno y huyó de Egipto. Tal vez la memoria de la revolución de Akenatón quedó en el aire y sirvió de inspiración a grupos como los Levitas o al personaje que luego inspiró a Moisés. En todo caso, las influencias egipcias y acadias muestran que el Antiguo Testamento es un texto que bebió de varias fuentes y que fue escrito por varias personas, tal vez a lo largo de bastante tiempo. ¿Qué se sabe de algunos de los autores más antiguos?
Los escritores del Pentateuco
Todo empezó con el nombre de dios. Elohim unas veces, Yahvé en otras ocasiones. Luego, pasajes contiguos que presentaban contradicciones entre sí. Las diferencias se han notado desde la antigüedad, pero no es hasta los últimos siglos que se hace un análisis más minucioso del texto. Estos estudios también apuntan a un lenguaje hebreo que va cambiando a medida que se incorporan escritos. La conclusión es que los primeros libros de la Biblia, tradicionalmente atribuido a Moisés, fueron escritos por diferentes personas.
Autores E y J
Aparte de los nombres para la deidad, hay otras diferencias entre los textos designados como E (Elohim) y J (Yahvé). En la fuente E el Arca de la Alianza nunca es mencionada. Es en la fuente J donde el Arca cobra importancia. Por el contrario, E da valor al Tabernáculo. Todo se remonta a los reinos de Israel y Judá. Israel, el reino del norte, tenía en un principio su centro religioso en Silo. En esta ciudad estaba la Tienda del Encuentro, el Tabernáculo. El escritor E venía de esta zona. Por su parte, Judá, el reino del sur, tenía como centro religioso a Jerusalén. Ahí se ubicaba el templo de Salomón, y en su interior el Arca de la Alianza. J era de este reino. Las tradiciones eran diferentes, pero con un origen común. Su complementariedad era tal que sus textos pudieron unirse en uno solo.
Fuentes P y D
La letra P viene de priest – sacerdote en inglés – y D es por Deuteronomio, el libro que cierra el Pentateuco bíblico. P tiene el contenido más largo de los cuatro autores. Incluye una versión de la inundación, las historias de Abraham, Jacob, el Éxodo, Leyes, Números y Levítico. A diferencia de fuentes anteriores, en P no hablan los animales, dios es menos personal y más cósmico en cierto sentido. Esto sería porque el escritor de P habría sido un sacerdote, cuyo interés habría estado en centralizar el culto en el templo en una época donde Jerusalén aún no había logrado esa centralización en la vida del reino. En general se considera que esta fuente es anterior a la destrucción del templo por Nabucodonosor en 587 a.c.
La historia de la fuente D es curiosa cuanto menos. Había en Jerusalén un sumo sacerdote, Hilkiah, en el reinado de Josías. Se estaban haciendo reparaciones en el templo cuando el mencionado sacerdote anunció que había encontrado un rollo con la Torá en el templo: el rollo que Moisés habría entregado a los Levitas, y que habría estado en el templo todo ese tiempo, el Deuteronomio. No es coincidencia que las reformas que luego llevará a cabo el rey sean justamente las que indica el susodicho rollo.
Al fin y al cabo, el Deuteronomio es el discurso de despedida de Moisés antes que Josué tome su lugar como líder. Se cree que había una versión anterior a la destrucción del templo, donde la culminación era el rey Josías, cuyas reformas precisamente favorecieron a la casta sacerdotal. Después de la destrucción del templo por los babilonios, el texto habría tenido que reescribirse para reinterpretar los hechos.
A modo de conclusión
Así como los primeros libros de la biblia muestran una variada historia en su composición, el resto de libros también tienen una diversidad de fuentes y escritores. Éstos, a lo largo del tiempo se sirvieron de vivencias, reflexiones y de influencias que recibieron de diferentes ámbitos. El resultado es un texto complejo que habla de historias, creencias y de formas de ser de las propias personas. Desde que las primeras versiones del texto aparecieron hace 3000 años, este texto ha sido objeto de intensos escrutinios. El objetivo de estas interpretaciones ha sido arrojar luz sobre el significado de las historias aquí recogidas. Sin embargo, en muchos casos, el análisis del libro ha conseguido arrojar más luz sobre la persona que lo interpreta.
Considerar al libro un compendio de lo divino o de lo humano, verlo como una apología al odio o al amor, a la guerra o a la misericordia, depende y dice más de la persona que lo comenta que del libro en sí mismo. Para los que ven en él al mensaje divino, puede ser que los caminos de Dios hayan sido unificar todas estas influencias para estructurar los senderos hacia la perfección del hombre. Para otros puede ser una muestra de lo que la transformación de las creencias logra con el tiempo. Al fin y al cabo, como se ve en estas líneas, su composición es compleja y obedece a influencias, épocas y objetivos variados. Una faceta que vuelve aún más interesante si cabe a una de las obras más leídas en la historia de la humanidad.
Bibliografía
- Cassuto, U. (1961). Commentary on Genesis. Vol. I
- Fox, M. V. (2009). Proverbs 10–31: A new translation with introduction and commentary.
- Friedman, R. E. (2017). The Exodus: How It Happened and Why It Matters.
- Friedman, R. (2019). Who wrote the Bible?
- Versión Reina Valera 1960 de la Biblia