El conflicto entre Israel e Irán ha escalado drásticamente desde el 13 de junio de 2025 con la Operación León que se levanta, donde Israel lanzó ataques aéreos contra instalaciones nucleares (Natanz, Isfahán, Fordow), centros militares y energéticos en Irán, eliminando a altos mandos de la Guardia Revolucionaria, como el jefe de inteligencia Mohammad Kazemi y su adjunto Hassan Mohaqiq. Irán respondió con misiles balísticos y drones contra ciudades israelíes, causando al menos 8-23 muertos civiles, mientras Israel interceptó la mayoría de los proyectiles con su avanzado sistema de defensa. Aunque Israel mantiene superioridad aérea y ha debilitado significativamente el programa nuclear iraní y a sus aliados (Hezbolá, Hamás), Irán resiste con un vasto arsenal y apoyo de proxies, prometiendo ataques más devastadores. La escalada amenaza con una crisis económica global por el petróleo y una guerra regional, con tres escenarios posibles: negociación internacional (poco probable tras la cancelación de charlas en Omán), mayor escalada con intervención de terceros, o una victoria estratégica de Israel que debilite al régimen iraní, aunque derrocarlo sigue siendo un objetivo arriesgado y complejo.